jueves, 25 de noviembre de 2010

PABLO LUQUE PINILLA [2.107]



Pablo Luque Pinilla 

Nació en Madrid en diciembre de 1971. Ha publicado el libro de poemas Los ojos de tu nombre (Huerga&Fierro, 2004) y el apunte antológico Il cambio della guardia generazionale nella poesia spagnola contemporanea (trad. Gloria Bazzocchi, «clanDestino», 2006) sobre los poetas de los ochenta, así como poesía, artículos y crítica en diversos medios. Fue incluido en la Red de Arte Joven de la Comunidad de Madrid, para la que ha celebrado recitales acompañado por la obra de artistas del ámbito de la música y la fotografía. Recibió el Premio Jóvenes Creadores del Ayuntamiento de Madrid. Sus poemas han sido traducidos al italiano. Ha participado en el festival de poesía Amobologna que organiza el Centro de Poesía Contemporánea de la Universidad de Bolonia. Codirige la tertulia poética Esmirna que fundó junto a otros escritores. En la actualidad publica por entregas en la revista Web «Fili d´aquilone» la antología Nuovi classici nella poesia spagnola contemporanea (trad. Gloria Bazzocchi) sobre los poetas de los setenta.


POESÍA


Libros

- SFO (con fotografías de José Luis R. Torrego, Renacimiento, 2013)
- Los ojos de tu nombre (Madrid, Huerga&Fierro, 2004)

Revistas, catálogos y exposiciones

- Enero 2014: Poemas de SFO en Félix Molina. Arte y Literatura:
http://felixmolinapublica.wordpress.com/2014/01/23/complices-de-sfo/
- Octubre 2013: Poemas de SFO en El Cuaderno Nº 49, Trea:
http://elcuadernoculturaldelavoz.blogspot.com.es/2013/10/el-cuaderno-49.html
- Enero-marzo 2012: Poemas en La Bolsa de Pipas, nº 84.
- Primavera 2011: Poema en Harz, nº19: http://hartz.webcindario.com/poemas3.html
- Diciembre 2010-Enero 2011: Poemas en “Era necesario que nacieras”, exposición colectiva en la Catedral de Alcalá de Henares.
- Mayo-octubre 2010: Poema en El Alambique, nº1.
- Enero-marzo 2010: Poemas de Los ojos de tu nombre (en italiano con trad. de
Gloria Bazzocci), Fili d'Aquilone nº 17:
http://www.filidaquilone.it/num017bazzocchi.html
- Enero 2010: Poemas en catálogo de The Well (en inglés, con trad. de Liam Liddy).
- Octubre 2009: Poema en exposición Stéphanie de Malherbe, Centro Cultural La Despernada, Villanueva de la Cañada, Madrid.
- Julio 2008: Poema en Numenor, nº 21.
- Junio 2008: Poema en catálogo de Amobologna (en italiano, con trad. de Irene Bellini).
- Primavera, 2008: Poema en Piedra de Molino.
- 2002-2003: Poemas en Qí, nº 5.
- 1999: Ayto. Madrid. 1er premio Certámen Jóvenes Creadores, Ayuntamiento de Madrid. Poemas en exposición Museo de la Ciudad y catálogo
- 1998: Ayto. Madrid. Finalista Certámen Jóvenes Creadores, Ayuntamiento de

Madrid. Poemas en exposición C. C. Conde Duque y catálogo.




A-42

I


La blusa del día suspende láminas de polvo, y gotas circulando donde la atmósfera cubre el suelo. Lo que dura la secuencia del paisaje dura el cambio de marcha, y dobla el lomo del arcén si en el volante irrumpe un giro.
Sólo el instante muestra una señal y bloques con pisos en cascada.

El camino es lento, y la mirada un hábito donde surgen coches y nubes de CO2retando al ojo. No hay pasos ni huellas que seguir, ni la clausura de la avenida donde se abastecen las horas en la trastienda de los deseos.

Sólo un oculto beso filtrándose en las toberas de la calefacción, y la imagen de los retrovisores donde yace ingrávida la nostalgia que te adivina.


II

La atmósfera no se repliega, pero pasa páginas dormidas, y acerca hojas de silencio donde se agita lo invisible.

Sólo un haz de imágenes proyectado desde el parabrisas abre el párpado que aguarda, y refleja un lago de misterio que rompe el vidrio de la ausencia.

El coche es tu morada y el aire la ferocidad donde se mueve.

Bate el viento con sus labios y alcanza a tientas la carrocería, encontrando los conductos de la ventilación, que depositan, intrépido, su beso.



III

Nubes reposando la inquietud del agua dormida. Señales sobre letras de humo ocupando lechos fabricados a la medida del aire.

Son más de las trece en el reloj del cuadro de mandos, cuando se escucha un boletín horario descargando las atrocidades peores, y se despacha un locutor con un “Adiós, buenas tardes”.

El sol de mediodía, el sol de punta,duele.

En el habitáculo un sobrevuelo de pájaros abre una grieta en el espacio de la distracción, y se disipa en el punto de fuga del asfalto, entre las luces primeras de la conciencia adormecida.



IV

El enunciado del paisaje, dibujado en el umbral del parabrisas, nombra en sílabas de bruma los contornos de la autovía.

Son brazos donde descansa el vértigo de lo imprevisto, el alfabeto de señales que se sucede kilómetro a kilómetro, como se sucede la silueta de los edificios y las industrias.

No importa si son fábricas, gasolineras o almacenes, ni la prohibición de pasar de noventa, cuando en pozos de sentido se vislumbra el hallazgo de los deseos. No importa si son bloques o adosados, o el destello de sus guiños menores en los autobuses de línea.

La distancia es el tiempo y el asfalto su mediación intercesora.

El transcurrir de los kilómetros deletrea los cercos de un misterio, como se deletrean los números del cuentakilómetros, y se desvela el lugar inalcanzable donde se embarcan los ojos.





CARRETERAS SECUNDARIAS

I

Un reflejo delatando sombras proyectadas desde algún voladizo, un frenazo en la geometría de un coche haciendo la rotonda.

Quietos quicios de luz y el sol basculando sus agujas.

Algunos giros, algunos cambios de marcha, cuando se abran los semáforos y caigan rayos reflejados en el lado opuesto del chasis.

La tarde inaugurada desvelará la inocencia de los parachoques traseros, y las huellas de sus golpes en el oleaje de las respiraciones.

La tarde inaugurada dibujará su sábana virginal, depositando sus labios más secretos en la tensión última de la monotonía.


II


Oficinas metálicas vertebrando la nuca de las nubes, altos pájaros de gas emitiendo su luz desde las plantas.

Son el inciso abierto en la pantalla del retrovisor, cuando anchas ventanillas encuentran la onda de una brisa, y descubren la lengua del asfalto recostada a derecha e izquierda entre meandros de humanidad.

Son viejas carreteras como venas capilares, entre urbanizaciones de bajo coste y proyectos de construcción.

Entre lagos de silencio donde bulle el transcurrir de vidas plateadas.



III


El parpadeo de los árboles mueve el filo de las hojas, agitando polillas de sencillez entre las grietas del asfalto. Pequeñas ráfagas de viento sobrevolando la trayectoria de tu coche, apremiando el vientre de los dedos que con firmeza te conducen.

No es el cuadro de mandos, ni su túnica de plástico polvoriento, ni el mullir de las alfombras desportilladas, donde un velo de cordura equilibra los sentidos y una elocuente calma pulsa la monotonía. Es la quietud de los encuentros mejores, cuando un golpe de realidad interroga tu mirada, y un ámbito de misterio llena el cuenco de las dudas.

Cuando un calor resquebrajado dialoga con el arco de tus deseos, y esas manos al volante, sedientas y al acecho, se festejan libres en una calzada que de completa ofende.

(de Los ojos de tu nombre)



Cero - «Un hueco de palabras»

N A D A    I

En la nada no hay nada


C E N T R O
                  
Soy centro en el devenir de su plegaria
voz que reúne mi vocación de yema
ancla hambrienta para el subjuntivo de su herida.
Soy la red tupida que soñó Deméter
la vocación de savia que encarnó Ceres 
acantilado de preguntas en un ámbito de origen.
Me bebo sus palabras de viento
núcleo de sustancias 
hebra múltiple en el vientre de la espera.
En el templo donde albergar mi llaga
herencia de su fiat.
Crecerán mis órganos, piel, pelo, uñas
mas soy hambre liberada
metamorfosis imposible en la pauta del deseo.
Trago sal y agua 
oleaje en una sima oscurecida
espejo para su mirada de hembra
y la protección de los estambres.
Conozco el arco tenso del Misterio
y en mí acontece cuanto es cifra     


      enelnudodeldestino.




C O N S T R U C C I Ó N
                 
Me cobijo entre algas en silencio 
y témpanos de sangre en las paredes.
Sumo esferas de sombras y cartílago
celdillas de conciencia en la raíz de la sed.
Poco a poco anudo los tejidos
desafío lo invisible.
Sé que me han creado y mi pasión no es vana
sé que fueron dos
el número del círculo
el polígono de lados infinitos para que emerja el núcleo
el vaso para la madeja del significado 
¿Quién aguarda mi salida? 
¿Por qué no se pronuncia mi nombre?
Cada día emito una expresión 
una brazada de luz 
y la oscuridad se oculta
aunque las heces y el orín se esparzan en la maleza.
Cada día, cuando llega la vainilla del postre
percibo su munición
el júbilo cuando se erizan sus papilas
o me erizo yo
y mi surco se ensancha
cauce de ida y vuelta para mi sustento
para vertebrar la voz
que da forma a su figura.





E R A     N E C E S A R I O    Q U E    N A C I E R A              

Era necesario que nacieras para que llenaras en el mundo un hueco de palabras
para que desovaras la semilla del fruto remontando el camino de la sangre
la equidistancia entre el estiaje del sudor y el caudal desbocado de la arcilla
entre la piedra demorada en la maleza y el clamor de las hojas en su ascenso.
Era necesario que nacieras para que prendiesen raíces en la incertidumbre
acuarios de silencio que hospeden la ceguera de los páramos
pisadas que descifren la ovillo de las encrucijadas.
Era necesario que nacieras, porque faltaba entre nosotros tu vocación de simetría
la serie de los números ordinales, el abecedario en la deriva del conocimiento
el alumbramiento en la matriz subacuática del útero
cárcava de tejidos, templo donde forjaste el umbral de tu presencia. 
Y así contemplar las huellas de tus brazos en el aire
el volumen de tu cuerpo entre las sábanas
las cucharadas de tu voz parpadeando en la intemperie.
Y así encontrar un ámbito para nuestra naturaleza herida en el origen
conciencia de las nubes y nudo de la tierra entre las aguas
paréntesis de arena y cuenco albergando el infinito.
La historia de la bolsa liberando el hambre
el oleaje inadvertido de varios meses de crecimiento a oscuras
morada de sombra y esperanza
de certidumbre pensada para ti,               para mí,                 para ella.



C A Í D A    L I B R E
                  
Vivir es no volver, 
abandonar el punto de partida, 
                              lanzarse,
buscar el centro del gusano,
crisálida que en aire se transforma
como el vuelo que emprende lo perdido.

Vivir es abrazar  la huella sobre el fondo,
ver de cara los ojos de la muerte,
disolver lo vivido en lo profundo de la altura.

Vivir es no volver;
el precipicio desde el que caemos
batiendo el aire que nos va faltando.




I N F L E X I Ó N

Cuanto tengo es un espejismo de días ofreciendo su lomo, a veces pacífico, a veces encrespado. El futuro no existe, porque sucede como una proyección que se desmiente o se confirma en el empedrado del presente, en el triángulo de lo que acontece. Todo empieza y acaba en un mismo lugar. En la geometría del tiempo cuya formulación porta los enigmas de la arquitectura humana. Así, contemplamos el presente como una representación de las aspiraciones más insobornables. El disparo certero al ovillo de la conciencia. En ella se explicita nuestra hechura que o se cumple o nos abate. Y cumpliéndose, nos entrega lo perfecto en lo imperfecto, el origen en lo creado. Rápido como un instante y demorado como una eternidad. El dominio de la velocidad que nos es propio para conciliar esta inflexión en la que transcurrimos.




P E R S E C U C I Ó N
                  
Naturaleza escurridiza de la felicidad
Como un pez que abandona su refugio 
el vientre donde vive imaginando el aire
rastreando un hueco en la espuma para salir del fondo.
Como un ciego que atraviesa la parábola del viento
la tensión donde boquea, fugitivo, péndulo de escamas 
trazo inaprensible entre las horas bajo la bóveda del día.
Como una bala de neón que avanza mientras tiembla
escurriéndose en la línea perfecta de los párpados
en la imposible cuadratura de las manos tras su forma.
Su dibujo entrecortado en la intemperie que rastrea
dividiendo en surcos lo invisible
agitando las aletas que cortan el trayecto con su filo.
El vaho de las yeguas, el rocío en la campana del silencio
la llanura donde se desliza entre las manos del musgo sobre la quietud
     inmutable de las piedras.

Allí donde vibra su contorno bajo la anémona del sol 
donde se escucha el roce de su sombra contra el suelo 
levantando el polvo necesario para aclarar la imagen 
para rendir mis ojos tras el cerco de su ausencia 
tras la senda que humedece su figura imperceptible.

El regreso hacia el lugar del que surgió su impulso 
el rapto de partir para ensayar el vuelo 
para desvelar el forjado del origen esparciendo sus esquirlas 
    de sentido

horadando la uniformidad del oleaje 
al que retorna y del que huyó 
            sin haberme abandonado.




- 2 7 3 º K
                  
Cero absoluto
Un instante curvándose en la luz,
unos ojos que observan su estructura,
el detalle que insiste en el ocaso
sobre el rodar quebrado de la noche.
Un cuerpo que, tendido en el silencio,
acecha la guadaña susurrante
del viento acariciando la distancia.
El pozo de la escucha en el presagio
de un paraje que sueña lo imposible.
Descendemos pensando con los dedos
la franqueza del polvo, la presencia 
de la soga inquietando las espigas,
la figura templada de los granos,
el humo blanco, en su urgencia, frágil.
Los barrotes de nubes en racimos,
la probidad del surco en su barbecho,
el bochorno que eleva la humedad
del prado cuando pugna, vaporoso,
arrancando jirones de horizonte.
Trepamos en columnas de mercurio
como lo hace el halcón que se prepara
o repite su presa cuando huye.
Como se busca el sitio que cobija
una última presencia inexorable
tras un umbral de cero grados kelvin.
El fogonazo que se aprecia allí
donde ya no se espera nada nuevo
salvo el protagonismo del vacío.




O P E N    Y O U R   M I N D

Open Your Mind, ©fromthetree, 2008
                  

Agente Smith, con manos poderosas
acaricia mi talle, retira su precinto,
consume mi interior con avidez.
Bebe sed de preguntas y certezas,
apura entre tus dientes mi pasado,
carne herida, testigo del Misterio.
Adiós olores, gustos, las miradas,
el canto de la brisa, su textura
y las correspondencias. Adiós Jeanne Duval.
Soy cifra aleatoria en este trance
de olvidar para siempre lo que fui.
De saber en el cubo que pensaron
mi forma de metal, homologada,
iniciando una vida de residuo
donde ser un producto 100% reciclable.




T R É B O L
                  
Contemplo la estructura de su haz,
el mapa que despliega su lección
de simetría en la isla de St. Patrick,
en la piel de Dublín: Baile Átha Cliath.
Penetro el entramado de sus nervios,
la transparencia agreste de la savia
hundiéndome en la turba de Twelve Beans;
en los muros de Kylemore junto al lago,
o tras los guantes sucios de Séan Thornton
enterrados a orillas de Asford Castle.
Desciendo el río en cruz de este camino
palpando su luz tenue tras las nubes,
el olor que le basta a mi esperanza.
Ese aire con carácter de promesa
hecho furia en el vértigo de Moher,
detenido en las costas de Cahersiveen.
Me entrego a esta insólita belleza
tallo adentro, buscando la raíz,
el mar de isla Valentia en el verano,
el sentido en el triángulo de Cork.
Una marea apremia mi andadura,
un pacto duradero con el agua 
que me indique el final de este trayecto,
la humedad de la tierra que me lleve
al punto de partida en Irish Sea.
Rememoro el misterio de ser hoja
emergiendo en un círculo de lluvia.
Miro al cielo;
              el asombro me acompaña.


SFO, «[Un camino de luces]»

Un camino de luces, una serpiente discontinua, un hongo desplomado en su centro exclamativo. El hueco que en tu ansia se adivina, que te empuja a rastrear un desenlace.

El viaje es largo, y el reposo la arena donde se aguarda la vigilia.

No hay firme ni trazado posible, ni imagen que desdoble un horizonte. No hay cifra ni temor que agriete tu silencio.

Sólo el afán que en tu trance se desvela; el paréntesis que pauta tu inquietud.

Solo la inminencia de la ciudad como destino,

y un elocuente anuncio de sorpresa.



B A R T

San Francisco Bay Area Rapid Transit


Una sombra esquina,
un cromado rectángulo de duda,
una imagen desvelando enigmas en los ojos,
el vagón que aferras con piel de ardilla,
con dedos espirales.
Temblores de caracol desaguando en tu garganta
su salmodia de minutos,
                                              su ovillo de estaciones.

La claridad que indaga una promesa
hospedando, alerta,
la tensión en tu mirada.

  

T W I N    P E A K S

Dos rostros que miran hacia el centro,
dos ciruelas de frente transitiva.
Dos colinas abiertas en la cresta de los labios,
bañadas por la silueta del sol en su pendiente:
el subsuelo de tabaco bajo la festuca,
los aros de plata hasta un manto de tréboles.
Accedemos fluyendo entre el asfalto
por laderas de metal y olas de ceniza.
Miramos y al mirar reconocemos:
la divisoria sobre Downtown;
su diagonal trazada
allí
       donde se embarcan los ojos
hasta el umbral de la bahía.



E L L I S    S T.    C R O S S I N G      P O W E L L    S T. 

De cuanto sucede hemos venido a indagar en sangre ajena.

En la claridad cedida en el asfalto, en la piel rutilante de las alcantarillas, en el deambular de los peatones en la calle.

Allí donde convergen los cruces de tu vida, el sumidero de preguntas que desagua tu expresión.

Allí donde advertimos el frío que consume nuestro tiempo, el rictus con que se exhala la inclemencia.

La tristeza con que se ignoran los raíles, la nitidez de su trazado, su vocación de altura.



D  I A  N  A

Eres blanco de todas tus ideas, punto de fuga de tu propia imagen sobre un fondo enmarcado en gasa oscura. 

Eres el rostro incierto y su misterio, la esfera que rebasa su contorno, lo finito gritando por la herida.

Por ti el marco en penumbra y el círculo interior, la gruta que te acoge con claridad de orla, la figura encajada en su frontera.

Por ti la carne muda de los labios, el enigma enunciado desde el centro, y el centro pensativo como un cáliz de sed.



U R B A N     V I A T O R

Al crecer
                 los ejemplares jóvenes emprenden el viaje,
se unen a los de su manada.
Esta discurre, veloz y ajena,
trotando en el desfiladero,
ignorando los márgenes que ocupan
los animales rezagados.
Cuantos quedan en la orilla
presa son del estupor,
de la quietud que brota en la impotencia,
del rumbo incierto donde se amplifica la locura.
Miran escépticos a los que galopan,
hacen recuento,
aceptan impasibles la estampida.
Esperan el final sobre un mástil
que subraya
            la paradoja de la escena.







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