Juan Luis Martínez
Juan Luis Martínez Holger, (Valparaíso, Región de Valparaíso, 7 de julio de 19426 - Villa Alemana, Región de Valparaíso, 29 de marzo de 1993) fue un poeta vanguardista y artista visual chileno.
Considerado como uno de los poetas más lúcidos de su generación por su autoría literaria, su erudición y por su ingeniosidad como artista visual, fue hijo de Luis Martínez, quien fuera Gerente General de la Compañía Sud Americana de Vapores y de una madre de origen nórdico que pertenecía a una familia muy conservadora. Su vida transcurrió fundamentalmente, entre las ciudades de Valparaíso, Viña del Mar y Villa Alemana, donde realizó su obra, que parte de un cuestionamiento a la creación literaria y artística tradicional. Durante su período creativo de juventud mantiene una estrecha relación con poetas y escritores tales como Nicanor Parra, José Donoso, Martín Cerda, Enrique Lihn, Pedro Lastra, Raúl Zurita, Sergio Badilla Castillo, Eduardo Parra Pizarro, Gustavo "Grillo" Mujica , Juan Cameron y Freddy Flores Knistoff.
Juan Luis Martínez abandonó el colegio, recién iniciados los estudios secundarios, y entre los quince y los veinte años vive intensamente una vida bohemia en Valparaíso, mezclado en la miscelánea popular y pintoresca que tenía esa ciudad a fines de los años cincuenta. Martínez será considerado un muchacho rebelde, tanto por su familia como por la gente que lo identifica por su larga cabellera, un rasgo inusual en ese período histórico de Chile. Nunca más regresará a un aula estudiantil, pero por las influencias culturales que lo rodean, comenzará una larga etapa de lecturas y aprendizaje autodidacta. El traslado de su familia de Valparaíso a Viña del Mar, lo inquieta y le desagrada, debido al cariz de emergencia burguesa que representa la urbe balnearia; por eso mantendrá una relación profunda y sentimental con su ciudad de origen, con la bohemia porteña, que se reúne en los bares: Roland, Yako, Inglés, Alemán, Pajarito Expo-Bar, incluso en el agonizante y clásico Siete espejos.
Es tal vez su origen de porteño, con su cosmopolitismo simétrico lo que determinará que Juan Luis Martínez, durante su vida, opte por mantener una severa distancia de los círculos de poder, sean estos académicos u orgánicos, para desarrollar sus postulados artísticos y estéticos. En su obra visual construyó una ceñida analogía entre el objeto artístico y el discurso o entre la visualidad y la palabra.
La nueva novela
La nueva novela, su primer libro, fue entregado por el propio Martínez a Editorial Universitaria de Valparaíso, en 1971, con el nombre de Pequeña cosmogonía práctica, allí, luego de permanecer alrededor de dos años sometido a juicio crítico, fue finalmente rechazado. Hoy, La nueva novela es considerada una obra clave de la poesía contemporánea chilena e incluso calificada por la crítica especializada como, un epítome indiscutible de intertexto, donde se confabulan citas efectivas e imaginarias, que conducen a un entramado de arquetipos y reverberaciones en que se transfigura el texto, construido además con dispositivos gráficos.
Juan Luis Martínez padeció durante largos años de diabetes, enfermedad que fue minando, paulatinamente, su vitalidad y le provocó una necrosis tubular de sus riñones, pero, aun así, mantuvo una nutrida relación con poetas de diferentes generaciones que lo visitaban en su librería en el pasaje Saleh, de Viña del Mar, o en su domicilio, en calle Fresia de Villa Alemana. Durante las últimas dos décadas de su vida debió someterse, entonces, de manera estoica y permanente, a diálisis, situación que no impidió que, incluso, un año antes de su muerte, viajara a París (su única salida al exterior) invitado por el Ministerio de Cultura de ese país, en el programa Les beaux étrangers.
Sus restos mortales descansan en el Cementerio N° 2 de Valparaíso, a la altura del Cerro Cárcel.
Obra
La nueva novela. Santiago de Chile: Ediciones Archivo, 1977. 152 p.
La poesía chilena. Santiago de Chile: Ediciones Archivo, 1978. 40 p.
La nueva novela. Santiago: Eds. Archivo, 1985 (edición facsimilar de la 1º ed.). 147 p.
El poeta anónimo. Santiago: Eds. Archivo, 1985 (edición facsimilar).
Poemas del otro: poemas y diálogos dispersos. Santiago de Chile: Eds. Universidad Diego Portales, 2003. 113 p.
Fragments. Traducción al francés de Beatrice de Chavagnac. Edición, Nota y diseño de Gustavo Mujica. Éditions Boite Noire, L'agence AD'HOC, L'Association Dialogue entre les Cultures. Le Ministère de la Culture et la Francophonie. París, Francia, 1993. 24 p.
Aproximación del Principio de Incertidumbre a un proyecto poético. Santiago de Chile: ediciones nómade, Galería D21, 2010. 62 páginas no foliadas.
El poeta anónimo. Brasil: editorial Cosac Naify, Galería D21, 2013. Edición facsimilar (1985)
PORTRAIT STUDY OF A LADY
"¿Qué es un niña?
La máquina fotográfica no agregó mayores detalles de ilusión a la realidad, pues fue el fotógrafo, quien en su necesidad de hacer aún más tangible la belleza sensual de esta niñita, descifró en ella una mirada interrogante y atrevida, cuyo alcance podría perfectamente no ser sólo un simple fraude óptico.
EL CISNE TROQUELADO
I
(La búsqueda)
La página replegada sobre la blancura de sí misma.
La apertura del documento cerrado: (EVOLUTIO LIBRIS).
El pliego / el manuscrito: su texto corregido y su lectura.
La escritura de un signo entre otros signos.
La lectura de unas cifras enrolladas.
La página signada / designada: asignada a la blancura.
II
( El encuentro)
Nombrar / signar / cifrar: el designio inmaculado:
su blancura impoluta: su blanco secreto: su reverso blanco.
La página signada con el número de nadie:
el número o el nombre de cualquiera: (LA ANONIMIA no nombrada).
El proyecto imposible: la compaginación de la blancura.
La lectura de unos signos diseminados en páginas dispersas.
(La Página en Blanco): La Escritura Anónima y Plural:
El Demonio de la Analogía: su dominio:
La lectura de un signo entre unos cisnes o a la inversa.
III
(La locura)
El signo de los signos / el signo de los cisnes.
El troquel con el nombre de cualquiera:
el troquel anónimo de alguno que es ninguno:
"El Anónimo Troquel de la Desdicha":
SIGNE CYGNE
Le blanc de le. Mallermé
CYGNE SIGNE
(Analogía troquelada en anonimia):
el no compaginado nombre de la albura:
la presencia troquelada de unos cisnes: el hueco que dejaron:
la ausencia compaginada en nombre de la albura y su designio:
el designio o el diseño vacío de unos signos:
el revés blanco de una página cualquiera:
la inhalación de su blancura venenosa:
la realidad de la página como ficción de sí misma:
el último canto de ese signo en el revés de la página:
el revés de su canto: la exhalación de su últmo poema.
(¿Y el signo interrogante de su cuello (?)?:
reflejado en el discurso del agua: (¿). : es una errata).
(¿Swan de Dios?)
(¡Recuerda Jxuan de Dios!): (¡Olvidarás la página!)
y en la suprema identidad de su reverso
no invocarás nombre de hombre o de animal:
en nombre de los otros: ¡tus hermanos!
también el agua borrará tu nombre:
el plumaje anónimo: su nombre tañedor de signos
borroso en su designio
borrándose al borde de la página...
OBSERVACIONES RELACIONADAS CON LA EXUBERANTE ACTIVIDAD DE LA "CONFABULACION FONETICA" O "LENGUAJE DE LOS PAJAROS" EN LAS OBRAS DE J. P. BRISSET, R: ROUSSEL, M: DUCHAMP Y OTROS
a. A través de su canto los pájaros
comunican una comunicación
en la que dicen que no dicen nada.
b. El lenguaje de los pájaros
es un lenguaje de signos transparentes
en busca de la transparencia dispersa de algún significado.
c. Los pájaros encierran el significado de su propio canto
en la malla de un lenguaje vacío;
malla que es a un tiempo transparente e irrompible.
d. Incluso el silencio que se produce entre cada canto
es también un eslabón de esa malla, un signo, un momento
del mensaje que la naturaleza se dice a sí misma.
e. Para la naturaleza no es el canto de los pájaros
ni su equivalente, la palabra humana, sino el silencio,
el que convertido en mensaje tiene por objeto
establecer, prolongar o interrumpir la comunicación
para verificar si el circuito funciona
y si realmente los pájaros se comunican entre ellos
a través de los oídos de los hombres
y sin que estos se den cuenta.
NOTA:
Los pájaros cantan en pajarístico,
pero los escuchamos en español.
(El español es una lengua opaca,
con un gran número de palabras fantasmas;
el pajarístico es una lengua transparente y sin palabras).
LA CASA DEL ALIENTO, *
CASI LA PEQUEÑA CASA DEL ( AUTOR )
a Isabel Holger Dabadie
a Luis Martínez Villablanca
(Interrogar a las ventanas
sobre la absoluta transparencia
de los vidrios que faltan)
a. La casa que construiremos mañana
ya está en el pasado y no existe.
b. En esa casa que aún no conocemos
sigue abierta la ventana que olvidamos cerrar.
c. En esa misma casa, detrás de esa misma ventana
se baten todavía las cortinas que ya descolgamos.
* "Quizás una casita en las afueras
donde el pasado tiene aún que acontecer
y el futuro hace tiempo que pasó".
(De T. S. Eliot, casi).
LA GRAFOLOGÍA
a R. Barthes
a F. Le Lionnais
"El nombre que puede nombrarse
no es el verdadero nombre"
Tao Teh King
A sílabas entrecortadas quiso repetir un nombre: (Jxuan de Dios), ¡Ah, ese si
que hubiera sido un verdadero nombre!, mas como un serrucho trabado en el
clavo oculto (que maldice el carpintero), sólo pudo pronunciar, a duras penas,
tartamudeando -atragantado por el aserrín de sus palabras- las chirriantes
sílabas de su apellido: (Mar - mar -ttí -nnez).
* (En numerosos poemas modernos y en varios cuadros de Picasso aparece también, sin que exista ninguna necesidad objetiva de ello, una sierra o por lo menos los dientes de un serrucho, colocados oblicuamente sobre superficies geométricas. No es necesario pensar en ninguna posible influencia: la aparición de ese símbolo de la sierra o del serrucho es de categoría negativa y sólo puede explicarse como uno de los signos que mejor traduce la coacción ejercida por la estructura sobre la poesía y el arte modernos a partir de la segunda mitad del siglo pasado).
LA LOCURA DEL ( AUTOR )
( ¡Vamos, cuéntame tu vida! ).
A. ... EL OIDO DEL AUTOR:
¿Qué escucha cuando escucha
los trágicos trotes silenciosos
de un caballito de madera desarmado?
B. EL JARDIN DE SU LOCURA:
En el Jardín Azul de su Locura
crece el pequeño aster
de la razón.
C. LA AUSENCIA DE SU OBRA:
El silencio escucha silencio
y repite en silencio
lo que escucha que no escucha.
3 MEDITACIONES SOBRE RENE MAGRITTE
a M. Foucault
(Mis propiedades)
LO QUE (EL AUTOR) HA LEIDO ACERCA
DE UNA FLOR *
a ¿La Flor Mutable?
¿El tallo sostenido en la palabra?
¿La palabra ciega entre comillas? ¿Acaso la palabra: "FLOR"?
b. ¡El pequeño-oscuro-aster-lila-claro!
El pequeñito. El Little, en otra lengua.
El traductor de Gottfried Benn.
"El Poema-montaje:
¡¡El informe en forma de ideograma!!
c.¿El pequeño aster? .. -Sí. ¿El Little? ..-S
El experimental: .. El lírico.
El ideograma elaborado a máquina
con las letras siempre repetidas:
"L-I-T-T-L-E A-S-T-E-R": "L-I-T-T-L-E A-S-T-E-R":
¡El de Absoluto valor paradigmático!
El que casi serviría incluso para determinar mejor
la situación de la Lírica Moderna.
* (El autor) se refiere casi a la misma flor que en un poema de Gottfried Benn
un cirujano arrojó en el pecho abierto del conductor de un carro de cerveza.
TAREAS DE POESÍA
Tristuraban las agras sus temorios
Los lirosos durfían tiestamente
Y ustiales que utilaban afimorios
A las folces turaban distamente.
Hoy que dulgen y ermedan los larorios
Las oveñas patizan el bramente
Y las fólgicas barlan los filorios
Tras la Urla que valiñan ristramente.
EXPLIQUE Y COMENTE
1. ¿Cuál es el tema o motivo central de este poema?
2. ¿Qué significan los lirosos para el autor?
3. ¿Por qué el autor afirma que las oveñas patizan el bramente?
4. ¿Qué recursos expresivos encuentra en estos versos?:
"Y las fólgicas barlan los filorios
Tras la Urla que valiñan ristramente".
5. Ubique todas aquellas palabras que produzcan la sensación de claridad, transparencia.
6. ¿Este poema le produce la sensación de quietud o de agitado movimiento? Fundamente su respuesta.
SILOGISMO HOMENAJE A RENE CREVEL
"EL MAS BUENMOZO DE LOS SURREALISTAS"
(ORATE PRO NOBIS): .. a, b y c.
"La muerte es el más azul de los caminos".
René Crevel
l
a. La muerte es un camino azul.
b. Todos los caminos son la muerte.
c. Luego, todos los caminos son azules.
NOTA:
"Tao" significa propiamente camino. Primitivamente esta palabra se usó para designar el curso de las estrellas en el cielo. Es el concepto fundamental de la filosofía china y es equivalente al "Logos" griego, y sin embargo, fundamentalmente distinto.
La desaparición de una familia
1. Antes que su hija de 5 años
se extraviara entre el comedor y la cocina,
él le había advertido: "-Esta casa no es grande ni pequeña,
pero al menor descuido se borrarán las señales de ruta
y de esta vida al fin, habrás perdido toda esperanza".
2. Antes que su hijo de 10 años se extraviara
entre la sala de baño y el cuarto de los juguetes,
él le había advertido: "-Esta, la casa en que vives,
no es ancha ni delgada: sólo delgada como un cabello
y ancha tal vez como la aurora,
pero al menor descuido olvidarás las señales de ruta
y de esta vida al fin, habrás perdido toda esperanza".
3. Antes que "Musch" y "Gurba", los gatos de la casa,
desaparecieran en el living
entre unos almohadones y un Buddha de porcelana,
él les había advertido:
"-Esta casa que hemos compartido durante tantos años
es bajita como el suelo y tan alta o más que el cielo,
pero, estad vigilantes
porque al menor descuido confundiréis las señales de ruta
y de esta vida al fin, habréis perdido toda esperanza".
4. Antes que "Sogol", su pequeño fox-terrier, desapareciera
en el séptimo peldaño de la escalera hacia el 2º piso,
él le había dicho: "-Cuidado viejo camarada mío,
por las ventanas de esta casa entra el tiempo,
por las puertas sale el espacio;
al menor descuido ya no escucharás las señales de ruta
y de esta vida al fin, habrás perdido toda esperanza".
5. Ese último día, antes que él mismo se extraviara
entre el desayuno y la hora del té,
advirtió para sus adentros:
"-Ahora que el tiempo se ha muerto
y el espacio agoniza en la cama de mi mujer,
desearía decir a los próximos que vienen,
que en esta casa miserable
nunca hubo ruta ni señal alguna
y de esta vida al fin, he perdido toda esperanza".
en La nueva novela, publicada en 1977 y 1985.
OBSERVACIONES SOBRE EL LENGUAJE
DE LOS PÁJAROS
El Lenguaje de los Pájaros o Confabulación Fonética es un lenguaje inarticulado por medio del cual casi todos los pájaros y algunos escritores se expresan de la manera más irracional posible, es decir a través del silencio. La Confabulación Fonética no es sino la otra cara del silencio. (los pájaros más jóvenes como también así algunos escritores y músicos sufren hoy por exceso de libertad y están a la búsqueda del padre perdido)
Los pájaros ambicionan escapar escapar del círculo del árbol del lenguaje- desmesurada empresa, tanto más peligroso, cuanto más éxito alcanzan en ella -. Si logran escapar se desentienden de árbol y lenguaje. Se desentienden del silencio y de sí mismos. Ignoran que se desentienden y no entienden nada como no sea lo indecible. Se desescuchan del silencio. Se desescuchan de sí mismos. Quieren desescucharse del oído que alguna vez los escuchara: (los pájaros no cantan: los pájaros son cantados por el canto: despajareándose de sus pájaros el canto se des-en-canta de sí mismo: los pájaros reingresan al silencio: la memoria reconstruye en sentido inverso "El Canto de los Pájaros": los pájaros cantan al revés).
Los pájaros viven fundamentalmente entre los árboles y el aire y dado que sus sentimientos dependen de sus percepciones, el canto que emiten es el lenguaje transparente de su propio ser, quedando luego atrapados por él y haciendo que cada canto trace entonces un círculo mágico en torno a la especie a la que ellos pertenecen, un círculo del que no se puede huir, salvo para entrar en otro y así sucesivamente hasta la desaparición de cada pájaro en particular y en general hasta la desaparición y/o dispersión de toda la especie.
Los pájaros no ignoran que muchos poetas jóvenes torturan las palabras para que ellas den la impresión de profundidad. Se concluye que la literatura sólo sirve para engañar a pobres gentes respecto a una profundidad que no es tal. Saben que se ha abierto un abismo cada vez más ancho entre el lenguaje y el orden del mundo y entonces se dispersan o enmudecen: dispersan dispersas migas en el territorio de lo lingüístico para orientarse en el regreso (pero no regresan) porque no hay adonde regresar y también porque ellos mismos se desmigajan en silencio desde una muda gritería y tragan en silencio su propio des-en-canto: descantan una muda gritería. ¿Se tragan a pequeños picotazos el silencio de su muda gritería? : (cantando el des-en-canto descantan el silencio: el silencio se los traga).
A través del canto de los pájaros, el espíritu humano es capaz de darse a sí mismo juegos de significación en número infinito, combinaciones verbales y sonoras que le sugieran toda clase de sensaciones físicas o de emociones ante el infinito. (Develar el significado último del canto de los pájaros equivaldría al desciframiento de una fórmula enigmática: la eternidad incesantemente recompuesta de un jeroglífico perfecto, en el que el hombre jugaría a revelarse y a esconderse a sí mismo: casi el Libro de Mallarmé).
Cantando al revés los pájaros desencantan el canto hasta caer en el silencio: -lenguaje – lenguajeando el lenguaje -, lenguajeando el silencio en el desmigajamiento de un canto ya sin canto. Se diría: (restos de un Logos: migajas de un Logos: migas sin nombre para alimento de pájaros sin nombre: pájaros hambrientos: (pájaros hambreados por la hambruna y el silencio).
Desconstruyen en silencio, retroceden de unos árboles a otros: (han perdido el círculo y su centro: quieren cantar en todas partes y no cantan en ninguna): no pueden callar porque no tienen nada que decir y no teniendo nada picotean como último recurso las migajas del nombre del (autor): picotean en su nombre inaudible las sílabas anónimas del indecible Nombre de sí mismos.
Quien Soy
Espero que la sombra me separe del día
y que fuera del tiempo, bajo un cielo sin techo
la noche me acoja donde mejor sé morir.
Si mi destino está sobre la tierra, entre los hombres,
preciso será aceptar en mí aquello que me definío,
puesto que no quiero ser otro que yo mismo.
Mi nombre, mi rostro, todo aquello que no me pertenece
lo doy como forraje al público insaciable,
mi verdad la comparto con los míos.
No vivo en la superficie, mi morada está más profunda
el malentendido no viene de mí:
nada tengo que ocultar si no sé adónde voy,
sé con quién voy.
Mi parte del trabajo es asumir mi libertad
lo digo a fin que más tarde nadie se asombre:
lucharé hasta que me reconozcan vivo.
Mi patria está sin nombre, sin tachas
hay una verdad en la subversión
que nos devolverá nuestra pureza escarnecida.
Y si debiera equivocarme, eso nada cambiaría
Hacer reventar los sistemas es el único juego aceptable,
el movimiento es la única manera de permanecer vivos.
Mi amor lo doy al hombre o a la mujer
quien me acompañará en este periplo incierto
donde velan la angustía y la soledad.
Y no cerraré los ojos, ni los bajaré.
LA PROBABLE E IMPROBABLE DESAPARICIÓN DE UN GATO POR EXTRAVIO DE SU PROPIA PORCELANA
a R.I.*
Ubicado sobre la repisa de la habitación
el gato no tiene ni ha tenido otra tarea
que vigilar día y noche su propia porcelana.
El gato supone que su imagen fue atrapada
y no le importa si por Neurosis o Esquizofrenia
observado desde la porcelana el mundo sólo sea
una Pequeña Cosmogonía de representaciones malignas
y el Sentido de la Vida se encuentre reducido ahora
a vigilar día y noche la propia porcelana.
A través de su gato
la porcelana observa y vigila también
el inmaculado color blanco de sí misma,
sabiendo que para él ese color es el símbolo pavoroso
de infinitas reencarnaciones futuras.
Pero la porcelana piensa lo que el gato no piensa
y cree que pudiendo haber atrapado también en ella
la imagen de una Virgen o la imagen de un Buddha
fue ella atrapada por la forma de un gato.
En tanto el gato piensa que si él y la porcelana
no se hubieran atrapado simultáneamente
él no tendría que vigilarla ahora
y ella creería ser La Virgen en la imagen de La Virgen
o alcanzar el Nirvana en la imagen del Buddha.
Y es así como gato y porcelana
se vigilan el uno al otro desde hace mucho tiempo
sabiendo que bastaría la distracción más mínima
para que desaparecieran habitación, repisa, gato y porcelana.
* (La casa de R.I. en Chartres de Francia, tiene las paredes, cielo raso, piso
y muebles cubiertos con fragmentos de porcelana rota).
Las metáforas
-Dada una vieja cajita de madera que quiero destruir o arrojar a la basura, tengo el derecho de decir que la mato, que la espulgo, que la cocino, que la como, que la digiero, o bien que la borro, que la tacho, que la condeno, la encarcelo, la destierro, la destituyo, la vaporizo, la extingo, la desguello, la embalsamo, la fundo, la electrocuto, la deshincho, la barro?
Responda a cada una de estas preguntas.
-No importa que usted utilizando todo el poder que le confiere el uso y abuso de algunas metáforas en el ejercicio de la poesía, tenga o no el derecho de destruir o arrojar a la basura una vieja cajita de madera, diciendo que sólo la mata, la espulga, la cocina, la come, la digiere, o bien que la borra, la tacha, la condena, la encarcela, la destierra, la destruya, la funde, la electrocuta, la deshincha, la barre, o bien, decir que sólo la decapita, la escupe, la hiela, la accidenta, la deshilacha, la martiriza, la estrangula, la asfixia, la ametralla, la envenena, la ahoga, la fusila, la atomiza, la recuerda y la olvida, siempre y cuando usted le reconozca a esa vieja cajita de madera el derecho inalienable de morir dignamente en su cama y con la conciencia tranquila.
POEMAS DEL OTRO de JUAN LUIS MARTÍNEZ
Santiago: Publicaciones Universidad Diego Portales, 2003. 114 pp.
Por Carla Cordua
Taller de Letras N°35 Noviembre de 2004
El libro póstumo de J. L. Martínez, Poemas del Otro, recién aparecido, contiene materiales inéditos recopilados por Cristóbal Joannon. Lo edita, con elegancia y buen gusto, la Universidad Diego Portales y nos da con él una gratísima sorpresa en varios sentidos. Sabíamos que Martínez había dejado inéditos pero no que estos tuvieran la consistencia y las novedades que caracterizan a este libro. Tampoco era claro que el autor de La nueva novela hubiera tenido, después de la década de los años 70, un proyecto lírico de vastos alcances, debido a que, con su segunda obra, La poesía chilena, él parecía haberse despedido definitivamente del género como tal. Pero la despedida se prolonga, incluso en verso. En Carta poema a Joseph Delteil el poeta declara, refiriéndose a su propia generación, que solo por "[...] haber conocido / el grado cero de la angustia" le había sido posible "'dejarse llevar / por el éxtasis sin fronteras / nacido de las fábricas del espíritu (18).'' De la misma generación dice, más adelante, que ya nadie oirá hablar de ella "con la MUERTE DE LOS POETAS (19)," que es, precisamente, el asunto del objeto poético puesto en circulación por Martínez en 1978.
Ahora es claro que Martínez siguió escribiendo y, además, publicando ocasionalmente partes de su nueva producción en semanarios y revistas. Cristóbal Joannon escribe para esta obra el instructivo Prólogo y Matías Rivas aporta unas notas para una proyectada entrevista con el poeta; ambas cosas contribuyen a dar una idea más precisa de la actividad de Martínez en el período que sigue a sus dos publicaciones. Poemas del Otro reúne lo ya publicado por Martínez con materiales inéditos que pertenecen al último proyecto del poeta. El libro contiene, además, entrevistas y conversaciones que estaban dispersas en diversas publicaciones; la importancia de esta sección del libro reside en que ofrece información en prosa acerca del pensamiento del Martínez. El editor explica el origen de las composiciones, aclara dudas mediante notas y agradece a las personas que han facilitado el acceso a los originales inéditos que el libro contiene.
Como este libro respeta en su presentación las preferencias editoriales del poeta, le concede debida importancia, como hizo él, a la portada de la obra. En esta tenemos una notable fotografía de Juan Luis Martínez. Muestra al poeta sentado con cierta dejadez delante de un espejo; este lanza un violento estallido de luz que en la foto devora parte de la cabeza de Martínez. Al otro lado del rostro impertérrito, en cambio, hay una lámpara apagada. El efecto de una iluminación tan antinatural y amenazante a partir del espejo se produjo probablemente por casualidad, pero no es por ello menos sugerente del singular genio del poeta, que fue tan inclinado a contrariar por razones recónditas.
El libro nuevo se separa, en algunos respectos, de La nueva novela, en otros, en cambio, la prosigue y extiende. Faltan en él del todo las ilustraciones y los rasgos experimentales y lúdicos que caracterizan a la obra de 1977. Para poder asignar su lugar a estos dos factores, la separación de ambas obras y su continuidad, conviene fijarse en ciertas declaraciones generales en prosa que hace el poeta a las personas con quienes conversa o por las que se deja entrevistar. A Guadalupe Santa Cruz le ofrece una autoínterpretacíón de su obra en términos epocales. Ella le dice: "Uno escribe textos sobre casas desplomadas, y pienso en la imagen de la portada de tu libro, La nueva novela." J.L. Martínez contesta: "Martín Cerda hablaba siempre de que parecía que ese libro hubiera sido hecho con escombros, de lenguaje, de libros, con restos. Ahí esas casas aluden también a nuestro paisaje, a nuestra catástrofe permanente chilena. Aunque es la situación de la literatura contemporánea también: esa catástrofe del lenguaje, la desconfianza en los lenguajes, incluso. Los soportes se perdieron, lo que era la imagen del mundo es muy poco sólida actualmente, es precaria. Hay una pérdida de la imagen del mundo. La casa, el derrumbe de la casa como espacio sagrado, podría venir a representar un símbolo... Yo creo que vivimos, justamente, el final de una época. En este sentido uno está haciendo una literatura apocalíptica, está dando cuenta de una crisis final. No solo no hay confianza en la literatura, sino en ningún valor, casi, ya [...]"
En contraste con esta manera de entenderse, los Poemas del Otro tienden a exhibir más bien lo que ocurre en la existencia personal del poeta, los rastros de ciertas tensiones entre lo que Martínez llama `la escritura' y otros aspectos de su vida. Las cosas carecen de sentido, las relaciones con otras personas, a veces incluso el amor, resultan vacíos:
Me desprendo sin pena del artificio del cuerpo,
recorriendo las noches atroces del no-humano:
vibraciones surgidas del trasfondo de la conciencia.
Y busco en vano el borde de un sueño visionario
para relajarme del incierto y arrasante viaje
que el odio y el temor de lo cotidiano me han hecho
emprender. (27)
El poeta se promete "resistir la felicidad hasta el fin" ya que, "si tuviera tu amor a mí alcance / ya no tendría la fuerza para escribir" (25). Pues, aunque los Poemas del Otro cuestionan la autoría personal en más de un respecto, también establecen el conflicto entre los contenidos de la existencia humana natural y el encargo de la escritura, que, en cuanto misión asumida, se le ha clavado al poeta "corno un arpón en la espalda." (24)
¡Escritura! Ni remedio ni verdad
aún, ni belleza o desgarramiento.
En el exilio de nuestro cuerpo
justa prisión de la que nadie se evade. (28)
La vida en familia, en sociedad es existencia compartida, corporal, sexual; es rutina, repetición mecánica. Lo más natural, el ser encarnado, el amor, el odio, "el temor de lo cotidiano." son, en contraste con la escritura, alienaciones. "Encerrarnos en la carne / es adelantar la muerte / y relegarla en compañía / de nuestros movimientos rutinarios." (26)
Esos instantes de escritura en que nadie me reconoce
en que llego a ser yo mismo
mi propio encuentro en la encrucijada de la carne y el
espíritu cuando el agua pura del devenir se escurre
en mi ser en un sentimiento profundo de intensa
luz con la certeza de una esencia vital quemando
los ritmos los estremecimientos esenciales de un
corazón renaciente. (27)
¿Refugiarse, entonces, en la poesía? Martínez es todo menos ingenuo: la escritura no es tan independiente de la vida con la que, sin embargo, puede contrastar parcial, ocasionalmente. La escritura no es una alternativa capaz de mantenerse en pie por sí sola, de bastarse y bastar. A medida que la experiencia del sinsentido de las cosas se acentúa para el poeta, la poesía irá menguando, y se quedará, al fin, también ella, sin contenido. El canto se refiere a algo, tiene que ser para alguien, necesita llorar o celebrar, según la ocasión, precisa de un contenido y una justificación. "Esos instantes de miseria lúcida [...]" dedicados a la escritura, dice, "[...] cuyo perdón me parece imposible." (27)
La escritura como un arpón en la espalda
Sí
pero no basta
nunca bastó. (24)
Sin embargo, una y otra vez, dice: "Una revelación me ha sido hecha / el anzuelo se ha enganchado en lo más profundo de mí. // Desventura, he ahí mi vida." (22) Al fin, tampoco la escritura limpia del sinsentido. Por este lado, Poemas del Otro continúa a las dos obras anteriores publicadas en vida por el mismo poeta. Pero ya no hay juegos con el absurdo ni ingeniosidades y, por encima de todo, ya no se completan los planes, no se lleva a cabo lo proyectado. El punto final ya no será parte de ningún poema.
Qué saben ellos de la vida sin esperanza
............................................................
Qué saben de esta atroz alienación
............................................................
tan fútil esta existencia bajo las caparazones
fangosas( 18)
estoy para siempre aniquilado
y podrido de confusión
y ya no quiero ser aliviado
y no cambiaré nunca (20)
JUAN LUIS MARTÍNEZ: MITO PÓSTUMO
Una figura que crece con los años
Por Pedro Pablo Guerrero
Revista de Libros de El Mercurio, sábado 29 de marzo de 2003.
"Era un hombre carismático, genial, y no lo digo porque se haya muerto. Cuando una vive durante 23 años con alguien sigue sintiendo hasta su respiración, te empapas de su personalidad y te das cuenta de la impresión que causaba en la gente", afirma Eliana Rodríguez, viuda de Juan Luis Martínez. Se queja, sin embargo, de que todavía, a una década de su desaparición, haya más trabajos dedicados a su obra en el extranjero que en su propio país, y advierte que todas las iniciativas para mantener su recuerdo las han promovido ella y algunos poetas jóvenes sin ninguna ayuda de las autoridades. Situación que reproduce lo que sucedió mientras vivía. Fundación Andes, recuerda, fue la única institución que le prestó apoyo, concediéndole una beca de creación en 1991.
Hoy no habrá actos oficiales. Sólo una misa en la Parroquia de Viña del Mar, a las 12 horas, y luego una visita al Cementerio No. 2 de Valparaíso, donde descansan los restos del poeta. Sin embargo, en los próximos meses se van a inaugurar una sala con su nombre en la Biblioteca Severín de Valparaíso, y una página web dedicada a su obra, puesta en línea por la Universidad Técnica Federico Santa María. En cuanto al rescate de su creación visual, su viuda y albacea adelanta que el poeta y ensayista Ronald Kay la ayudará a revisar y ordenar su trabajo plástico, del que sólo una pequeña parte ha sido exhibida en los últimos años. Además está casi listo un proyecto de Telefónica para realizar una muestra en junio.
De menor difusión goza su obra escrita. A pesar del interés manifestado por algunos sellos, la reedición de sus únicos libros. La nueva novela (1977) y La poesía chilena (1978), tendrá que esperar hasta que se vendan los últimos ejemplares de la autoedición original. Asi lo enfatiza Eliana Rodríguez, su "más tenaz y fiel editora", al decir de Juan Cameron.
Entretanto, el texto en el que Juan Luis Martínez trabajó los últimos 14 años de su vida permanece inédito: sus originales están guardados en el cajón de un mueble. Las llaves se perdieron. Tal como se han ido perdiendo las claves para acceder a la enigmática figura de su autor.
De rebelde a escritor secreto
Si acercarse a Juan Luis Martínez mientras vivía era algo que muy pocos pudieron contar —especialmente en sus últimos años— reconstruir ahora su biografía es como intentar hacer el retrato hablado de un fantasma.
El poeta Juan Cameron lo conoció durante lo que él mismo llama su "prehistoria literaria", a fines de los sesenta, en reuniones callejeras a las que acudía con hojas sueltas en las que se burlaba de ciertas creaciones ultraintelectualizadas, demasiado influidas por el estructuralismo. Eran años irreverentes y la iconoclastia del joven Martínez se mostró primero en sus aspectos más vitales. Cameron la evoca así:
"Juan Luis Martínez fue una figura en Viña del Mar. El joven rebelde que burlaba a la policía en motoneta o gustaba trenzarse a bofetadas con los capos mañosos de Valparaíso, pronto pasó a ser un respetable intelectual. Muchas son las anécdotas en torno a esa época; y ellas forman parte hoy de otro mito, apenas conocido por quienes fuimos sus cercanos. El resto es pura literatura; o literatura pura.
Sólo un pequeño cuento para ilustrar. Mucho después de esa primera juventud, mi madre, con quien compartíamos una cena, le dijo al poeta:
—Juanito, pensar que cuando yo lo veía por la calle Valparaíso me cambiaba de vereda". (Semanario web «Liberación». Malmo, Suecia, diciembre de 2002).
Por esos mismos años nació la amistad del escritor con Nelson Osorio, actualmente profesor de literatura en la Universidad de Santiago.
Una noche, después de una mediocre lectura poética en la Casa del Maestro, se le acercó —según recuerda— "un muchacho de pelo largo y cabeza ligeramente equina", que le entregó unas hojas escritas a máquina.
"Desde esas primeras muestras uno podía darse cuenta que lo que Juan Luis Martínez estaba intentando en poesía tenía poco y nada que ver con lo que hacen habitualmente los adolescentes que fatigan a las musas inermes. Desdeñando sentimentalismos más o menos testimoniales y emociones fáciles y de precaria calidad, esos versos estaban para atragantarse en la garganta de lectores cómodos. Era una poesía ajena a esa versificación de alcoba que tanto abunda y daña, y parecían construir un territorio poético inédito en Chile, un territorio impuro y desgreñado en que Juan Luis metía 'los codos, los ríñones, / la lira, el alma y la escopeta', como pudiera decir Neruda. Y en ese medio irreverente y contestatario, encontró un espacio de fraternidad polémica que fertilizaba todo intento nuevo".
Vinieron los años de enclaustramiento. Una soledad que sólo en parte fue motivada por el deterioro de su salud. La mayor de sus dos hijas, Alita Martínez, que hoy reside en Holanda, atribuye el aislamiento de esta última etapa a una opción profundamente vinculada con el sentido de su obra.
"Le gustaba el anonimato no para forjar un mito a su alrededor, sino simplemente porque no necesitaba ser adorado, no era su propósito; su significado ante la vida era el agua que tomaba cada mañana al despertar, y luego un par de litros más durante el día. Él no quería fama, no la necesitaba para estar seguro de que lo que hacía era lo que más amaba".
Alita cree que el "corazón de su enseñanza" no estaba en sus escritos ni en lo que decía, sino en su forma de relacionarse con los jóvenes poetas que lo visitaban cotidianamente. "Nunca subestimaba al poeta neófito, lo respetaba y le hacía conocido lo desconocido. Tengo la impresión de que acudían a él porque él era uno de los pocos maestros que los incluía como poetas y no simples principiantes, les daba el derecho de mostrar sus trabajos y de ser ellos quienes tuvieran la palabra, así como también llegaba al punto de ser inquisitivo si a alguien, por mera astucia, se le ocurría siquiera sobreestimarse, haciendo vanagloria de sus premios, dinero o cualquier cosa que no fuera, siempre, en primer lugar, su propia calidad humana".
Su familia admite que la suma de su conocimiento y su carácter intimidaban a algunos, lo que redujo su círculo de amistadas casi exclusivamente a un grupo de jóvenes con los que discutía largas y cansadoras jornadas. De vez en cuando, sin embargo, lo visitaban intelectuales extranjeros de renombre, como Félix Guattari, uno de los máximos exponentes de la antipsiquiatría. La conversación que tuvieron en Villa Alemana el 19 de mayo de 1991 fue reproducida en el libro El devenir de la subjetividad, de Félix Guattari y en la revista «Matadero» (julio- agosto de 2000).
Sensibilidad de murciélago
Negando, como de costumbre, los lugares comunes, la muerte no lo "sorprendió". "Cuatro días antes vio su propia muerte —confidencia Alita Martínez—. Tenía la sensibilidad que proviene del sonar de los murciélagos. Vibraba en una realidad a mayor velocidad que el resto. Era lo que en nuestra concepción de lenguaje llamaríamos un visionario. Así fue como un domingo por la noche, luego de tomar su último vaso de agua decidió que ya era el tiempo de partir, dejando como legado una inquietante obra y un misterioso libro sin publicar".
Frutos del interés creciente que despierta su obra han sido algunos encuentros literarios dedicados a su figura en años pasados, así como muestras que han recogido su obra plástica en diversas galerías del país y hasta un documental estrenado en 2000 por Tevo Díaz («Señales de ruta»).
Para muchos, tales manifestaciones forman parte de un reconocimiento que pretende remediar tardíamente la subvaloración que sufrió en vida. Así al menos lo cree el escritor Fernando Emmerich, quien conoció de cerca al poeta de la V Región, tal como lo conocieron los pintores Erna Alfaro, Edgardo Catalán, Jorge Osorio, Hans Scholbach, el poeta Raúl Zurita y el crítico Luis Iñigo Madrigal, entre otros.
"Durante los funerales de Juan Luis —recuerda Emmerich—, en la Parroquia de Viña del Mar, mirando desde un rincón su ataúd coronado de flores y rodeado de florecientes literatos que habían empezado a descubrirlo y lo siguen y seguirán descubriendo, me dolía la pérdida de uno de esos amigos para toda la vida que uno hace en la juventud, del Juan Luis que había institucionalizado su sitio frente al Samoiedo como Carlos León su mesa en el Riquet, del casi búdico trasnochador del Roland Bar, del contemplativo asistente a las revolucionarias reuniones del grupo Piedra en la casa de Nelson Osorio, en Quilpué; del que integraba a sus amigos, el Gitano Rodríguez, Eduardo Embry, Gregorio Paredes, a sus miles de libros y se dedicaba a uno de los juegos más peligrosos y tradicionales que existen: la originalidad. Sentí que Juan Luis desaparecía para los demás; sólo se quedaba en la memoria de quienes fuimos sus amigos. Pero al mismo tiempo nacía otro Juan Luis, el Juan Luis Martínez cuya obra ha comenzado a ser reconocida por la compensación absurda de la posteridad, absurda por tardía, porque es tarea de atrasados reconocedores destinada a reconocerse ellos como tales y a no ser conocida nunca jamás por el reconocido".
Tardíamente o no, la obra de Juan Luis Martínez se afianza como una de las más sólidas y perdurables de la literatura chilena.
"Hoy su poesía se ha convertido en un referente ineludible —constata Nelson Osorio—, aunque no siempre aprovechado, de la renovación de la poesía nacional. Justo sería decir que entusiasma más a los jóvenes poetas que a los estudiosos y críticos; estos últimos, que habitualmente funcionan con el lema implícito de 'etiqueto, luego existo', se descolocan ante una obra que no encaja en los parámetros convencionales y las habituales taxonomías. Porque es ésta una poesía fronteriza, descentrada, poesía de un corsario de las letras que inventó sus propias leyes y nos dejó un legado de audacia que apenas estamos comenzando a hacer nuestro".
Testimonio de Gustavo Barrera Calderón
Mi primera aproximación a La nueva novela fue en la grave complicación de la adolescencia, cuando estaban frescas en mi aprendizaje escolar las imágenes de Marx, Freud y Rimbaud. Descubrí en mi casa esta libro nacido en los años en que nacíamos la mayoría de mis amigos y yo.
Intenté buscar otras de sus obras y supe que no existía otra salvo La poesía chilena, un libro en edición limitada que sólo algunos habían visto y podían describir. Este libro imagen sellaba el puzzle. Al poco tiempo de este hallazgo fue extendido el certificado de defunción del propio Juan Luis Martínez.
Le agradezco la inmensa libertad para instalarse en un espacio propio, para incorporar, pegar, interpretar, graficar, invertir y reunir las imágenes poéticas, el discurso y las preguntas que dialogan unas con otras desde distintos ángulos. Creó un territorio que no existía. Un espacio a la vez accesible y misterioso, con miles de caminos para entrar a él y para salir expulsado a kilómetros y siglos de distancia.
La ventana de la poesía de Juan Luis Martínez se abre hacia los poetas jóvenes que sufren el agobio de la realidad cuantificable, que se niegan a vivir una realidad amarrada en todos sus grados de libertad. Su voz es un puente que conecta la búsqueda de lenguaje del surrealismo y la búsqueda de sentido de la filosofía con las nuevas generaciones, da continuidad y persistencia a la inclusión de este otro mundo que ha sido negado por nuestra civilización.
Existe un hilo transparente que comunica directamente con un mundo paralelo, con otro orden y con otras posibilidades.
Sobre el Poeta
Uno de los libros pioneros dedicados a la obra del escritor chileno fue Señales de ruta de Juan Luis Martínez, de Enrique Lihn y Pedro Lastra (Ediciones Archivo, Santiago, 1987). Para lectores especializados es Juan Luis Martínez. El juego de las contradicciones, de Patricia Monarca (RIL, 1997).
En el volumen Merodeos en torno a la obra poética de Juan Luis Martínez, Soledad Fariña y Elvira Hernández reúnen textos inéditos y originales de varios autores: Jaime Valdivieso , Armando Uribe y Cecilia Vicuña, entre otros (Ediciones Intemperie, 2001). Más reciente, El gran solipsismo. Juan Luis Martínez de José de Nordenflycht (Editorial Puntángeles, Universidad de Playa Ancha, 2002), estudia la visualidad del poeta e incluye fotos de una veintena de sus obras.
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El Lenguaje de los Pájaros o Confabulación Fonética es un lenguaje inarticulado por medio del cual casi todos los pájaros y algunos escritores se expresan de la manera más irracional posible, es decir a través del silencio. La Confabulación Fonética no es sino la otra cara del silencio. (los pájaros más jóvenes como también así algunos escritores y músicos sufren hoy por exceso de libertad y están a la búsqueda del padre perdido)
Los pájaros ambicionan escapar escapar del círculo del árbol del lenguaje- desmesurada empresa, tanto más peligroso, cuanto más éxito alcanzan en ella -. Si logran escapar se desentienden de árbol y lenguaje. Se desentienden del silencio y de sí mismos. Ignoran que se desentienden y no entienden nada como no sea lo indecible. Se desescuchan del silencio. Se desescuchan de sí mismos. Quieren desescucharse del oído que alguna vez los escuchara: (los pájaros no cantan: los pájaros son cantados por el canto: despajareándose de sus pájaros el canto se des-en-canta de sí mismo: los pájaros reingresan al silencio: la memoria reconstruye en sentido inverso "El Canto de los Pájaros": los pájaros cantan al revés).
Los pájaros viven fundamentalmente entre los árboles y el aire y dado que sus sentimientos dependen de sus percepciones, el canto que emiten es el lenguaje transparente de su propio ser, quedando luego atrapados por él y haciendo que cada canto trace entonces un círculo mágico en torno a la especie a la que ellos pertenecen, un círculo del que no se puede huir, salvo para entrar en otro y así sucesivamente hasta la desaparición de cada pájaro en particular y en general hasta la desaparición y/o dispersión de toda la especie.
Los pájaros no ignoran que muchos poetas jóvenes torturan las palabras para que ellas den la impresión de profundidad. Se concluye que la literatura sólo sirve para engañar a pobres gentes respecto a una profundidad que no es tal. Saben que se ha abierto un abismo cada vez más ancho entre el lenguaje y el orden del mundo y entonces se dispersan o enmudecen: dispersan dispersas migas en el territorio de lo lingüístico para orientarse en el regreso (pero no regresan) porque no hay adonde regresar y también porque ellos mismos se desmigajan en silencio desde una muda gritería y tragan en silencio su propio des-en-canto: descantan una muda gritería. ¿Se tragan a pequeños picotazos el silencio de su muda gritería? : (cantando el des-en-canto descantan el silencio: el silencio se los traga).
A través del canto de los pájaros, el espíritu humano es capaz de darse a sí mismo juegos de significación en número infinito, combinaciones verbales y sonoras que le sugieran toda clase de sensaciones físicas o de emociones ante el infinito. (Develar el significado último del canto de los pájaros equivaldría al desciframiento de una fórmula enigmática: la eternidad incesantemente recompuesta de un jeroglífico perfecto, en el que el hombre jugaría a revelarse y a esconderse a sí mismo: casi el Libro de Mallarmé).
Cantando al revés los pájaros desencantan el canto hasta caer en el silencio: -lenguaje – lenguajeando el lenguaje -, lenguajeando el silencio en el desmigajamiento de un canto ya sin canto. Se diría: (restos de un Logos: migajas de un Logos: migas sin nombre para alimento de pájaros sin nombre: pájaros hambrientos: (pájaros hambreados por la hambruna y el silencio).
Desconstruyen en silencio, retroceden de unos árboles a otros: (han perdido el círculo y su centro: quieren cantar en todas partes y no cantan en ninguna): no pueden callar porque no tienen nada que decir y no teniendo nada picotean como último recurso las migajas del nombre del (autor): picotean en su nombre inaudible las sílabas anónimas del indecible Nombre de sí mismos.
Quien Soy
Espero que la sombra me separe del día
y que fuera del tiempo, bajo un cielo sin techo
la noche me acoja donde mejor sé morir.
Si mi destino está sobre la tierra, entre los hombres,
preciso será aceptar en mí aquello que me definío,
puesto que no quiero ser otro que yo mismo.
Mi nombre, mi rostro, todo aquello que no me pertenece
lo doy como forraje al público insaciable,
mi verdad la comparto con los míos.
No vivo en la superficie, mi morada está más profunda
el malentendido no viene de mí:
nada tengo que ocultar si no sé adónde voy,
sé con quién voy.
Mi parte del trabajo es asumir mi libertad
lo digo a fin que más tarde nadie se asombre:
lucharé hasta que me reconozcan vivo.
Mi patria está sin nombre, sin tachas
hay una verdad en la subversión
que nos devolverá nuestra pureza escarnecida.
Y si debiera equivocarme, eso nada cambiaría
Hacer reventar los sistemas es el único juego aceptable,
el movimiento es la única manera de permanecer vivos.
Mi amor lo doy al hombre o a la mujer
quien me acompañará en este periplo incierto
donde velan la angustía y la soledad.
Y no cerraré los ojos, ni los bajaré.
LA PROBABLE E IMPROBABLE DESAPARICIÓN DE UN GATO POR EXTRAVIO DE SU PROPIA PORCELANA
a R.I.*
Ubicado sobre la repisa de la habitación
el gato no tiene ni ha tenido otra tarea
que vigilar día y noche su propia porcelana.
El gato supone que su imagen fue atrapada
y no le importa si por Neurosis o Esquizofrenia
observado desde la porcelana el mundo sólo sea
una Pequeña Cosmogonía de representaciones malignas
y el Sentido de la Vida se encuentre reducido ahora
a vigilar día y noche la propia porcelana.
A través de su gato
la porcelana observa y vigila también
el inmaculado color blanco de sí misma,
sabiendo que para él ese color es el símbolo pavoroso
de infinitas reencarnaciones futuras.
Pero la porcelana piensa lo que el gato no piensa
y cree que pudiendo haber atrapado también en ella
la imagen de una Virgen o la imagen de un Buddha
fue ella atrapada por la forma de un gato.
En tanto el gato piensa que si él y la porcelana
no se hubieran atrapado simultáneamente
él no tendría que vigilarla ahora
y ella creería ser La Virgen en la imagen de La Virgen
o alcanzar el Nirvana en la imagen del Buddha.
Y es así como gato y porcelana
se vigilan el uno al otro desde hace mucho tiempo
sabiendo que bastaría la distracción más mínima
para que desaparecieran habitación, repisa, gato y porcelana.
* (La casa de R.I. en Chartres de Francia, tiene las paredes, cielo raso, piso
y muebles cubiertos con fragmentos de porcelana rota).
Las metáforas
-Dada una vieja cajita de madera que quiero destruir o arrojar a la basura, tengo el derecho de decir que la mato, que la espulgo, que la cocino, que la como, que la digiero, o bien que la borro, que la tacho, que la condeno, la encarcelo, la destierro, la destituyo, la vaporizo, la extingo, la desguello, la embalsamo, la fundo, la electrocuto, la deshincho, la barro?
Responda a cada una de estas preguntas.
-No importa que usted utilizando todo el poder que le confiere el uso y abuso de algunas metáforas en el ejercicio de la poesía, tenga o no el derecho de destruir o arrojar a la basura una vieja cajita de madera, diciendo que sólo la mata, la espulga, la cocina, la come, la digiere, o bien que la borra, la tacha, la condena, la encarcela, la destierra, la destruya, la funde, la electrocuta, la deshincha, la barre, o bien, decir que sólo la decapita, la escupe, la hiela, la accidenta, la deshilacha, la martiriza, la estrangula, la asfixia, la ametralla, la envenena, la ahoga, la fusila, la atomiza, la recuerda y la olvida, siempre y cuando usted le reconozca a esa vieja cajita de madera el derecho inalienable de morir dignamente en su cama y con la conciencia tranquila.
POEMAS DEL OTRO de JUAN LUIS MARTÍNEZ
Santiago: Publicaciones Universidad Diego Portales, 2003. 114 pp.
Por Carla Cordua
Taller de Letras N°35 Noviembre de 2004
El libro póstumo de J. L. Martínez, Poemas del Otro, recién aparecido, contiene materiales inéditos recopilados por Cristóbal Joannon. Lo edita, con elegancia y buen gusto, la Universidad Diego Portales y nos da con él una gratísima sorpresa en varios sentidos. Sabíamos que Martínez había dejado inéditos pero no que estos tuvieran la consistencia y las novedades que caracterizan a este libro. Tampoco era claro que el autor de La nueva novela hubiera tenido, después de la década de los años 70, un proyecto lírico de vastos alcances, debido a que, con su segunda obra, La poesía chilena, él parecía haberse despedido definitivamente del género como tal. Pero la despedida se prolonga, incluso en verso. En Carta poema a Joseph Delteil el poeta declara, refiriéndose a su propia generación, que solo por "[...] haber conocido / el grado cero de la angustia" le había sido posible "'dejarse llevar / por el éxtasis sin fronteras / nacido de las fábricas del espíritu (18).'' De la misma generación dice, más adelante, que ya nadie oirá hablar de ella "con la MUERTE DE LOS POETAS (19)," que es, precisamente, el asunto del objeto poético puesto en circulación por Martínez en 1978.
Ahora es claro que Martínez siguió escribiendo y, además, publicando ocasionalmente partes de su nueva producción en semanarios y revistas. Cristóbal Joannon escribe para esta obra el instructivo Prólogo y Matías Rivas aporta unas notas para una proyectada entrevista con el poeta; ambas cosas contribuyen a dar una idea más precisa de la actividad de Martínez en el período que sigue a sus dos publicaciones. Poemas del Otro reúne lo ya publicado por Martínez con materiales inéditos que pertenecen al último proyecto del poeta. El libro contiene, además, entrevistas y conversaciones que estaban dispersas en diversas publicaciones; la importancia de esta sección del libro reside en que ofrece información en prosa acerca del pensamiento del Martínez. El editor explica el origen de las composiciones, aclara dudas mediante notas y agradece a las personas que han facilitado el acceso a los originales inéditos que el libro contiene.
Como este libro respeta en su presentación las preferencias editoriales del poeta, le concede debida importancia, como hizo él, a la portada de la obra. En esta tenemos una notable fotografía de Juan Luis Martínez. Muestra al poeta sentado con cierta dejadez delante de un espejo; este lanza un violento estallido de luz que en la foto devora parte de la cabeza de Martínez. Al otro lado del rostro impertérrito, en cambio, hay una lámpara apagada. El efecto de una iluminación tan antinatural y amenazante a partir del espejo se produjo probablemente por casualidad, pero no es por ello menos sugerente del singular genio del poeta, que fue tan inclinado a contrariar por razones recónditas.
El libro nuevo se separa, en algunos respectos, de La nueva novela, en otros, en cambio, la prosigue y extiende. Faltan en él del todo las ilustraciones y los rasgos experimentales y lúdicos que caracterizan a la obra de 1977. Para poder asignar su lugar a estos dos factores, la separación de ambas obras y su continuidad, conviene fijarse en ciertas declaraciones generales en prosa que hace el poeta a las personas con quienes conversa o por las que se deja entrevistar. A Guadalupe Santa Cruz le ofrece una autoínterpretacíón de su obra en términos epocales. Ella le dice: "Uno escribe textos sobre casas desplomadas, y pienso en la imagen de la portada de tu libro, La nueva novela." J.L. Martínez contesta: "Martín Cerda hablaba siempre de que parecía que ese libro hubiera sido hecho con escombros, de lenguaje, de libros, con restos. Ahí esas casas aluden también a nuestro paisaje, a nuestra catástrofe permanente chilena. Aunque es la situación de la literatura contemporánea también: esa catástrofe del lenguaje, la desconfianza en los lenguajes, incluso. Los soportes se perdieron, lo que era la imagen del mundo es muy poco sólida actualmente, es precaria. Hay una pérdida de la imagen del mundo. La casa, el derrumbe de la casa como espacio sagrado, podría venir a representar un símbolo... Yo creo que vivimos, justamente, el final de una época. En este sentido uno está haciendo una literatura apocalíptica, está dando cuenta de una crisis final. No solo no hay confianza en la literatura, sino en ningún valor, casi, ya [...]"
En contraste con esta manera de entenderse, los Poemas del Otro tienden a exhibir más bien lo que ocurre en la existencia personal del poeta, los rastros de ciertas tensiones entre lo que Martínez llama `la escritura' y otros aspectos de su vida. Las cosas carecen de sentido, las relaciones con otras personas, a veces incluso el amor, resultan vacíos:
Me desprendo sin pena del artificio del cuerpo,
recorriendo las noches atroces del no-humano:
vibraciones surgidas del trasfondo de la conciencia.
Y busco en vano el borde de un sueño visionario
para relajarme del incierto y arrasante viaje
que el odio y el temor de lo cotidiano me han hecho
emprender. (27)
El poeta se promete "resistir la felicidad hasta el fin" ya que, "si tuviera tu amor a mí alcance / ya no tendría la fuerza para escribir" (25). Pues, aunque los Poemas del Otro cuestionan la autoría personal en más de un respecto, también establecen el conflicto entre los contenidos de la existencia humana natural y el encargo de la escritura, que, en cuanto misión asumida, se le ha clavado al poeta "corno un arpón en la espalda." (24)
¡Escritura! Ni remedio ni verdad
aún, ni belleza o desgarramiento.
En el exilio de nuestro cuerpo
justa prisión de la que nadie se evade. (28)
La vida en familia, en sociedad es existencia compartida, corporal, sexual; es rutina, repetición mecánica. Lo más natural, el ser encarnado, el amor, el odio, "el temor de lo cotidiano." son, en contraste con la escritura, alienaciones. "Encerrarnos en la carne / es adelantar la muerte / y relegarla en compañía / de nuestros movimientos rutinarios." (26)
Esos instantes de escritura en que nadie me reconoce
en que llego a ser yo mismo
mi propio encuentro en la encrucijada de la carne y el
espíritu cuando el agua pura del devenir se escurre
en mi ser en un sentimiento profundo de intensa
luz con la certeza de una esencia vital quemando
los ritmos los estremecimientos esenciales de un
corazón renaciente. (27)
¿Refugiarse, entonces, en la poesía? Martínez es todo menos ingenuo: la escritura no es tan independiente de la vida con la que, sin embargo, puede contrastar parcial, ocasionalmente. La escritura no es una alternativa capaz de mantenerse en pie por sí sola, de bastarse y bastar. A medida que la experiencia del sinsentido de las cosas se acentúa para el poeta, la poesía irá menguando, y se quedará, al fin, también ella, sin contenido. El canto se refiere a algo, tiene que ser para alguien, necesita llorar o celebrar, según la ocasión, precisa de un contenido y una justificación. "Esos instantes de miseria lúcida [...]" dedicados a la escritura, dice, "[...] cuyo perdón me parece imposible." (27)
La escritura como un arpón en la espalda
Sí
pero no basta
nunca bastó. (24)
Sin embargo, una y otra vez, dice: "Una revelación me ha sido hecha / el anzuelo se ha enganchado en lo más profundo de mí. // Desventura, he ahí mi vida." (22) Al fin, tampoco la escritura limpia del sinsentido. Por este lado, Poemas del Otro continúa a las dos obras anteriores publicadas en vida por el mismo poeta. Pero ya no hay juegos con el absurdo ni ingeniosidades y, por encima de todo, ya no se completan los planes, no se lleva a cabo lo proyectado. El punto final ya no será parte de ningún poema.
Qué saben ellos de la vida sin esperanza
............................................................
Qué saben de esta atroz alienación
............................................................
tan fútil esta existencia bajo las caparazones
fangosas( 18)
estoy para siempre aniquilado
y podrido de confusión
y ya no quiero ser aliviado
y no cambiaré nunca (20)
JUAN LUIS MARTÍNEZ: MITO PÓSTUMO
Una figura que crece con los años
Por Pedro Pablo Guerrero
Revista de Libros de El Mercurio, sábado 29 de marzo de 2003.
"Era un hombre carismático, genial, y no lo digo porque se haya muerto. Cuando una vive durante 23 años con alguien sigue sintiendo hasta su respiración, te empapas de su personalidad y te das cuenta de la impresión que causaba en la gente", afirma Eliana Rodríguez, viuda de Juan Luis Martínez. Se queja, sin embargo, de que todavía, a una década de su desaparición, haya más trabajos dedicados a su obra en el extranjero que en su propio país, y advierte que todas las iniciativas para mantener su recuerdo las han promovido ella y algunos poetas jóvenes sin ninguna ayuda de las autoridades. Situación que reproduce lo que sucedió mientras vivía. Fundación Andes, recuerda, fue la única institución que le prestó apoyo, concediéndole una beca de creación en 1991.
Hoy no habrá actos oficiales. Sólo una misa en la Parroquia de Viña del Mar, a las 12 horas, y luego una visita al Cementerio No. 2 de Valparaíso, donde descansan los restos del poeta. Sin embargo, en los próximos meses se van a inaugurar una sala con su nombre en la Biblioteca Severín de Valparaíso, y una página web dedicada a su obra, puesta en línea por la Universidad Técnica Federico Santa María. En cuanto al rescate de su creación visual, su viuda y albacea adelanta que el poeta y ensayista Ronald Kay la ayudará a revisar y ordenar su trabajo plástico, del que sólo una pequeña parte ha sido exhibida en los últimos años. Además está casi listo un proyecto de Telefónica para realizar una muestra en junio.
De menor difusión goza su obra escrita. A pesar del interés manifestado por algunos sellos, la reedición de sus únicos libros. La nueva novela (1977) y La poesía chilena (1978), tendrá que esperar hasta que se vendan los últimos ejemplares de la autoedición original. Asi lo enfatiza Eliana Rodríguez, su "más tenaz y fiel editora", al decir de Juan Cameron.
Entretanto, el texto en el que Juan Luis Martínez trabajó los últimos 14 años de su vida permanece inédito: sus originales están guardados en el cajón de un mueble. Las llaves se perdieron. Tal como se han ido perdiendo las claves para acceder a la enigmática figura de su autor.
De rebelde a escritor secreto
Si acercarse a Juan Luis Martínez mientras vivía era algo que muy pocos pudieron contar —especialmente en sus últimos años— reconstruir ahora su biografía es como intentar hacer el retrato hablado de un fantasma.
El poeta Juan Cameron lo conoció durante lo que él mismo llama su "prehistoria literaria", a fines de los sesenta, en reuniones callejeras a las que acudía con hojas sueltas en las que se burlaba de ciertas creaciones ultraintelectualizadas, demasiado influidas por el estructuralismo. Eran años irreverentes y la iconoclastia del joven Martínez se mostró primero en sus aspectos más vitales. Cameron la evoca así:
"Juan Luis Martínez fue una figura en Viña del Mar. El joven rebelde que burlaba a la policía en motoneta o gustaba trenzarse a bofetadas con los capos mañosos de Valparaíso, pronto pasó a ser un respetable intelectual. Muchas son las anécdotas en torno a esa época; y ellas forman parte hoy de otro mito, apenas conocido por quienes fuimos sus cercanos. El resto es pura literatura; o literatura pura.
Sólo un pequeño cuento para ilustrar. Mucho después de esa primera juventud, mi madre, con quien compartíamos una cena, le dijo al poeta:
—Juanito, pensar que cuando yo lo veía por la calle Valparaíso me cambiaba de vereda". (Semanario web «Liberación». Malmo, Suecia, diciembre de 2002).
Por esos mismos años nació la amistad del escritor con Nelson Osorio, actualmente profesor de literatura en la Universidad de Santiago.
Una noche, después de una mediocre lectura poética en la Casa del Maestro, se le acercó —según recuerda— "un muchacho de pelo largo y cabeza ligeramente equina", que le entregó unas hojas escritas a máquina.
"Desde esas primeras muestras uno podía darse cuenta que lo que Juan Luis Martínez estaba intentando en poesía tenía poco y nada que ver con lo que hacen habitualmente los adolescentes que fatigan a las musas inermes. Desdeñando sentimentalismos más o menos testimoniales y emociones fáciles y de precaria calidad, esos versos estaban para atragantarse en la garganta de lectores cómodos. Era una poesía ajena a esa versificación de alcoba que tanto abunda y daña, y parecían construir un territorio poético inédito en Chile, un territorio impuro y desgreñado en que Juan Luis metía 'los codos, los ríñones, / la lira, el alma y la escopeta', como pudiera decir Neruda. Y en ese medio irreverente y contestatario, encontró un espacio de fraternidad polémica que fertilizaba todo intento nuevo".
Vinieron los años de enclaustramiento. Una soledad que sólo en parte fue motivada por el deterioro de su salud. La mayor de sus dos hijas, Alita Martínez, que hoy reside en Holanda, atribuye el aislamiento de esta última etapa a una opción profundamente vinculada con el sentido de su obra.
"Le gustaba el anonimato no para forjar un mito a su alrededor, sino simplemente porque no necesitaba ser adorado, no era su propósito; su significado ante la vida era el agua que tomaba cada mañana al despertar, y luego un par de litros más durante el día. Él no quería fama, no la necesitaba para estar seguro de que lo que hacía era lo que más amaba".
Alita cree que el "corazón de su enseñanza" no estaba en sus escritos ni en lo que decía, sino en su forma de relacionarse con los jóvenes poetas que lo visitaban cotidianamente. "Nunca subestimaba al poeta neófito, lo respetaba y le hacía conocido lo desconocido. Tengo la impresión de que acudían a él porque él era uno de los pocos maestros que los incluía como poetas y no simples principiantes, les daba el derecho de mostrar sus trabajos y de ser ellos quienes tuvieran la palabra, así como también llegaba al punto de ser inquisitivo si a alguien, por mera astucia, se le ocurría siquiera sobreestimarse, haciendo vanagloria de sus premios, dinero o cualquier cosa que no fuera, siempre, en primer lugar, su propia calidad humana".
Su familia admite que la suma de su conocimiento y su carácter intimidaban a algunos, lo que redujo su círculo de amistadas casi exclusivamente a un grupo de jóvenes con los que discutía largas y cansadoras jornadas. De vez en cuando, sin embargo, lo visitaban intelectuales extranjeros de renombre, como Félix Guattari, uno de los máximos exponentes de la antipsiquiatría. La conversación que tuvieron en Villa Alemana el 19 de mayo de 1991 fue reproducida en el libro El devenir de la subjetividad, de Félix Guattari y en la revista «Matadero» (julio- agosto de 2000).
Sensibilidad de murciélago
Negando, como de costumbre, los lugares comunes, la muerte no lo "sorprendió". "Cuatro días antes vio su propia muerte —confidencia Alita Martínez—. Tenía la sensibilidad que proviene del sonar de los murciélagos. Vibraba en una realidad a mayor velocidad que el resto. Era lo que en nuestra concepción de lenguaje llamaríamos un visionario. Así fue como un domingo por la noche, luego de tomar su último vaso de agua decidió que ya era el tiempo de partir, dejando como legado una inquietante obra y un misterioso libro sin publicar".
Frutos del interés creciente que despierta su obra han sido algunos encuentros literarios dedicados a su figura en años pasados, así como muestras que han recogido su obra plástica en diversas galerías del país y hasta un documental estrenado en 2000 por Tevo Díaz («Señales de ruta»).
Para muchos, tales manifestaciones forman parte de un reconocimiento que pretende remediar tardíamente la subvaloración que sufrió en vida. Así al menos lo cree el escritor Fernando Emmerich, quien conoció de cerca al poeta de la V Región, tal como lo conocieron los pintores Erna Alfaro, Edgardo Catalán, Jorge Osorio, Hans Scholbach, el poeta Raúl Zurita y el crítico Luis Iñigo Madrigal, entre otros.
"Durante los funerales de Juan Luis —recuerda Emmerich—, en la Parroquia de Viña del Mar, mirando desde un rincón su ataúd coronado de flores y rodeado de florecientes literatos que habían empezado a descubrirlo y lo siguen y seguirán descubriendo, me dolía la pérdida de uno de esos amigos para toda la vida que uno hace en la juventud, del Juan Luis que había institucionalizado su sitio frente al Samoiedo como Carlos León su mesa en el Riquet, del casi búdico trasnochador del Roland Bar, del contemplativo asistente a las revolucionarias reuniones del grupo Piedra en la casa de Nelson Osorio, en Quilpué; del que integraba a sus amigos, el Gitano Rodríguez, Eduardo Embry, Gregorio Paredes, a sus miles de libros y se dedicaba a uno de los juegos más peligrosos y tradicionales que existen: la originalidad. Sentí que Juan Luis desaparecía para los demás; sólo se quedaba en la memoria de quienes fuimos sus amigos. Pero al mismo tiempo nacía otro Juan Luis, el Juan Luis Martínez cuya obra ha comenzado a ser reconocida por la compensación absurda de la posteridad, absurda por tardía, porque es tarea de atrasados reconocedores destinada a reconocerse ellos como tales y a no ser conocida nunca jamás por el reconocido".
Tardíamente o no, la obra de Juan Luis Martínez se afianza como una de las más sólidas y perdurables de la literatura chilena.
"Hoy su poesía se ha convertido en un referente ineludible —constata Nelson Osorio—, aunque no siempre aprovechado, de la renovación de la poesía nacional. Justo sería decir que entusiasma más a los jóvenes poetas que a los estudiosos y críticos; estos últimos, que habitualmente funcionan con el lema implícito de 'etiqueto, luego existo', se descolocan ante una obra que no encaja en los parámetros convencionales y las habituales taxonomías. Porque es ésta una poesía fronteriza, descentrada, poesía de un corsario de las letras que inventó sus propias leyes y nos dejó un legado de audacia que apenas estamos comenzando a hacer nuestro".
Testimonio de Gustavo Barrera Calderón
Mi primera aproximación a La nueva novela fue en la grave complicación de la adolescencia, cuando estaban frescas en mi aprendizaje escolar las imágenes de Marx, Freud y Rimbaud. Descubrí en mi casa esta libro nacido en los años en que nacíamos la mayoría de mis amigos y yo.
Intenté buscar otras de sus obras y supe que no existía otra salvo La poesía chilena, un libro en edición limitada que sólo algunos habían visto y podían describir. Este libro imagen sellaba el puzzle. Al poco tiempo de este hallazgo fue extendido el certificado de defunción del propio Juan Luis Martínez.
Le agradezco la inmensa libertad para instalarse en un espacio propio, para incorporar, pegar, interpretar, graficar, invertir y reunir las imágenes poéticas, el discurso y las preguntas que dialogan unas con otras desde distintos ángulos. Creó un territorio que no existía. Un espacio a la vez accesible y misterioso, con miles de caminos para entrar a él y para salir expulsado a kilómetros y siglos de distancia.
La ventana de la poesía de Juan Luis Martínez se abre hacia los poetas jóvenes que sufren el agobio de la realidad cuantificable, que se niegan a vivir una realidad amarrada en todos sus grados de libertad. Su voz es un puente que conecta la búsqueda de lenguaje del surrealismo y la búsqueda de sentido de la filosofía con las nuevas generaciones, da continuidad y persistencia a la inclusión de este otro mundo que ha sido negado por nuestra civilización.
Existe un hilo transparente que comunica directamente con un mundo paralelo, con otro orden y con otras posibilidades.
Sobre el Poeta
Uno de los libros pioneros dedicados a la obra del escritor chileno fue Señales de ruta de Juan Luis Martínez, de Enrique Lihn y Pedro Lastra (Ediciones Archivo, Santiago, 1987). Para lectores especializados es Juan Luis Martínez. El juego de las contradicciones, de Patricia Monarca (RIL, 1997).
En el volumen Merodeos en torno a la obra poética de Juan Luis Martínez, Soledad Fariña y Elvira Hernández reúnen textos inéditos y originales de varios autores: Jaime Valdivieso , Armando Uribe y Cecilia Vicuña, entre otros (Ediciones Intemperie, 2001). Más reciente, El gran solipsismo. Juan Luis Martínez de José de Nordenflycht (Editorial Puntángeles, Universidad de Playa Ancha, 2002), estudia la visualidad del poeta e incluye fotos de una veintena de sus obras.
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