SARGÓN BULUS. Poeta y narrador iraquí nacido en Habaniyya (Iraq), en 1944. Falleció en Berlín el día 22 de octubre del 2007 a los 63 años de edad.
Se marchó en 1967 a Beirut donde trabajó como periodista y traductor, además de colaborar en la revista Shir (poesía) fundada por Yusuf Al Jal. Un año después emigró a Estados Unidos donde vivió la mayor parte de su vida, especialmente en San Francisco.
Estudió literatura comparada en la universidad de Berkeley y escultura en Skyline College.
Profundo conocedor de la poesía árabe antigua y moderna, así como de la poesía occidental, logró crear una poesía vanguardista y personal que le sitúa en un lugar destacado en la poesía árabe contemporánea.
Publicó sus poemas en las principales revistas árabes, así como sus traducciones al árabe de numerosos poetas occidentales, entre ellos Rimbaud, Merwin, Ginsberg, Zinder... y participó en numerosos recitales poéticos.
RETRATO DEL IRAQUÍ DE
LOS ÚLTIMOS TIEMPOS
Lo veo aquí o allí:
su mirada extraviada en el río
de las calamidades, la nariz arrancada
en el cementerio de las matanzas, el vientre, que ha triturado
el trigo
de la locura en los molinos de Babilonia
durante diez mil años...
Veo su imagen,
cuyo marco se ha perdido
en las explosiones de la historia
recuperada,
evocando sus rasgos como espejo
que nos sorprende cada vez
por su elevada capacidad de disipación.
En su frente clara
podrás ver,
como en las páginas de un libro,
las filas de los invasores,
igual que en una película en blanco y negro:
dale una cárcel y una tumba,
dale un exilio,
cualquier aquí o allí.
Y, a pesar de ello, podrás ver
las catapultas que destruyen las murallas
para elevarse otra vez más.
Y de nuevo asciende Uruk
* (Publicado en el periódico Al-Hayat, el 10 de septiembre de 2003)
Traducido del árabe por: MILAGROS NUIN
ELEGÍA POR EL CINE SIMBAD
Hay un camino
adornado con un techo de tejas
lavadas por el recuerdo,
blanqueado bajo un cielo
a punto de combustión,
donde mis palabras
quieren elevarse cual peldaños,
como voces que suben
la escala perdida
en el cuaderno del músico que murió
en la prisión, una nota tras otra.
Encontraré ese edificio
y abriré una puerta
sobre el abismo:
cada resto de mi vida
polvorienta, se llama a sí mismo
por su nombre, allí.
La noria de los pasados
sigue fluyendo en las concavidades,
pero sus olas
son más lentas que el latido de las tortugas.
Nuestro tiempo, ¿y cómo se han perdido sus recordatorios?
Me dijeron...
que habían derruido el cine Simbad.
¡Qué pena!
¿Quién navegará a partir de ahora?
¿Quién se reunirá con el jeque del mar?
¿Han destruido nuestras veladas
sin dejar piedra sobre piedra?
Nuestras camisas blancas, el verano de Bagdad,
nuestras vigilantes amadas hasta
la revelación...
Espartaco, Sansón y Dalila,
Farid Shawqui, Tahiya Carioca,
Layla Murad...
¿Podremos amar ahora?
¿Cómo soñaremos a partir de hoy
con los viajes?
¿A qué isla iremos?
¿Han derribado el cine Simbad?
Está empapado de agua el pelo del ahogado
que regresó a la fiesta
cuando se apagaron las luces
y se apilaron las sillas
en la orilla desierta.
Han encadenado las olas del Tigris
(Publicado en el periódico Al-Hayat, el 10 de septiembre de 2003)
Traducido del árabe por: MILAGROS NUIN
LA MUJER QUE VUELA CON EL VIENTO
Si vieras a esa mujer,
que vuela con el viento,
en los ojos signos de una tormenta venidera
y el pelo, desde ahora, revuelto en torbellinos,
no dudes
y avísame, pues puede que ella sea un anhelo mío.
Puede que sea quien he buscado en los pueblos
y lugares lejanos.
Tal vez la halle en un callejón
desierto, un día, con un niño en
los brazos o asomada a una ventana,
o quizá la reconozca
en un sonido, en un fragmento de canción en la
radio,
en una canción que diga cosas hermosas
sobre la tristeza,
sobre el alejamiento.
Y si sólo la vieras
en las alas de una mariposa
que vuele pegada al alquitrán del camino,
los ojos enturbiados por los absurdos afeites de la historia,
el pecho cargado con los gritos de tristeza de un pueblo
y sus frutos huérfanos,
como piedras en una cesta,
tráela a zoco con las tiendas cerradas,
donde el viento sople entre sus maderas,
a las afueras de un pueblo,
en el que nacimos, soñamos nuestros pequeños sueños,
y lo abandonamos.
(Publicado en el periódico Al-Hayat el 8 de octubre de 2003)
Traducción del árabe por: Milagros Nuin
ESTÁN RESUELTOS, DE ANTEMANO,
TODOS LOS ACERTIJOS
Todas las vías están abiertas
frente a mí, todos los acertijos, resueltos
de antemano: un golpe en la puerta que se abre...
La noche para el día, esposa.
Y así,
me sumerjo en río de sangre, sin hallar la puerta,
sin entrar de noche a la ciudad,
en un festival de ladridos de perros.
Sólo es un latido
secreto en la sangre del poema
que me permite el paso.
Éste es el asunto:
¿Qué bebedizo tomaré, qué ritmo seguiré
para evitar la locura?
Sólo es esa perra
que cubre con sus aullidos el horizonte.
Sólo es esa loba demente
que discurre en mis sueños
diciéndole al mundo que conoce mis secretos
aunque me desangre o escupa esa espuma,
aunque, aunque...
(Publicado en el periódico Al-Hayat el 8 de octubre de 2003)
Traducido del árabe por: MILAGROS NUIN
(DE POESÍA ÁRABE)
Cómo nació la canción oriental
Profeta
He decidido
exponer mi rostro al relámpago
y encadenado a una roca
desvarío esperando que me abandone
en playa desconocida.
Libro
Abre el libro del tiempo
con dedos temblorosos y lee:
Aquí está tu vida, atada su poesía
a la métrica de los días como una mujer
que quisiera conocer de ti
el primero y el último de los secretos.
Dios
Dios quiso
revelar al bajo mundo:
Oscuro y triste callejón
en el que le ha sido dictado al hombre
andar errante
para siempre.
Laúd
Pasaban los días
y escondí uno entre las manos;
era el laúd, que me enseñó cómo cantar
en este silencio herido.
First published on PIW, Rotterdam, 2007
Traducción de Manuel Jiménez Lucena
Cayó el hombre
En medio de la plaza
El hombre cayó de rodillas.
¿Estaba tan cansado
que perdió la fuerza en las piernas?
¿Llegó a la barrera
donde se rompe la ola muerta de la edad?
¿Lo mató la tristeza a martillazos? ¡Oh, tierra!
¿Fue el remolino del dolor?
Tal vez fuera una tragedia que nadie asumió.
Tal vez fuera el ángel de la compasión
con su hacha de plumas cuando llegó el momento.
Tal vez fuera Dios o el demonio.
En medio de la plaza
Cayó el hombre como un caballo
sus rodillas segadas con una hoz.
First published on PIW, Rotterdam, 2007
Traducción de Manuel Jiménez Lucena
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