martes, 31 de agosto de 2010

774.- LUIGI BRESSAN



Luigi Bressan. Poeta italiano. Nació en 1941 en Agna (Padova) y vive en Codroipo (Udine), donde ha dictado clases en el liceo scientifico. Ha publicado el el dialecto de su pueblo de origen: El canto del tilio (1986); El zharvelo e le mosche (1990); Che 'fa la vita fadiga(1992); Maraeja(1992); Data(1994); Vose par S. (2000). Y, en italiano: Quando sarà stato l’addio?, Il Ponte del Sale, Rovigo, 2007.





Extranjeros

“Ese hijo que corre
en los descampados es mi hijo”
es necesario que lo repita a los gritos,
porque todos somos extranjeros,
una vez o muchas,
y nos llamamos para reencontrarnos,
especialmente cuando,
como hoy,
las hojarascas atormentan,
se chocan con el viento,
y un lago de azul,
nos mira y nos espanta.



*****



En el pueblo
En el pueblo nos encontramos
alguna vez, todos los días
en las calles en un vaivén,
con los autos,
en el pueblo siempre los mismos.
A mi madre en la plaza
si tengo tiempo la saludo,
de todos modos nos encontramos
delante de casa, cuando vamos
ella hacia un lado, yo
por el otro, con los demás
todos en la misma dirección,
como si fuera una calesita,
que da vueltas hasta la noche.

Traducción Rocco Carbone, Paradiso.






También no sentir es una culpa

También no sentir es una culpa.

Mientras tanto puede ser que las estrellas
calladas se hayan apoyado en el pasto
en medio de pedazos de vidrios y luciérnagas
para hacer fueguitos de ojos,
donde de día algunas margaritas
hacen arcos de maravillas.

También el no ver que todo desaparece
contra un cielo oscuro.
¿Quién dirá: estaba?

Alargar los brazos hasta el círculo
apagado de la luna con las palabras
degradadas y el coro de los mosquitos
intentando atravesar malezas de hierbas.

Sacarse la piel de encima
antes de que se caiga, deshacerse,
polvo que vuela más alto
del silencio, por doquier,
y cala como una lluvia muerta.

O: adelante, a recomenzar.
Esperar que todo se repita.

(Traducción: Rocco Carbone)







Por haber apoyado

Por haber apoyado las manos
en el contorno de una jarra llena
de aire vacía y encima
todas sus guirnaldas de estrellas
-ojos de prado las margaritas
a la espera de un atiborrarse de criaturas—
por haber coloreado de verde
—cuántos pasan—
de celeste
y de sanguina una pascua,
al encanecer la primera nieve
nos volvemos carbón al escribir
un punto de noche, piedras
redondas como el cielo, perdidos
en la oscuridad y estatuitas de yeso
con el rostro borrado.

(Traducción: Rocco Carbone)



No hay comentarios:

Publicar un comentario