Roberto Bolaño Ávalos
(Santiago de Chile, 28 de abril de 1953 - Barcelona, 15 de julio de 2003) fue un escritor y poeta chileno. En 1999 fue galardonado con el Premio Rómulo Gallegos por su novela Los detectives salvajes, ganadora también del Premio Herralde de Novela en su edición de 1998.
En México, junto al poeta Mario Santiago Papasquiaro (quien serviría de modelo para Ulises Lima en Los detectives salvajes) fundó el movimiento poético infrarrealista, que, surgido a partir de reuniones y tertulias en el Café La Habana de la calle Bucareli, se opuso radicalmente a los poderes dominantes en la poesía mexicana y al establishment literario mexicano, que tenía a Octavio Paz como su figura preponderante.
El movimiento infrarrealista tuvo como guías la ruptura con lo oficial y establecerse como vanguardia. Si bien se agruparon bajo el apelativo de infrarrealistas alrededor de quince poetas, Roberto Bolaño y Mario Santiago Papasquiaro fueron los exponentes estilísticamente más sólidos, destacando ambos por una poesía cotidiana, disonante y con varios elementos dadaístas, género que Santiago cultivó hasta el final de su vida pero que Bolaño fue abandonando poco a poco por la prosa, aunque él mismo nunca dejó de reconocerse a sí mismo como poeta.
Respecto a su relación con este movimiento, comentó el escritor Juan Villoro "Se podría sostener que el infrarrealismo lo determinó como escritor de la misma forma que el alejamiento de la corriente le permitió iniciar su carrera como novelista. México para él fue central, porque lo determinó como escritor (...) el México nocturno, el México de las calles, del habla cotidiana, de un destino quebrado y a veces trágico y el humor lo cautivaron. No es casualidad que sus dos novelas más grandes las haya centrado en México, Los detectives salvajes y 2666."
Tres (2000), poesía.
Los perros románticos. Poemas 1980-1998 (2000), poesía.
La universidad desconocida (2007), poesía (póstuma)
RESURRECCIÓN
La poesía entra en el sueño
como un buzo en el lago.
La poesía, más valiente que nadie,
entra y cae
a plomo
en un lago infinito cono Loch Ness
o turbio e infausto como el lago Batalón.
Contempladla desde el fondo:
un buzo
inocente
envuelto en las plumas
de la voluntad.
La poesía entra en el sueño
como un buzo muerto
en el ojo de Dios.
LOS DETECTIVES HELADOS
Soñé con detectives helados,
detectives latinoamericanos
que intentaban mantener los ojos abiertos
en medio del sueño.
Soñé con crímenes horribles
Y con tipos cuidadosos
que procuraban no pisar los charcos de sangre
y al mismo tiempo abarcar con una sola mirada
el escenario del crimen.
Soñé con detectives perdidos
en el espejo convexo de los Arnolfini:
nuestra época, nuestras perspectivas,
nuestros modelos del Espanto.
que intentaban mantener los ojos abiertos
en medio del sueño.
Soñé con crímenes horribles
Y con tipos cuidadosos
que procuraban no pisar los charcos de sangre
y al mismo tiempo abarcar con una sola mirada
el escenario del crimen.
Soñé con detectives perdidos
en el espejo convexo de los Arnolfini:
nuestra época, nuestras perspectivas,
nuestros modelos del Espanto.
LOS PERROS ROMÁNTICOS
En aquel tiempo yo tenía veinte años
y estaba loco.
Había perdido un país
pero había ganado un sueño.
Y si tenía ese sueño
lo demás no importaba.
Ni trabajar ni rezar
ni estudiar en la madrugada
junto a los perros románticos.
Y el sueño vivía en el espacio de mi espíritu.
Una habitación de madera,
en penumbras,
en uno de los pulmones del trópico.
Y a veces me volvía dentro de mí
y visitaba el sueño: estatua eternizada
en pensamientos líquidos,
un gusano blanco retorciéndose
en el amor.
Un amor desbocado.
Un sueño dentro de otro sueño.
Y la pesadilla me decía: crecerás.
Dejarás atrás las imágenes del dolor
y del laberinto
y olvidarás.
Pero en aquel tiempo crecer hubiera
y olvidarás.
Pero en aquel tiempo crecer hubiera
sido un crimen.
Estoy aquí, dije, con los perros románticos
Y aquí me voy a quedar.
EL CIELO ES EL INFIERNO
...un puro espíritu se acrece
bajo la corteza de las piedras.
de Nerval
Me detengo frente a un cielo rojo,
Estoy aquí, dije, con los perros románticos
Y aquí me voy a quedar.
EL CIELO ES EL INFIERNO
...un puro espíritu se acrece
bajo la corteza de las piedras.
de Nerval
Me detengo frente a un cielo rojo,
sin interrupciones,
bajo una tormenta equidistante.
Las aves han huido, junto a lobos y alacranes.
Un sonido, espeso como el pensamiento,
bajo una tormenta equidistante.
Las aves han huido, junto a lobos y alacranes.
Un sonido, espeso como el pensamiento,
me revela:
Ya no hay otro día, la muerte ha comenzado.
Me despierto en una habitación vacía;
las paredes son cubiertas por espejos y colores
que se quiebran en la acción de las palabras.
Los recuerdos se han desvanecido:
el alcohol, el tabaco, la vejez.
No me da la cara ni comenta su final,
aunque entiendo que muy pronto
Ya no hay otro día, la muerte ha comenzado.
Me despierto en una habitación vacía;
las paredes son cubiertas por espejos y colores
que se quiebran en la acción de las palabras.
Los recuerdos se han desvanecido:
el alcohol, el tabaco, la vejez.
No me da la cara ni comenta su final,
aunque entiendo que muy pronto
nos veremos.
Entre las montañas, oigo los tambores
Entre las montañas, oigo los tambores
que me dan la bienvenida.
Camino sin tocar la arena; dos sujetos
Camino sin tocar la arena; dos sujetos
me reciben
y me esparcen la pintura negra sobre el cuerpo.
Uno de ellos palmotea un giro rápido;
y me esparcen la pintura negra sobre el cuerpo.
Uno de ellos palmotea un giro rápido;
otro me aconseja discreción.
Me despido ahora, sin pensar
Me despido ahora, sin pensar
en lo que viene,
sin sentir ni recordar.
Me despido ahora, como siempre,
entre una voz que no se escucha,
sin sentir ni recordar.
Me despido ahora, como siempre,
entre una voz que no se escucha,
el mayor de los silencios
y mi irrevocable entrada al horizonte.
de Antología visceral: ficciones
y mi irrevocable entrada al horizonte.
de Antología visceral: ficciones
dentro de ficciones
EL AROMA DE LA PÓLVORA
para Auxilio Lacouture
Hordas de animales disfrazados,
bestias inequívocas;
el espacio en llamas
vuelve la mirada ante el asco y la deshonra.
El aroma de la pólvora
el espacio en llamas
vuelve la mirada ante el asco y la deshonra.
El aroma de la pólvora
no llega al tupido cuarto
donde son ocultos libros antiquísimos,
inestables años de mi buen Señor;
testamentos devenidos en amor
donde son ocultos libros antiquísimos,
inestables años de mi buen Señor;
testamentos devenidos en amor
y el rumor acuoso de albañales rotos,
o resquebrajadas
alas de hada simple,
con menores aspavientos
que el de un exterminio desolado
de esta sombra que me cubre
y que parece que soy yo…
La ira del oriente, el llanto de las madres
ante el triste ocaso de las balas, de la sangre;
no respiro ya,
no me veo en libertad, jugando a conversar
a especular de poesía,
tristemente poesía,
mientras el ornato de las tierras vuelve
de esta sombra que me cubre
y que parece que soy yo…
La ira del oriente, el llanto de las madres
ante el triste ocaso de las balas, de la sangre;
no respiro ya,
no me veo en libertad, jugando a conversar
a especular de poesía,
tristemente poesía,
mientras el ornato de las tierras vuelve
y no regresa, más que en forma de cadáver
mutilado por las aves de carroño.
Pasa el tiempo como un plan sin límites,
sin ordenación ni plazo adicto al vicio de mentir.
Sobre la llanura el giro, o remolino,
cubre de arenisca mi garganta…
Pasa el tiempo como un plan sin límites,
sin ordenación ni plazo adicto al vicio de mentir.
Sobre la llanura el giro, o remolino,
cubre de arenisca mi garganta…
Sin sed desciende el arte,
entona el amargado anciano desde las cenizas,
elevando el brazo en señal hereje y poco digna…
Dos monedas caen, insignificantes caen,
ruedan uniformes, rumbo al obligado
entona el amargado anciano desde las cenizas,
elevando el brazo en señal hereje y poco digna…
Dos monedas caen, insignificantes caen,
ruedan uniformes, rumbo al obligado
sitio de torturas.
Camino hacia la cima inestimable:
veo el edificio en lucido canto, el color desvanecido
en sólida putrefacción.
Hare hare… Cientos de árboles quemados,
solo el esqueleto,
cambian posición sin apreciable movimiento.
El silencio extiende el manto, hasta el ave
Camino hacia la cima inestimable:
veo el edificio en lucido canto, el color desvanecido
en sólida putrefacción.
Hare hare… Cientos de árboles quemados,
solo el esqueleto,
cambian posición sin apreciable movimiento.
El silencio extiende el manto, hasta el ave
permanente,
siento el ánimo y respiración,
oigo pensamiento,
ramas que se trizan hace días,
el grito de una ola,
de un soldado herido a filo de cuchillos;
bombas incendiarias surcan una nube esteta,
suicida…
No hay más forma en combatir, señuelo
siento el ánimo y respiración,
oigo pensamiento,
ramas que se trizan hace días,
el grito de una ola,
de un soldado herido a filo de cuchillos;
bombas incendiarias surcan una nube esteta,
suicida…
No hay más forma en combatir, señuelo
o tiniebla absurda.
La lucha ya no existe, acaso el fragor inasible
La lucha ya no existe, acaso el fragor inasible
de una dignidad cansada,
eterna, más allá de los intentos
eterna, más allá de los intentos
por exterminarla,
una dignidad de héroes,
una dignidad de mártires,
una dignidad de dioses…
________________________________________
no importa hacia donde te arrastre el viento
(Sí. Pero me gustaría ver a Séneca en este lugar)
La sabiduría consiste en mantener los ojos abiertos
durante la caída (¿Bloques sónicos
de desesperación?) Estudiar en las estaciones
de policía Meditar durante los fines de semana
sin dinero (Tópicos que has de repetir, dijo
la voz en off, sin considerarte desdichado)
Ciudades supermercados fronteras
(¿Un Séneca pálido? ¿Un bistec sobre el mármol?)
De la angustia aún no hemos hablado
(Basta ya. Dialéctica obscena)
Ese vigor irreversible que abrasará tus derroteros
una dignidad de héroes,
una dignidad de mártires,
una dignidad de dioses…
________________________________________
no importa hacia donde te arrastre el viento
(Sí. Pero me gustaría ver a Séneca en este lugar)
La sabiduría consiste en mantener los ojos abiertos
durante la caída (¿Bloques sónicos
de desesperación?) Estudiar en las estaciones
de policía Meditar durante los fines de semana
sin dinero (Tópicos que has de repetir, dijo
la voz en off, sin considerarte desdichado)
Ciudades supermercados fronteras
(¿Un Séneca pálido? ¿Un bistec sobre el mármol?)
De la angustia aún no hemos hablado
(Basta ya. Dialéctica obscena)
Ese vigor irreversible que abrasará tus derroteros
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En el Distrito V con los sudacas:
¿Aún lees a los juglares? Sí
Quiero decir: trato de soñar
castillos y mercados cosas de ese tipo
para después volver a mi piso y dormir
No hay nada malo en eso
Vida desaparecida hace mucho
En los bares del Distrito V
gente silenciosa con las manos en
los bolsillos Y los relámpagos
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Estos son los rostros romanos del infierno
Prefiero vivir lejos de todo, dije
No ser cómplice Pero esos rostros contemplan
aquéllo más allá de tu cuerpo Nobles
facciones fosilizadas en el aire
Como el fin de una película antigua
Rostros sobreimpresos en el azul del cielo
Como la muerte, dije
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De sillas, de atardeceres extra,
de pistolas que acarician
nuestros mejores amigos
está hecha la muerte
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Ahora paseas solitario por los muelles
de Barcelona
Fumas un cigarrillo negro y por
un momento crees que sería bueno
que lloviese
Dinero no te conceden los dioses
mas sí caprichos extraños
Mira hacia arriba:
está lloviendo
Roberto Bolaño. Publicados en Regreso
a la Antártida Rimbaud vuelve a Casa, Press. 1983.
Siete Poemas Breves
I
Siete Poemas Breves
I
Cae fiebre como nieve
Nieve de ojos verdes
II
Se ríen los trovadores en el patio de la taberna
La mula de Guiraut de Bornelh El cantar oscuro
y el cantar claro Cuentan que un catalán
prodigioso...
La luna... Los claros labios
La luna... Los claros labios
de una niña diciendo en latín que te ama
Todo lejos y presente
No nos publicarán libros ni incluirán muestras
de nuestro arte en sus antologías (Plagiarán
mis versos mientras yo trabajo solo en Europa)
Sombra de viejas destrucciones.
No nos publicarán libros ni incluirán muestras
de nuestro arte en sus antologías (Plagiarán
mis versos mientras yo trabajo solo en Europa)
Sombra de viejas destrucciones.
La risa de los juglares
desaparecidos La luna en posición creciente
Un giro de 75o en la virtud Que tus palabras
desaparecidos La luna en posición creciente
Un giro de 75o en la virtud Que tus palabras
te sean fieles
III
III
Guiraut Sentado en el patio de la taberna
Las piernas cruzadas Has salido para digerir
contemplando el cielo Los tejados grises
Las chimeneas humeantes
de los primeros días invernales
Las niñitas rubias morenas pelirrojas Jugando
IV
Las niñitas rubias morenas pelirrojas Jugando
IV
En primavera salían de los bosques
y recibían a los hombres
Tersites Inmaculado el mármol
Tersites Inmaculado el mármol
atraviesa descripciones lamentos estados
totalitarios Algo tan lejano a la risa
de los comerciantes (Salían de sus bosques para hacer
el amor) Con campesinos que alababan grandemente
sus cabalgaduras atadas a los árboles bajos o paciendo
en los claros Una Grecia en blanco y negro Y anos dilatados
estrechando vergas notables Tersites las amazonas
un atardecer que persiste a las descripciones y los besos
V
de los comerciantes (Salían de sus bosques para hacer
el amor) Con campesinos que alababan grandemente
sus cabalgaduras atadas a los árboles bajos o paciendo
en los claros Una Grecia en blanco y negro Y anos dilatados
estrechando vergas notables Tersites las amazonas
un atardecer que persiste a las descripciones y los besos
V
Tal vez no ame a nadie en particular dijo
mientras miraba a través de los cristales
(La poesía ya no me emociona) - ¿Qué? Su amiga
levantó las cejas Mi poesía (Caca)
Ese vacío que siento después de un orgasmo
(Maldita sea, si sigo escribiendo llegaré a sentirlo
de verdad) La verga parada mientras se desarrolla
el Dolor (Ella se vistió aprisa. Medias
de seda roja) Un aire jazzeado una manera de hablar
(Improviso, luego existo, ¿cómo se llamaba ese tipo?)
Descartes Caca (Qué nublado, dijo ella,
mirando hacia arriba Si pudieras contemplar
tu propia sonrisa Santos anónimos Nombres
carentes de significado
VI
Nadie te manda cartas ahora Debajo del faro
en el atardecer Los labios partidos por el viento
Hacia el Este hacen la revolución Un gato duerme
entre tus brazos A veces eres inmensamente feliz
VII
En la sala de lecturas del Infierno En el club
de aficionados a la ciencia-ficción
En los patios escarchados En los dormitorios de tránsito
En los caminos de hielo Cuando ya todo parece más claro
Y cada instante es mejor y menos importante
Con un cigarrillo en la boca y con miedo A veces
los ojos verdes Y 26 años Un servidor
*Publicado en
Le Prosa
Revista de Escritura Literaria / 3
Director: Orlando Guillén
México, febrero de 1981.
Atole*
Vía a Mario Santiago y Orlando Guillén
los poetas perdidos de México
tomando atole con el dedo
En los murales de una nueva universidad
llamada infierno o algo que podía ser
una especie de infierno pedagógico
Pero os aseguro que la música de fondo
era una huasteca veracruzana o tamaulipeca
no soy capaz de precisarlo
Amigos míos era el día en que se estrenaba
<
así que ya se lo pueden imaginar
Y Mario y Orlando reían pero como en cámara lenta
como si en el mural en el que vivían
no existiera la prisa o la velocidad
No sé si me explico
como si sus risas se desplegaran minuciosamente
sobre un horizonte infinito
Esos cielos pintados por el Dr. Atl, ¿los recuerdas?
sí, los recuerdo, y también recuerdo
las risas de mis amigos
Cuando aún no vivían dentro del mural laberíntico
apareciendo y desapareciendo como la poesía verdadera
esa que ahora visitan los turistas
Borrachos y drogados como escritos con sangre
ahora desaparecen por el esplendor geométrico
que es el México que les pertenece
El México de las soledades y los recuerdos
el del metro nocturno y los cafés chinos
el del amanecer el del atole
El burro*
A veces sueño que Mario Santiago
Viene a buscarme con su moto negra.
Y dejamos atrás la ciudad y a medida
Que las luces van desapareciendo
Mario Santiago me dice que se trata
De una moto robada, la última moto
Robada para viajar por las pobres tierras
Del norte, en dirección a Texas,
Persiguiendo un sueño innombrable,
Inclasificable, el sueño de nuestra juventud,
Es decir el sueño más valiente de todos
Nuestros sueños. Y de tal manera
Cómo negarme a montar la veloz moto negra
Del norte y salir rajados por aquéllos caminos
Que antaño recorrieran los santos de México,
Los poetas mendicantes de México,
Las sanguijuelas taciturnas de Tepito
O la colonia Guerrero, todos en la misma senda,
Donde se confunden y mezclan los tiempos:
Verbales y físicos, el ayer y la afasia.
Y a veces sueño que Mario Santiago
Viene a buscarme, o es un poeta sin rostro,
Una cabeza sin ojos, ni boca, ni nariz,
Sólo piel y voluntad, y yo sin preguntar nada
Me subo a la moto y partimos
Por los caminos del norte, la cabeza y yo,
Extraños tripulantes embarcados en una ruta
Miserable, caminos borrados por el polvo y la lluvia,
Tierra de moscas y lagartijas, matorrales resecos
Y ventiscas de arena, el único teatro concebible
Para nuestra poesía
Y a veces sueño que el camino
Que nuestra moto o nuestro anhelo recorre
No empieza en mi sueño sino en el sueño
De otros: los inocentes, los bienaventurados,
Los mansos, los que para nuestra desgracia
Ya no están aquí. Y así Mario Santiago y yo
Salimos de la ciudad de México que es la prolongación
De tantos sueños, la materialización de tantas
Pesadillas, y remontamos los estados
Siempre hacia el norte, siempre por el camino
De los coyotes, y nuestra moto entonces
Es del color de la noche. Nuestra moto
Es un burro negro que viaja sin prisa
Por las tierras de la Curiosidad. Un burro negro
Que se desplaza por la humanidad y la geometría
De estos pobres paisajes desolados.
Y la risa de Mario o de la cabeza
Saluda a los fantasmas de nuestra juventud,
El sueño innombrable e inútil
De la valentía.
Y a veces creo ver una moto negra
Como un burro alejándose por los caminos
De tierra de Zacatecas y Coahuila, en los límites
Del sueño, y sin alcanzar a comprender
Su sentido, su significado último,
Comprendo no obstante su música:
Una alegre canción de despedida.
Y acaso son los gestos de valor los que
Nos dicen adiós, sin resentimiento ni amargura,
En paz con su gratuidad absoluta y con nosotros mismos.
Son los pequeños desafíos inútiles -o que
Los años y la costumbre consintieron
Que creyéramos inútiles- los que nos saludan,
Los que nos hacen señales enigmáticas con las manos,
En medio de la noche, a un lado de la carretera,
Como nuestros hijos queridos y abandonados,
Criados solos en estos desiertos calcáreos,
Como el resplandor que un día nos atravesó
Y que habíamos olvidado.
Y a veces sueño que Mario llega
Con su moto negra en medio de la pesadilla
Y partimos rumbo al norte,
Rumbo a los pueblos fantasmas donde moran
Las lagartijas y las moscas.
Y mientras el sueño me transporta
De un continente a otro
A través de una ducha de estrellas frías e indoloras,
Veo la moto negra, como un burro de otro planeta,
Partir en dos las tierras de Coahuila.
Un burro de otro planeta
Que es el anhelo desbocado de nuestra ignorancia,
Pero que también es nuestra esperanza
Y nuestro valor.
Un valor innombrable e inútil, bien cierto,
Pero reencontrado en los márgenes
Del sueño más remoto,
En las particiones del sueño final,
En la senda confusa y magnética
De los burros y de los poetas.
*Incluídos en
Los Perros Románticos. Poemas 1980-1998.
Editorial Lumen, S.A.
Barcelona, España, 2000.
ICEBERG
Mi idea de la perdedora que la muchacha
pierna fuera de las sábanas
Camino astado de conocimiento la puerta
y el tipo sonríe como imbécil su slip
Como Dios conoce a los perdedores
Su pelirroja su solidaridad un Chile debajo
un momento puro el encuentro
Cuerpo tirado sobre las sábanas
por entre las nalgas baja un hilillo de semen
Su pelirroja grita en tiempos verbales pasados
Poética por ascensión pelirroja por ascensión
Mientras se viene grita se estremece idea fija
como cuerpo ensartado que compone
Las manos bajan el calzoncillo
su grito blanco como el calzoncillo
Su ojo azul se voltea y ofrece la grupa
Del culo el ojo oscuro cubierto de leche
Sus propios tiempos verbales caóticos
De su pelirroja ensartada
II
Idea fija otra vez indecible
Su Chile su arcoiris inmóvil como pulmón
Tocada por la luna su venida su sujección
El momento Chile el momento erecto
Camino astado su idea acoge a la perdedora
Pelirroja por ascensión la espalda las caderas
Como una alambrada la idea horizontal
Tocada por la luna su momento Chile
Reconociendo la fuga la inmóvil
Barcelona, 1981.
UN RESPLANDOR EN LA MEJILLA
Y Utopía fue el veterinario,
el hombre feroz, la vieja en silla de ruedas
y los personajes de los sueños incompatibles
Vitrinas, maniquís desnudos, ebrios tirándoles
Un laberinto de escaleras eléctricas
hasta la náusea.
¿De todo eso que vi realmente?
parada en la entrada de un circo? Sólo recuerdo
haber estado demasiado tiempo
policiales; casi toda mi vida mientras
con los bolsillos llenos de dinero gratis.
Dinero gratis, dinero gratis, amor gratis,
pero incapaces de convencer a una muchacha
Nubes gratis y vacías, restaurantes gratis y vacíos,
automóviles fríos rumbo a las playas doradas
visiones de Michelangelo para todos,
estrépito de humedad.
Comida gratis, bebida gratis, lluvias divertidas
e interminables como las novelas de Victor Hugo.
Hospitales gratis, desiertos gratis,
eléctrica y luminosa.
Blue-jeans rayoneados de ternura,
enmierdadas con precisión, y los duros arbolitos,
como lanzas florecían.
Y gemí, y dije ya no sé qué decir, la oficina está vacía,
los submarinos explotan como fetos
alguien me acaricia el pelo y dice
aplastado en la noche enorme y la miro,
en las llanuras de escamas,
desde un cenicero absolutamente limpio,
y no sabemos qué decir: los labios partidos,
la cara blanca del invierno manchada de lipstick.
La velocidad se detiene, mira hacia todas partes,
de ese cuadro una muchacha sueña
Y está bien, está bien, ya púdose prender
No habrán formas de arder que completen
No habrá viento contra este resplandor acuático.
ni suaves caderas antiguas. Ese jaleo al subir
en todas las esquinas de tus venas. Una sonrisa sin
contexto, una mano crispada fuera de la foto.
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Ahora paseas solitario por los muelles
de Barcelona
Fumas un cigarrillo negro y por
un momento crees que sería bueno
que lloviese
Dinero no te conceden los dioses
mas sí caprichos extraños
Mira hacia arriba:
está lloviendo
1983
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