sábado, 31 de julio de 2010

DAVID LEO GARCÍA [305]


David Leo García 

(Málaga, 1988) es licenciado en Filología Hispánica. A los 17 años obtuvo el Premio Hiperión por Urbi et orbi (Madrid, Hiperión, 2006), convirtiéndose en el premiado más joven de su historia. Durante el curso 07/08 disfrutó de una beca en la Fundación Antonio Gala de Córdoba. También es autor de Dime qué (Barcelona, DVD, Premio Cáceres Patrimonio de la Humanidad, 2011). Ha participado en varios eventos, como Cosmopoética (2009) o la Semana Poética del Dickison College de Pensilvania (2010), y publicado en algunas revistas y antologías tales como La inteligencia y el hacha (2010), de Luis Antonio de Villena, y Tenían veinte años y estaban locos (2011), de Luna Miguel. Sus libros han sido parcialmente traducidos al inglés, francés, italiano y portugués.
Ganador del XII Certamen de Poesía Sancho Panza, 2014 con "Yo soy el árbol"




Querido usted la calle como siempre un almacén
de caderas clavículas. Hay más cuerpos que nubes.
Cada persona guarda 
su condecoración en un bolsillo. Vi tormenta
en el ordenador de la floristería.
Dos deformes besándose a la sombra de un arco del triunfo.
Mi atención ha borrado la ciudad
hoy por hoy la mirada está que arde.
La belleza es barata pero el espanto multimillonario.
En un colegio céntrico
la lista de muchachos con retraso
es una sucesión de emperadores
-húmedo su cerebro, blando
como la tierra el día posterior al diluvio.
El espanto es anónimo la belleza se cansa de su nombre.

Querido tú no sé quién eres tu cabeza está
llena de una cabeza
demasiado grande una pierna más larga que la otra
unos olvidadizos genitales
rodeados de frío.
Las siamesas unidas por el cuello
discutían.
La belleza su oh y el espanto su ah.
Muevo un rostro normal por todas mis semanas.
La belleza y sus labios
el espanto y su tubo digestivo.

Querido yo en tus ojeras hay restos de civilizaciones.
Todo esto es borrador de un mundo nuevo, pues
la belleza, ¿estás seguro?, la belleza
se recuerda tal vez cinco minutos
y la deformidad, por supuesto que lo estoy,
y la deformidad toda la vida.

David Leo García, en 'Tenían veinte años y estaban locos'. Ed. La Bella Varsovia)




DÍGAME un color. El verde. Otro. El verde.
Una parte de la casa. El aire.
Una pregunta. La pregunta. Un escritor.
El misterio. ¿Qué asocia con un pájaro?

El misterio. ¿Y con un pájaro?
La infancia. ¿Y con el césped?
La infancia. Dígame un color.
No lo sé. Un país. Casi todos.

Una enfermedad. Todas salvo la mía.
A qué ha venido aquí. Las… ya sabe,
las… qué le voy a decir, ya sabe,
lo de siempre.

Un instrumento de cuerda. El pentagrama.
Una parte del cuerpo. Los pulmones.
Una parte de la casa. El deterioro.
¿Un motivo para vivir? Alguno, el deseo.

¿Una enfermedad? La enfermedad.
¿Una cita célebre? “Claro que sí”.
¿Un motivo? Para morir. ¿Un motivo
para morir? Ninguno,
tal vez. El deseo.



AGUA CORRIENTE

Tanto arreglar grifos para ver correr el agua, el agua
que riegue tu simbología de las cosas que perecen, el agua
que preste agua a tu sed incalculable, el agua
que te ayude a mirarlo todo por vez primera,
como si no hubieras pestañeado jamás,
como si los objetos hubieran dejado de inventarse,
esperando, no ya ser hasta siempre, sino haber sido desde siempre, agua
para comunicar tus órganos, para limpiarte el cráneo y convencerte
de que no eres objeto ni lavabo y convencerte
de que tienes que cumplir tus días de hombre, agua
para beber, para procurarte una eternidad,
como si ser eternos nos eximiese de ser torpes,
como si por ser eternos no se nos fueran
a estrellar los vasos de agua contra el suelo.



CORREO URGENTE

Hoy he visto pescado en una acera.
Un solo pez en dos mitades. Solo
con una mancha blanca último encuentro
del ser con su entusiasmo por vivir.
No me miraba porque no miraba
yo lo miraba a él que era un pescado
y no era nada más yo estaba triste
o alegre no recuerdo. Ni un asombro
en sus ojos recién desvalijados.
No era más que un pescado en una acera
igual que habrá otros tantos otras muchas
y yo no era jamás uno que pasa
o quizá sí lo era y me arrepiento.
Y qué tendrá un pescado sobre el mundo
para que yo lo mire ahora escriba
ahora envíe luego den más tarde
el mensaje a tu mano y tú lo leas
ahora sólo ahora. Qué tendrá
pasar por una calle ver la mancha.
La mancha blanca como vida en blanco
que dan a la persona y se recibe.
Qué tiene el pez para estar muerto ahí
como han muerto otros peces pero ahí
para que yo lo mire cuando ahí
cruzo y él quieto cruza a mi memoria
entre los cien detalles de este día.
Y sin aletear como memoria
que sólo guarda gestas sorprendentes
como encontrarse un pez a la mitad
del trayecto y mirarlo porque existe.
Y qué más da si existen otros peces
si a éste hoy lo he visto entre los peces
y muerto y casi he echado alguna foto.
Y sin retroceder ni hacerme víctima
yo he llegado hasta aquí te escrito esto
que aunque te llegue lejos fuerte escribo
para decirte sólo que hoy el día
no ha sido más que el tímido pescado
sin atreverse casi a haberse muerto
y el día no ha tenido más espinas
que las diseminadas por la mancha
y no he gastado tinta en escribírtelo
ni la fotografía se ha velado.



PARQUE PÚBLICO

Paso
ágil,
frágil,
raso,

muertos
quioscos,
hoscos
puertos.

Tiro
votos
rotos.
Miro

caras
raras.




CORAZÓN DE NINGUNO

Desiertos en parcelas, acotados,
nos tienen en reserva. Cada jueves,
con la sangre dormida en un oficio,

se quebrará tu lápiz en la página
y añadirá más grava a la llanura
formada por las tizas, los cosméticos
que perdiste soplándolos,
la astilla lastimándote un tobillo
y las piedras lanzadas a balcones
de piedra, de ninguno, trituradas.

Y, ya que lo preguntas, te diré
que en la raíz de tu desierto
tienes el primer vaso y el siguiente

y todos los que al suelo, cuando niña,
arrojaste admirada de que todos
cayeran como tienen que caer

hasta mostrar sus interiores secos,
su fe caliente en el cristal molido.




CALOR Y FRÍO

Creo que nos contiene el golpe corto
de la puerta que cierras para evitar el frío.

Pide más frío el pomo de metal.

Y sin embargo arde
la dispersión de los añicos
cuando un vaso se rompe.

Caliente la violencia, vivir sin un análisis
de la temperatura del abrazo
o el gesto que dirigen los quietos ingredientes
mezclados en su justa proporción.

Y frías las hormigas,
las sueltas limaduras de la noche
que buscan un azúcar
también vuelto migajas.

Interiorizo ese trayecto seco
para buscarte, yo
que sólo te conozco por tu aroma.

Al fin estoy contigo. Y es caliente
discutir o la radio de noticias
sin orden, olas de información
clausurando tu casa.

El frío, que comienza en cualquier parte,
acaba en ti. Yo traigo el frío
cuando escribo la historia que nos une.

Y el calor que inauguras
termina en aire. Tiene la habitación el soplo húmedo
de una herida debajo de la ropa.

Nos rendiremos con las sienes juntas.
No puedo conocerte, pero intuyo
que el hogar es el aire
discreto que se mueve
cuando cierras los párpados.

Con lentitud de hoguera vas durmiéndote.
Un golpe en tu conciencia puede quemar la casa.



RESACA

Aunque el dolor existe más allá del diagnóstico
y vivimos también sobre la música
recién cortada, voy a especialistas.
Quiero saber qué es esto que del pecho
se extiende hasta el costado, que incluso en ocasiones
me paraliza el brazo izquierdo.

El médico investiga mi dolencia,
le robo el aire a su consulta, ausculta
mi corazón, aspiro, espiro, quiero
decir que pare. Seguirán
presentándose estos síntomas
cuando yo sea tierra.
Dice incluso
que es muy común
este dolor del hombro
que da hasta las rodillas, que los hombres
que lo tuvieron fueron muchos. No
cabrían
en el hogar
que habito a todas horas.
Satisfecho el doctor en su escritorio
dará en caligrafías inclinadas
su resultado de la revisión
y escribirá su nombre.
Hay otra firma
para la causa de alargar mi vida.
Que llamen al siguiente. Enfermo a casa
me vuelvo, esclarecido. El duplicado
se quedó allí, el recibo de mi fiebre,
lo que han sacado en claro de lo oscuro
de mis entrañas largas. Y allí queda:
un folio al que hacen hueco otros papeles,
día de hoy con la insania de otros días,
dolor arrinconado entre otros tantos.

(DEMANDA DE SOL,Málaga 2007,
Publicaciones de la Antigua Imprenta del sur)



EL MAQUILLAJE DE ANTES DE LA FIESTA

El maquillaje de antes de la fiesta y tú detrás, de espaldas a la noche, y el sordo espejo. Yo no quepo en él. La habitación, los frascos, cremalleras subidas con cautela, las frases que decimos convencidos y no llegan a oírse, la relación, los límites de estar contigo: ese inicio casual, ese final nos pertenecen mucho. No solo compartimos una historia. Cremas, gestos, maneras de pensar. ¿Qué imaginamos de la celebración antes de que suceda? Hay que elegir: si falta tiempo ya para dar gracias por los colores, démoslas al blanco, al asidero de siempre, a la sonrisa en medio de la pérdida. Sigues llena de ti. Con tanto polvo te tapas un lunar de la mejilla, un accidente: la tragedia tiene el tamaño de un lunar. Descanso, me averío, la fiesta no ha empezado y su resumen está escrito en la página de un libro siempre abierto: Falsa la invitación y la mirada, ficciones el recuerdo, mentira la belleza y todo a lo que lleva la belleza y punto, punto, punto. En ti me fijo igual que si tuviera que inventarte de nuevo. Dices algo: Pásame el rizador de pestañas. Tenemos que salir con todas las preguntas diluidas. No hay remedio: contigo todo es tú. 


LUNES NOCTURNO

Sosteniendo las bolsas de basura
como la piel de tóxicos delfines.
Seleccionando de entre la basura
que son los meses, de entre la basura
que son los planes, toda la basura
más digna de acabar en la basura.
Así van los vecinos de mi calle,
todos saliendo al toque de corneta
entre aires y pijamas de galaxias.

Y llegará el camión. Todo el estrépito
pasará como amnesia por la calle,
exterminante ángel de uniforme.
Quedo lívido yo. Se me ha olvidado
con estiércol ungir mi puerta rígida.
En nuestra casa
falta la sombra de su primogénito
sentada en el sofá, nuestro deleite,
nuestro arcángel de mondas de naranja.

(Urbi et Orbi)


VENIDOS DE FUERA

No me mires ya más y mira el mundo. Curvas, esquinas, imagina el mundo, piensa en pantanos, travesuras y la respiración de los enfermos y pídeles que encajen. No me des ese beso, te pido que imagines el mundo, vayámonos de mí. Pensar en los extremos, en lo que opina el aire de la velocidad. Mira un charco de lodo como miras a un anciano pariente. Una mente descubre: “no hay propósito en la evolución” y le aplaude a la noche sin estrellas y luego lo de siempre: educar a la médula espinal, un cheque en blanco en medio del desierto, una demolición y al fondo la bahía. Es la costumbre no insertarse en nada. Esta materia tiene que enlazarse no por la sangre sino por el ánimo. Mira algo roto y piensa en la lejana curvatura del planeta. Me miras compasiva, como si los ausentes no ocupáramos espacio. El atlas está húmedo, la enciclopedia pesa como un No. No estamos en el mundo pero estamos aquí. 



VIERNES. LUNA ROSA

Ahora que la ciudad se ha descompuesto
habrá que confiar en lunas rosas.
Ahora que los dos codos ya no irrumpen
tendremos que afilar las uñas rosas.

Caminas de puntillas por los charcos,
los rótulos te incitan a que tosas.
Pídeme que te enseñe los desórdenes
y a mi equipaje quitaré una rosa.

Sin esperanza vas, pero te envidian
los muertos muertos bajo las baldosas.
Todos amaban a la luna blanca
y sólo hay lunas hechas polvo rosa.

Corren las niñas siempre ensimismadas
para estrujar gacelas incoloras.
En la ciudad la gente está aturdida.
Nadie tendrá una muerte entre las rosas.

(Urbi et Orbi)



TRAGAPERRAS

     Caminas hacia ella y desentierras
con la bolsa, la vida. A su vacío
corazón te insinúas, a su trío
improbable de números te aferras.
     Forzado a disponer de tu albedrío,
tragas tu perra vida en tragaperras;
más guerras no conoces que las guerras
a puño abierto en pie contra el hastío.
     Aquí urdirán mañana alguna juerga
cuando ya te hayas ido y ya se haya
cursado tu deber de haber perdido.
     Charlarán los mortales en su jerga
mientras un hombre vuelve mientras calla
con la forja vacía hacia el olvido.

(Urbi et Orbi.)




MÉNAGE À TROIS  Hablábamos, hablábamos, 
pulidos por la música de fondo,
la música, la música de un disco
robado a la basura. No sé, no sé, no sé.
En una invitación naranja y verde
escribía mi nombre, repintaba el del otro:

os prefiero a los dos sois el presente
el himno de crujir las articulaciones
el vaho sin sorpresa del agónico
activando la flauta,

la música, la música
para bailar los tres.
Queríamos: lo hicimos.
Escribir en el póster de las partes del cuerpo
con el rotulador algún problema
o sobre el mapamundi: «gracias por su visita».

Riéndonos, turnándonos, bailándonos
hablábamos,
hablablablablablá.




AFLUENTES

En ti comienzo cuando en mí terminas.

(Dime qué)







UN TRAGO 
de vino mientras a mi lado 
yacía un cuerpo. Un demasiado trago 
molestia en la nariz, catarata en el torso, conociéndome 
mejor que el cuerpo 
que yacía a mi lado. Un trago 
de vino. Un cuerpo. 
El vino no era sangre y el cuerpo estaba vivo. 
Sin importancia. No sé 
qué significa, pero entre los sentidos que no sé 
es el menos grave. Un trago demasiado 
y tosí levemente.

(Dime qué)




FUERA

Entra en el mundo. Vámonos de mí, 
no me mires ya más, piensa en el mundo, 
es un incendio largo donde caben 
promesas, travesuras, 
las frases que decimos convencidos 
y no llegan a oírse, la mezclada 
respiración de dos enfermos. 
Algo de euforia por estar, 
algo de espanto, estar aquí. 
La mente que descubre: «no hay propósito en la evolución», 
se despliega la noche sin estrellas 
y luego como ves: 
educar a la médula espinal, 
una tragedia vista desde arriba, 
una demolición destapa la bahía. 
Los bordes de la herida, su lento parpadeo. 
El atlas está húmedo, 
la enciclopedia pesa como un No. 
No estamos en el mundo pero estamos aquí.

(Dime qué)


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