jueves, 29 de julio de 2010
294.- ALFREDO SALDAÑA
Alfredo Saldaña (Toledo, 1962), profesor de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Zaragoza, es autor de los libros de poesía Fragmentos para una arquitectura de las ruinas (Zaragoza, PUZ, 1989), Pasar de largo (Zaragoza, PUZ, 2003), Palabras que hablan de la muerte del pensamiento (Zaragoza, Olifante, 2003), El que mira las palabras (Bari, La Torre degli Arabeschi, 2004) y Humus,
(Eclipsados, 2008)
HOMICIDIO
La vida —uno de los rostros
de la muerte— lo mató
aunque lo matara otra metáfora.
(Variante)
Qué más da qué metáfora lo matara,
la vida al fin y al cabo le dio muerte.
(De Pasar de largo, 2003)
* * *
Cuando la devastación haya concluido su trabajo,
¿quién avivará el fuego en las mañanas de invierno?,
¿quién dará testimonio con su palabra?,
¿quién conservará en sus pupilas los paisajes de la memoria?,
¿quién calmará la sed de todos los vencidos?,
¿quién rasgará con su faca la línea quebrada del horizonte?
Entre los pliegues de su corazón el bosque aún protege su secreto.
(De Humus, 2008)
*******
Mira cómo atraviesan sus palabras
la membrana del tiempo:
aire en el aire, haz contra haz,
carne de viento, conciencia de nadie.
Vive en un desierto donde todo lo escrito
desaparece enterrado bajo su propia escritura.
Cuando la nieve se deshace con el sol
de la mañana, después de todo,
la herida es el lugar de la ceniza
confundida con el agua.
Humus (Eclipsados, 2008)
Palestina
si yo fuera
o fuese un Gatopardo
si sido en las estrellas de
Sidón un corazón impune el Líbano
Olvidado de la mano de Dios siendo una
niña muñeca Oscura pocos años paraíso sucísimo
del marine atlante y vencedor habiendo sido después
quiero decir antes del parto suave y culinario tortuga
breve Profecía Azul de estas Noches sin lenguas
muertas Olvidadas si soy después de madre
sido calificativo Urgente de mi nombre
dejado de ser habiendo sido ayer no
más de veinte años Reina y Ramera
Insigne en las avenidas
florecidas de Beirut
EL INNOMBRABLE
A él (y fueron en caballos estupendos y veloces como nunca por
La estepa persiguiéndole), porque labios hubo entonces que selló con el
Famoso Verbo de su vida herida. Y hoy, así como lo cuento y dicto,
Recuerdo yo la escena y no exagero un punto, aunque tampoco me corto.
El día en que ocurrió ya fue, pasó. Así que ahora, si das, dame,
Dame la Cita, oh Verso, dame la cítara perdida que lo cante
O su nombre atravesado por el acero de mi espada (ésa que no ves).
LAMENTO
Los días de mi poderío y felicidad ya han sucedido.
Nada espero ahora de la vida pues ya todo me lo ha dado.
Mi voz, altar de la condena que hoy padezco entre
los muertos, santuario febril en el que soporto aún
los ecos y los espejismos de mi biografia, partió conmigo
y hoy es la piedra que machaca los perfiles irredentos
de mi alma. Mi alma, ese lugar terriblemente ardiente
y oscurísimo batido por el hielo y por la luz, abrasada
columna de mis días, se postra ahora miserable como
el despojo o la lágrima de una vida arrasada por el fuego.
Días de esplendor y miseria he vivido entre los hombres.
Poética
Escribir con la voz que dicta la conciencia más severa,
escribir al margen de los coros más afónicos y las modas más obscenas,
escribir desde la soledad solidaria con los otros,
escribir desde la desposesión y la distancia de uno mismo,
escribir desde la diferencia, desde la orilla, desde el otro lado,
escribir desde ese lugar donde la palabra apenas se oye pero más y mejor se escucha,
escribir desde la línea en que la vida encuentra su frontera con la muerte,
escribir desde el amor vencido y contra el amor amordazado,
escribir al compás del tiempo traicionado,
escribir contra el miedo, contracorriente, a contratiempo.
(De Pasar de largo, 2003)
*******
¿Qué pone
en juego
la pregunta
que no sea
la indecibilidad
errática
de una respuesta
imposible
de pronunciar,
el riesgo
de suplantar
el silencio anterior
al interrogante
con el rostro
sin sentido
del vacío
saturado
de vacío?
Y reconocer después, a punto ya de atravesar el umbral
que da paso al tiempo de las pérdidas y las reconciliaciones,
que a todo límite corresponde un punto de luz, el inicio
de un nuevo camino, una palabra envenenada por el buen sentido,
una estrella que guíe por los desiertos del frío
los pasos sin destino de todos nuestros muertos,
y ello para aceptar que el saber consiste antes que nada
en soltar lastre, para aprender por fin que el infinito es blanco
y mudo como el vacío y que la sombra y el desconcierto
delimitan con sus nombres las márgenes del camino,
la extensión de este desierto y la mirada que lo atraviesa,
la memoria irredimible de todos los vencidos.
(Del poemario Humus)
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