viernes, 16 de julio de 2010
244.- LAURA GÓMEZ RECAS
Laura Gómez Recas, nace en Madrid en 1966.
Licenciada en Periodismo por la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid.
Ha desarrolado su profesión en medios de comunicación social: radio, prensa y televisión; siendo la radio el medio al que más tiempo ha dedicado.
Actualmente, forma parte del equipo de Comunicación de El Corte Inglés.
Escribe poesía desde los primeros años de su adolescencia.
Ha publicado sus poemas en varias publicaciones periódicas, como la revista Alkaid, y es co-autora de la antología “Universos Diversos. Poesía del siglo XXI” (2009), editorial Alaire.
Es miembro de la “Tertulia Gerardo Diego” del Café de Oriente, de Madrid y del grupo “Poética en Gredos” y perteneció a la Asociación Versos Pintados del Café Gijón.
Ha participado activamente en diversos recitales y eventos literarios en la Escuela Julián Besteiro, en el Ateneo de Madrid y en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, entre otros.
En la red, mantiene el blog “Hortus Liber”: http://lauragomezrecas.blogspot.com/
y participa en otros colectivos como “Poetas de Hoy”:
http://poetasdehoy.blogspot.com
y “La Biblioteca de Babel”, de relatos cortos:
http://bibliotecadebabelsiglo21.blogspot.com
A VECES
A veces,
la mediocridad lame mi cara
y resbala la lengua en mi garganta
como ángel de destellos alienado;
es entonces cuando el músculo se merma
y la ausencia de sangre
hiere la palabra,
prostituida en el burdel del mundo
que apelmazan mis dedos
sobre el catre del papel,
se embadurna la cara con el numen
y recorta la falda
para ser un álbum de miradas
que salpican la tinta eyaculada
sobre la página,
esquina a esquina.
Curvilíneo cuerpo de lascivia,
atraviesa de mi orilla todo el muelle,
buscando los labios que zarparon
en otras bocas que se ofrezcan,
pues es justo pago la lectura.
Se apaga la sed harta de sexo
cuando masturba el ayer entre las medias…
Un renglón ajado en el escote,
una coma que exige del recuerdo
marcar la decadencia al punto y coma;
y el tacón que eleva la cadera
y somete el caminar hacia los versos.
DE TU TOMILLO
Duermen luciérnagas entre mis pies
si acaricias con tomillo
sus arcadas blancas, las ojivas de los dedos,
y el arbotante erguido en el empeine.
De tibia luz,
la suavidad del aire y del aroma
en la planta sobre la que se eleva
la arquitectura que besa tu rama.
MUY DENTRO…
La peor soledad es la que emerge de la tibieza del beso.
Se derrumba el tiempo y un silencio denso se aquilata,
hora tras hora, espacia los minutos en eternidades,
y envuelve los días en horas de singular vacío.
En la espera, algo agoniza
y falto de aire muere dentro,
muy dentro…
donde la excelencia es natural soporte del corazón.
POR SI…
¿Por qué tu voz es espacio vacío y transparente
y tus destellos mentiras en mi piel?
Dormiré de nuevo esta misma noche
por si vuelves a mí en el despertar…
ARCÉN DE GRAVILLA FÉRTIL
Arcén de gravilla fértil
y amapola erguida
que vigila el síndrome
suicida de la rueda.
Sobre ti camino,
sobre ti demoro la sonrisa,
sobre ti aderezo la piel
con la diestra
y menguo las distancias
que me incitan a la urgencia.
Fernando Sabido Sánchez y Laura Gómez Recas
SÓLO ESO
Y el caos se reduce al diámetro de un átomo…
Y todo toma sentido…
Y todo recomienza y satisface…
Quisiera romper la escarcha,
que besa la hierba,
con el calor de los cuerpos…
La mirada como un todo imposible de evitar,
esclava del azul…
Y la horizontalidad
abierta al infinito
para posar, con mi tacto,
ascuas sobre tu piel.
DESDE LA VENTANA
Desde la ventana,
la cicatriz de la valla semihundida
recorre el ancho tramo de la calle.
A un lado, el asfalto, la acera y la tramoya;
al otro, el solar silvestre en lucha de abandono.
Desde la ventana, el cordón de la valla
secciona el terreno que a mis pies tanteo,
tras la asepsia del cristal:
la rutina, a un lado,
la ruina, al otro.
Elegí la ruina, pues a ese lado,
el aire velaba la luz de mayo
y en el velar de dos noches,
al solar vacío,
escanció todas sus aguas el cielo.
Desde el otro lado, tras la ventana,
las ramas de mis manos se empeñaron
en hacer jardín sin la frontera de los mundos,
pero languidecieron las palabras
ante el sesudo envés del ladrillo carcomido.
Mas fui feliz,
en tanto demolía a besos la mediocridad.
LA ZAPA
La dinamita siembra quemazón
que mata la cautela
y socava la falda de mi cerro,
el más poblado de encina y de raíz.
La inclemencia sobrante del reloj
dilapida los espacios
en el terruño estático del alma,
cada vez más pequeño,
del nácar ignorado.
CON LA INCLINACIÓN DE LA HOJA
A mi hija
Estás enramando la ventana con tus brazos
sin darte cuenta
y te asomas leve con la inclinación de la hoja,
para darte entera a la mañana
y convencerme.
Siento la nube de tu mirada sobre el rostro
sin darme cuenta
y me acerco con la tenacidad del arado
para darme surco a tu existencia
y florecerte.
ENARBOLADA
Pues las manos de tu voz
penetran hasta la raíz del linaje,
soy yo misma bandera enarbolada
que siente cómo los vientos
acarician el ras de la piel,
Alzo mi vuelo,
siendo mástil e ingravidez de seda,
cepa y ave,
rizoma enjuto,
tibieza alada
hacia, ante, sobre, para, por…
gracias a ti…
MEMORIA DENTRO DE MEMORIA
Hay un territorio dentro de tus lindes
desbrozado para la siembra…
Poso sobre él la palma de mi mano
para ser huella,
memoria dentro de memoria,
El dulce síntoma que padezco,
ahora que sé de ti de esta manera,
anhela ser sedimento entre tus sienes,
una larga caricia
deportada…
POR QUÉ
Porque no sé apartarme de tu voz.
Hay un calor implicado en mi condena
que me regresa
tras haber saqueado tu mirada.
Porque muere mi piel sin tus abrigos.
Hay una niebla vivida en mi letargo
que me conjura
a un presagio de crines al galope.
Que por qué, por qué…
porque pasó bajo mi piel una zalema
que hizo rodar el corazón...
sobre
tus
manos.
Y, DESPUÉS…
Y, después… escribió sobre Venecia,
sobre algo que aconteció
entre el canal y el suspiro...
sobre un beso…
y el silencio que le pidieron tras el beso
y… después… silencio…
al otro lado del espejo…
otro silencio
estalla con chasquido de metralla.
TRES ENTREGAS
I
No hay ni una sola gota del mar que no conozcas,
soledad del agua,
albura en los ojos de un verde prendido a tu palabra.
Amor.
Entra en mí la galerna y te presiento.
II
Busca hacia el este una pagoda luminosa
donde quepa toda la selva de tu luz
y llévame a morir.
Extenuada de ti, lumínica.
III
Hasta el acanto claudicaría
de la gravedad del capitel,
si la noche se vertiera sobre el árbol
como se vierte mi palabra en tu quizás.
LA SANGRE CALLA
El amargor no debería ser más que el hilo incontrolado del recuerdo.
Sien a sien,
la barbilla toca la más secreta cerradura de lo oscuro,
mientras,
la sangre calla
y mora en la sutil gruta de mi boca.
HAY UNA INTERMITENCIA EN MÍ
Ha perforado un clavo la idea que brota.
Sencillo,
el pensamiento me adelanta
en la curva más cerrada hacia la felicidad.
En el freno encuentra mi pisada apoyo,
la meta definitiva del tiento.
Mis ojos en el retrovisor se pierden
con la distancia invertida del pasado,
con fantasmas que me siguen.
Hay en el asfalto una línea discontinua…
serme, serte, sernos… puede que nada.
El camino, a veces, no lo hacemos,
Antonio, nos lo dan hecho.
El caucho ha marcado un rastro tras de mí,
como estela de fósforo sobre mi estela,
con un escozor antiguo y oloroso
que mata la cita de mañana.
¡Es tan difícil verme al mediodía con el sol,
que la noche está inundando el horizonte
y las largas no llegan hasta él!
Esto que hago es como amputar
de una madre la placenta antes del parto.
Quizás por eso oigo un golpe seco
y mi cabeza, sin control, se agita.
He impactado por detrás contra el presente
y todo está en silencio, en soledad
porque en esta cuneta soy invisible,
inaudible, inevitable ausencia de mí misma.
Los árboles viven al revés,
el cielo abajo,
el suelo arriba
y el corazón bajando a mi cabeza, testarudo.
La sangre me inunda el cerebro y digo basta.
Creo que la muerte está conmigo.
CREES QUE DUERMO
Crees que duermo, pero mis ojos ya son de la vida.
Mis pestañas se enredaron de tanto aleteo
y abandono la noche muy despacio…
como si tu peso sobre mí
debiera ser una constante interminable.
El calor de tu cuerpo arropa mi espalda
y miles de látigos castigan mi vientre
cuando tus dedos marcan sendero
en el contorno amanecido de mi costado.
El recuerdo de la búsqueda de tus manos,
de la ebriedad de tu boca sobre el atlas…
sazona mis ojos aún cerrados.
Ahora, te levantas y el frío llega…
quiero darme la vuelta,
pero prefiero sentirte solo,
sabiéndote en mi sueño,
aquilatando el momento de la despedida.
NO ES TIEMPO DE SOÑAR
El peso del caracol es íntegro sin la espiral de su escudo.
Paciente, derrama lo verde de la hoja
al poniente de la distancia pegajosa,
diminuto acontecer de su presencia,
rastro de su pasar.
Estéril camino para retroceder sobre uno mismo
y sentir el abrazo del propio cuerpo.
-saco medio cuerpo sobre el vacío que hay bajo mi ventana
y una gota de azul bautiza mi discrepancia-
PARÁLISIS
Desde la orilla diviso el fuelle de la galerna
y las olas de la desmesura.
Tú tienes la sangre necesaria para derribar
todo lo que construí en el dolor.
Entras en mí como un azote brutal
y no sé del movimiento más que su ausencia.
LUCERNA DE UN SONETO
En un sueño, lucerna de un soneto,
ha encontrado acomodo tu destino
que fermenta y se esparce en remolino
en la alcoba que guarda este cuarteto.
Eres tú quien se asienta en mi alfabeto,
quien pretende dar tono masculino
a la quilla que labra en femenino
oleajes y rutas al terceto.
Exprimí tu bitácora en mi piel
esgrimí la palabra de tu boca,
maquiné con la rima un gran vergel,
mas la letra se armó de alma barroca
y el verso encadenado me fue infiel
cual potro que galopa y se desboca.
LAURA, espero te guste el continente,
ResponderEliminarel contenido poético como todo lo tuyo
es muy bueno
un beso
Nando
El continente es perfecto. Un lugar lleno de poesía, cuidado, activo y fiel a una lógica. Un lugar para leer. ¿Se puede pedir más?
ResponderEliminarEs un honor que me hayas citado aquí y contar con tu confianza.
Mil gracias y mil besos, Fernando.
Laura