miércoles, 30 de junio de 2010
211.- KAILASH VAJPEYI
Kailash Vajpeyi nació en la India, en 1936. Poeta, ensayista, catedrático universitario y periodista. Su obra ha sido traducida y editada en inglés, alemán, ruso, danés, sueco, y español. Algunos de sus libros publicados en español son: El árbol de carne (1976); Visiones y mitos: una antología de poesía hindi contemporánea (Poesía contemporánea hindú, con poemas de amor); Visiones y mitos (1979); y Palabras de poder (1977).
Resignación
Te felicito, Siglo Veinte, por tus extravagancias.
Yo aquí me rindo.
noche y día
protestando contra tu demoniolatría
yo, que estoy reducido a una llaga
no tengo deseos de degradarme más.
Me retiro
como el dolor mudo y helado
bajo la costra de sangre seca.
¡Sigue con tus detonaciones, querido Siglo!
Vete a mamar a la madre tierra
o a fornicar con algún individuo anónimo.
No queda nadie que desafíe
tu suave arrogancia.
La poesía está en el exilio.
Te admiro, Siglo Veinte
por tus acrobacias.
Opaco y sólido,
tu gris razonamiento
me recuerda la edad de piedra
con innumerables brutos refinados.
En este laberinto tuyo
donde la bruma reflejaba la ignominia
yo era una rareza,
el vuelo sin sentido
de una mariposa solitaria
en la selva de cactus estramonios.
Antes de volverme totalmente loco,
debo admitir
que te estoy agradecido
por la cosecha de nuestras miserias,
por el impecable transplante de corazón
con abundancia de monóxido para inhalar.
En tu régimen aséptico
donde los desperdicios son el destino de todo talento
y las masas, como abejas asexuadas
forman el saldo en la cuenta bancaria de alguien más,
la sensibilidad de asfalto era un don
sólo que nunca lo pensé.
De otra forma, qué sentido tenía
arrullar a los bebes-robots.
Qué sentido tenía acariciar la espuma.
Como un reloj que aún golpea en la muñeca de un cadáver
seguí escribiendo poemas
seguí quemando inciensos
en una fábrica de armas
Aún así, no te culpo, querido Siglo
por mi derrota prematura.
Después de todo hay ríos
que no llegan nunca al mar.
Monumento de autocompasión
Mientras la ciudad permanece
Yo moriré
Ni el Fondo de Ahorros
Ni la familia
Vendrán a rescatarme
Pero tampoco yo querré que me rescaten.
La vida permanecerá
Y yo moriré.
La gente, ante quien aparezco como enemigo
Seguirá allí (al menos unos cuantos).
Algunos de los que me son cercanos
Jugarán a estar tristes,
Ignorando mis debilidades dirán
Que también fui un hombre.
Mis resentimientos actuales se habrán petrificado.
Las generaciones habrán sido sacrificadas.
Las civilizaciones habrán avanzado algunos pasos
Cuando yo, entre las llamas
-Cómo, no lo sé-
Me haya perdido.
Mi nombre no está escrito en ninguna parte de mi cuerpo,
Aunque la oscuridad de mis poemas
Centelleará a mi alrededor.
Nadie guardará luto por mí.
A pesar de la promesa
La rebelión
El amor
Yo me dispersaré con las cenizas.
La ciudad estará aún allí.
Sólo yo me habré ido.
Ni... Ni
Todos los días agonizantes han muerto
La escritura... difusa.
Mellado e informe como lata vacía y desteñida
¿Debo acaso permanecer en una casa en ruinas?
¿Hacia dónde partiré?
Desarraigado, hundido, ¿qué haré?
Con este cuarto de primeros auxilios;
Esta prisión, dentro de mí...
Algo debo hacer, ¿pero qué?
Un túmulo de semillas de flores chillantes
Fue arrasado por la corriente.
Un bosque verde se hundió y se perdió entre los juncos.
¿Cesaré de gritar? Por Nerón o por Ravana:
¿Abandonaré mi penar?
Dentro de poco todos habrán enloquecido,
En la luz
¿A quién diré:
¡Ven!
Te curan gratis
En un dispensario yanqui o en uno de Mao.
¿Qué remedio?
¿De qué dolor?
¿Quién dará?
¿Quién quiere que así se cumpla?
Algún día en el matadero,
Viejo, enfermo, testarudo o joven
Todos tenemos que morir.
¡Caeré!, pero ¿en dónde debo caer?
En el mar de Arabia
En el río Jehlum
En la bahía de Bengala o quizá
En un pozo seco.
En todos mis días antes y después del día después
¿Cuando no he sido golpeado?
¿Devolveré ahora el golpe?
Entre gente, infectado de
Sinusitis, calor, ardor, hambre;
¿Debo acaso tirarme como un muerto con mi descabezado esqueleto palpitante?
¿o debo ir al grano?
¿Cuál grano?
Decídmelo alguien.
Esta fama
Este honor
Esta hueca neutralidad
Todo ha perdido su sentido
Lléveselo alguien.
Donde difícil es distinguir quién es falso y quién es honesto
Y el asesinato es disculpado.
Fuego
Fuego
Fuego en derredor
¿A quién culpar?
¿Al viento enfermo, a la paja o al mundo enloquecido?
¿Me arrojaré en él?
¿O continuaré... contemplando?
A Mahatma muerto
A Gandhi vivo.
Neo-racionalista
¡Duérmete!
Porque estás condenado
A hundirte en un vacío extraño
Mientras otros lo están a bailar
En la cámara baja de Id
¡Duérmete!
No es que el dolor sea nuevo para ti,
Pero aún así, te resistes al reposo
Soñando con ciertos Pies de Loto
Cuya fragancia presientes
Aun en estos tiempos desflorados.
¡Duérmete!
Porque la luz es un accidente, bien planeado
Nadie la alcanza ni la pierde.
Sólo unos cuantos petrificados
Exhiben pretensiones exageradas.
En este planeta enfangado en el Ego
Hasta la plegaria es una pose.
De nada servirá ya exprimirse el seso
Porque no hay ningún Oriente.
¡Duérmete!
La mente alimentada por el odio
Y el simio abandonado por el amor
Ambos se ahogan
En la Trascendencia, o chocan,
¿Quién lo sabe?
Duérmete antes de que los momentos se tornen tensos
Y comience la masacre.
La vida en estos tiempos es tan delirante
Que el Guru y el soldado desempeñan el mismo papel
Sólo la combustión separa
Al fuego de las cenizas.
Aún quieres meditar.
¿En qué lenguaje lo harás?
Todos los diccionarios del mundo
Están embadurnados
Con los excrementos de los políticos
Quién no está manchado
Por los comerciales
Que vomita
El monstruo monóculo.
¡Duerme! Duerme antes de que comience el drama
Y seas atrapado.
El siglo entero, como
Una lenta escena de violación
Parece atormentador en la pantalla.
El libro de los mantras: Poesía y revelación
El poeta hindú Kailash Vajpeyi ha tratado de llevar al mundo occidental los principios filosóficos antiguos de la India milenaria, que se remontan a más de 5 mil años, a la época cuando se hablaba el Sánscrito, una lengua ya desaparecida que es considerada la madre de todos los idiomas que hoy habla la Humanidad.
Vajpeyi pertenece a la generación contemporánea de escritores del siglo XX en idioma hindi y sus obras han sido traducidas a las principales lenguas de la India moderna; así como también al español, alemán, danés, inglés y ruso.
En su ensayo "Mantras Palabras de Poder", el autor reproduce un antiguo poema védico donde se describe la creación del universo. Cada uno de los versos de esta obra refleja la exaltación del misterio de la creación, del significado y de la interpretación de los elementos de la naturaleza que la civilización hindú dio a este proceso supremo.
"En ese entonces ni siquiera existía la nada ni siquiera la existencia. / No había aire ni cielos más allá. / ¿De qué estaba cubierta? ¿Dónde se encontraba? / ¿Quién cuidaba de ella? / ¿Acaso en las profundidades inmensurables había entonces agua cósmica? / En ese entonces no había ni muerte ni inmortalidad".
A través de la lectura del libro de los mantras, el lector conoce la mente hindú, que desde tiempo inmemorial ha estado empeñada en resolver los misterios del universo.
La teoría de la reencarnación, la Ley del Karma, la existencia del cuerpo astral, la fusión del átomo, el valor del cero y otros aportes de la filosofía antigua que ahora han sido aceptados por el mundo cultural moderno como un aporte para el bienestar del ser humano.
"De acuerdo al pensamiento de los Upanisadas, todo el universo es una unidad espiritual. La vida mortal (la rueda de la muerte y la reencarnación) es indiferente a la contemplación divina. La verdadera contemplación es aceptar el hecho de que existe.", estos son fragmentos de los textos védicos que el autor inserta en su libro.
Vajpeyi también describe algunos conceptos de las ciencias astrológicas que habían sido ampliamente dominados por los sabios de la India milenaria, desde hace más de cinco mil años, mucho antes de que florecieran la astrología egipcia y de las principales civilizaciones orientales.
De acuerdo con la astrología tradicional hindú sólo hay nueve planetas que gobiernan el destino de los humanos. Ellos son el Sol, la Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus, Saturno, Rahu (la cabeza del Dragón) y Ketu (la cola del Dragón), a diferencia de los astrólogos modernos que hoy incluyen también a Neptuno.
Otro de los libros de versos más conocidos de Vajpeyi, en el mundo literario, se titula El árbol de la carne, el cual fue escrito originalmente en hindi, pero se publicó en español en la ciudad de México. También ha escrito numerosos artículos periodísticos y dictado decenas de conferencias para divulgar el valor de estos conocimientos. (Agencia de Noticias Xinhua)
No hay comentarios:
Publicar un comentario