ABELARDO LINARES
Poeta, bibliófilo y editor español nacido en Sevilla en 1952.
Es una destacada figura de la nueva poesía española. Su poesía está vinculada a la lírica andaluza.
En 1974 fundó, en el Barrio de Santa Cruz de Sevilla, la librería de libros viejos y antiguos Renacimiento,
especializada desde un principio en literatura española e hispanoamericana, enriquecida por la compra
de un millón de libros de la colección del librero Eliseo Torres de Nueva York, razón por la cual
se le denomina "el hombre del millón de libros".
Su obra está contenida en los siguientes títulos: Mitos: Poesía reunida en 1979, Sombras en 1986
y Espejos en 1991 por el que obtuvo el Premio de la Crítica
A unos ojos
Tan cargada de vida está la verde
absenta de tus ojos cuando hablas,
que emborracha mirarte, y tanto frío
puede albergarse en ellos, que se hiela
mi pecho si me miras. Soy apenas
quien teme y quien desea. No me mires
si es tan sólo por juego o por despecho,
pues abrasa la llama que en mí prendes
con apenas volver a mí tus ojos.
Pero si sólo es juego o es despecho,
en esa luz de súbito relámpago
que enciende tantas veces tu mirada,
quiero quemarme así si así me miras,
pues no existe el ayer ni importa el luego.
De "Espejos" 1986 - 1991
Pre-Textos, 1991 Valencia-España
Anatomía de la melancolía
Alegra el corazón haber vivido,
y no importa del todo que el pasado
no sea ya otra cosa que pasado.
Si nos quemó la llama del vivir,
su huella es una herida hecha de orgullo
y de melancolía. Pues vivimos
una vez como nadie (ni siquiera
nosotros mismos) vivirá de nuevo.
Ese desvalimiento, esa tristeza
que da sentir pasado lo pasado,
es nuestra condición, la misteriosa
ley que, a nuestro pesar, ha de cumplirse
como si fuera el precio de la vida.
¿y cuál si no es el precio de la vida
sino seguir viviendo aunque sepamos
que la parte mejor ya nos fue dada?
Pero si hay dignidad en la memoria
y admitimos que no fue un precio injusto
el que debió pagar nuestro deseo,
se alegra el corazón de haber vivido
al conocerse brasa de esa llama
por la que ardió en el tiempo. Y ahora sabe,
al fin, aunque lo tema, que le aguarda.
De "Espejos" 1986 - 1991
Pre-Textos, 1991 Valencia-España
Bajo las luces rojas
Sus cuerpos bajo aquella luz rojiza,
su desnudo irreal entre la rasa niebla.
Fosforescía el cuarto, altas paredes
con blancos azulejos. Pensé: es un hospital,
quizás la habitación de revelado
de un amigo fotógrafo. Pero aquellas dos lunas
gemelas en un cielo azul cobalto
eran de otra galaxia, y miré el firmamento
y no reconocí ninguna estrella
que antes que yo miraran otros ojos humanos.
Era un bárbaro rito el que cumplían
ante mí aquellos cuerpos. Pude apenas saber
de una desolación y una belleza
que el deseo no nombra, y sentí que espiaba
el fondo más secreto de mí mismo.
Goce o dolor, su voz se rompía en mi pecho,
aunque al oído fuera indescifrable.
Mirándose a los ojos durmieron en su abrazo.
Ciego ascendía un sol agonizante
Y era fría su luz en el alba indecisa.
Bajo aquella luz roja, en un mundo ya muerto
como yo mismo vi borrarse a los amantes.
De "Espejos" 1986 - 1991
Pre-Textos, 1991 Valencia-España
El café con espejos
Era un café y estábamos charlando.
Un extraño café de gigantescas sillas
con unos veladores diminutos.
A nuestro alrededor rostros borrosos
o, más exactamente, unos hombres sin rostro;
y así no me extrañó todo el silencio
de aquel local de espejos infinitos.
No puedo recordar de qué charlaba,
pero sí mi alegría y la viveza,
sin duda exagerada, de mis gestos.
Él me dejaba hablar, indiferente
a toda la pasión que había en mis palabras.
De repente me dijo con voz bronca:
¿Y tú que harás ahora que estás muerto?
Al principio no supe comprenderle,
tan estúpido aquello, tan falto de sentido,
y volví la cabeza. En los espejos
quise mirar mi rostro, pero era el de mi padre
el que veía en ellos. ¿Al fin te has dado cuenta?
¿De qué?, le pregunté. De que eres un sueño,
hijo mío.
De "Espejos" 1986 - 1991
Pre-Textos, 1991 Valencia-España
El extraño
Alguien está a la puerta de mi casa.
Me he levantado en medio de la noche
y le espío a través de los visillos.
Alguien llama al portal, llama a mi casa,
y yo escucho sus golpes sin abrirle.
Hay alguien en la calle que se oculta
en la noche sin luna y que me llama,
alguien que no conozco, alguien extraño.
¿Por qué entonces me inquieta su presencia?
¿Cómo sabré que es a mí a quien llama
si no es por mi temor, por esta angustia
irreal como un sueño, inexplicable?
Sí, quizás es un sueño y nadie llama,
o es un sueño y yo mismo soy quien llamo
a una puerta que nadie ha de abrir nunca,
pues la cierra el temor y él es la llave.
Miro afuera y no puedo ver su rostro.
Miro hacia arriba y veo los visillos
y una sombra tras ellos que se oculta.
Solamente una sombra.
En la mañana del mundo
Apenas la caricia de tu mano.
Mi piel es de cristal cuando me tocas.
¿Qué apaciguada luz, qué temblor hecho brasa
se deslíe en mis ojos si me miras?
¿Dónde hiere tu risa y por qué hiere
si con ella me abres la mañana del mundo?
Tu existir me hace un dios y tú me creas.
No hay mayor claridad ni otro misterio.
De "Espejos" 1986 - 1991
Pre-Textos, 1991 Valencia-España
Inmensidad de la noche
En medio de la noche surge a veces
una pregunta, y la noche se agranda,
y es inmensa la noche hasta la angustia.
Como un barco sin luces, silencioso,
surca así nuestro cuarto tanta sombra
que parece sin límites el mundo.
Nos rodea el vacío, es agua oscura
más densa aún que la sangre. Nada se oye,
tan sólo un chapoteo de hondo cieno
allá en lo más profundo de ese agua:
es nuestro corazón. Pero la noche
no cesa de crecer y ya es un ojo
de insoportable desnudez que mira
nuestro terror. Y es esa la pregunta,
y la noche lo sabe y mira entonces
(sólo a veces) el desvalido ser
que somos, con ternura, y vuelve el sueño.
Y la infinita gruta que es el universo
de nuevo resplandece.
De "Espejos" 1986 - 1991
Pre-Textos, 1991 Valencia-España
La sombra
La calle estaba oscura, había llovido
y brillaba la luna en el asfalto.
Una sombra sin sombra me detuvo
impidiéndome el paso. Oí su voz,
de un helado metal que no era humano,
preguntarme ¿qué buscas, di, qué buscas?
Permanecí ante ella silencioso.
¿Qué buscas, di, qué buscas?, repetía,
la angustia y la mentira son la clave,
apréndelo (me dijo), aún no es tarde.
¿Por qué quieres pasar?, ¿dime qué buscas?
Pero no respondí. Sin decir nada,
abrí las negras puertas de mi pecho
y fue mi cuerpo uno con el mundo.
Sombra sin bulto era aquella sombra
y le tuve piedad como a algo vivo.
En la abrasada luz que eran sus ojos
detuve mi mirada un solo instante.
¿Qué buscas, di, qué buscas? Me decían
aún sus ojos ciegos. Nada busco,
le contesté por fin. Se hundió en la noche
de mis ojos aquella extraña sombra
de la que nada supe. Me aguardaba
una infinita calle toda a oscuras.
Oí mis pasos y descansé en mi sueño.
De "Espejos" 1986 - 1991
Pre-Textos, 1991 Valencia-España
La visita del arcángel
Verte, como tras niebla, vuelto el rostro,
oculta la cabeza entre las sombras,
y vislumbrar el suelo ajedrezado,
los hondos muros blancos, la ventana
y tras ella el paisaje, una alta torre
guardando la ciudad que ciñe un muro,
los azules, los verdes, los dorados,
tan exactos que niegan la distancia.
Pisar el mármol frío y acercarme
al sitial donde aguardas silenciosa.
Querer cerrar los ojos y estar lejos,
y sentir que mi pulso se acelera
y que fallan mis piernas, y mirarte,
mirarte sin embargo cuando giras
tu rostro envuelto en luz que no es del mundo
hacia mí que te hablo. Y comprender
con estupor y asombro quiénes somos,
pues reconozco al fin cuál es mi sueño,
y sabiendo cumplido mi destino,
y, extendidas mis alas, regresar a lo alto.
De "Espejos" 1986 - 1991
Pre-Textos, 1991 Valencia-España
Las formas del engaño
De entre todas las vidas que una vida
puede encerrar, tú y yo nunca escogimos
precisamente aquella que podría
habernos hecho odiar todas las otras,
esa que hubiera sido sólo nuestra.
Pero quizás la vida no se escoge
y es ella quien elige. O es el azar
quien le da una medida a nuestros sueños
y los cumple o los niega sin destino,
con una sorda y terca voluntad
que sólo de sí sabe, a pesar nuestro.
O quizá es una forma de destino
lo que ahí se nos muestra oscuramente,
y en el pasado esté nuestro futuro
definitivo ya, antes de escrito,
aunque no acierte el alma a descifrarlo,
pues el tiempo lo cifra y ella es tiempo.
O más sencillamente, acaso sea
todo esto cuestión de cobardía
y nuestro amor, posible o imposible,
una educada forma de engañarnos.
De "Espejos" 1986 - 1991
Pre-Textos, 1991 Valencia-España
Los rostros de la noche
No fue verdad la noche ni tus besos.
En la sombra mentía aquel jardín,
la anaranjada luna entre los árboles,
fríos bancos de mármol, hondos pájaros
desvelados cantando en altas ramas.
No fue verdad tu mano entre las mías,
el olor de tu pelo a hierba fresca,
su abrasado perfume, su perfume.
No fue verdad tu voz, ni tus palabras
que temblaban lo mismo que mi pecho.
Mentía la ternura en tu mirada
como mienten los sueños, como sólo
pueden mentir los sueños, otorgándonos
una felicidad que es de otro mundo
y que en su exacta perfección nos hiere
pues desvela posibles e imposibles
y nos dice un vivir que no es la vida.
no pudo ser verdad, y tú, alma mía,
que viviste esa noche, bien conoces
qué precio ha de pagar tanta cordura.
De "Espejos" 1986 - 1991
Pre-Textos, 1991 Valencia-España
Magia de la noche
Era la noche cálida como lo son tus ojos,
gruta de magia blanca era la noche.
Era la noche cómplice, bajo qué estrellas rotas
cobijamos el sueño de una noche,
de un verano sin noche, de un instante tan hondo
que era nada la vida aquella noche.
Galerías secretas de tus ojos sin bruma,
su nocturno fulgor, su brillo intacto.
Fresca rama tu risa golpeando mi pecho
en esa abierta herida de la noche.
Temblaban nuestras manos unidas en la noche,
y era noche el perfume de tu pelo,
y dolía mirarte como cuando hace frío
y quemaba en mi noche tu mirada.
Cuando besé tus labios, pareció arder la noche.
Igual que un corazón latió la noche.
y fue la noche nuestra y robamos la noche.
Sigilosa la luna nos seguía los pasos.
De "Espejos" 1986 - 1991
Pre-Textos, 1991 Valencia-España
Mágico vivir
Arde aún y es espléndida la llama
de aquel fuego. ¿Recuerdas esas tardes,
el canto de los pájaros; la tenue
veladura de un mar casi tan negro
como tus ojos? Súbita, la vida
nos quemaba por vez primera entonces.
Nosotros, qué podíamos hacer
sino aceptar ese secreto incendio,
su agonía y su éxtasis, fundidos
en un mismo sentir inexpresable.
Hiere aún ese mágico vivir:
ya sólo quiero envejecer contigo.
De "Espejos" 1986 - 1991
Pre-Textos, 1991 Valencia-España
Noche del sentido
Como cuchillos fueron nuestros besos
en tanta sombra hiriéndonos callados.
Vida o muerte nos dimos muchas veces,
tan ebrios de aquel vino con ceniza
que la luna vertía en nuestro pecho.
¿De qué nos escondía nuestra carne?
La luz llegó desnuda, devolviéndonos
lo robado a la noche, su mentira.
y el recelo acampó sus negros potros
en el desierto campo de batalla.
De "Espejos" 1986 - 1991
Pre-Textos, 1991 Valencia-España
Oficio de la costumbre
Del amor a las palabras queda sólo costumbre.
Se hace rito el misterio y un dios inútil
silencioso visita el asolado paisaje de nuestros sueños.
En espejos ardiendo miramos nuestro rostro
y la mano sostiene una flor que es de hielo y ceniza.
Si en ese atardecer canta un pájaro ciego,
¿qué nos devolverá su canto si aguarda ya la noche
para arrancar de nuestros ojos la luz última del mundo?
De "Espejos" 1986 - 1991
Pre-Textos, 1991 Valencia-España
Pájaro de fuego
¿Desde qué paraíso o raro sueño
desciendes hasta mí para mirarme?
Un pájaro que canta hay en tus ojos,
de brillante plumaje y negro pico
y poderosas garras que desgarran
mi pecho con fiereza. Y canta el pájaro
al ritmo de mi sangre que se escapa
con esa misma vida que me das
cuando me hieres tú que eres mi vida.
Canta, pájaro mío, y picotea
mi corazón, tan parecido a un fruto,
cúbreme con tus alas luminosas,
estréchame sin miedo y que tu abrazo
purifique mi alma con su fuego.
Tan sólo así será mía mi vida
y aprenderé tu canto y el secreto
que un día ha de saber aquel que ama.
De "Espejos" 1986 - 1991
Pre-Textos, 1991 Valencia-España
Trasmundo
Más allá del deseo y su luz torpe,
más allá de la risa, al otro lado
de ese instante sin tiempo o la nostalgia,
lejos de la razón, de la locura,
más allá de mí mismo, de la vida,
tan inútil, tan vieja conocida,
más allá de estos sueños, de esta muerte:
tras de la sombra en llamas de tus ojos.
De "Espejos" 1986 - 1991
Pre-Textos, 1991 Valencia-España
Una extraña certeza
Durante muchos años, a menudo
me he acordado de ti, o de tu imagen,
para ser más exacto, pues de aquello
que amamos una vez sólo nos queda
(al igual que de un libro) una muy vaga
impresión general y alguna anécdota.
Y a menudo también me he preguntado,
buscando entre la niebla del recuerdo
no sé si una respuesta, qué dejaste
en mí que sea mío todavía
y si no fue el amor, mi amor por ti
y no tú misma, aquello que aún me importa
y lo que busco aún al recordarte.
Si arde nuestra vida, ¿somos llama
o aquello que se quema y es ceniza?
En esa desmesura que es el tiempo
encuentran su razón amor y olvido,
pero no su medida. Al recordarte,
lo comprendo tan bien, que importa poco
saber o no saber, sino tan sólo
sentir que fuiste parte de mí mismo,
que dentro de mí estás, como mis sueños,
que son y no son yo, pero en mí nacen,
que ya nunca de mí podrás borrarte
y que, quiera o no quiera yo el olvido,
has de seguir viviendo con mi vida.
Qué extraña sensación esa certeza.
De "Espejos" 1986 - 1991
Pre-Textos, 1991 Valencia-España
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