LUISA CASTRO
Luisa Castro Legazpi (n. Foz, Lugo, España; 1966) es escritora y columnista en lenguas gallega y castellana. Actualmente es Directora del Instituto Cervantes en Nápoles, Italia.
Hija de un marinero y un ama de casa, Luisa Castro es la menor de dos hermanas. Publicó sus primeros artículos en El Progreso y El Faro de Vigo a los 16 años. En 1984 comienza sus estudios de Filología Hispánica en Santiago de Compostela y a los 19 años recibe el premio Hiperion de Poesía. Empieza entonces una colaboración semanal con el ABC, y se traslada a Madrid, donde también colabora como articulista en El País, El Mundo y en diversos medios de comunicación. Se licencia en Lingüística por la Universidad Complutense. En 1990 recibe el Premio Rey Juan Carlos de Poesía, y publica su primera novela El Somier, que es finalista del Premio Herralde ese año. A partir de entonces diversifica su carrera como novelista y poeta, y amplía sus estudios en Urbino (Italia)y en Nueva York, a donde se traslada en 1993 con una beca Fulbright para realizar estudios de cine. A su vuelta de Nueva York vive en Barcelona, donde imparte clases de Adaptación Cinematográfica en el Institut d´Humanitats y trabaja como jefa de prensa en la editorial Ronsel. En el año 2001 colabora con el Consello da Cultura Galega y comienza una colaboración con La voz de Galicia. Recibe el premio Azorín por su novela El secreto de la lejía, publica Viajes con mi padre, el libro de poemas Amor mi señor, y la novela La segunda mujer, que recibe en el año 2006 el premio Biblioteca Breve. Ha recibido también el premio Torrente Ballester por su libro de cuentos Podría hacerte daño, y el premio Puro Cora de Periodismo. Sus colaboraciones periodísticas de La Voz de Galicia están recogidas en el libro Melancolía de sofá (Xerais, 2009) y una selección de su columna semanal en ABC durante diez años se encuentra recogida en el libro Diario de los años apresurados (Hiperion, 1997). Ha impartido conferencias y lecturas en universidades europeas, americanas y de Oriente Próximo, y Cursos sobre novela y poesía en la USC, entre otras instituciones.
Obras
Poesía
Odisea definitiva. Libro póstumo (Madrid, Arnao, 1984). 40 páginas, ISBN 84-86305-05-5.
Los versos del eunuco (I Premio Hiperión; Madrid, Hiperión, 1986). 76 páginas, ISBN 84-7517-178-8.
Baleas e baleas (accésit del VI Premio Esquío; Ferrol, Sociedad de Cultura Valle-Inclán, 1988). ISBN 84-86046-28-9.
Los seres vivos (1988).
Los hábitos del artillero (VI Premio Rey Juan Carlos; Madrid, Visor, 1989). 62 páginas, ISBN 84-7522-251-X.
Ballenas (Madrid, Hiperión, 1992). Edición bilingüe del poemario Baleas e baleas. 114 páginas, ISBN 84-7517-357-8.
De mí haré una estatua ecuestre (Madrid, Hiperión, 1997). 82 páginas, ISBN 84-7517-499-X.
Señales con una sola bandera: poesía reunida 1984-1997 (Madrid, Hiperión, 2004). 304 páginas, ISBN 84-7517-768-9.
Amor mi señor (Barcelona, Tusquets Editores, 2005). 144 páginas, ISBN 84-8310-437-7.
Novela
El somier (finalista del VIII Premio Herralde; Barcelona, Anagrama, 1990). 192 páginas, ISBN 84-339-0912-6.
La fiebre amarilla (Barcelona, Anagrama, 1994). 176 páginas, ISBN 84-339-0976-2.
El secreto de la lejía (XXVI Premio Azorín; Barcelona, Planeta, 2001). 256 páginas, ISBN 84-08-03834-6.
Viajes con mi padre (Barcelona, Planeta, 2003). 232 páginas, ISBN 84-08-04636-5.
La segunda mujer (Premio Biblioteca Breve 2006; Barcelona, Seix Barral, 2006). 320 páginas, ISBN 84-322-1217-2.
La sota de Esquilache, 2006, con Raúl del Pozo, publicada por el suplemento Campus (El Mundo).
Relatos
Podría hacerte daño (XVI Premio Torrente Ballester; La Coruña, Ediciones del Viento, 2005). 200 páginas, ISBN 84-934060-5-8.
Artículos
"Carmen Martín Gaite". En Retratos literarios: escritores españoles del siglo XX evocados por sus contemporáneos (ed. de Laura Freixas; Madrid, Espasa Calpe, 1997, pp. 306-307). 398 páginas, ISBN 84-239-8624-1.
Diario de los años apresurados (Madrid, Hiperión, 1998). 154 páginas, ISBN 84-7517-536-8.
Melancolía de sofá (2009).
Premios
1986 Premio Hiperión por Los versos del eunuco
2001 Premio Azorín por El secreto de la lejía
2006 Premio Biblioteca Breve por La segunda mujer
AGONÍA
Tú no vienes.
Te sientas a mi lado
y te gusta hacer preguntas
y esperas
que yo extraiga un pez brillante
del fondo del lago.
Pescadora no soy.
Nadie me ha visto enturbiando la orilla del río
con unas botas de agua.
Lo que estremece al buscador de oro,
ese brillo convulso,
para mí es dolor.
De "De mí haré una estatua ecuestre" 1997
ANTES DE SER ÁRBOL FUI CAZADOR
Antes de ser árbol fui cazador,
cacé ciervos,
cacé orugas,
cacé negros caballos de río,
cacé pájaros distintos en el ala de la noche,
cacé nobles dentaduras de conejo,
cacé un asno antiguo en el ojo de la higuera,
cacé vacas gordas con el cuerno habitado de pistilos.
cacé larvas para ti de pequeñita muerte,
cacé libélulas con el cuello dibujado
y rostros de sirena en el culo del invierno
cacé.
Antes de ser puente fui incendiaria
y en cada cabello abrí una brecha
como un barco.
Sabía el fuego,
conocía las artes. Parte de mis dedos
se ardieron y así vistes: piel bajo
la piel, en el útero
cenizas
y así nazco.
Ahora soy domador. Vivo en el circo
y luego lo peor
cuando la fatiga y la tarde
y una plantación de eunucos que regar
en el corazón imberbe de la tierra.
De "Los versos del Eunuco" 1986
AUNQUE SE RÍAN DE LOS VERSOS
QUE TE ESCRIBO
Aunque se rían de los versos que te escribo
y que dejo escondidos en las mantas del catre,
pedaleo.
Y Vegadeo es de lejos un fósforo encendido,
llevo alas en las ruedas,
voy en llanta,
pero conozco el paisaje y tengo alma
porque hago amistades
con recuas de perros de varios pueblos
y diversa índole.
Me ladran porque te amo.
Se arrojan a mis zapatos como fanecas salvajes.
De "Ballenas" 1988
BUCEA
No llenes el foso de cocodrilos,
no lo hagas, bésame,
yo luego no podré tirarme de cabeza
y todo terminará como siempre
sin haber empezado.
Llévate mi vida, deja en paz mi pelo,
lleva todo lo que tengo, nunca encontrarás
el nudo oculto de mi cabeza, no me des
la lata más, no me dejes un regalo
ni quieras beberte mi copa, llévate
mi vida
y no me mires más.
Sólo bucea,
clava el arpón en tu presa,
afina y discierne
porque ya no eres joven.
De "De mí haré una estatua ecuestre" 1997
BUENAS NOCHES
Yo sólo espero
que llegue la noche para poder dormir.
Darán las once -no es la hora
todavía
de que se acuesten los niños-.
Un poco más y podré cerrar los ojos
hasta mañana.
El día me despertará
con la misma disculpa de siempre.
Le perdonaré, sí.
**
Yo sólo deseo
que pase el tiempo y por fin llegue la muerte.
Que pase sobre mi cabeza y mi cuerpo
corriendo
hasta que pueda decir
basta, ya me has bautizado,
nada nuevo sucederá
si dejas caer sobre mí
el agua y tus bendiciones.
Sólo deseo eso.
Que pase el tiempo deprisa,
que llegue la vejez
y ya nada importe,
sólo lo que a solas en mi corazón sobreviva,
sólo lo que me acompañe hasta allí
y también allí
todo eso me abandone.
De "De mí haré una estatua ecuestre" 1997
CAE IMPENITENTE UNA LLUVIA DE PALOS
UNA VIRGEN SE LAMENTA
De noche cuando el eunuco
duerme
soñando con mi tercera muerte y mi corazón
divide el oro de la sangre
un pequeño temblor me habita por la boca.
Pulsar útiles arpas
entonces,
templar cálido hierro, cerrar
sobre algún sexo las manos aún gritando
sólo puedo morir, sólo puedo morir,
quizás signifique
estar cerca
de mi soledad con un nudo.
Quizás signifique verter fotografías en una zona
a menudo extranjera
golpeando una arena cimentada.
Pero cuando duerme o se empeña en la venta de
mis bienes,
en mi rostro sobre el palo, sólo queda
morir, sólo
queda morir, lo doloroso
es la mañana con himno y camareras,
lo doloroso
es mi cuerpo con andamiaje de ola como edificio
de
aire.
A las cinco se llena de mujeres como
un parque.
A las seis un viento que oscurece
lo recorre como un
sable.
De "Los versos del Eunuco" 1986
CASI MEDIODÍA
I
Pero te dejo ir, te marchas, y yo ya no recuerdo
si debo sufrir, si es mi hora, mi llanto,
mi Penélope,
mi asiento duro y fácil
de tejedora a la sombra de una espera inconmovible:
te dejo ir y la mañana
cae espesa y ruidosa,
se postra en mis pasillos,
invade las cocinas y yo ya no te amo
porque no, no es del todo cierto un dolor tan constatable.
Te dejo ir y avanzas confusamente entre los parques,
estropeándolo todo con las huellas de
tus botas
grandes de soldado rubio.
Te vas a la guerra y decir miedo,
verte desaparecer diciendo hambre,
verte caminar con la muerte sonriéndote en la espalda,
prostituta de quince minutos estrechos
en la primera esquina, junto
a la tienda de puñales.
II
Y no, no es del todo cierto un dolor tan apreciable
porque hay una cosa entre los frigoríficos
que se llama resurrección
y cada hora decapitada, cada segundo
mutilado, cada vinculación ahí afuera
supone que los perros van a desaparecer algún día
con su fidelidad que traiciona rebaños,
con su estúpida conducta de amor incondicional y severo.
No es del todo cierto eso de que yo sufra,
pregúntale a una esfinge sin brazos
y con la nariz incompleta
si me ha visto pasar con lágrimas y duelo.
Quieren responderte con la misma frase lapidaria,
hija de siglos,
¡ah!, qué terrible llanto las cariátides, qué terrible llanto,
pero yo
no pertenezco a la historia
y no tengo amistades de piedra.
Yo, dulcemente, he llegado a la desmesura del amor,
a la cintura estrechísima de la soledad, dulcemente,
etcétera,
y mi alma alargada por el uso, estirada
y ensanchada
por los viajes fugitivos de tu cuerpo
acumula el aire y flota,
mi alma floja, preguntándose
qué es esa cosa de que te miren
todas las ciudades, de que te acojan todas las
Venecias.
De "Odisea definitiva" 1984
DEJÉ DE TRANSMITIR SUS SEÑALES
E INTERPRETÉ LAS MÍAS
Cuando las gaviotas se lo coman todo
y en los esqueletos de los barcos proliferen
los insectos,
seguirás preguntándote qué hice contigo
después de recordarte.
Porque después del recuerdo vienen otras cosas
que no conociste,
que tampoco conocí porque desaparecían
al ritmo ligero de lo no deseado.
Pequeñas rozaduras que envejecían el instinto
de retenerte
y que no hacían daño, como ahora las gaviotas.
Todavía no, pero las veo gordas
sobre sus patas tiesas de aferrarse a los ahogados
y comerles los ojos
sin movimiento.
Porque no opone resistencia la carroña
engordarán tranquilas.
Pero todavía no,
aunque las vea.
De "Los hábitos del artillero" 1990
INOCENCIA
Se acabó la inocencia.
Era una bebida empalagosa y breve,
una comida exótica,
ahora ya lo sé.
La probé.
De esas cosas que se toman un día
y siempre las recuerdas,
de esa gente que te encuentras
y no vuelves a ver.
Nunca sabrás lo que pasaría
en el banco de la inocencia.
Con los pies colgando
allí sólo vive la gente que no recuerdas,
lo que nunca ha pasado.
Te sentaste un momento
a escuchar desde lejos la orquesta.
Era duro y solitario
el banco de la inocencia.
Demasiada prisa en volver
como para no olvidarte algo.
Ahora ya lo sabes,
la inocencia es esa gente
que se quedó tu chaqueta.
MI MADRE TRABAJA EN UNA FÁBRICA
DE CONSERVAS
Mi madre trabaja en una fábrica de conservas.
Un día mi madre me dijo:
el amor es una sardina en lata. ¿Tú sabes
cómo se preparan las conservas
en lata?
Un día mi madre me dijo: el amor es una obra de arte en lata.
Hija,
¿sabes de dónde vienes? vienes
de un vivero de mejillones
en lata. Detrás de la fábrica, donde se pudren
las conchas
y las cajas de pescado. Un olor imposible, un azul
que no vale. De allí vienes.
¡Ah!, dije yo, entonces soy la hija del mar.
No.
Eres la hija de un día de descanso.
¡Ah!, dije yo,
soy la hija de la hora del bocadillo.
Sí, detrás, entre las cosas que no valen
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