Rogelio Guedea
Rogelio Guedea es un poeta, ensayista, novelista y traductor mexicano. Nació en la ciudad de Colima el 1 de abril de 1974. Es licenciado en Derecho y Lengua y Literatura españolas por la Universidad de Colima y doctor en Letras por la Universidad de Córdoba (España). Fue becario del Fondo para la Cultura y las Artes y director de la colección de poesía El pez de fuego. Actualmente es columnista de los periódicos mexicanos El Financiero y La Jornada y profesor de tiempo completo en Universidad de Otago en Nueva Zelanda. El 15 de diciembre de 2008 se ha alzado con el 62º Premio Adonáis de poesía.
Poesía
Los dolores de la carne (Praxis, 1997)
Testimonios de la ausencia (Praxis, 1998)
Senos sones y otros huapanguitos (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2001)
Mientras olvido (Premio Internacional de Poesía Rosalía de Castro 2001) (Follas Novas, 2002)
Ni siquiera el tiempo (Instituto Mexiquense de Cultura, 2002)
Colmenar (Editorial LunArena, 2004)
Razón de mundo (Premio Nacional de Poesía Amado Nervo 2004) (Secretaría de Cultura de Nayarit, 2005)
Fragmento (Premio Nacional de Poesía Sonora 2005)(Instituto Sonorense de Cultura, 2006)
Borrador (Diputación Provincial de Málaga, 2007)
Corrección (Praxis, 2008)
Kora (Premio Adonáis 2008) (Ediciones Rialp, 2009)
Exilio (Rilke Ediciones, 2010)
Campo minado (Aldus, 2012)
Si no te hubieras ido/ If only you hadn't gone (Cold Hub Press, 2014)
Novela
Conducir un tráiler (Random House Mondadori, 2008) Premio Memorial Silverio Cañada 2009.
41 (Random House Mondadori, 2010) Premio Interamericano de Literatura Carlos Montemayor 2012.
Vidas secretas (Ediciones B, 2012)
El crimen de Los Tepames (Random House Mondadori, 2013)
La mala jugada (MacMillan-Ediciones Castillo, 2013)
Antología
Los decimonónicos (antología poética colimense del siglo XIX) (Universidad de Colima, 2001)
Árbol de variada luz (antología de poesía mexicana actual, 1992-2002) (Universidad de Colima, 2003)
A contraluz (reflexiones sobre poesía y poéticas) (Fondo Editorial Tierra Adentro,2005)
Cruce de vías: una mirada oceánica a la cultura hispánica (Aldus-Universidad de Otago-Universidad Veracruzana, 2010)
El canto de la salamandra: antología de la literatura brevísima mexicana (Ediciones Arlequín, 2013)
Ensayo
La enseñanza literaria (Universidad de Colima, 1999)
Poetas del Medio Siglo: mapa de una generación (UNAM, 2007. Colección Poemas y ensayos)
Oficio: leer (Aldus-Secretaría de Cultura de Colima-Universidad de Colima, 2008)
Reloj de pulso: crónica de la poesía mexicana de los siglos XIX y XX (UNAM, 2012. Colección Poemas y ensayos)
Tiempo quebrado: la poesía de Jaime Sabines (Lectorum, 2014)
La brújula de Séneca: manual de filosofía para descarriados (Grupo Editorial Almuzara, 2014)
Narrativa Ultracorta
Al vuelo (Universidad de Colima-Mantis Editores, 2003)
Del aire al aire (Thule Ediciones, 2004)
Caída libre (Editorial Colibrí, 2005)
Para/caídas (Editorial Ficticia-Secretaría de Cultura de Colima, 2007)
Cruce de vías (Editorial Menoscuarto, 2010)
Pasajero en tránsito (Ediciones Arlequín, 2010)
La vida en el espejo retrovisor (Editorial Lectorum, 2012)
Viajes en casa (Ediciones del Ermitaño, 2013)
Crónica
Crónicas del reincidente (Universidad de Colima, 2006)
Traducción
Azul amarillo, Ron Riddell (Diputación Provincial de Málaga, 2007)
Premios
Premio Interamericano de Literatura Carlos Montemayor (2012), (41).
Premio Memorial Silverio Cañada (2009), (Conducir un tráiler).
Premio Internacional de Poesía Gilberto Owen (2008), (Anotación).
Premio Adonáis de Poesía, (2008), (Kora).
Premio Nacional de Poesía Sonora (2005), (Fragmento).
Premio Nacional de Poesía Amado Nervo (2004), (Razón de mundo).
Premio Internacional de Poesía Rosalía de Castro (2001), (Mientras olvido).
Reminder
Una mujer no se hace con la sombra de la primavera,
tampoco se hace una mujer como tu hombro con un trozo de la noche
que olvidaste.
Ni con el alero de una casa de campo, tampoco
con la mano que lleva puesto un guante.
Una mujer como tu cuerpo que nace no se hace cinco minutos
antes de salir al trabajo. En medio del desayuno: no.
Ni durante el almuerzo con los colegas tampoco.
Una mujer es otra cosa distinta a una espalda recargada contra un árbol.
Es una garza distinta.
Y no se hace escribiéndola día a día, o borrándola noche a noche,
ni siquiera pensándola se hace,
no es una fecha en que debamos encontrarnos
ni un pañuelo blanco largo para despedirse.
Una mujer es siempre otra cosa,
más allá de lagos o edificios está,
no le aseguran la vida un seguro de vida o una cuenta bancaria,
una jubilación o una casa en renta,
nadie podría intimidarla con una navaja de rasurar
o enternecerla con un ramo de rosas blancas.
Una mujer no existe porque tú existes,
no se hace con lo que eres o no eres,
no te pertenece.
Una mujer es simplemente un hombre de buenos modales,
lo quieras o no, y siempre te permitirá caer, a ti primero,
en el siguiente abismo.
tenía tiempo que no me asomaba a la ventana
Para Judith Sabines
tenía tiempo que no me asomaba por la ventana,
lo hice después de la charla de sobremesa que tuve con mi mujer,
casi antes de ver entrar en el garage el automóvil del vecino,
cuando ya los niños dormían, tenía tiempo que no hacía la sobremesa con mi mujer, y que no me levantaba para asomarme por la ventana y ver, al fondo, más allá de las ramas del sauce, el mar, vi el mar como si se tratara de una acuarela de Rembrandt, aunque en realidad no sé si Rembrandt
pintó acuarelas alguna vez en su vida, le dije a mi mujer “ese paisaje se parece a una acuarela de Rembrandt que vi aquel día en el museo de París”, pero mi mujer no me escuchó o no quiso escucharme, como suele pasar, y siguió raspando el fondo del plato con la cuchara, removiendo los restos de comida, abstraída de todos y de todo, entonces, mientras miraba a través de la ventana la acuarela de Rembrandt, recordé lo que habíamos charlado en la sobremesa, habíamos pasado de temas sin importancia (lo caro del recibo de luz, el mal servicio telefónico, las jugosas naranjas de temporada) a temas más graves, y fue ahí donde mi mujer, que no había visto a través de la ventana la acuarela de Rembrandt, me dijo que hacía tiempo que ya no
me quería, como pensé que bromeaba seguí con el cuento
de las papas cocidas y el pan dulce, pero ella volvió a traer el tema
al centro de la mesa diciendo que hacía ya mucho tiempo
que no me quería, y que si la apuraba no tendría ningún inconveniente
en decirme que en realidad nunca me quiso, y que si no quería creerle que no le importaba pero que era cierto, tan cierto como la acuarela de Rembrandt que estaba viendo a través de la ventana, una acuarela que
atisbaba un cielo raso, azulísimo, sobre un mar de lluvias, y el cielo raso, recuerdo, era como sus ojos, como los ojos de Rembrandt, cuando
miraba como yo a través de la ventana, su mano que titubeaba al trazar
el contorno de mis derrotas, su mano que fue dibujando en mi nuca,
inconmovible, todo el olvido de mi mujer.
El oficio
Compró el estuche para la guitarra, pero no la guitarra.
Trajo la jaula del pájaro, pero no el pájaro.
Edificó el ventanal del paisaje, pero no el paisaje.
Consiguió el cauce del río, pero no el río.
Cuando todo lo hubo reunido (estuche, jaula, ventanal y cauce),
se sentó a las afueras de su casa satisfecho,
tranquilo.
Los que cruzaban por la otra acera
(guitarra en el brazo, pájaro en el hombro,
paisaje en los ojos o río)
le levantaban el brazo,
su brazo y su adiós consternados,
compasivos.
No todos somos como ustedes
Palabras contra la represión.
Palabras como un muro de piedra alto contra la represión.
Palabras para escribir en el pizarrón de la escuela primaria
donde estudiaste: “No a la represión”.
Palabras para escribir en los baños públicos
de las plazas: “Sí a la libertad de expresión”.
Palabras que no se parecen a las palabras agujereadas
de los discursos oficiales.
Palabras contra las falsas palabras de los discursos universitarios.
Palabras contra la enfermedad represiva
(lumbalgia represiva, peritonitis represiva, tos represiva).
Palabras para repartir en volantes en la glorieta
de la siguiente esquina: “Diga no a la represión”.
Palabras para celebrar lo que han escrito Eduardo Galeano,
Juan Gelman, José Saramago, etcétera, contra la represión.
Palabras para no olvidar que todo represor
siempre será muy poca cosa.
Palabras para tomar el té frente al mar de Nueva Zelanda.
Palabras para bañarse en el mar en calma de Nueva Zelanda.
Palabras como una barca que nos aleja de la represión
en el mar en calma de Nueva Zelanda.
Palabras para los que maniataron las palabras contra la represión.
Palabras para que todos aquellos que no pueden levantar la voz
se expresen en estas mismas palabras que escribo yo.
Asonancia V
A diario en un cuerpo distinto apareces
a diario en la misma casa
y yo busco entre los nombres que tienes
soledad aurora esperanza
y me meto en tu boca como en un agua
siempre renovada
dices que eres la misma en la misma
tarde clara
y yo sé que no porque de noche recuerdas
mis ojos
y me tocas y me cantas
pero qué tengo que decirte yo amor
si tú lo sabes todo y sin embargo callas.
Bucólica
Y anduve tu cuerpo tierno como el retoño
del alba
a caballo lo anduve de un falsete
a otro
de sol a lluvia
de arroyo a tarde a pie
como quien busca un cabrito perdido
como quien come pitayas ensangrentadas
lo anduve
así
en esa noche en que alborotada te elevabas
del maizal
como güilota al tronar de mi escopeta.
debajo de su altura una gaviota
no sabiendo,
y dado que vuelve con su ortiga arrodillada
en un ojo,
que allá,
tras esto o aquello (oficinas, candelabros,
british english),
lejano pero aquí naciente,
el mar:
y no sabiendo -ni mucho menos,
ahora que escucha
recostado en un hombro:
La traviata,
el son cubano,
su bolero inminente,
que todo va en su tránsito de ser
y recomienza,
pero siempre mismo,
el mar:
todo y mientras tanto,
dado que pájaro o espuma,
dado que cae de cielo en cielo,
de país en país,
convertido, a veces,
en silencio de la piedra,
(y ya es bastante),
o mujer: y suficiente,
el mar:
oído en estas horas sin ventana,
cierto como el pie bajo su escombro.
Del silencio
Mientras el cuerpo nos protege
del desastre
y un turbión hace cauce en nuestras venas
y se nos cubren los ojos de raíces agrias
mi alma sabe que allá del otro lado
en la esquina o tienda o consultorio
también tú te sufres en la oscuridad
con los brazos abiertos
para recibirme.
Ella es yo
Porque te conozco
porque adivino a qué horas
en qué rincón
porque te descubro leyendo las cartas
tristes que te envío
los besos al mayoreo
los regaños que firmas con tu nombre
porque entiendo que no gustas de lavar
un calcetín
y no de salir en las mañanas a comprar
para el almuerzo
el pan de ausencia que habrá de consolarte
porque un botón de la camisa que me pongo
a diario
de la única camisa de hombre bueno
que me queda
te hace llorar hasta el fondo de mí
y me hiere
porque estás conmigo
y sé lo que tú eres
me conozco
Diatriba
Si los otros
los que llegan a deshoras
y se marchan
los que respiran comen
y se acuestan
supieran que te quiero hasta la punta
del mediodía
y que tú también me quieres
y nos queremos
no les dolería vemos tan cansados del amor
tan agobiados
en esas noches en que apagamos la luz
para olvidamos un poco.
La tierra donde crece
Qué alegres las semanas y los días contigo
qué mar en calma eres cuando estoy
cuando acostados uno encima de otro me preguntas
algo que he olvidado
o te recuestas como sabes
y arrancas las costritas de una nostalgia
o de una lluvia triste como todas las lluvias
que hay en mí
qué alegre sabemos en una casa solos
en una ciudad
sin que el vecino se entere de que sufres
o gozas cortándome las uñas
y que tú y yo nos bañamos al amanecer
y hablamos de un cigarro
o de un botón
cuando alguien habla de la mujer
que ha regresado
qué alegre todo esto de no saber quién soy
sino por ti
de no saber si estoy contigo
que ahora me miras
para reconocerte
lighthouse
el poema que escribí ayer,
el escrito a ojos vistos de la noche,
su cuerpo de espaldas a tu cuerpo,
reposa (y ahí está) todavía
esperando andar/
nada anda (desde entonces) si tú no haces o señalas,
si no construyes
o derribas,
en tu altura/
hoy (es decir: jamás) descubrí su caracol en llamas,
su mapa de pájaros y espumas,
su círculo sin calles o vigilias:
herida o no, hay una carta,
por ejemplo/
una mesa intalterable,
otra verdad ligeramente en pie/
todo (y hasta tus manos, que no son) termina,
se hace viento
y recomienza.
Remanso
Tus ojos claros me convencen
y me convences tú que estás en ellos
yo que soy tus ojos
y que miro un rayo de luz que hay en ti
de esa luz que alumbra un rincón
una mesa donde se aman amor y desamor
el punto exacto del encuentro no por azar
sino por cita previa
a tales horas
esa tuya luz está precisa siempre para alumbrar
adioses bienvenidas
para decimos claramente que es ahí ahí donde hay
que poner los ojos
para no perder rumbo y distancias
auras horizontes
por eso yo tus ojos soy
y por ti no pierdo ni un detalle
ni un suceso
ni un encuentro bueno o malo en fin
porque tus ojos claros me convencen
tus ojos que me alumbran para verme desde ti
en qué amor ando
en cuál dolor
Testamento
Debo confesar que la he visto desnuda
dormir con la luz encendida
derrotada al fondo de la cama sucia
entre las colchas manchadas por pleitos anteriores
debo confesar que otras bocas han pronunciado
sus más austeras cicatrices
y se han burlado conmigo de todas las lluvias
que carga tan lloradas
y la han maltratado como a una perra sarnosa
debo confesar que también desnuda se levanta
para ir al baño
y lee las cartas que le escribo cuando no estoy
Cuando de algún modo me ausento
y la he encontrado en otros labios que descubro
por la calle
y la he besado en otros rostros ligeramente fríos
debo confesar que he salido a oscuras de su cuerpo
a cazar otros cuerpos
y en esos cuerpos sin lamentos ella está
más profunda todavía más cercana sin saberlo
como si esas voces que me llaman fueran distintas
amarguras
como si esa carne extraña conociera ya
el rumbo de mis manos.
Un canto sin orillas
poema que va naciendo con la luz del pájaro, esta mañana,
aquí, en el
compás de lo imprevisible/
escritura que no conspira contra nadie
y hasta en ello se equivoca/
¿se equivocan acaso los que aman?
¿también los que no aman se equivocan?
si ha dicho luz, ha dicho pájaro: esta mañana,
aquí/ pero mejor si ha dicho lo imposible: el agua fría del surtidor
que lo moja, el tierno verdor de tus ojos, una camisa de fuerza
lo imborrable,
¿lo ha dicho entonces? ¿se quedó en la mitad del éxtasis, con la mujer
montada en sus palabras, una noche?
si ha dicho pájaro, ha dicho luz:
y está cantando.
Vivirnos
La quiero porque tiene una orquídea
en los ojos tristes
porque se levanta ausente de mí
y me recuerda
y yo me ayunto a su piel y la acaricio
me toco en la guitarra su canción
esa canción que hacía que ella por ella misma
caminara
sin necesitarme
sin pedirme una mano
sin mis ojos
ahora no puede respirar si del aire de mi aire
no le doy
si mis latidos no laten
ella no puede hacerse a la comida ya sin mí
no sale a la calle sin decir gordito ahorita vengo
voy por las tortillas
no me tardo
me espera con la luz encendida debajo de las sábanas
y cuando llego vuela de un aire a otro aire
brilla en la oscuridad como luciérnaga
se adelgaza y se agranda como un resorte vivo
la quiero porque a veces pienso que soy yo mismo
y a veces cuando va de visita con amigas
o la saluda aquel muchacho que la quiere aún
o todavía
lo mismo da
yo me descarno me rasguño me deshueso
y eso que pienso a veces
eso de que yo soy ella y ella yo conmigo
lo confirmo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario