jueves, 15 de diciembre de 2011

AIMÉ CÉSAIRE [5.415]


Aimé Fernand David Césaire 


(Basse-Pointe, Martinica, 26 de junio de 1913 — Fort-de-France, 17 de abril de 2008) fue un poeta y político francés. Fue el ideólogo del concepto de la negritud y su obra ha estado marcada por la defensa de sus raíces africanas.


Poeta esencial de la experiencia surrealista que liderara en Francia André Breton. El principal libro de Césaire, es ni más ni menos que Las armas
milagrosas, en el cual emerge una extraordinaria combinación  de escritura automática y subyugante paisaje tropical de onírica fosforescencia, y en el que también anida una mitología fantástica de alucinantes congregaciones vegetales, de especies animales,  de variedades marinas y otras señales terrestres. Fue profesor  de literatura, diputado comunista por Martinica y Alcalde.



En un reciente conversatorio realizado en La Habana (Cuba) en la    
Sala Manuel Galich de Casa de las Américas y como parte de las 

celebraciones por el bicentenario de la independencia de Haití,  el Centro de estudios del Caribe propició un acto cultural, a cargo  de los poetas Rogelio Martínez Furé y Nancy Morejón, sobre las  influencias de la nación haitiana en la creación del bardo y pensador martiniqueño Aimé Césaire. De las ideas allí expresadas, continúa  el reporte de Ventana, se habló de las diversas instancias en las 


que el poeta Aimé Césaire debió experimentar en Europa:


"Al regresar a la Martinica en 1939, huyendo del fascismo que se 
había apoderado de Europa, Césaire se reencuentra con el Caribe y “su  
matriz africana que nos nutre”, según Martínez Furé. Entonces visita  Haití que lo deja “golpeado, transformado e iluminado” y queda “prendado y comprometido” con ese país y su realidad”. Durante  los cuatro meses que vivió allí se encuentra con el francés André Bretón  y el cubano Wilfredo Lam. Dos grandes muestras de la impresión  que causó Haití en Césaire son la biografía que escribió de Toussaint  Louveture (1962) y su obra de teatro La tragedia del Rey Cristóbal,  basada en la vida de Henri Christophe y estrenada en Cuba  en la década del sesenta, solo tres años después de haberse  presentado en París."



Obras (en francés)


Œuvres complètes (tres volúmenes), Fort-de-France, 1976.
Poesía:
Cahier d'un retour au pays natal, Paris, 1939
Les Armes miraculeuses 1946
Soleil cou coupé 1947
Corps perdu (grabados de Picasso), Paris, 1950
Ferrements, Paris, 1960
Cadastre, Paris, 1961
Moi, laminaire, Paris, 1982
La Poésie, Paris, 1994



ELEGÍA

El hibisco no más que un ojo reventado
de donde pende el hilo de una larga mirada, las trompetas de esparavanes
el gran sable negro de los flamboyanes, el crepúsculo llavero siempre tintineante
las arecas indolentes soles que jamás se pusieron por traspasadas por un alfiler que las tierras que se saltan la tapa de los sesos
no dudan nunca en incrustarse
hasta el corazón, los fantasmas horrorosos, Orion
la extática mariposa que los pólenes mágicos
crucificaron sobre la puerta de las noches cimbreantes
los bellos tirabuzones negros de las cañafístulas mulatas
altaneras cuyo cuello tiembla levemente bajo la guillotina

y no te sorprendas si en la noche gimo más hondamente o si mis manos estrangulan más sordamente es el tropel de viejas penas que hacia mi olor negro y rojo en escolopendra
alarga la cabeza y con una insistencia en el hocico aún blanda y desmañada busca más dentro mi corazón de nada me sirve entonces apretarle contra el tuyo y perderme en la espesura de tus brazos que acaba por encontrarlo y muy gravemente de manera siempre nueva
lo lame amorosamente
hasta que brota salvaje la primera sangre
bajo las bruscas garras desplegadas del
DESASTRE




CUERPO PERDIDO

Yo que Krakatoa
yo que todo mejor que monzón
yo que a pecho descubierto
yo que carraspeo como un árgano viejo
yo que balo mejor que una cloaca
yo que fuera de gama
yo que Zambeze frenético o rombo o
caníbal
quisiera ser cada vez más humilde y más manso
siempre más grave sin vestigio ni vértigo
caer hasta perderme
en la viviente sémola de una tierra bien abierta
Fuera una neblina en lugar de atmósfera no
sería nada sucia
cada gota de agua conteniendo un sol
cuyo nombre idéntico para todas las cosas
sería el ENCUENTRO MAS TOTAL
de tal suerte que no se sabría a ciencia cierta
si cruza una estrella o una esperanza acaso
o un pétalo de flamboyán
o una retirada submarina
que las antorchas de las medusas aurelias frecuentan
Imagino que entonces la vida me bañaría por completo
mejor la sentiría palpándome o mordiéndome
tendido sentiría llegarme los olores al fin liberados
cual manos caritativas
que me atravesarían
para mecer largos cabellos
más largos que ese pasado que no puedo alcanzar.
Cosas apartaros, haced sitio
a mi reposo que alza en oleaje
mi cresta terrible de raíces fondeadoras
buscando dónde asirse
oh cosas, yo sondeo y sondeo
yo, el cargador, soy portarraíces
yo peso, fuerzo y arcaneo
y ombligueo
Ah, quien hacia los arpones me lleva
estoy muy débil
silbo, sí, silbo cosas muy antiguas
de serpientes de cosas cavernosas
Soy oro viento paz aquí
y contra mi hocico inestable y fresco
poso contra mi rostro corroído
tu frío rostro de risa descompuesta.
El viento, ay, lo escucharé aún
negro, negro, negro desde el fondo
del cielo inmemorial
un poco menos fuerte que hoy en día
pero demasiado fuerte sin embargo
y ese loco aullido de perros y caballos
que envía a nuestra persecución siempre cimarrona
mas a mi vez en el aire
me alzaré en un grito tan violento
que voy a salpicar al cielo entero
por mis ramas destrozadas
y por el chorro insolente de mi barril herido y solemne
ordenaré a las islas existir.



CONQUISTA DEL ALBA

Morimos nuestra muerte en bosques de eucaliptos gigantes
acariciando encalladuras de paquebotes absurdos
en el país para crecer
drosera irrespirable
paciendo en las desembocaduras de las claridades sonámbulas
ebria
muy ebria guirnalda arrancando demostrativamente* nuestros pétalos sonoros
en la lluvia campanularia de sangre azul,

Morimos
con miradas creciendo en amores extáticos en salas carcomidas
sin palabras que se opongan en los bolsillos, como una isla
que se hunde en la explosión brumosa de sus pólipos
—la noche,

Morimos
entre sustancias vivientes hinchadas anecdóticamente
de premeditaciones
arborizadas que sólo regocijan, que sólo se insinúan en el corazón mismo
de nuestros gritos, que únicamente reverdecen con voces de niño,
que solamente
trepan a lo largo de los párpados en el peldaño
agujereado miriápodos sagrados lágrimas silenciosas,

Morimos de una muerte blanca floreciendo de mezquitas su dintel de espléndida ausencia donde la araña de perlas saliva su ardiente melancolía de mónada convulsiva

en la inenarrable conversión del Fin

Maravillosa muerte de nada Una esclusa alimentada en las fuentes más secretas de la ravenala se ensancha en grupa de gacela desprevenida

Maravillosa muerte de nada.

Las sonrisas escapadas al lazo de las complacencias deshácense sin precio de las joyas de su infancia en plena feria de sensitivas en delantal de ángel en temporada liminar de mi voz sobre la suave pendiente de mi voz a voz en grito para dormirse.

Maravillosa muerte de nada

¡Ah! El penacho depositado de los orgullos pueriles
las ternuras adivinadas
he aquí con puertas más pulidas que las rodillas de
la prostitución—
el castillo de los relentes— mi ensueño
donde adoro
con la aridez de los corazones inútiles

(salvo del triángulo orquial que sangra violento como el silencio de las tierras bajas)
brotar
en una gloria de trompetas libres con cascara escarlata
corazón no mantecoso, sustrayendo a la ancha voz de los precipicios
incendiarios y embriagadores tumultos de cabalgata


CADÁVER DE UN FRENESÍ

el recuerdo de un camino que sube mucho a la sombra de los bambúes di guarapo que vuelve a inventarse siempre y el olor de los ciruelos de España
se dejaron olvidadas
las enaguas del mar
los tiempos de la infancia
el parasol de los coccolobis

al llegar a la curva me vuelvo y miro por encima del hombro
de mi pasado lleno del ruido mágico en el momento preciso
siempre incomprensible y angustioso del fruto del árbol del pan
que cae rodando hasta el barranco en donde nadie lo encuentra
la catástrofe se ha hecho un trono instalándolo demasiado alto
del delirio de la ciudad destruida es mi vida incendiada

Dolor tú perderás
él hábito que se grita:
que he soñado con el rostro torcido
boca amarga he soñado con todos los vicios de mi
sangre
y los fantasmas rondaron cada uno de mis gestos
en el escote de la suerte
no importa es debilidad

vela corazón mío
único prisionero que inexplicablemente sobrevive
en su celda
a la evidencia del destino
feroz taciturno
muy al fondo lámpara encendida por su terrible
herida





PACIENCIA DE SIGNOS

Sublimes excoriaciones de una carne fraterna y hasta las fogatas rebeldes de mil aldeas azotadas
arenas
fuego
mástil profético de las carenas
fuego
vivero de murenas fuego
fuego faroles de situación de una isla en pesadumbre
fuegos huellas de hoscos rebaños que se
deletrean en los barros
pedazos de carne cruda
gargajos suspendidos
esponja rezumante de hiél
vals de fuego de los céspedes llenos de cucuruchos que caen del impulso frustrado de grandes ta-bebuyas
fuegos de los tizones perdidos en un desierto de llantos y cisternas huesos
fuegos desecados más nunca tan desecados que no palpite un gusano pregonando su carne nueva

semillas azules del fuego
fuego de los fuegos
testigos de ojos que para las locas venganzas se exhuman y se agrandan
polen polen
y por los guijarros donde se redondean las bahías nocturnas de suaves manzanillos
buenas naranjas siempre accesibles a la sinceridad de las sedes largas


SUPERVIVENCIA

Te evoco
bananero patético que agitas mi desnudo corazón
en el día salmodiante
te evoco
viejo hechicero de las montañas sordas por la noche
justamente la noche que precede a la última
y sus redobles de tedio golpeando en la poterna loca de las ciudades
enterradas
pero no es sino el preludio de las selvas en marcha sobre el cuello
sangrante del mundo
es mi odio singular
llevando a la deriva sus témpanos de hielo en el aliento de las
verdaderas llamas
dadme
ah dadme el ojo inmortal del ámbar
y sombras y tumbas de granito cuadriculado
pues la barrera ideal de los planos húmedos y de las hierbas
acuáticas
escucharán en las zonas verdes
los intérpretes del olvidos anudándose y desanudándose
y las raíces de la montaña
exaltando la estirpe real de los almendros de la esperanza
florecerán por los senderos de la carne
(la penuria de vivir pasando como una tempestad)
mientras que bajo el cartel del cielo
un fuego de oro sonreirá
al canto ardiente de las llamas de mi cuerpo

(De Las armas milagrosas, 1946)


VISITACIÓN

oh marejada anunciadora sin nombre sin polvo de toda palabra
vinosa
marejada y mi pecho salado en las ensenadas de los antiguos días
y el joven color
tierno en los senos del cielo y de las mujeres eléctricas
de qué diamantes

fuerzas eruptivas trazad vuestros orbes
comunicaciones telepáticas retomad a través de la materia
refractaria
los mensajes de amor extraviados en los cuatro rincones del mundo
volved a nosotros reanimados
por las palomas viajeras de la circulación sideral

en lo que a mí se refiere a nada temo soy de antes de Adán no
dependo siquiera del mismo león
ni del mismo árbol soy de otra caloría y de otro frío
oh mi infancia leche de luciérnaga y estremecimiento de reptil
pero ya la víspera se impacientaba hacia el astro y la poterna
y huíamos
sobre un combado mar increiblemente sembrado de popas de
naufragios
hacia una orilla donde me aguardaba un pueblo agreste y penetrador
de bosques con
ramas de hierro forjado en las manos -el sueño camarada sobre
la escollera- el perro azul de la metamorfosis
el oso blanco de los témpanos de hielo y Tu muy salvaje des-
aparición
tropical como una aparición de lobo nocturno en pleno mediodía



POEMA PARA EL ALBA

Arrebatos de carne viva
en los estíos explayados de la corteza cerebral
han flagelado los contornos de la tierra
los ranforinquios en el sarcasmo de sus colas
captan el viento
el viento que ya no tiene espada
el viento que ya no es sino una caña de pescar los frutos de
todas las estaciones del cielo
manos abiertas
manos verdes
para las bellas fiestas de las funciones anhídridas
nevarán adorables crepúsculos sobre las manos tronchadas de las
memorias respirantes
y de ahí
sobre las grietas de nuestros labios de Orinoco desesperado
la feliz ternura de las islas mecidas por el pecho adolescente
de las fuentes del mar
y en el aire y en el pan siempre renaciente de los esfuerzos
musculares
el alba irresistible abierta bajo la hoja
cual claror el impulso espinoso de las belladonas



SOL SERPIENTE

Sol serpiente ojo fascinador ojo mío
el mar piojera de islas crujiendo en los dedos de las rosas
lanza-llamas y mi cuerpo intacto de fulminado
el agua eleva las osamentas de luz perdidas en el corredor sin pompa
torbellinos de hielo aureolan el corazón humeante de los cuervos
nuestros corazones
es la voz de los rayos domesticados que giran sobre sus goznes de lagartija
traslado de anolis al paisaje de vidrios rotos
son las flores vampiros que suben a relevar las orquídeas
elixir del fuego central
juego justo fuego mango nocturno cubierto de abejas
mi deseo un azar de tigres sorprendidos en los azufres
pero el despertar estañoso se dora con los yacimientos infantiles
y mi cuerpo de guijarro que come pescado que come
palomas y sueños
el azúcar de la palabra Brasil en el fondo de la ciénaga

(De Les Armes miraculeuses. Traducción de Aldo Pellegrini, Antología de poesía surrealista francesa, Ediciones Coma, México, 1981).



BLUES DE LA LLUVIA

Aguacero
bello músico
al pie de un árbol desvestido
entre las armonías perdidas
cerca de nuestras desencuadernadas memorias
entre nuestras manos de derrota
y pueblos de extraña fuerza
dejamos colgar nuestros ojos
y naciente
desenrollando el cordón de un dolor
sollozamos.

Versión de José Luis Rivas




ENTRE OTRAS MATANZAS

Con todas sus fuerzas el sol y la luna se estrellan
los luceros caen como testigos demasiado maduros
y como una lechigada de ratones grises

no temas nada prevé tus crecidas aguas
que si bien se llevan la ribera de los espejos

han salpicado lodo en mis ojos
y veo veo terriblemente yo veo
que de todas las montañas de todas las islas
sólo restan los pocos dientes cariados
de la impenitente saliva de la mar

Versión de José Luis Rivas


CEREMONIA VUDÚ PARA SAINT JOHN PERSE

aquel que baliza la superficie de aterrizaje de los colibríes
aquel que hinca en tierra una alabarda de Asclepios de Curazao
para albergar a los más grands monarcas del mundo
que son nobleza de exilio y mariposas de paso

aquel para el que los copales de la sierra
sudan sangre y agua y más sangre que agua y descortezados
no acaban de torcer los brazos
grotescos en su farsa de condenados

aquel que contempla cada día la primera letra genética
que superfluo es nombrar
hasta el perfecto enrojecimiento
con un resto de fuerzas que recoger fuera del vacío histórico

el buscador de fuentes perdidas
el alfarero de lavas cordiformes

aquel que calcula el estiaje de la cólera
en las tierras de cultivo y de tutela
aquel que de la sangre encuentra la rueda del tiempo y del contratiempo
mil veces más rechinante que las norias a orillas del Oronte

aquel que reemplaza el asfódelo de las praderas infernales
con la –sacra- belleza de peinado afro de la hermanto
-la Ángela Davis de estos lares- rica de todos los alfileres
de nuestras sangres erizadas

(¿lo vio lo vio el Extranjero
más rojo sin embargo que la sangre de Tanus
y nuestros rostros decébalos
lo vio lo vio el Extranjero?)

fregreos
pájaros hondos
tórtolas de la sombra y de la queja
y que el arco se abrace
y que de un océano al otro
los magmas fastuosos como volcanes se respondan
para honrar con todas las bocas con todas la humeantes portas
camino de la gran mar alta
al último Conquistador en su postrer viaje

Versión de José Luis Rivas



LOS DE RAZA PURA

He aquí a través de mi oído tramado de rechinamientos
de dientes
y de cohetes sincopar de rudas fealdades
los cien caballos de raza pura relinchantes del Sol
en medio del marasmo.
¡Ah! Siento el infierno de las delicias
y por las brumas olorosas a huecos podridos imitando
desgreñadas
cabelleras –esperas respiraciones de ancianos
imberbes- la tibieza mil veces feroz
de la locura aullante y de la muerte.
Mas cómo, cómo no bendecir,
tal como no lo han soñado mis lógicas,
dura, agrietando a contrapelo su nauseabundo
hacinamiento
y su saburra y más patética
que la flor fructificante,
cómo no bendecir la polilla lúcida de las sinrazones.

Y oigo el agua que brota,
la nueva, la intocada, la eterna,
hacia el aire renovado.

¿Dije el aire?

Un menstruo de cadmio con gigantescas vejigas
expalmadas de albayalde de blancas mechas
de tormenta.

Paisaje esencial.

Tallados en la propia luz fulgurantes nopales
auroras crecientes inauditos blanqueos
enraizadas estalagmitas portadoras de luz

Oh ardientes latescencias prados hialinos
nevados haces

hacia los ríos del neroli dócil de los setos
maduran incorruptibles de lejana mica
su dilatada incandescencia.
El párpado de los rompientes vuelve a cerrarse –Preludio-
tintinean las yucas audiblemente

¿Quién
rapa
y arrapa
el rebumbio, más allá del corazón embarullado de este
tercer día?

¿Quién se pierde y se desgarra y se ahoga
en las enrojecidas olas de Siloé?
Ráfaga.
Las luces flaquean. Los ruidos rizoforan
y la rizófora
humea
silencio.

Bosteza el cielo de ausencia negra.

y he aquí que van
vagabundaje anónimo
hacia las seguras necrópolis del poniente
soles lluvias galaxias
fundidos en fraterno magma
y la tierra olvidada ya la soberbia de las tormentas
que en su vaivén orla desgarrones
perdida paciente en pie
endureciendo salvajemente la invisible marga de las conchas
fósiles
se extingue
y la mar pone a la tierra un collar de silencio
la mar que fuma la paz sacrificial
en que se entreveran nuestros estertores inmóvil con
extrañas perlas y mudas maduraciones
abisales

la tierra bota a la mar una comba de silencio
en el silencio

y he aquí la tierra sola
sin temblor ni contracción brusca de los músculos
sin azote de raíz
ni perforación de insecto

vacía

vacía como el día antes amanecida…
-¡Gracia!,¡gracia!
¿Quién clama gracia?
Puños abortados aglomeraciones taciturnas ayunos
hurra por la partida lírica
ardientes metamorfosis
licencias fulminantes
fuego, oh fuego
relámpago de nieves absolutas
caballería de química estepa
sacada de la mar con la marea de ibis
el semáforo aniquilado
suena en las amígdalas del cocotero
y veinte mil ballenas soplando
a través del líquido abanico
un núbil manatí mastica la brasa de los orientes.
(…)

Versión de José Luis Rivas


LAS ARMAS MILAGROSAS

El gran machetazo del placer rojo en plena frente había sangre y ese árbol que llaman flamígero y que nunca merece tanto ese nombre como en las vísperas de ciclones y de ciudades saqueadas la sangre nueva la razón roja todas las palabras de todas las lenguas que significan morir de sed y solamente cuando morir tenía el sabor del pan y la tierra y el mar un gusto de antepasado y ese pájaro que me grita que no me entregue y la paciencia de los alaridos en cada rodeo de mi lengua

la arcada más bella es un chorro de sangre
la arcada más bella es una ojera lila
la arcada más bella se llama noche
y la belleza anarquista de tus brazos en cruz
y la belleza eucarística y llameante de tu sexo en
cuyo nombre saludaba la barrera de mis
labios violentos

había la belleza de los minutos que son las joyas en liquidación del bazar de la crueldad el sol de los minutos y su bonito hocico de lobo que el hambre hace salir del bosque la cruz roja de los minutos que son lampreas en marcha hacia los viveros y las estaciones y las fragilidades inmensas del mar que es un pájaro loco clavado muerto en la puerta de las tierras cocheras había hasta el terror tales como el relato de julio de los sapos de la esperanza y de la desesperanza podados de astros por encima de las aguas allí donde la fusión de los días que permite el bórax da cuenta de las lamparillas gestantes las fornicaciones de la hierba que no se deben presenciar sin precauciones las cópulas del agua reflejadas por el espejo de los magos las bestias marinas para ser tomadas en el hueco del placer los asaltos de vocablos todas troneras humeantes para festejar el nacimiento del heredero varón simultáneamente con la aparición de las praderas siderales en el flanco de la bolsa con volcanes de agaves de despojos de silencio el gran parque mudo con el agrandamiento silúrico de juegos mudos con las angustias imperdonables de la carne de batalla según la dosificación siempre por rectificar de los gérmenes que deben destruirse

(...)

escolopendra escolopendra

hasta el párpado de las dunas sobre las ciudades prohibidas castigadas por la cólera de Dios

escolopendra escolopendra

hasta el desastre crepitante y grave que arroja las ciudades enanas delante de los
caballos más fogosos cuando en plena arena levantan
su portón de rejas sobre las fuerzas desconocidas del diluvio

escolopendra escolopendra

cresta cresta moldura rompe rompe en sable caleta pelambres en aldea
dormidos sobre sus piernas de pilotes y safenas de agua cansada
dentro de un instante se producirá la derrota de los silos olfateados de cerca
el azar rostro de pozo de condotiero ecuestre con charcos artesianos y las cucharillas de los senderos libertinos por armadura
rostro de viento
rostro uterino y lémur con dedos excavados en las monedas y la nomenclatura química
y la carne dará vuelta sus grandes hojas de banano que el viento de los tugurios fuera de
las estrellas que señalan la marcha hacia atrás de las heridas de la noche hacia los
desiertos de la infancia fingirá leer
en un instante se tendrá la sangre vertida donde las luciérnagas tiran de las cadenillas de las lámparas eléctricas para la celebración de los compitales

y el infantilismo del alfabeto de los espasmos que hacen los grandes ramajes de la herejía o de la connivencia
habrá el desinterés de los transatlánticos del silencio que surcan día y noche las cataratas de la catástrofe alrededor de las sienes sabias en migración

y el mar retraerá sus pequeños párpados de halcón y tú intentarás apoderarte del instante el gran feudatario recorrió su feudo a la velocidad de oro fino del deseo por los senderos de neuronas observa bien si el pajarillo no ha ingerido la estola el gran rey atónito en la sala llena de historias adorará sus manos pulquérrimas sus manos levantadas en el rincón del desastre entonces el mar retornará a su incómodo lecho apretado cuídate de cantar para no apagar la moral que es la moneda obsidional de las ciudades privadas de agua y de sueño entonces el mar se sentará a la mesa muy suavemente y los pájaros cantarán muy suavemente en las básculas de la sal la canción de cuna congolesa que la soldadesca me ha hecho olvidar pero que el mar piadosísimo de las cajas craneanas conserva sobre su láminas rituales

escolopendra escolopendra

hasta que las cabalgatas vagabundeen por los prados salinos de abismos con el murmullo humano rico de prehistoria en las orejas

escolopendra escolopendra

hasta que no hayamos alcanzado la piedra sin dialecto la hoja sin torreón el agua frágil sin fémur el peritoneo seroso de los anocheceres de manantial
(...)

Versión de José Luis Rivas









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