martes, 6 de septiembre de 2011

4639.- ANA LAFFERRANDERIE


Ana Lafferranderie, nació en Montevideo (Uruguay) en 1969. Vive en Buenos Aires desde 1990. Estudió Ciencias de la Comunicación en la UBA. Desde el 2000 a la fecha ha publicado poemas en distintos medios, revistas y antologías. En 2007 publicó “El cielo tácito”, Editorial Sigamos enamoradas. Ese mismo año poemas suyos fueron editados en la Revista Versal, Amsterdam, traducidos al inglés. Otras publicaciones: Antología Plata Caribe. Poesía Uruguaya y Dominicana, 2008 y El manto de mi virtud, Poesía Uruguaya y Cubana (2011) (Min. Relaciones Exteriores, R O del Uruguay). Desde el año 2006 organiza el Ciclo de poesía en Fedro, Librería y Espacio cultural de San Telmo, junto a Florencia Walfisch.
Su blog: La fragua. Poesía y coterráneos (http://ana-lafragua.blogspot.com).



Poemas (de "El cielo tácito")

Alivio de Angela

I

Aliviaste tu cara, pulso de nube
como animal desértico
que abraza el río.

En la curva de tu espalda
un diluvio de ausencia.
Tiritabas y yo
desatenta
volvía a bajar de la cama
con pies de niña
hacia tu jarro.


II

Eras lenta ahuecada en la silla
destilabas
avidez de bálsamo.
Apresada en tu espera
la mano cíclica sobre la manta.

Esa imagen me atraviesa
como lanza, desgasta
mi parte mordida.


III

Llamabas a tu madre, abuela
los años no bastaron
su lumbre de pasillo te buscaba
giraste
trompo de patio hacia la voz
que calma.

A tu lado mis ojos
aureola líquida, escrutaban
la extensión de tus dedos
la piel azul de tus falanges.

Sentada en tu cama
sobre mis manos pesadas tus rodillas
rocé lunas calientes, te vi volver
de la flor más aérea de un corso de verano.

Al reclinarte
un planeta de tiempo te llevaba

y yo, brazo de globo
vocación de rueda
me alejé.


IV

Tus palabras en sílice navegan
como piel de cocodrilo
hacia una orilla desierta.

Otros ojos escarban
ojos de tu cuarzo
tisana de sombras

usurpan tu vacío de azulejos
la sortija
de humo donde soy
aún
puro tiempo

veo los detalles.






Algo no pasó

Pequeña y descalza sobre la rama,
prevenida frente a lo que no veo.
Así estoy en la foto, ahí sigo:
una lechuza en aquel monte cercano.

Guardo la habilidad de estar alerta.







De noche huelo el miedo de mi madre.
Veo brotar entre lo verde un agua oscura,
atraviesa el jardín
llega a la puerta de entrada a la cocina
y crece

hasta cubrir la mesa, el almanaque.
Sigue hacia el pasillo en un torrente

deja la casa ahogada en sí misma
y el jardín sin fin, como única tierra.








La glicina es real a esta hora incierta.
Ella está a la intemperie, como yo
cuando veo el jardín detrás de un velo

cruzo el pequeño portón para ver a mi padre
sigo el sonido de las suelas en el ripio
hasta que el aire me roba las pisadas

me deja inmóvil en un vapor helado
esperando señales.






Al blanco

Soplé
con el temor de un niño
frente a un rostro seco

y bastó para desarmar
la estructura de un planeta.






Luz femenina

Bajo el ala quieta retiene
un dado negro.
Alguien le enseñó los ojos abiertos.
Ella invierte en ver pero quisiera
montar el velo de su luz femenina
ir hacia el cerro donde suben las niñas
mirar su cruz de plumas
el espacio vegetal que eleva
y andar.


"El cielo tácito"













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