sábado, 19 de marzo de 2011

3511.- PHILIP SCHULTZ


PHILIP SCHULTZ
(Rochester, EEUU, 1945)
Actualmente reside en East Hampton. En 1987 fundó The Writers Studio. También coordina el Programa de Graduación de Escritura Creativa de la Universidad de Nueva York. Ha impartido clases en la Tufts University, el Kalamazoo College, la Universidad de Massachusetts, la Columbia University y la Universidad de Nueva York, donde coordina el Programa de Escritura Creativa. Artículos suyos son publicados de manera continuada en The New Yorker, The Paris Review, The Nation y The New Republic. Entre sus libros de poemas destacan Like wings (Viking, 1978) Deep Within the Ravine (Viking, 1984), My Guardian Angel Stein (State Street Press, 1986), The Holy Worm of Praise (Harcourt, 2002) y Living in the Past (Harcourt, 2004). Acaba de ser premiado con el Pulitzer por su poemario Failure (Harcourt, 2007).
Este poema es inédito en español.



Traducción: Rafael Alonso Sánchez


El silencio

Muy bebido y tarde, llamabas
siempre tu voz vívida de dolor
que a mí, de tan embebido en sueños,
me sonaba propia de un fantasma.
Esta noche ha llamado un amigo,
en casa han encontrado tu cuerpo
inerte y solo ya hace días. En paro, estabas en paro,
sin escribir, semanas enteras sin ver a nadie.
El corazón, según él. La bebida acabó contigo.

Maestros primerizos en un campus, así nos conocimos,
los poemas naciéndonos de un pesar enfrascado
en mitos y alcohol. Me daba envidia
cómo te miraban las mujeres, todo tú furia en persona y oso
haciéndose camino y jirones entre una selva de tinieblas.

Cierto día nos pasamos poemas como quienes cambian fotos de mujeres
cuya belleza tentara la fe de Dios: Ten, lee éste,
dice entre los jóvenes la amistad no perdura,
no te extrañe si el corazón se te desboca.

Cierta noche llamaste, J se va, dijiste,
el dolor se te hacía cuchilla en la garganta.
Pues una mujer me reclamaba en la cama,
te llamo luego, dije. Y ni luego ni nunca lo hice.

Intenso olor mustio a pino y musgo
tras tu casa de piedra, tú con la guitarra,
rasga que rasga, canta que canta, a Lorca, Vallejo, De Andrade,
acaso cada sílaba sabiéndote a sangre, acaso
creyéndote con todo el tiempo del mundo.

Que tus ángeles te amaban, lo sabías
pero al cabo no ignoras que se apartan de aquel
a quien no esté de su mano poner a salvo.




http://www.elcoloquiodelosperros.net/numero21/esp21sc.htm



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