lunes, 6 de septiembre de 2010

CRISTINA CAMPO [913] Poeta de Italia


Cristina Campo



Cristina Campo seudónimo de Victoria Guerrini [1] (Bolonia, 29 de abril 1923 - Roma, 11 de enero 1977) es una escritora, poeta y traductora de italiano.
Su naturaleza solitaria la llevó a huir de premios y apreciaciones (ella siempre prefirió firmar con nombres ficticios en los pocos trabajos publicados, mientras vivió), mostrándose cada vez más indiferente a las estrategias y necesidades del mercado literario, y la mayoría de sus escritos fueron publicados póstumamente. Le gustaba decir, citándose en tercera persona: "Escribió poco, y le gustaría haber escrito menos.

Sus obras:

Traducido por Bengt von Torne, Conversaciones con Sibelius, Florencia: Monsalve, 1943
Traducido por Katherine Mansfield, una taza de té y otras historias, Turín: Frassinelli, 1944
Traducido por Eduard Mörike, Poemas, Londres: CEDERNA, 1948
Paso de despedida, Milán Scheiwiller, 1956
Traducido por William Carlos Williams, La flor y hacer de nuestra marca, Milán: En el marco del pez dorado, 1958, y luego en poemas, editado por Cristina Campo y Vittorio Sereni, Turín: Einaudi, 1961
Fábula y misterio y otras notas, Florencia Vallecchi, 1962
Introducción a la Historia de la Ciudad de cobre, trad. Alessandro Spina, Milán: En el marco del pez dorado, en 1963 (el día 556 de la historia de Las mil y una noches)
Traducido por Simone Weil, salvar a Venecia, Brescia: Morcelliana, 1963y luego en Milán: Adelphi, 1987 ISBN 9788845902390
Chögyam Trungpa Introducción a, nació en el Tíbet, trad. Donatella tippet Andalo, Torino: Borla, 1970
La flauta y la alfombra, Milán: Rusconi, 1971
Introducción a Abraham Joshua Heschel, el hombre no es sólo una filosofía de la religión, trad. Lisa y Mortara Elena Mortara de Veroli, Milán: Mondadori, 1971
Traducción y la elección de John Donne, poemas de amor - Poemas teológica, Turín: Einaudi, 1973
Introducción al camino de un peregrino, trad. Milli Martinelli, Milán: Rusconi, 1973 ISBN 8818303422
Traducción (con Margaret Harwell Pieracci) por Simone Weil, Grecia y los conocimientos pre-cristiana, Milán: Rusconi, 1974
Dichos y hechos de los Padres del Desierto (editado por Peter Dragon), Milán: Rusconi, 1975
La imperdonable, Milan: Adelphi, 1987
Cartas a un amigo lejano, Milán Scheiwiller, 1989
La ausencia de Tiger, por Margaret Pieracci Harwell, Milán, Adelphi, 1991
Bajo un nombre falso, editado por Mónica Farnetti, Milan: Adelphi, 1998 y 2003
El infinito en lo finito. Cartas a Pedro Polito, editado por Joan Fozzer, Pistoia: Via del Vento, 1998
Cartas al Mita, editado por Margaret Pieracci Harwell, Milan: Adelphi, 1999
La flor es nuestro signo, (correspondencia con William Carlos Williams y Scheiwiller Vanni con las traducciones del poeta estadounidense), Milán: Scheiwiller, 2001
Christine de campo: en imágenes y palabras, de Domenico Brancale, Salerno réplicas, 2002
La urgencia de la luz. Cristina Campo traduce Koschel Christine, de Amedeo Anillos, Florencia: Letras, 2004
Estimado Bul. Cartas a Leo Traverso (1953-1967), editado por Margaret Pieracci Harwell, Milan: Adelphi, 2007
Correspondencia (con Alessandro Spina), Brescia: Morcelliana, 2007
Si tú estuvieras aquí. Cartas a María Zambrano 1961-1975, editado por María Pertile, Milán Archinto, 2009




PASO DE ADIÓS

For year’s words belong to last year’s

language and next year’s words
await another voice.

Se doblan los blancos vestidos de verano
y tú desciendes al reloj de sol,
suave octubre, y a los nidos.

Tiembla el último canto en la azotea
donde era sol la sombra y sombra el sol,
entre los afanes sosegados.

Y mientras, tibia, se rezaga la rosa
la amarga baya destila ya el sabor
de sonrientes adioses.





Ahora que se ha invertido la clepsidra,
que el futuro, este caliente sol,
me brota ya en la espalda, con los pájaros
volveré sin dolor
a Bellosguardo; allí posé mi cuello
en verdes guillotinas de verjas
y de un rosal eterno
Vibraban las manos, desnudadas de flores.

Oscilante entre el fuego de los olivares,
brillaba octubre antiguo, nuevo amor.
Muda, afilaba el corazón
para el corte de impensables aquilones
(ya próximos, ya nuestros, ya lejanos):
aéreos féretros, túmulos nevados
de mi mañana joven, del sol.





Suspensa era la nieve entre la noche
y las calles
como el destino entre la mano
y la flor.

En un suave sonido
de campanas amado has acudido….
Como una vara ha florecido la vejez
de estas escalas.
Oh dulce tempestad
nocturna, ¡rostro humano!

(Ahora toda la vida se halla en mi mirada,
sobre ti astro, sobre el mundo cerrado
de nuevo por tu paso)




Amor, hoy tu nombre
ha huido de mis labios
como al pie el último peldaño…

Esparcida está ahora el agua de la vida
y hay que empezar de nuevo
entera la larga escalera.

Te he trocado, amor, por palabras.

Miel oscura que hueles
en diáfanos vasos
bajo mil seiscientos años de lava –

te reconoceré por el inmortal
silencio.


Traducción de Clara Janés






Nobilísimos hieráticos


Nobilísimos hieráticos
gracias por el silencio,
la privación, la santa
gnosis de la distancia,
el ayuno de los ojos, el veto de los velos,
la negra cuerdita que anuda a los cielos
con ciento cincuenta veces siete de nudos de seda
cada temblor del pulso,
el augusto canon del amor inconmovible,
la danza divina de la reserva:
incendio imperial que enciende
como en Teófano el griego y en Andrés Diácono,
los miles Tabor de oro de vuestras cúpulas,
abre ojos en el corazón de las azulísimas explanadas,
reviste los torreones de Sangre…
Que la proximidad extingue
como lluvia de cenizas.

Este poema fue publicado en Conoscenza Religiosa, I, 1977, p.97, dirigida por Elémire Zolla, pocos días antes de la muerte de la autora
Versión de Ángel Faretta

Nota del traductor:

Quien firmara Cristina Campo fue una escritora italiana, muy religiosa, confinada en buen parte de su vida por una enfermedad; que tradujera a Simone Weil al italiano y que diera a conocer su obra. Se relacionó con el pensador también más que confidencial y esquivo, Andrea Emo, con quien mantuvo una extensa correspondencia. Férrea opositora a las modificaciones cultuales introducidas por el así llamado “concilio vaticano segundo”, y compañera vital e intelectual de Elémire Zolla en sus últimos años se inclinó, como en este poema, por la liturgia bizantina como más fiel al ritual católico.
Desde hace unos años se ha vuelto “escritora de culto”; pero ella no tiene la culpa. Su compañero Elémire Zolla ha dicho (2002) que en vida, y tras los años del ‘68 en adelante, nadie le tocaba el timbre, y que tras su muerte fue silenciada por toda la prensa llamada “cultural”. Una excepción, Roberto Calasso que escribiera su necrológica para el Corriere della Sera.


Nobilissimi ierei


Nobilissimi ierei,
grazie per il silenzio,
l'astensione, la santa
gnosi della distanza,
il digiuno degli occhi, il veto dei veli,
la nera cordicella che annoda ai cieli
con centocinquanta volte sette nodi di seta
ogni tremito del polso,
l’augusto cànone dell’amore incommosso,
la danza divina del riserbo:
incendio imperiale che accende
come in Teofano il Greco e in Andrea Diacono,
di mille Tabor l’oro delle vostre cupole,
apre occhi del cuore negli azzurrissimi spalti,
riveste i torrioni di Sangue...
Che prossimità spegne
come pioggia di cenere.





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