sábado, 4 de septiembre de 2010

VERÓNICA ARANDA [879]


VERÓNICA ARANDA

Nació en Madrid en 1982). Es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Complutense. Ha realizado estudios de doctorado en la Universidad Jawaharlal Nehru de Nueva Delhi, becada por el Gobierno indio entre 2006 y 2008.

Durante el curso 2005-2006 disfrutó de una beca de creación en la Fundación Antonio Gala para jóvenes creadores (Córdoba). Ha traducido al castellano poesía portuguesa contemporánea y al poeta nepalí Yuyutsu RD Sharma, Poemas de los Himalayas. Colabora en varias revistas de creación literaria.

Ha recibido los premios de poesía Joaquín Benito de Lucas, Antonio Carvajal de Poesía Joven, José Agustín Goytisolo, Arte Joven de la Comunidad de Madrid y Margarita Hierro y el Accésit del Adonáis 2009, entre otros.

He publicado los libros de poemas: "Poeta en India" (Melibea, 2005. Premio Joaquín Benito de Lucas); "Tatuaje" (Hiperión, 2005, premio Antonio Carvajal de poesía joven); "Alfama" (Fundación José Hierro, 2009, IV Premio Margarita Hierro); "Postal de olvido" (El Gaviero, 2010, Premio Arte joven de la Comunidad de Madrid); "Cortes de luz" (Rialp, 2010. Accésit del premio Adonáis 2009); "Senda de sauces. 99 haikus" (Amargord, 2011); "Café Hafa" (Tres Fronteras, 2012. Premio Antonio Oliver Belmás); "Lluvias continuas, ciento un haikus" (Polibea, 2014), Café Hafa (El Sastre de Apollinaire, Madrid, 2015), "Dentro del caparazón de la tortuga" (Inside the Shell of the Tortoise), 2015. Épica de raíles (Premio Internacional de poesía Miguel Hernández, 2016), Devenir, Madrid, 2016, Lluvias continuas. Ciento un haikus, Polibea, Madrid, 2016.

Y la traducción de "Poemas de los Himalayas" de Yuyutsu RD Sharma (Cosmopoética, 2010).



De Épica de raíles (Premio Internacional de poesía Miguel Hernández, 2016), Devenir, Madrid, 2016


Delhi Express

El tumulto y sus llagas,
la sed, la luz de los caravansares
y esta renuncia al aislamiento.

Me sumerjo en el mito,
las luchas de los dioses
tienen el cromatismo de las tierras sin dogmas.

Tomo un expreso hacia regiones áridas.
Vine también a sondear mis límites.



Shatabdi Express

Cabe la incertidumbre en un expreso
que atraviesa suburbios, maizales.
Va cortando la luz de arcilla seca,
va llevando la luz de los abrevaderos.

Este intermedio nómada que se va prolongando...
Y la extranjera que hace el viaje sola
pasa la enfermedad y los monzones.
Yace en el coche cama
cuando es la noche el recorrido ingenuo
al rapto del temblor.

Si renueva su don para el asombro
en alguna estación dejará ofrendas
en el árbol de Shiva.

Remendará la luz que arriesgó en el periplo.


II

La herida-ardor, muy próxima a la soga.
La herida que se encorva en los viajes a pie.
La herida-molinillo de colores.

Selva adentro la herida es innombrable
como el sol fronterizo
o los dedos que miden
los ángulos de un cuerpo.
Una enagua es preludio de absolutos,

vocablos inconexos que rechazan la luz.


"Dentro del caparazón de la tortuga" (Inside the Shell of the Tortoise), 2015. Así se titula mi nuevo libro,  una antología de poemas escritos en India y Nepal que acaba de salir en Delhi, en la editorial Nirala, en versión bilingüe inglés-español. Y con algunos ejemplares de la edición en tapa dura. Desde aquí, mi agradecimiento a la traductora del libro, Claudia Routon (profesora de la Universidad de Dakota del Norte) por su excelente trabajo y a Yuyutsu Sharma por hacer posible este proyecto.


Desapego

He sido fugitiva del amor.
Sacrifiqué los besos más furtivos
por subirme a los trenes procedentes
de destinos maléficos. Lo explica
también la arquitectura cuyos arcos
ponen piedra arenisca en mis pisadas
y cúpulas de estuco y de renuncia
por donde entra la luz del desapego.


Detachment

I was a fugitive of love.
I gave up those sly secret kisses
to ride trains
from cursed places. Architecture
also persuades—arches
with sandstone steps at my feet
and stucco domes, yielding domes
filtering the light of detachment.


Reclusión

Una mujer está asando batatas
con los rescoldos de la lumbre.
Por su pelo aceitado caen acordes de sitar.
Cada pliegue del sari con que cubre su vientre
anuncia la matriz, la reclusión.

Se puede confundir el tintineo de ajorcas
con el de la llovizna.
Canta y en cada nota la quietud
converge en la tahona que olía a albaricoques.
Canta y fragmenta vértice o frontera.

La noche es una herida de colmillos de mono
y empieza a supurar.


Confinement

A woman is roasting sweet potatoes
in the embers of the fire.
Sounds of the sitar fall through her oiled hair.
Each fold of the sari covering her belly
announces her womb, her confinement.

How easy to confuse a tinkling anklet
with the dripping rain.
With every note she sings serenity,
an echo to the apricot smells of the bakery.
She sings and cracks vertex and boundary.

The night is a gnawed gash from a monkey maw,
and it festers.

Traducciones: Claudia Routon



De Lluvias continuas. Ciento un haikus, Polibea, Madrid, 2016


El monje albino
cruza el valle descalzo.
Primeras nieves.



Pinar en sombra.
Más allá de las jaras
cruzan dos ciervas.



Piñas caídas
donde empieza el camino.
Viento en los chopos.
                    


Se han desplazado
los narcisos de agua.
¡Un cocodrilo!



Bosque lluvioso.
Va y viene la oropéndola
tejiendo un nido.



Lirios de agua.
Asoma la cabeza
una yacana.



Árbol de lianas.
Dos guacamayos rojos
boca abajo.



Noche en la selva.
Sobre la mosquitera
vuelan luciérnagas.




LABERINTO                                                         
(Primer Premio en el Concurso de Poesía del Casino Ferrolano-Tenis Club 2015)
          
             
   
(Medina de Fez)      

Puede arrastrar el mundo
toda su crueldad y sus orugas,
carniceros que afeitan cien cabezas de vaca
en un rincón perdido de la tarde.

¿Cómo será ser ciego dentro del laberinto?
¿Cómo será ir tentando el dédalo de calles,
esa cal infinita que transcurre intramuros,
sin ver la luz de cobre que lacera
desde la plaza de los latoneros?

Esta ciudad no acaba de un modo desigual.
Amamos en un tiempo de epopeya
dentro de las murallas,
dentro de esos espacios confinados
donde la piel invoca un tiempo tácito, 
ojival vuelo de estorninos
para la profecía.


              
II

(Medina de Azzemour)

Estuvimos muy cerca;
faltó alinear palabras,
faltó la claridad a pleno día
dentro del laberinto,
la calle sin salida donde asoman los gatos
y hay un intenso aroma
a comino molido.

En aquella ciudad de muros desconchados
por el sol y el salitre,
manos ajadas exprimían limas.

Detuve el mediodía en aquel río
donde chapoteaban los eunucos,
y dio comienzo el soliloquio,
el vuelo de gaviotas de alas húmedas.

Por las aldabas salpicaba el mar.



               
III

(Medina de Xauen)
                       
Lo que queda en suspense,
lo que suma el azul y el entramado
de escaleras añil,
lo que no sucedió en ciudades de paso,
zaguanes que esconden
idéntico secreto a los glaciares.
           
Doy testimonio de la claridad,
del mediodía que se vierte
en cubos de naranjas
cerca de los molinos harineros.

No se explica este azul, los saltos de agua,   
sin la mística de una calle en cuesta
donde una campesina esparce hierbaluisa.     




De Café Hafa, El sastre de Apollinaire, Madrid, 2015


Alta madrugada

            El aroma a eucaliptos
por los senos de la alta madrugada.
            Amores de dos noches,
            la falsa percepción de la ternura
            y las verbenas cuando acaba mayo
            y empezamos a huir. Cuando inventamos
            un idioma imperfecto, interrogante
            que nos hace más nómadas.
Cuando un abrazo por la espalda
            sólo cobra sentido
            en la fugacidad, en el salitre,
            en los ritos del agua
            donde la desnudez es una línea
            que desemboca en la laguna verde.
            La posesión o la laguna verde.



धूप खिली सुबह

धूप खिली सुबह की छाती पर
यूकेलिप्टस की गंध I
रातों का प्यार
कोमलता का झूठा एहसास I
माई के आखरी दिनों के मेले
और ग़ायब होते हम I    जब हम गढ़ हैं
कोई अपरिपूर्ण भाषा पूछते हुए
कि हम कितने खानाबदोश हैं !
जब पीठ पर कोई बाज़ू
देती है एहसास घास में रेंगते हुए
काले नाग का,
जल के कर्मकांड में,
जहाँ नग्नता है एक पंक्ति,
विलीन होती उथले हारे समुद्र में I
उथले हारे समुद्र की मल्कीयत I
                                                              

Qasida

Tu nombre y los profetas del desierto,
            tu nombre alegoría del exilio,
            la extensión de la noche en parajes con lluvia.

            Entrelacemos nuestras manos.
            Repose en mí tu cuerpo y cada una
de sus revelaciones, su cansancio
            en la vigilia de los campamentos.



क़सीदा

तुम्हारा नाम ओर मरुभूमी के हज़रत,
तुम्हारा नाम निर्वासन का प्रतीक,
वर्षा से भीगे स्थानों में रात का लम्बा होना I

हम गूंथ लेते है अपने बाज़ू I
तुम टिका लेते हो मुझमें अपना शरीर
और अपना हर राज़,
शिविरों की निगरानी करते मिली थकान I
                                                                                                                           


Medianoche
           
Amor de incertidumbre y alquitrán,
como flor de granado
y la caligrafía de los muertos.
El callejón oscuro
donde una viuda exprime mandarinas. 



अर्द्धरात्रि

अनिश्चित और तरल स्वर का प्यार
जैसे कोई पसंदीदा फूल
मृतकों की लिखावट I
बंद गली संकरी
जहाँ कोई विधवा चलाती है हुक्म I



La noche nos atrapa
                            
La noche nos atrapa con su luz de burdel.
Y si busco el sentido
entre las resonancias de tu nombre,
si busco una verdad,
destellos de domingo entre los tilos,
no hallo más que susurros voluptuosos
y el alcanfor de todo lo encubierto.



रात घेर लेती है हमें

रात घेर लती है हमें अपने चकले की रौशनी से I
जब करती हूँ तलाश उत्तेजना की
तुम्हारे नाम की प्रतिध्वानियों के बीच,
जब करती हूँ तलाश सत्य की,
झलकते हैं नीम्बू के झाड़ों के बीच इतवार
और महक जो पोशीदा है अब तक I

Traducciones de "Café Hafa" al hindi por el poeta y profesor Suresh Dhingra:



Café del Dar Kashbah

Aquellos años Tánger se llenó de escritores.
Subían a diario máquinas de escribir
por las pendientes de la kashbah.
Habrían de entrecruzarse
historias y nostalgia concentrada.
El sueño del pintor y los pavos reales,
William Borroughs y un sueño de morfina y vigilia,
desvelado en el cuarto de un hotel
que daba al Boulevard.
El almuerzo desnudo
disperso en un desorden de cuartillas y amantes,
tinta entre la resaca y los navíos.

Evoco todo esto
desde un viejo edificio de telégrafo inglés
que habitaron espías. Da a una higuera
nuestra alcoba en penumbra.
Hay en cada regreso nuevas calles
y en la piel el silencio para el tránsito
del muecín al bullicio.




De Alfama (Centro de poesía José Hierro, Getafe, 2009)
     Tradução: Àlex Tarradellas e Rita Custódio

            
Madragoa

Eran los días de las sensaciones.
Erré por la ciudad, me deslumbraba
la intensa luz de Praça do Comercio.
Lisboa me acogía y era libre,
en el anonimato del marino,
del fugitivo o del recién llegado
con el impulso de abarcarlo todo.


Fue así como llegué hasta Madragoa
aquel lunes ocioso que se abría
en miles de azulejos. De repente,
el miedo de minúsculas tabernas

donde almorzaban los descaminados.


Madragoa

      Eram esses dias das sensações.
      Errei pela cidade, deslumbrava-me
      A intensa luz da Praça do Comércio.
      Lisboa acolhia-me e era livre
      no anonimato do marinheiro,
      do fugitivo ou do recém chegado,
      com o impulso de abarcar tudo.

      Foi assim que cheguei à Madragoa
      naquela segunda-feira vadia
      que se abria em milhares de azulejos.
      De repente, o medo de tabernas minúsculas,
      onde  almoçavam os descaminhados.


Miradores

Los múltiples Pessoas sugerían
ir a leerlos a los miradores
ante el primer café contemplativo.



Miradouros

Os múltiplos Pessoas sugeriam
ser lidos a partir dos miradouros
no primeiro café contemplativo.


                   
Fugitiva

                       “Nas nossas ruas, ao anoitecer,
                       Há tal soturnidade, há tal melancolia,
                       Que as sombras, o bulício, o Tejo, a maresia
                       Despertam-me um desejo absurdo de sofrer.”
                                                           CESÁRIO VERDE



A veces no sé bien a dónde ir;
voy como fugitiva por las cuestas.
Con tal de no elegir, mi indecisión
cobra un lejano eco de pisadas
sobre adoquines rotos y lo inútil
de deshacer madejas cenicientas.

Miro a los gatos negros a los ojos
en plazas esotéricas y aspiro
a diluirme, a solas, en zaguanes
que conducen a Graça. Y hasta ideo
suicidios por fragmentos, ir saltando
desde cada colina y despertarme
en el leve sopor de los azahares
que tienen por corona los vencidos.

Muy poca gente me echaría en falta
en este extremo donde acaba Europa,
sueño de los audaces navegantes.


                        
Fugitiva

                       “Nas nossas ruas, ao anoitecer,
                       Há tal soturnidade, há tal melancolia,
                       Que as sombras, o bulício, o Tejo, a maresia
                       Despertam-me um desejo absurdo de sofrer.”
                                                           CESÁRIO VERDE



     Às vezes não sei bem para onde ir;
     ando fugitiva pelas ladeiras.
     para não optar, a mina indecisão
     cobra um longínquo eco de pisadas
     sobre as quebradas pedras da calçada
     e a inutilidade de desfazer
     madeixas cor de cinza.

     Olho para os olhos dos gatos pretos
     em praças esotéricas e aspiro
     diluir-me, a sós, nos saguões
     que conduzem à Graça. E até ideio
     suicídios por fragmentos, ir saltando
     desde cada colina e acordar
     no sopor das flores de laranjeira
     que têm os vencidos como coroa.

     Muito pouca gente sentiria a mina falta
     Neste extremo onde acaba a Europa,
     sonho dos audazes navegantes.


                    
Estação de SantaApolonia (Alfama)

Bajé en una de aquellas estaciones
donde nadie te cuelga una guirnalda
de claveles naranjas al llegar.


Y fuera, la ciudad, que se encendía
entre puentes metálicos y hoteles
con olor a toallas y salitre,
en esa hora precisa
en que los vendedores se diluyen,
dejando únicamente amontonados
los restos de la feria y el maíz.


Entonces, sólo entonces, en la sala
de espera rebosante de viajeros
sentados en maletas de derrota,
tuve la lucidez del desencuentro.


Miré el azul celeste colonial
que tenían los muros, evocando
viejas cartas de amor fechadas en La Habana.


      
Estação de Santa Apolónia (Alfama)

      Desci numa daquelas estações
      onde ao chegar ninguém te pendura
      uma grinalda de cravos laranja.

      E lá fora a cidade, acesa
      entre pontes metálicas e hotéis
      com cheiro a toalhas e a salitre,
      nessa hora precisa
      em que os vendedores se diluem,
      e deixam somente amontoados
      o que resta da feira e do milho.

      Então, apenas então,
      na sala de espera a transbordar de viajantes
      sentados sobre malas de derrota,
      tive a lucidez do desencontro.

      Olhei o azul celeste colonial
      que tinham os muros, a evocar
      velhas cartas de amor datadas em Havana.




De Café Hafa, Tres Fronteras, 2012


CAFÉ MABROUK

Elijo la quietud,
aquella metafísica que gira
en torno a las teteras,
donde hay una tiempo líquido, humeante
que transcurre entre juegos de tahúr.

El tiempo medieval de relojes de arena
y de los matemáticos.

El tiempo en que el joyero corta láminas de ámbar
y el comerciante es verbo y oratoria,
entre los cofres y la platería
y gargantillas bereberes.

El tiempo de la muerte
que pasa por el zoco en parihuelas,
del amante que busca manchas de nacimiento
como revelaciones.

El tiempo en que te escondes
y te imagino en una casa antigua
donde entra poca luz
y retumba el bullicio
del sur de la medina.
    
Bajo uno de los arcos
la imprecación de los mendigos.
Recuerdos de una tarde en Udaipur.

El perfumero mezcla
lilas y bergamota.



MUERTE EN VENECIA
              
Dejar que el tiempo sea esta evasión
en la sala de cine,
esta mezcla de planos y ciudades de agua,
cuando contamos a desconocidos
una verdad desconcertante
después de haber estado frente al mar,   
frente a la duda y la desidia,
frente a amantes que observan a través de biombos.

Esta penumbra del cinematógrafo
nos restituye lo dejado atrás:
un estío remoto, la costumbre
de ascender las colinas de gladiolos salvajes   
donde te revolvía los cabellos.

Aschenbach come fresas,
el tinte le chorrea por las sienes,
su delirio está hecho de música y efebos.
Busca el último soplo de embriaguez.
Pasa a cámara lenta la Belleza.



Fernando Sabido y Verónica Aranda


OFICIO DE ESPERAR

Oficio de esperar
en esos bares con biombos rojos
donde todas las citas son inciertas
y mienten los amantes
que no asumen el riesgo de ciudades portuarias.

Oficio de esperar
y ese suspense,
esa bella ignorancia del origen,
cuando dudamos de los barcos
y el miedo flota en jarras
de cerveza de baja graduación.

La noche será larga, perfilada
en las ojeras de las prostitutas.
Y al final el sentido
no estará en esperar, ni en los reproches,
ni en escondernos de los compatriotas.

Habrá un abismo y en el centro mirtos.
Y ese hábito oscuro, esa sospecha,
el aislamiento que nos humaniza.


Café Hafa

Veo morir los mitos, mientras pienso
en la literatura:
Paul Bowles, viajeros nómadas,
las fiebres amarillas en hoteles de época.
Esa enajenación del extranjero
que envejece tendido en un jergón,
dando lentas caladas a la pipa de kif.

Mohamed Choukri, hambriento por los muelles,
buscando un pan desnudo.
Kerouac, Tenesse Williams, Allen Ginsberg
en la terraza del hotel Muniria.

Ángel Vázquez huraño y endeudado,
ebrio en alcobas de pensiones lúgubres,
y Juanita Narboni
que hablaba sola por los viejos cines
y apuraba el anís de sobremesa
en un sopor austero de sirenas de barco.

Jane Bowles, dos damas serias,
amantes vendedoras de centeno,
y la lenta inmersión en la locura
y en el papel en blanco.

Veo morir los mitos, pienso en Tánger
en el verano del 49:
pérgolas, grandes fiestas hasta el alba,
un paisaje de acantos
y los caballos por el Monte Viejo.

Veo morir los mitos.
Descanso en las terrazas
del Hafa suspendidas sobre el mar
en un día de viento.
Aquí, bajo los tilos,
el trance y la resaca
de la Beat Generation, la amistad,
cierto desasosiego de domingo,
cacahuetes tostados
y un té con mucho azúcar
y avispas persistentes.

Ciudad y no ciudad,
universo de tránsito
en donde los viajeros traducían el mundo,
su porción de licor y nomadismo.


                
Café de los Navegantes

Me uno al desempleo y al hastío.
            Dejo el tiempo expandirse a sorbos lentos
            de té con hierbabuena
            sin ninguna ambición. Pasa un entierro,
            la niña lleva al horno dos bandejas de pan,
            y observo al mercader de baratijas
            que lee y relee la azora XIX
            en la penumbra de un cuartucho oscuro
            que huele a piel de cabra mal curtida.
            Nadie amenaza su porción de luz.



De Postal de Olvido (El Gaviero, Almería, 2010)


EL CAIRO

Quise ser escritora en un hotel de El Cairo.
Me hubiera recluido en esa alcoba
de cortinas corinto que filtraban
la luminosidad entre las once
y las tres de la tarde y, a intervalos,
la llamada ancestral del muecín.

Me hubiera recluido en ese estado
de languidez creativa
que es la literatura, y entre estrofas
e introspección ir hacia la ventana
y observar las pirámides, midiendo
esa distancia exacta
entre lo milenario y la renuncia.

Y aplazar el momento de entrar en la ciudad
cubierta de monóxido, entrevista
desde las fortalezas,
y en el Khan el Jalili
entrar en un café a matar la tarde,
donde fuman narguile
los personajes de Naguib Mahfuz.



    Bebe vino y contempla la luna
    evocando las muertas civilizaciones
    que alumbró en su apogeo.
                      OMAR KHAYYÂM


CHIRAZ

Las muchachas se sientan en la tumba de Hafez,
abren con fe el Diwan y, entrada ya la noche,
recitan sus poemas al relente
de los cipreses y los azulejos
con intensos turquesa. Te confieso
que me conformaría con dejar
un par de estrofas sabias que tuvieran
un tono de sentencia,
con amarte
como lo harían los poetas místicos,
ofreciéndote cofres llenos de ámbar
y tinajas con vino de Chiraz.
Pero no soy capaz de traducir
manuscritos en persa. Bebo agua azucarada
con un néctar de rosas, converso con libreros
acerca de Khayyâm o los derviches,
y en el antiguo zoco una gitana
me echa las cartas en un velador
en donde se reflejan los gavieros
y me habla de la fama, de los barcos,
de un amor absoluto. Borbotea
el té rojo en un samovar de cobre,
compro dos amuletos y me invade
el miedo irracional a los regresos
y a los salteadores de caminos.



Trinidad de Cuba

La luz occipital de navegantes
del siglo XVIII me cegó
con todos sus añiles, con los patios
donde los cinamomos
imprimen sus aromas. Cada siesta
frente a un ventilador desvencijado
tenía ese sosiego voluptuoso
del maizal y del lino.

Había en los salones de altos techos
como desplazamientos temporales
de color verde pálido en los muebles
caoba, en los pianos que cerraron
unas manos esbeltas de criolla.
Arpegios estancados, las azadas
del campesino,
entre cañas de azúcar y el ron de las trovas;
unos dedos que envuelven ágilmente
los puros, con un fondo de novela
leída en alta voz a los trabajadores.

Y pensé en la manigua
que atravesaron mis antepasados.



Oaxaca (Méjico)
                 
                       Si me pierdo buscadme por Oaxaca.
                                OCTAVIO PAZ                              


Te escribo esta postal desde Oaxaca,
en una plaza donde hay flamboyanes
naranjas y el olor que tiene la pobreza:
mazorca de maíz
tostada en carromatos. Imagino
la prepotencia de los españoles
cinco siglos atrás, en una furia
de espuelas y fogatas destructoras,
levantando edificios que iniciaban
el ciclo eterno de la corrupción
el fanatismo de los evangelios.
Aún conservan las calles el trazado
colonial, y en los patios interiores
florecen las majaguas, y las casas
son de tonos pastel. Hay una hilera
de mujeres frente a la catedral
que tejen los manteles de colores vivísimos
hasta la medianoche. Me confundo
en ese anonimato de las fiestas
con músicas mestizas
y charlas de guayaba. Y hasta olvido
que tus manos olían a lavanda
la noche de la ausencia.






De Cortes de luz, Rialp, Madrid, 2010



Juegos de tahúr

Miré los muros de la vieja Delhi,
sus juegos de tahúr por callejones,
la incertidumbre de los comerciantes.
Se fraguó mi escritura en la oscura trastienda
donde un músico errante
afinaba un sitar. De la extrañeza
al extravío sólo hay siete dunas,
la devoción, sus diosas flotando sobre lotos.
Del extravío al lecho donde asoman las ramas,
pues para adormecerme junto a ti
encadené más de una noche en blanco
en lúdicos vagones de tercera,
un sadhu embadurnado de cenizas
me trazó un mapa astral. La desnudez
se dispersaba por los arrozales.
Llegué indemne al umbral del templo de alabastro,
a la carne asombrada donde se curva el miedo,
a los bazares de la vieja Delhi.


El lenguaje del nómada

El lenguaje del nómada es sencillo,
se gesta en las vasijas de barro sin cocer,
no malgasta palabras. Era lúcida
esta forma de entrega.
La audacia y aquel vuelo de milanos
por las murallas de la vieja Delhi.



Oficios

                        Pasaban las muchachas con cestas de granadas;
supe de los oficios más humildes.
Y abrazarte en la aurora
fue perder la partida de ajedrez,
sacrificar la sombra del baniano
donde estaba el asceta sosegado en sí mismo.

                        Te sostuve, insegura, bajo el cuarto creciente,
y amarte fue también mi oficio más humilde,
como trenzar el mimbre o moler el centeno,
cuidar de los rebaños, picar piedras,
ser barquero en un río caudaloso.

                        Y amarte fue también mi oficio más humilde,
como el del mercader de marionetas
en un poblado árido o el lastre
de los porteadores de estación.

                       Y amarte fue también mi oficio más humilde,
como tejer guirnaldas durante treinta noches,
ser acróbata en ferias polvorientas
o intuir otras vidas por algunas monedas
en la choza precaria del astrólogo ciego.



BIKANER

El sol y cinco gajos de naranja
en las manos deformes del tullido.



OCIO

Bajo un sol de manadas de gacelas
observo a los barberos a la sombra
de un inmenso pipal y el rostro enjuto
del vendedor de lichis y los ojos
casi cegados de la niña albina.

El ocio se asemeja a los almuerzos
a principios de abril en una calle
con puestos de fritura y a la ropa
que tiende una muchacha desgarbada.

Ayuna al sur mi soledad expuesta,
en el lugar exacto donde embisten los búfalos.



Nostalgia

Cuando acaba el estío,
su artificial frescura de aspersores
deja un girasol seco de duda
en esos intervalos de silencio
que tienen los amantes
cuando se observan en el desayuno
y uno de ellos piensa en las tinajas
rebosantes de aceite en algún patio
de su país natal o en ese bosque
donde transcurre un día pasajero.




del libro "Una brisa que viene dormida por las ramas"
Antología varios poetas.


COPLA LORQUIANA

La Zarzamora

Llevaba una alianza,
pero ya era muy tarde. Me pesaron
las noches junto al trigo, la luz ámbar
de colchas de posguerra, las aldabas,
su cuerpo de jinete en la penumbra
de persianas de esparto. En el café
de Levante la copla de agonía,
la reyerta final y el pregonero
por sucios callejones de censura.





"Poeta en India" (Melibea, 2005. Premio Joaquín Benito de Lucas)


TEMPLO HINDÚ

La noche iba trepando
por cúpulas y torres,
huyendo de los cuervos y los huecos.
Dentro, por las estancias,
las mantras repicaban su hipnótica
cadencia,
los dioses sonreían impasibles,
llenos de colorido y oropeles,
frente a un fértil paisaje
de ofrendas y de incienso.
Ociosos y lejanos como globos
que una níña soltara descuidada.



de Necesarias Palabras (Antología solidaria por Nepal)


La mendiga del templo

Palpa despacio los fragmentos
            de una vasija rota.
            Entre la lluvia y el anonimato,
            elige cada día un escalón del templo.
       
Marcar el territorio
            con almendras amargas
            le hace más vulnerable. 



The temple´s beggar

She feels slowly the fragments
            of a broken vessel.
            Between rain and anonymity,
            she chooses every day a temple stair.


Marking territory
            with bitter almonds
            makes her more vulnerable.



Poema en homenaje y protesta por los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa


Eran 43

La bala, el estupor
forjan lo incomprensible.
En la banalidad del mal, el hombre
continúa, constante, ensuciando la Historia.
Iguala abrió las fauces del horror
y partió en dos las tizas,
y rompió las pizarras.
Marcaba la manilla del reloj 43 segundos.
Eran 43 los futuros maestros.
Eran 43 los ideales,
los movimientos de sus cuerpos jóvenes,
sin una epifanía de sangre ni sudario.

Narcos, sicarios, pistoleros del mal y policías,
en perfecta simbiosis,
pactaron el ritual de la barbarie.
Sólo por defender su territorio,
43 patadas en el hígado,
43 disparos como dardos de arsénico,
43 futuros desollados en vida.

En una inmensa pira,
cerca de un basurero, está el infierno.
Sobre una cama circular de piedras,
con los ojos abiertos,
buscan en la agonía una certeza,
un último fulgor de colibrí
con que afrontar la muerte.



Poema incluido en la antología digital ilustrada “Mil y un poemas saharauis III”, recopilada por Xabier Susperregui.


La poeta del fusíl

El Sahara no es Agadir
ni Casablanca
es sólo el Sahara,
un pueblo que aspira a su libertad
y tras ella lleva un siglo.
                LJADRA MINT MABRUK

Ljadra es un poeta octogenaria.
En su rostro curtido hay acacias y arados.
La escarcha digna de los campamentos
germina por su frente y hace hueco en sus cejas.
Canta las epopeyas de un ayer
en que los guerrilleros cabalgaban
a lomos de camellos por la liberación.

El orgullo de un pueblo no se mide en el limo
ni en las lomas oscuras de poniente.

Este pueblo es la duna que lo envuelve
y el gesto de evocar una morada.
En la ruta hacia el Sur no quedan jaimas
ni huellas de ganado.

Bajo el sol y el adobe y el salitre
canta para que un día le otorguen la abundancia.




De Antología del soneto, Ateneo de Sevilla, 2006


SONETO AZUL AÑIL
                                              
          Quise ser cual errante beduino
          que solitario cruza los desiertos,
          de azul añil, sus pasos siempre inciertos
          y unas dunas ardientes por camino.

Tuve sed de camelias y de vino.
          De manantiales un oasis yertos
          esparció sus palmeras por mis puertos
          con acento de adusto peregrino.

Llevo un nómada albor de caravana
          y la huella fugaz de un campamento
          que su exilio marcó sobre la arena.

Puso el sol en mis venas su desgana,
         soy del Sur del puñal y del lamento,
         del arrayán, las fuentes, las almenas.





-

No hay comentarios:

Publicar un comentario