domingo, 8 de agosto de 2010

344.- ROXANA CRISÓLOGO



Lima (Perú). 1966. Poeta y activista cultural. Hija de padres cajamarquinos, crecí en los desiertos de San Juan de Miraflores, al sur de Lima. Realicé estudios en las Escuelas de Comunicación Social y Literatura de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Derecho y Ciencias políticas en la Universidad Nacional Federico Villarreal y estudios de posgrado en la Universidad de Helsinki en la especialidad de Derecho Internacional.
Fui coordinadora de la Red por la Democratización Global en Lima (www.nigd.org). Asimismo formé parte del equipo de trabajo del Programa Democracia y Transformación Global (www.democraciaglobal.org) del cual ahora soy colaboradora.
Publiqué los poemarios Abajo sobre el cielo (Lima, 1999), Animal del camino (Lima, 2001) y Ludy D (Lima, 2006). Un adelanto del poemario inédito Trenes fue publicado por la editorial cartonera PoesíaconC (Malmö, 2009). Además soy coautora de la antología de poesía escrita por mujeres sobre la violencia política en el Perú, Memorias in santas (2007) y de los proyectos de videopoesía Poéticas visuales de la resistencia y Poéticas visuales del exilio (Lima, 2007 y 2009).
Poemas míos han sido traducidos al alemán, sueco, finés, danés, francés e inglés, y aparecen en revistas nacionales y extranjeras.

Participo activamente en diversos encuentros internacionales de poesía y proyectos de arte crítico.

Actualmente resido en Helsinki donde desde diversos espacios alternativos impulso y formo parte de proyectos de difusión y reflexión en torno a la cultura, literatura y arte latinoamericano.



Puedo Dibujarlo

Puedo dibujarlo
la arena entre los dedos señala el aire de tumulto
que la saliva pesada del polvo convierte en palabras
aún el mar hiede al basural que los pelícanos arrastran
en su infancia de plumas negras
y mi cuerpo huele al alcohol de la limpieza del cuerpo
puedo ver mis movimientos prolongarse al cuello
diáfano del conductor
el calor dopado en los ojos del trabajo del aire
la carretera que los pocos árboles afirman
en el rostro apurado de la gente
en gruesas chompas de piel
que el carbón no mina no desea labrar
más que la música desbocada que algún oleaje
a rastras ha tirado de la boca de todos
sólo anoche éramos más de treinta los que esperábamos
de la mano de un sampedro el verdadero color de los vidrios
la legítima colonia del cuerpo
el idioma que nunca cesa de estallar

Ah viento en estas túnicas de blanco
revienta el pedal bajo esta bota charolada
tan sólo nieve en el cerebro y casi olvido
la llave que me pueda guardar
¿qué más deseo que el polvo digo yo?
el hilo ajado sinsentido que cruzo
empantanada y sin remedio
la madeja apurada en los labios gruesos
de este Arenal que bendigo.



Pero Sé Que Estos Ruidos

Pero sé que estos ruidos
sólo se hacen pedazos en mi cabeza
tic tac borroso de olores pastando en la voluntad
del cuerpo reconstrucciones
que apresuradas regresan con el viento
indiscreto al abrir las ventanas sonoras
El mar era la disipación de mis dudas
el adelanto de un sereno retorno en los pies alados
de un niño varado en las mesitas
colocadas en viejos pasajes de anticuario
que buscan decorar el sol del poniente
Mochileros que hacen cola de polvorienta plazuela
bajo unos binoculares para atrapar el sol
sudamericanos confío en sus deseos
aquel día tope ingenuos fanáticos
tocapuertas
quitatiempo
Porque también me veo a mí
aplaudiendo a la Valicha que odio
y clavaría como un pendiente
en ese mismísimo sol que no siente
pero sonrío
y el sol catapulta unas miradas
que se reciclan en aire papeles carteles
animando a los que se aglomeran interesados
por una vieja cultura interesados
por mí por ti para hacer de éste
camino del inca
una sola fumada.





N. N.

-asustado maltrecho
todas las señales le apuntan-
¿qué pasaje llevo en los bolsillos? sin tapa sin
pasaporte la gente se pregunta por mí
los libros se preguntan por mí
dejé mi rúbrica como el perfil los grandes
hombres que pasaron desapercibidos
hasta el día de su muerte
una muerte cruel de brazos
cruzados
el sueño es un cuaderno sin anotaciones reales
y mi vida puede ser vista desde las dos caras
de la moneda una es el brillo del sol
pero no es el sol realmente nunca fue el sol
como todos creyeron el sol -habría que preguntarse
con los ojos cerrados- nunca hubo tal respuesta
sigo recibiendo rayos esclavo dueño de no sé qué
poderes divinos me viene por el lado materno
tanto orgullo tanto orgullo
¿quién dice que lo perdí todo?

En 1994 -Lima- la soledad es un aeropuerto inmenso
y los turistas buscan lo alto de las postales
para comunicarse con sus seres queridos
y las azafatas escrutan cierto color achinado
entre mis sábanas de sonrisa
hojeo mi rostro
-tarea ineludible- surcando arruga calle por calle
cada país.






Mientras Escuchaba A Franz Liszt 

-Rapsodia Húngara Nº12 Lima-

lamento haberte encontrado así
entre papeles y pericotes polvo y estantes
viejos abogados se preguntan cuál es tu
problema un conflicto no se resuelve con sonrisas
y los conflictos como esta música desgastan
absorben al espíritu más fiel y no queda más que eso:
música temblando en un rincón sacro de la ciudad
manos sin cuerpo dirigiendo una sinfonía
bajo la tolvanera y ya estás atento
a las indicaciones del semáforo a la mujer
que cubre sus uñas con esmalte y rabia
porque es cara y su belleza se ha diluido una noche
fresca que no pudo más con la felicidad de ese
húngaro loco ni con la aparente frialdad de su
sangre azul para los amigos roja para los habitantes
de Doborjan fogoso como nadie
sin rencores Franz creo que estos contactos nos
aproximan aunque estemos lejos
dos siglos atrás Tú dentro de la radio yo dándole
solución a tus problemas que son tan míos como de
la vecina del panadero del guardián: noble estirpe
barrios oscuros -nada codiciosos- me alarman
Con sus derechos -viles- miles -bocas- espadas
salen de sus bocas No es por indiscreción esta escena
en que tu música ha revolcado a muchas jovencitas
y enamorado con astucia al amor con el entusiasmo
propio de la juventud al amor Cien pies bajo tierra
y todavía marchas indagas Ebrio por estos libros
tristes plagado de tristeza ocultándote en los sonidos
ocultándome al mundo la cosa va y no va
así es Sólo a veces me encuentro contigo y sorprendes
a mi escritorio con tu par de guantes
nuevos blancos
y las personas huyen despavoridas porque no te entienden
porque temen la estridente burla de un viejo músico
autodidacta -viejo caprichoso-
el caos que felizmente ordena
que las desordena Ésa es la costumbre aquí todo lo diferente
es sustituido por un poco de pintura y buenos deseos
sonrisas vagas que reprimen: maquillajes

Yo me refugio en esta música demente
Apasionada.




En Noches Como Ésta Me Acerco

En noches como ésta me acerco
nudo de sirenas y descoloridos carteles hacia el camino
empapada de polvo
en una pintura formidable
dejando atrás recordando
mi voz arrastra su disonancia y sumerge tu sombra en cada estría
del tapiz de oscuridad fulminante

la respiración tensa es el mar
mi tela floreada e invisible la inmensa fogata donde irrumpes
coronado como un bello sueño de palabras fáciles
y no hallas sino caminos
senderos donde desembocan tus manos caudalosas
saltar puentes oasis febriles lagos de paroxismo poéticamente

la desgracia es como un perfume cíclico
en invierno me obliga a tomar tu mano
la otra a tientas recorre confusamente
ilógica un enjambre de rocas jironadas
y crece en los gritos redondos e infantiles
…el mar
el mar
el mar empapa los abismos fosforescentes donde recoges basura
y separas y
seleccionas
y eres una invitación apacible al infierno
todos tus dedos escurriéndose de sudor desoxigenado
detenidos en el cemento estoico como en una película absorta muda
breve
entonces voy tiritando al borde sin sentido y los niños me jalan
enmarrocados a la fuga inevitable del día receptor
que corre en sus cortinas de moscas nocturnas
la tarde fluye
y no necesito una máscara
de aluminio
mi abrigo carga la lluvia furiosa mientras voy ascendiendo
al piso más alto de Pampas
sin margen y la alfombra afila sus contornos
cenizas latas trozos de algo
siempre vivo desintegrándose y los perros insuflan sus gargantas
enmohecidas y desfallecen en la primera tos
es el mismo paraíso perdido final feliz
que ahogo como monedas y lanzo
donde pausadamente se escinde la noche

se hilvanan todos los ladrillos de la ciudad como un pretexto
indiscutible
el jardín del manicomio
la casita de hule sobre una roca
de estrellas gigantes mi sangre pastosa que merodea
como tu naúsea
necesaria y cristalina tanta sed
árboles bolsas flores muros de cemento
mientras el kerosene es lo único que se expande
a cada paso
la única bella
luz prendida
en los fósforos de electricidad.



En El Ruedo Agitado

En el ruedo agitado
de idas y vueltas contrariada
pesca sin fin milagrosa en el umbral del lago
en la iglesia ortodoxa todos de pie evocan esa humilde
casa de huérfanos en Iráq
cuántos olores oscilan en el astillero para reconciliarse
recuerdo la oscuridad mellada por el paso de las botas
famélicos desorbitados ojos que un cuervo pasea
en el coro rampante de insectos
para dar paso al corazón
entre brazos que acomodados distiguen los almendros
de los rostros distendidos en los
focos de las lámparas cuando
el tren persigue el albedrío de la nieve
y se estrella en la cabeza de un árbol
nombres sobre todo
los tatuajes de las piedras
los cartones de lino que son vestidos de sogas
hamacas donde recostar el cuerpo
Pensar que el camino ha sido largo
ha valido la pena estrellarse contra la pared
rebuscar en las sombras
la señal de identidad el rasguño la crin
sin confesiones ni el embarazo que de a luz el exilio
que no es hacer un recuento del espacio de quién sabe quién
en una celda contando cómo fue tumbándose tras las órdenes
mutilando su sexo la corteza el muñón
aquella noche de Serbia y su mañana en Lima
agonizantes niños de Iráq
cuya comparación más exacta es el mundo
que espera abotagado en la banca
con tantos o más dedos que contar
en los inhabitables edificios de la mente
volados por innumerables bombas
violados por innumerables hordas
aquella noche montada en un pájaro salvaje.




El Violinista Ruso Aquel

El violinista ruso aquel
trabajó todo el día
sin éxito la gitana vendió todo el día
todo el día una cartilla con números de la suerte
parecía emerger
de una enorme falda negra

Los ojos ocultan su perfil en el horizonte
de inmaculados mensajes vacíos
sacuden su cuero cabelludo
de pájaros gritones
sanguíneamente
recorren la ciudad
que un vocerío inanimado
de flores y estupor
ensancha
cada uno tiene un pastor
un campo o prado
un bosque o una jauría vigilante.




El Tiempo Verde Botella

El tiempo verde botella
se hace trizas en las ventanas occidentales
la cascada intensa y el laser del viento benigno
en guantes blancos
dirige la música en un trotar arrítmico
de ratas mentales
Camino a los vendedores de baratijas
en el mercado de frutas
soñar es intenso como un golpe en el corazón
pero no es ésta la ciudad que se desata las trenzas
ni el corcho que mastico insistentemente
sabe al más grato sabor de la niñez
miro al alto y espigado amarillo
como no será nunca el sol en Lima
los chicos en sus bicicletas acarameladas cual globos
volando contra el viento
¿volaré yo también contra el viento
detrás de una idea que se desvanece iridiscente
en el diente de un jabalí?
Se hacen agua los helados las espaldas padecen
arrasadas por jardineros inescrupulosos
la idea es una pelota que se traga el polvo
en el centro efímero de una plaza
y yace el torero despanzurrado en su soledad
los aplausos aturden y litros
de incomprensiones que en la cara de una mesera
explotan
Como yo ella es pálida
y le vienen bien los colores chillones
el flequillo horizontal por donde acusiosos rayos equis
los turcos
entran trepando mayólicas como mentes en blanco

También puedo ser yo misma en la tubería
donde confluye lo que a medias se acepta y embolsa
y envía de mano en mano para hacer las cordiales pases
cada uno sin querer bordea su propio agujero
las veces que irreconciliable
un vendedor casa por casa toca
la rebosada puerta
el panal de moscas zancudas
la turbulencia la opacidad
la ciudad hecha de señales ajenas
ajena a su propia dirección





Al Teclear Me Preparo Para Un Nuevo Dolor

Al teclear me preparo para un nuevo dolor
mis dedos postrados en la mayólica del aire
van por la intransigente línea del tren
Mis dedos enfadados con su instinto de dominación
abiertos a los acertijos de un conductor que no soporta
la espontaneidad de los saludos del otro
sacudiéndose la arena que subrepticiamente
los pelícanos robaron de la playa
el sol que cargué en un sombrero de hojas
de plátano y lancé al otro sol que corría
en el capricho de las olas
que incontrolables los muchachos
en busca de consuelo pretenden civilizar
Saltos equinos que hipnotizadas nubes
conducen al seno denso de su epifanía
Mis dedos que no dejaría prestados a pintor alguno
a cambio de su amor apócrifo.





me dirijo al Tigre un día lluvioso 
mis botas mojadas
mis anteojos nublados
oigo más de lo que debería escuchar
una mañana cualquiera
en el tren

el inusitado ofrecimiento
de cantar
el desemplumado oficio de contar
aunque todos rían
y sea demasiado temprano
para desocupar las estrellas

y en mi cerebro siga danzando
el polvo blanco de la noche
que aconteció

abro y destruyo
el libreto que hice de mis palabras

y me acomodo en la levadura del pan
y añoro el sexo que tantos sudores dejan
titilar como granitos de nieve
en mi piel

me sumerjo en su solemnidad
de sábanas

vendedores —digo—
perdedores —dicen—

veo más de lo que
corrientemente un ser humano
podría presenciar
una mañana cualquiera
dirigiéndose al Tigre

una telaraña de cables
una intromisión de formas

no más pensamiento
ni ilusión
que
una ciudad que detiene la lluvia
unas muchachas
con pinta de italianas
que arrastran rápidamente sus
bicicletas
al tren
para no mojarse

el graznido del acordeón
que el agua diluye
en un ofrecimiento
más
que se impregna en las ventanas
como una medida de fuerza

¿cómo deshacerme
de esta extraña intromisión
mientras arrugo con el periódico
otra conversación anodina?

una ciudad
que se esfuerza por invisibilizar
la lluvia

estas estúpidas tarjetitas
que sin querer recibo
de una ciega
que su lazarillo empuja
hacia mis manos

viajo consciente
de que nada conseguiré aclarar
a pesar de la lluvia
sabiendo que no me quedarán fuerzas
para tomar un bote
e internarme en el Tigre
ni me interesaré
por alguno de esos
curiosos nombres alemanes
ni mucho menos comeré salchichas
ni beberé cerveza

viajo sin dejar que el silencio influya
que fluyan los árboles
abandonarse
a f l o r a r







hace días el rottweiler 
del vecino nos ladra
y un olor insistente a pescado
parece invadir con su campamento
de palitos y condimentos
descartables y gente
disfrutando
en distintos idiomas
de un alegre globo rojo
en sus cocinas

las casas de estilo inglés
las chimeneas inactivas
los manifestantes que de pura rabia
quieren cercenar el cielo

de un tiempo para acá me siento flotando
en las rejillas y preocupaciones de otros

de un tiempo para atrás
el peso se ha desvanecido
en las pantallas de un televisor

el ruido es un mecanismo más
para entretener mis manos

bolivianas
empujando pesados bloques
de cartón
coreanas
cargando a sus pequeños
tan blancos como barras de jabón

son todas iguales claro 
menos tú corrige el taxista

jura que le voy a creer 
supone que le voy a estrujar la mano
arrancar una a una más frasecitas
tan estúpidas como esa






cabezas gachas
cabezas negras y apuradas
soledad de asfalto como la mía
cabezas peruanas fósiles
emergiendo de costales de baratijas
medias chinas y baterías coreanas
que los rótulos fantasmales de los grandes teatros
convertían en incontenibles llamaradas de gente

pensé que los había dejado reposando
en las barracas eternas de la desmemoria 

a las matronas sin trenzas
repartiendo churros a peso devaluado
bajo la luz hosca de los negocios de comida 
a los maniquíes sin mirada
vendiendo tarjetas postales para llamar al perú 
a los bolivianos encogidos en poltronas de tocuyo
escuchando radio con la indiferencia
de los mismos maniquíes que una cuadra atrás
me invitaban a detenerme en un hueco oscuro
regentado por un judío agazapado
en un mostrador con olor a tela

mientras que desde otra mirada
una muchacha abre un cartapacio
de cuentas y una multitud húmeda
culebreándose entre mis pies
trasforma sus ojos en gracias indiferentes
que devuelvo por sobre el hombro
en un desdeñoso rehacer 
ir y venir partir y regresar
sin palabras

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