lunes, 27 de marzo de 2017

CARLOS ORELLANA [20.053]


CARLOS ORELLANA

Carlos Orellana nació en el Callao, Perú, en 1950. Estudió Letras en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y Ciencias Sociales en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha publicado tres libros de poesía, La ciudad va a estallar & otros poemas (1989), Los simulacros de Venus (1997), Soñar de ciegos (2008); un libro de relatos, No todos los días se cazan elefantes (1994); una novela, La canción del mal amado (1995) una colección de prosas, Esquirlas (1997) y un libro de entrevistas, Conversando con Paco (2008). Ha ganado los Juegos Florales de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega (Poesía,1973) , los Juegos Florales de la Federación de Estudiantes de la Pontificia Universidad Católica del Perú ( Cuento,1974) y el Premio Nacional de Poesía “José Watanabe Varas” (Poesía, 2008) Parte de su obra poética ha sido incluida en antologías de Estados Unidos, México, Venezuela, Argentina y Perú. Poemas suyos han sido traducidos al inglés por John Oliver Simon y al francés por Alfonso de Silva. La antología del cuento peruano “From the threshold” editada por la Texas University in Austin incluye un relato suyo.



SOÑAR DE CIEGOS




BEBIENDO TÉ DE DARJEELING

Sin prisa, sin obstinación, envejezco cada mañana.
Una buena taza de té por toda recompensa
Al duro vivir, y no es poca cosa.
La mañana se convierte en un lago dormido,
Tras las ventanas, montañas verdes,
Mujeres pálidas y huidizas.
Solo aquello que ha resistido el peso,
Y el paso,
Del tiempo merece ser llamado amor.
(Entretanto espero noticias de la guerra,
De esa guerra final que acabará con el amor.)
Ahora percibo lenta, gloriosamente, el paisaje
De la vigilia.
En la arena de la mente danzan los dioses.

Lima, 26/5/ 2003




LA UTOPÍA

Renunciar a la utopía es convertirse en útil buey
Que hala el fardo de los días,
Con humildad y estupidez.
Algunas doctrinas orientales nos llamaron
A poner a dieta a la realidad,
A verle el lado bueno, el arroyo y las hojas caídas,
El inevitable paso de las estaciones,
El aire de la montaña
Respirado con disciplina y resignación.
Pero en el enloquecido Occidente,
Está la utopía llenando nuestras venas
De vida auténtica.
Porque lo imposible es la montaña.




EN LA PLAZA MAYOR DE LIMA

Con furia nada desdeñable,
Un muchacho y una muchacha
                          se besan.
Es la correcta gramática del amor,
Practicada por los pájaros.
Comparar a los pájaros y a los muchachos es legítimo.
Y más allá de toda consideración poética
Hay la necesidad de devolverle a la naturaleza
La medida de todas las cosas.
Sin embargo estos jóvenes no son lección para nadie;
Son solo una circunstancia baladí
En medio de los grandes temas que en letras
Profundamente negras
Tratan los grandes periódicos, el Parlamento Nacional,
Los viejos edificios donde cada mañana
Las aves se aman y procrean
Distraídamente.



RUINAS DE LA ROMA ANTIGUA (CRONICA DE VIAJE)

Los turistas almuerzan en Piazza Navona;
Algunos tienen la boca manchada de spaghetti al pomidoro,
Las mejillas sonrosadas por el Chianti.
Luego prosiguen con sus cámaras japonesas
Fotografiando el pasado,
Como si fuera una herida cerrada.
Desde tus huesos debes estar harto, Séneca,
Del ruido de las muchedumbres que nada comprenden:
En una ciudad están todas las ciudades. Bajo ellas
Todas las ruinas del entusiasmo humano.
Jamás lo entenderán.
Ni ahora ni nunca será fácil la vida para el que entiende,
Que la existencia no es tan simple, ni la historia un pedazo de mármol.
Todo esto me entristece, porque damos vueltas,
Como decía Eliot, al “espinoso peral”.
Pero dejo a un lado las ruinas, los autobuses
Que nos llevan al Coliseo Romano o a la Puerta Flamínea.
Desde una mesa observo las piernas vivas de las jóvenes romanas.



TOKIO, 20/3/2001

Los últimos hielos se han marchado.
Y en las pequeñas tiendas de frutas,
Que sobreviven al lado de los rascacielos,
Las toronjas me sonríen.
Es primavera.



NOSOTROS FUIMOS CRIATURAS SURGIDAS DE OTRO BARRO

Nosotros fuimos criaturas surgidas de otro barro.
Por eso ahora que mi primer nieto puede decir abuelo,
Como que doy vuelta a la página y silbo a ratos
Canciones de otrora que los más jóvenes desconocen.
Mi mundo torna a convertirse en una revista vieja,
Llena de sucesos que a ellos poco importa, ajenos
Y hasta hostiles a cualquier pasado.
Veo a estos jóvenes copular con máquinas,
Obtener orgasmos de un modo casi obsceno y criminal.
Y no es que sea pesimista,
Pero nuestros errores más siniestros
Se aprestan ahora a conquistar el mundo
O lo que queda de él,
Con tal cinismo,
Con tal vigor,
Con tal entusiasmo
Que sobrevivir será un acto heroico o estúpido.
Por eso silbo viejas canciones muy quedamente,
O guardo prudente silencio. Silencio.



LAS BELLAS MUCHACHAS DEL BARRIO

Como los magníficos autos de entonces -Odsmobile, Pontiac,
Y Studebaker, ciertamente- nuestras musas de piernas
Torneadas y altos pechos cromados por el deseo más salvaje,
Han caducado, ya no son el modelo del año.
Las muchachas que encendían el Barrio día y noche,
Que sembraron ideas de locura y suicidio,
Que convirtieron al amor en cosa lúdica,
Son hoy piezas de museo de cera que se derrite, que se muere
En los obituarios de “El Comercio”.
Así las cosas, los ojos redomados se dirigen a las doncellas de la hora
Con cierta crueldad que conviene disimular con frases almibaradas
Cuando las viejas amigas del Barrio insisten
En reeditarse con necedad y ponerse hermosas.
Y entonces como los Studebaker, Pontiac y Odsmobile de los 60s
Llaman la atención sobre su gloria pasada, pero incomprendida.
Y hay en todo esto una tristeza como soñar de ciegos.



LOS CUERPOS

Como pergaminos obstinados en mostrar
La escritura risible de la realidad,
Nuestros cuerpos envejecen con insolencia.
Se parten como galletas, se decoloran,
Y hasta emiten ruidos indignos.
Estos cuerpos tristes, estos cuerpos
Que han de quedarse quietos y ridículos,
Como juguetes descompuestos.



EL INVIERNO DE LOS LOBOS

En el invierno la tarde no hace concesiones.
Solo muestra su rostro plúmbeo,
Su cara de pocos amigos.
Difícil animarse a una ociosa caminata,
Preferible guarecerse bajo las mantas pensando
En días amables y tibios, en muchachas
Vestidas de modo ligero, sonriendo a la estación del amor.
Peor aún si uno ya asoma a la vejez y debe cuidarse
De los vientos fríos que van a la caza de cansados lobos
Perdidos en el blanco de la nieve.




AUTOBIOGRAFÍA

Toda mi vida he amado como un caballo
Ama a las yeguas y he sido,
Criticado por la yeguada más insigne.
En verdad no soy un caballo,
Sino un caballero y dan fe
De ello dos divorcios impecables,
Varias psicoterapias y la simpatía
De mi última psicoterapeuta.
Si volviera a nacer me gustaría
Ser una planta de hinojo,
Una jirafa,
O un ferrocarril en medio de la montaña.



LA POESÍA NO ENVEJECE

La poesía no envejece, envejece el poeta,
Sus calcetines, sus manos que se aterciopelan,
Y sus dientes que se desportillan.
No hay trato privilegiado para el poeta,
Mentira no es un semidiós,
Ni un ángel,
Solo un burócrata de la lírica,
Un viandante nocturno
En los extramuros de la soledad.



LOT

No puedo evitar desear tu cuerpo de sal.
Me acompañaste siempre en la duda,
Nunca en la certeza.
Y heme aquí solo,
En la cúspide del verano,
Cuando las mismas aves se incendian
En un grito pasajero y terrible.
Tras ascender el día llega la vasta llanura de la noche,
Y el recuerdo de tu cuerpo, falso ángel al que sigo
Todavía inexactamente.
Falso ángel, polvo del tiempo,
sal, estatua de la duda.
Se acaba el día entre lanzas enloquecidas,
Me acabo yo contemplando tu cuerpo de sal



LA GRAN TIRANÍA DEL DESEMPLEO

Navegar entre pequeñas islas de infelicidad
& felicidad, perdido.
Caminar por calles largas como la Vida,
Llenas de dulce sombra
O amarga luz.
Pequeños placeres
Como un barquillo de helado de vainilla,
Películas viejas,
Fotografías donde aparecíamos
Con menos peso
Y algo más de realidad.
El amor reventando
Como un fruto podrido y obsceno.



EL FIN DE LAS BALLENAS

Ver una ballena por primera vez es como asistir
Al surgimiento de un dios de las aguas.
Luego acostumbras tus ojos a la enormidad
De la noble criatura. Y comprendes
El lugar y el sentido
De lo grande y lo pequeño.
Sin embargo hemos aprendido la forma
De matarlas,
De convertirlas en masas de carne y grasa,
Aceite y combustibles.
Estas deidades están desapareciendo.
Algún día solo recordaremos
Que nuestro planeta tenía ballenas,
Nombre que sonará raro como dinosaurio.
Pero aún están aquí, viviendo y amando,
Extrañas en su propio mundo,
Toleradas o perdonadas
Por ese hórrido pez
Que hace millones de años
Salió del mar y pobló la tierra.




EL SITIO DE TROYA

                     A la memoria de Washington Delgado

Pero quién recuerda a los pequeños y anónimos guerreros,
Que fueron pasto también de la ira funesta.
Injusta y miserable discordia de los dioses,
Pérfida ambición del oro en que cayeron los héroes,
¿Dónde está la belleza?
No cantes, poeta, el valor de Aquiles, que no existe,
La soberbia de Ulises, su avezado ingenio.
Canta la sencillez del teucro o del aqueo
Que dejó prole y lecho tibio
Para pelear por lo vano de héroes y dioses.
En esos corazones modestos de las batallas o los mítines,
Está la humanidad sufriente,
Una antorcha viva,
El fuego mortal que desprecian los dioses.
El sitio de Troya lleva ya miles de años,
Siglos y siglos la ambición del oro.
El resto es leyenda, leyenda la hermosura
De Helena, embeleco el Caballo.
Las osamentas de los pobres son una montaña,
Al lado del mar, su sangre el propio mar.
No cantes, poeta, ningún sitio de Troya.




EL LENGUAJE DE LOS GUIJARROS

Observa los guijarros
Sumergidos en los remansos.
¡Cuánto le ha costado a la naturaleza una joya
Tan valiosa como un guijarro,
De piel más dura que el casco de una cabra,
De forma caprichosa –capricho del agua y del tiempo-,
Del color tranquilo del amor!
Esos guijarros que extraes con tus hijos,
Son la felicidad.
¿Has escuchado hablar a los guijarros?
Basta poner cerca de las aguas el oído y se escucha
El entrechocar de ellos.
Es un lenguaje prístino,
Es el lenguaje del principio del mundo.




LOS SIMULACROS DE VENUS


EL POETA CONVIERTE MUCHACHAS APAGADAS,
SONÁMBULAS...

El poeta convierte muchachas apagadas, sonámbulas, mustias en
pequeñas y sonoras obras de arte. Son muchachas que terminan
gozando de la vitalidad de un tomate y el arrojo sexual de una
liebre.
Crecen con sus orgasmos, aprenden a mirar el cielo sin
melancolía y a comprar, altivas, en los supermercados. El
glamour, como un extraño sándalo, las perfuma.
Mas con el tiempo, subversivamente, intentan castrar al poeta,
tomar por asalto el mundo con escotes y palabras audaces,
lanzadas a un aire presidido por el Véspero.
Muerte al poeta y su obra. Las criaturas de su amor y su deseo
urden un final minuciosamente fabricado en los meandros del
hipotálamo. Amorosas, tiernas bestias esculpidas en noches
sagradas, tórnanse mortales arácnidos de labios carmesí.



PARA DEMOSTRARME QUE ESTOY VIVO ...

Para demostrarme que estoy vivo, me muero de miedo. Y saludo
a la Luna que se extiende en un cielo bituminoso, como una
religión nueva en tiempos de confusión. Para demostrarme que
estoy vivo celebro la boda del cuerpo y el alma en el templo de la
vigilia. Introduzco en la herida más antigua mi alfanje dorado, y
acerco mi lengua de ofidio a la dulce sal de tu cuerpo.
Para demostrarme que estoy vivo me saco los brazos y abrazo el
aire de los sueños, como un simio aterrado por el centellón en la
oscuridad. Y me enceguezco de alegría o furia ante la desgarrada
luz del océano en la madrugada; o sucumbo, vermiforme, ante
los planetas exactos de la Música.
Para demostrarme que estoy vivo me despellejo, y alcanzo una
santidad momentánea. O me confundo contigo en los más
húmedos límites de tu humanidad, y vuelvo a nacer como un
pequeño dios borracho de lujuria, sobre estepas de lino.
Para demostrarme que estoy vivo pronuncio tu nombre, que
equivale a claridades de vino, a mediodía inacabable. 



SIEMPRE ESTOY SUBIÉNDOME A TU CUERPO,
ESCALANDO TUS GRITOS.

 ¿Cuántas noches pasé divirtiéndome a su
 sombra con mujeres de caderas opulentas y
 talle extenuado:
 blancas y morenas que hacían en mi alma el
 efecto de las espadas refulgentes y las
 lanzas oscuras!
 MUTAMID DE SEVILLA


Siempre estoy subiéndome a tu cuerpo, escalando tus gritos.
Siempre estoy deshojándote, moviéndome como un basilisco tras
tu ansiedad y tu fiebre. Siempre mirándote como un maldito
voyeur que no cambiaría por ningún bien de la Tierra, los
paisajes de lycra del anochecer en tu cuerpo.
Extensiones brunas o albas con aguajales donde beber como ave
silvestre, como cansado moro. Siempre.
Siempre danzando a tu alrededor , como un gracioso y arrecho
ánade, y tú recostada sobre jergón o diván la misma, con esas
tetas que son sargazos o pomelos, con el vellón inmortal que
anuncia la Entrada Magnífica.
Por ello líbrame, Señor, de las aguas mansas y de las carnes
blandas. Que el amor me alcance en la plenitud de los vientres
chatos, la carne firme y brillante, el deseo intacto.
¡Algazara, algazara!



UN ANTIGUO AMOR ES COMO UN ALTO PIANO...

Un antiguo amor es como un alto piano sumergido en el sótano.
O como un gran trasatlántico perdido en la bruma. Su recuerdo
despierta un verde insensato en las colinas, un grave silencio en
torno a plazas con estatuas ecuestres y bancas de hierro.
Un antiguo amor se cuela como un vicio inocente entre los
resquicios sabatinos, muerde soledades en el cuello, incinera
almanaques para estar sentado en el festín del presente.
Un antiguo amor se orina en los edredones de los hoteles a los
que llegamos cansados y sin extrañar a la esposa. Un antiguo
amor se anuncia en el periódico como una bella oferta de
primavera . y sin descaro nos persigue en el retrete como una
cuenta sin pagar, como un viejo y pesado rifle de cazador que
aún dispara muerte y soledad.



LOS GOCES SORPRENDIDOS

Hube de amar muchas veces al filo de la sospecha, entre
significativos matorrales de angustia. Potros enloquecidos,
disparados por la pradera, y al fondo una tarde de bronce y un
teléfono cómplice.
Mi cuerpo y su cuerpo reventaron como pop corn en una feria
pueblerina; una sana alegría cósmica se apoderó del espléndido
cinematógrafo de una realidad alquilada.
Un trajín de marsopas y un polvo en pleno equinoccio con las
ventanas abiertas a un barrio de letreros ululantes y escolares
fisgones.
Después cerramos nuestros cuerpos y huimos por los resquicios
de una noche agrietada, confusión de desafinados violines,
policías de tránsito, algo de comida china y un beso incierto de
labios furtivos.



CONCIERTO PARA DOS MUJERES

 y la carne que nos tienta con sus frescos racimos...
 RUBÉN DARIO

Os amo como a la pimienta y al ocio,
a los pequeños y grandes placeres humanos.
El viernes y los presocráticos
o las palpables nubes de vuestros pechos
que me obsesionan como a Ulises, el retorno.

Para tí, Perra Dulce, y para tí
Gato Salvaje; para ustedes
el mejor viento que es mi vida,
mi vida que es viento y té
al atardecer.

El verano ha abierto sus alas,
alas como las mías, como todo lo visible y verdadero.
Parte soy de lo visible y no velado,
parte del amor y su codicia,
provincia de la sangre y su imperio
de ansiedades bermejas.

La sombra de lo amado y lo deseado,
el árbol silencioso,
la estrella equivocada,
son mis números,
mi voz en este valle transparente.

Y así he morir/vivir,
aniquilando sueños, altas torres,
y solo dejando el canto
como una cabra al monte
en una desfallecida tarde.



LA INSATISFACCIÓN

Navegar años, cabalgar siglos, sobre cuerpos que espanten por la belleza y
por el sonido celeste de su roce. Anclar interminablemente en los olores
más terrestres, como el del clavo de la canela o el del benjuí. O el sobaco
en la madrugada más tibia, a comienzos del estío. ¿Tendremos acaso un
diezmo de esto?
Ser amados y lamidos como la roca marina, bajo silenciosas y temibles
lunas de amianto. Sorbidos por mucosas voraces, libertinas, en una
alquimia posible de cielo e infierno.
Descansar en el fuego más humano, en el deseo más próximo, sintiendo
lejana la muerte en cada latido que se comparte, que se anuda, en cada grito
arrancado de otro grito.
Y no ser sino una sílaba del misterio perenne de los cuerpos



LA NOCHE

 El aire de la noche suena como cristal.
Joseph Brodsky


La noche gira sin ruido.
Ruda y limpia noche de los pensamientos obscenos.
De cuerpos oscilantes como el mar,
De escrituras silenciosas
como la huida de una araña.
Hondo y precoz vacío,
Incendio de sombra,
La noche tiene piernas y son las tuyas,
Peces invencibles disparados por el deseo,
Profundidad de sierpes, instantes concebidos
Como el parto de un dios en el caos.
Y en medio de la noche que gira.
Mi humanidad incandescente.




LA CIUDAD VA A ESTALLAR
 Y OTROS POEMAS
 (1972-1979)



DE PRONTO QUISIERAS DORMIR COMO LA HIERBA...

De pronto quisieras dormir como la hierba
un sueño lento, ausente de las ciudades.
Y sentir la música de un bostezo
cruzando siglos, estepas, generaciones de reptiles,
mientras el mundo y la historia se llenan de sollozos.
De pronto quisieras el ropaje del ahogado,
colonizado por el musgo y procesiones
de peces y gaviotas. Y desde tus ojos de estanque observar
la finita redondez de la tierra
mientras dura su suspiro entre los astros:
el tiempo.



DÍAS SINIESTROS EN QUE MI ESQUELETO ARDE...

Días siniestros en que mi esqueleto arde,
se desploman las cavidades de mi cráneo,
huyen caballos de mis venas.
Días como huesos o estacas
o cruces sobre un campo
inmenso donde una voz
lanzada al viento
no es una voz
sino la distancia.



METAFÍSICA

             Para Mito Tumi

Si muero nada ha de cambiar.
Sobre mi cabeza circularán las estaciones
envejeciendo la tierra y los recuerdos.
Los vegetales se harán un lugar,
y los huesos,
más abajo,
agradecerán la compañía.
Y nada más.



AÚN

Aún nadie se ha suicidado.
Pero pronto empezarán las ventanas a ser
puertas de salida seguras.
Los economistas y los sociólogos,
los demógrafos y los estadísticos
han iniciado el conteo.
Tú has empezado a tener mareos,
yo a leer
libros de astrología.



HISTORIA (1905)

Torpemente el Zar de todas las Rusias ha ordenado
disparar sobre el hambre,
el descontento;
ha llegado la partera algo ebria, qué mujerzuela.
Los muertos yacen por todos lados,
aquí y allá trincheras,
vivimos con los pelos de punta
desde hace tanto tiempo
y todo por culpa del Zar.



ESTADO DE SITIO

La burguesía,
cl proletariado,
y entre ellos
la historia,
moviendo la cola,
interrumpiendo nuestros encuentros
en los parques que la policía toma
por asalto de repente.



LA CIUDAD VA A ESTALLAR, FLORA...

 Para Edgar O'Hara

La ciudad va a estallar, Flora,
en medio de este tráfico infernal: ángeles
incendiando los edificios, bromeando
con los semáforos, convirtiendo a los autobuses
en paquidermos holgazanes.
Alguien ha colocado bombas de tiempo
en los grandes almacenes.
Han asesinado al Cardenal.
Se ha sublevado la tropa.
La temperatura ha alcanzado los 35 grados.
Han cerrado el Parlamento.
Descubierto al hombre más viejo del mundo.
Los ángeles hacen sonar sus trompetas espantosamente
en la Vía Expresa.
Separaron a los siameses, Flora.
La inflación es otra bomba
de tiempo.
Ha renunciado el Primer Ministro.
El tigre de Bengala está prácticamente extinguido.
La ciudad va a estallar, Flora,
cierra los ojos, abrázame, no voltees
la cara por nada del mundo.



LAS OBRERAS DESFILAN..

Las obreras desfilan
monótonas hacia los restaurantes
de comida barata.Desfilan
conversando de temas banales
-la longevidad de las medias
de lanamientras
los obreros detienen
sus miradas sobre esas medias
de lana y conversan
de política y entonces sonríen.
Y yo,
caminando por estos suburbios,
ajeno a la rutina de las fábricas
me pregunto por el destino de la poesía
castellana.



LIMA

El conquistador descansó su cuerpo y sus huestes
sobre aquella sierra y tuvo un torpe sueño,
o desconfió al no poder abarcar con la diestra
mirada el mar que lo traía.
Pudo vencer su temor castellano y darme las montañas
como morada y no esta tierra
breve y opaca que el invierno no arrasa
como debiera.
Que el verano desnuda sin ánimo de posesión.



CARTA PÓSTUMA A ALFREDO MADRID

Has muerto Alfredo Madrid, acabo de enterarme,
como quien se entera que está lloviendo fuera.
Qué sabor humano, Alfredo, trepando la garganta,
asaltando los labios,
quebrándose en la voz,
trizando
la pequeña paz
del almuerzo.



VERANO

El verano no lo pueden explicar
los meteorólogos
Porque es un lugar común de los pájaros
un bronce en los cristales
un cierto gozo.



AHORA PROVIENES DE SUAVES REFLUJOS...

 El verdadero amor es una calma encendida
 Guisseppe Ungaretti


Ahora provienes de suaves reflujos.
La tarde es un imán y tú,
te acercas sin desearlo;
más exactamente te sustraigo
de un reino de fotografías descoloridas
y llaves de otro tiempo.
Podrías ingresar por la ventana
con tus propias alas, sorprender
a las cortinas, podrías
aparecerte de pronto en la cocina:
sabría de ti por el tintineo de la loza,
el chorro de agua, tus pasos
medidos como los de una garza y a veces
esa simple risa que descubre tu contento,
mientras en una habitación cercana
sorbo el café instantáneo
frente a una máquina de escribir.
No hay flores en el sucio florero y yo sabría
de tu presencia por las rosas recién compradas.
Nadie tararea una canción que ahoga el ruido
de una ducha, ni hay mujer alguna que se parezca
a una rosa recién cortada.
Sabría que éstas aquí si solamente
se me acabaran el café y las ganas de escribir.
Pero no, no puedes ingresar por la ventana
como un gorrión.
¿Y si comprara rosas?
Para qué, ellas necesitan la compañía ferviente
de un rostro fresco que copie su alegría.



AÑOS EN QUE EL MIEDO ERA SOLO MOSTRAR...

 Para José Luis Velásquez

Años en que el miedo era sólo mostrar
los dientes mientras el miedo dejaba por dentro
su cólera, su silencio, su herrumbe,
Entonces
cómo decir amor sin caer en el vacío, cómo
tomar los autobuses sin una nostalgia
prendida como una dalia o exclamar
frente a las iglesias una imprecación.
Y la poesía fue esa paciente ramera
con la que olvidamos el olor de las sábanas limpias,
el cielo de los domingos.
Su cuerpo fue la fresca orilla donde descansamos
todo el amor fatigado, envejecido
tan de repente.
Buscamos, entonces, el tiempo en los vasos,
en la babeante cerveza,
en astros de indescriptible volumen,
en soledades de plástico.
Crece ahora la marea de un torpe recuerdo,
los dientes careados no muestran el miedo,
apenas se caen como hojas otoñales.



RECUERDO

Tengo necesidad de llamarte cada vez que en la mañana
me levanto y desayuno,
abordo el movimiento del planeta
desde los periódicos sobre mi mesa,
riendo a veces por sobre el pan y el queso,
del ritmo de la historia.
Tomo tus recuerdos del viejo lado
de las necesidades primarias
como sentir tus nalgas sonriendo
y deambulando hacia la cocina,
tus palabras huecas y musicales,
tu lechosa presencia aventada por el amanecer.



EN TIEMPOS COMO ESTOS

En 1950 mi cabeza descendió asombrada
a la vasta superficie de los elementos
que hacen posible la vida de los protozoarios.
Y chocó con el azul del cosmos, con la muda
presencia de las constelaciones.
Aún se escuchaba el eco de los últimos disparos:
los aliados prometían la paz, una paz
como el bronce de Horacio, duradera.
Volvería a crecer la hierba sobre los campos
bombardeados, la hierba sobre la memoria
devastada de los vencidos.
Otra vez la feliz angustia en la Bolsa de Valores.
Y los lisiados de guerra tendrían una pensión decente,
las viudas un segundo marido.
En 1977 mi hijo asoma su cabeza sanguinolenta
y descubre el azul del cosmos y el silencio
estelar. Las voces de las enfermeras luego y sus quejas
por el salario exiguo y los gritos
de los manifestantes que se desplazan por una calle
cercana.
Los aliados ahora ya no prometen la paz
ni prometen la guerra. Ni el verdor
de los campos ni su extinción. Hay muletas para los lisiados
pero la pensión no es del todo segura.
Y respecto al marido de las viudas, eso es
cosa privada que a los estados no compete.
Qué prometen entonces, pareces preguntarme, Gonzalo?
No prometen nada, sencillamente. Prometer se ha vuelto
peligroso: la gente empieza a desconfiar de las promesas,
hechas en tiempos como éstos.



DESCUBRO DE PRONTO QUE NO HE ESCRITO NINGÚN
VERSO ...

Descubro de pronto que no he escrito ningún verso
memorable. Que han pasado entre mis manos
el tiempo y las imágenes.
Cuántos días solares sobre mi cráneo y nada.
Sólo el hijo bullicioso que en el patio corre.
Lástima de mí y de mis horas
falsamente verdes.



FLORA

Los años, después de todo, se encargan
de demoler pacientemente los sueños.
Flora, ahora divorciada, pretende conciliar
socialismo y plusvalía.
Ya los obreros y campesinos
lejanos y desdibujados en su retina
nada podrán esperar de la compañera Flora
a pesar de sus tediosas declaraciones,
afeites para un rubor perdido.
Y Flora, sin sueños, lejana
y desdibujada en mi retina nada podrá
ya esperar de mí, a pesar de estos poemas,
alivio para una melancolía sin rumbo.



POEMA

Quizá fueron los años que perdimos,
o la tristeza que ganamos.
Desde entonces un hueco en el pecho,
un vacío inconfesable, unas ganas
de escapar de uno mismo. De vivir
en otra vida algo distante o correr
a campo traviesa una mañana gritando
un nombre capaz de devolvernos a esa
lejana pureza
do habitábamos siervos
de una alegría desnuda como esa muchacha
que frente al sol y al mar
entera se regocija.



CRÓNICA DE JIMENA

En medio de la ciudad uno está solo.
De nada valen los ascensores, los llantos del teléfono,
las ventanas que dan a la avenida con sus rugientes
autobuses, el ruido
de las usinas hacia el mediodía. De nada valen los grandes
titulares
de los periódicos o las noticias menudas o los ríos
de voces que pasan
a tu lado insistiendo en el contacto.
Más allá de la ciudad el mar, el cielo de nada valen.
De nada vale el ruido del orbe, el trajinar de los cables
eléctricos,
la actividad de las cafeterías, la población de los cinemas,
las sirenas de policía, los comunicados urgentes, los
motines callejeros.
Frente al quirófano uno está solo, con su amor a cuestas,
herido, pleno
de garras.
Afuera, o nada existe o todo duerme.



ENTONCES FRESCA Y RADIANTE COMO UNA MAÑANA
TE PARECÍAS..

I

Entonces fresca y radiante como una mañana, te parecías
a una joven campesina deseada por su señor.
Tus labios guardaban la pureza de un quieto cielo estival
en la casta sonrisa que ignoraba el deseo.
Muchas tardes atravesamos la lluvia tomados de la mano,
como dos inquietas aves hurgando el aire, y tú querías
que el amor fuera el tejido de las tardes, el único
tejido posible.


II

Hicimos el amor como dos bestias jóvenes sobre el agua.
Sin ropas eras una de las muchachas de Manet (Dejeuner
sur I'herbe), una muchacha que sonríe despreocupada
como si la felicidad existiera sin fin ni tregua,
como si la felicidad, después de todo, le perteneciera
incansablemente.



BREVE EXCUSA

Perdóname, he dejado de creer en las hermosas
y libres parábolas de la Edad Florida.
Tenazmente crece una raíz oscura.
Esto que dejamos sin embargo aroma
las ahora desvencijadas tardes
cuando tú y yo, Inocencia y Pureza,
escribíamos sobre el cielo.
Perdóname, he dejado el lirio, el amor,
la esperanza y el retorno
en las difuminadas huellas de ese estío.



A LA USANZA DE LA ÉPOCA

Quizá me hubiera gustado conocerte hace cien años
y tomarte de la mano
y pasear entre las gentes.
Vestirías a la usanza
de la época una prolongada falda
donde se derrame un centenar de flores.
Usarías un peinado más discreto,
no éste que tan libremente desemboca
por las pendientes de tus hombros.
Una sonrisa más recatada
exhibirías los domingos por la mañana
y leerías a Bécquer y a Tennyson
y resolverías mantenerme a la distancia
más prudente de tus senos,
y tus labios sabrían replegarse como una ola
a la hora en que el caballo que en mí habita,
pretenda saltar la cerca y embarrar el honor
de tu decimonónica familia.



A MODO DE ELEGÍA

Ahora estoy triste.
La tristeza no es una palabra.
No es un tema literario,
la tristeza no es LA TRISTEZA.
Podría ser en cambio esta incierta mañana
de noviembre, el retazo de cielo desvaído
que la ventana enmarca, la fragancia del pan nuevo
que Rosa, mi mujer, acaba de comprar.
O acaso el humo del café
que tú, humo también, no beberás.



LA MÁQUINA HUMANA

La máquina humana deja de funcionar.
La bomba en la mitad del pecho
se para: ni sístole ni diástole.
Se detiene también el amor.
Todos los crepúsculos del Tiempo
se esfuman y se desvanecen los puentes
sobre un río inmóvil.
No hablamos de muerte, sólo hablamos
del fin de un milagro.



CRÓNICA DE LA DESESPERANZA (17/10/1979)

Los brujos de la tribu se marcharon cabizbajos y emprendieron
la huída por un ascensor.
Entonces tu cuerpo fue esa hoja en medio de la calle anegada,
de la noche incesante que nos concedía
un palmo de muerte y otro de silencio.
Después cogí el teléfono y el tam-tam
se dejó escuchar en toda la ciudad dormida.

El planeta gira y giran las aves.
Tu muda cabeza, tus mudos miembros
entre flores y plegarias van.
Un guardia civil detiene el tráfico
y avanzamos entre el smog,
avanzamos.



EN UN LUGAR DEL CALLEJÓN DE HUAYLAS
(FRAGMENTO DE UNA INTUICIÓN)

       Para Juan Carlos Torrico

Mañana bruna en los alisos,
morosas vacas pastando.
Al borde del riachuelo marchan los cerdos
ajenos a la inmortalidad del agua.
Chuast la piedra lisa viaja sobre la superficie
líquida y luego se hunde.
Envilecidos dioses acechan en el silencio de plomo,
en la oquedad de esta mañana.



DEJA AL TIEMPO ESCRIBIR LAS ESTACIONES Y
ACUÉSTATE...

Deja al tiempo escribir las estaciones y acuéstate
sobre la cansada hierba que soportó el otoño:
el mundo es arrastrado por bueyes celestiales.
En vano construyes fortificaciones,
muros contra el invierno.
Hombre tú que rengueas, pequeño hombre de una vida larga,
el sol te sacude el polvo del raído gabán, el sol
es una naranja podrida flotando en el estanque.



PARA QUE SE HAN HECHO LOS DÍAS SINO PARA QUE
EN ELLOS..

Para que se han hecho los días sino para que en ellos
la sangre cabalgue.
Y cabalgue la Luna por los precipicios del cielo.
La verdad se estampa como el rayo de sol
sobre la mano del jardinero y la flor.
Lo que nunca amé allí está,
polvo intocado,
gota que en la nube espera
tocar mi rostro un día.
Lo no amado, lo concebido por el ojo
en el sueño, esculpido
como un pez en la ola
o un grifo en el aire.



CAMINO A SHIRATZ, PERSIA, 1821. (TRAS LA LECTURA DE
UNA CRÓNICA DE VIAJE)

Domos navegando en la vasta llanura polvorosa.
Bajo el insomne ojo de fuego
la distancia pare agitadas formas:
avanzamos sin tregua.
Parvas aldeas nos inician en ese temblor
apenas interrumpido por la lujuria
fugaz de los sicomoros.



MEMORANDO 001

Lunes inapelable en los escritorios;
oleajes de inquieta tinta rompen,
trotan viejos rocines en el aire.
Inmersos en este triste follaje,
sin más canto que un menudo croar
los días cual corzas vemos correr.
El sol muere allá afuera,
atrapado en el smog.



MEMORANDO 002

Debajo de un mismo cielo,
sobre la superficie que apenas soporta
la limpia furia de un amor
tu mano he tocado.
Los lentos días naufragaron
entre pálidos, atorrantes celajes,
y nada puede ya conmoverme
sino el tiempo de tu sonrisa.



MEMORANDO 003

Los hunos invadieron mi oficina,
sus caballos pastaron en expedientes y archivos, se
cagaron
en las alfombras. Alguien se llevó un cenicero de plata.
En cambio dejaron botellas vacías del champagne más
corriente.
Varios cuernos quedaron tras las batallas.
Y cuando se marcharon los hunos,
tras la celebración del Año Nuevo,
volvió a crecer el pasto en las alfombras, el musgo
en los expedientes.



MEMORANDO 004

Cuando tú, que crees ser el Poeta Mayor,
el que se acuesta cuando le place con la Fama,
dejes de flotar como una pompa de jabón,
no habrá Fama ni puta parecida
que te salve del naufragio.



MEMORANDO 005

La cafetera de la señorita Elina estalló
y crecieron las ganas de tomar café.
Inaccesibles las grupas de las secretarias se mueven y
crecieron
las ganas de folgar.
Señor Ministro tengo el alto honor
de dirigirme a usted para informarle que crecieron
las ganas de renunciar.



MEMORANDO 006

Ahora le doy cuerda a la cordura,
máquina vacilante que me sostiene,
que me imprime como un huecograbado
sobre una falsa o vera eternidad.
(Voy, pues, acaso, tejiendo mi tela
sobre el vacío).
De sombras y sueños pueblo
un deshabitado destino.
Dios me visita al atardecer
y entre las piernas de mi mujer
y mi grave temor por él,
cual implume ave
me acurruco.



MEMORANDO 007

Caminar por las calles es entrar un poco
en una marea de rostros pares
donde se pierde una identidad lograda a costa
de masticar la soledad y reir para adentro.
Asi descubro que me convierto
en un animal viscoso, exactamente
en una bestia personal que se arropa
de hábitos y sestea los domingos.
Y esto me preocupa porque crece
el bipedo corriente y se entusiasma
con el bullicio de las gentes, atesora
inmensa sonrisa para sus hermanos de clase.



AMANTE EN EL INODORO

Un planeta azul se extingue
mientras tú defecas y acaricias tus largas piernas,
piernas de un insecto hermoso,
atrapado a veces en la melancolía
o en la tibieza de un próspero amor.
Mientras lames tu belleza
sobre el inodoro,
despojada del plumaje del nylon
otra tarde del mundo se evapora.
Envuelto en el humo del deseo un cuerpo
te acariciará como una joya o un
borbotón de agua.
Y entretanto el planeta azul se extingue.



SI YO PERDIERA EL TIEMPO...

Si yo perdiera el tiempo
en juegos de palabras,
perdería la vida
y el tiempo,
y hasta las palabras que crecen
como higos que nadie come, y que los pájaros
picotean de tarde en tarde,
casi por disimular.
Las palabras se han hecho para conquistar
espacios deseados,
tiempos que habitan en el corazón.
Por qué, pues, muchachos,
tanta poesía acumulada y ninguna
poesía. Por qué
tanta palabra regada en la plaza sin palomas,
sin oídos que devuelvan una sonrisa o una mueca
de espanto.
Por qué más verso fosforescente
en medio de la claridad



¿ACASO SOY CÓMPLICE DE CRÍMENES QUE
OCURRIERON ...?

¿Acaso soy cómplice de crímenes que ocurrieron
mientras podaba mi jardín,
alimentaba a mi canario
o enseñaba a mi hijo
a coleccionar mariposas?
Leo periódicos donde el crimen es la tinta,
acostumbrado estoy al horror como a algunos mariscos
de repugnante aspecto.
No me da asco la policía de mi país,
después de todo.
A veces pienso que me van a crecer ramas verdes
en el pecho y que los vecinos me estimarán
por darles alguna sombra
y los perros un lugar para mear.
Flores no daré, ni canciones
verdaderas.
¿Acaso soy cómplice?: sean sinceros.
Díganme si cada día que pasa me va quedando
sólo un nombre y un apellido
de esta que fue floreciente humanidad.



SIGUE CAVANDO Y LLEGARÁS A UN LADO...

Sigue cavando y llegarás a un lado,
a un lado tremendo.
Alguien ladrará
como si el peligro floreciera
en tu nombre y en tu sombra.
No retrocedas, introduce medio cuerpo
en el vacío logrado,
chocarás con heces,
con maldiciones de antiguos camaradas;
te romperán el bolsillo derecho del gabán nuevo,
te harán dudar de tu mujer,
llamaran a un notario,
brillará acero poluto.
Y tu madre te pedirá que regreses al útero,
tu padre manejando la vetusta camioneta
con imprecaciones te hará sentar a su lado.
Falta poco, no sólo heces, sino entrañas
de animales domésticos mezclándose
con tus libretas de apuntes.
Bromas macabras con la anuencia de Miss Nelly,
calcetines sucios bajo la cama, esas uñas
negrísimas que no dejan de crecer.
Sigue cavando, guarda tus anteojos,
detén tus latidos
que viene lo peor.



MI CASA ES UN HOYO, UN HOYO MI PAÍS...

      Para John Oliver Simon

Mi casa es un hoyo, un hoyo mi país.
Saco la cabeza por el agujero y veo un mundo
hecho de infinitos agujeros y cabezas que observan
con ojos espeluznantes
y cuchillos entre dientes.
Fuera del hoyo, peligro; dentro del hoyo, peligro.
Dónde guarecerme con mis críos, mi mujer y los pocos
libros que se acumulan
como hojas otoñales.
Hoy es viernes y seguramente el hoyo será insoportable.









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