sábado, 10 de diciembre de 2016

JESÚS ÁLVAREZ PEDRAZA [19.726]


Jesús  Álvarez Pedraza

Jesús Álvarez Pedraza, Calimete, Matanzas, Cuba, 1952. Poeta, Narrador y declamador. Ha obtenido múltiples premios nacionales e internacionales por su poesía. Su obra se ha dado a conocer en varias antologías, en Cuba, EE.UU, España, México, Perú, Chile, y otros. Tiene pu-blicados los libros: Yo sé que la piedra sueña y El otro bosque.

Entre sus premios se encuentran: Premio en Poesía del Círculo de Collegno en Italia.
Carta Lírica, Miami Estados Unidos
Premio Poesía del Instituto de Cultura Peruana.



LOS DÍAS. Duodécimas.

Es domingo.Sangra el cielo 
sus pájaros de carbón ;
no es de noche, una canción 
queda encendida en tu pelo.
Ya es tarde, baila en el suelo 
con la muda algarabía 
la arena que se moría. 
Y el pintor de las pestañas 
pone en paredes extrañas
tu rostro que se desboca
como una nube en mi boca
con la voz de las arañas. 


ll

Es lunes, día segundo,
ya te nombran los relojes,
mujer, es tiempo que mojes
la primavera del mundo.
Dejo un lamento iracundo
en la piel de las colmenas.
Florece el sol en tus venas,
y cuando el sol se hunde todo,
en lo oscuro encuentro el modo
de caminar sin mis pasos,
sin que se llenen los vasos
de la tristeza del lodo.


lll

Martes, qué día y que nombre,
algo suena como un trueno,
huele la brisa a veneno;
en el mar se ahoga un hombre.
Ya no quiero que se escombre
tu figura en el espacio, 
y después, casi despacio, 
como quien busca en el fondo,
salvo un recuerdo redondo
que todavía me falta,
como paloma que salta
de la soledad que escondo.


lV

Es miércoles, contra el tiempo 
sin rumbo y sin crucigrama,
hace el amor en mi cama
una mujer a destiempo. 
Hoy vamos a contratiempo 
caminando por la sombra 
sobre el polvo que se asombra 
invisible entre los rastros
cuando todos los hijastros
de mi silencio despiertas 
y las horas pasan muertas
por el mapa de los astros.


V

Llega el jueves,huele a tierra
un pez que cayó en la trampa ;
alguien cruza por la rampa;
un viejo piensa en la guerra.
Suda un grito que se aferra
en la pared del encuentro.
Salto en tu boca. ¿En qué centro
de los años te has hundido?
Soy un niño envejecido 
que desciende hasta las flores
a mojar los resplandores
que quemaron al olvido.


Vl

Hoy es viernes de cerveza,
abre la boca Mayami,
Mayami es como un tsunami 
cayéndose en mi cabeza.
Dicen que la noche reza
una lluvia de acertijos,
que no existen crucifijos
en el tiempo y sus cordeles,
que sobre enormes corceles
van los sueños diminutos
a emborrachar los minutos
que duermen en los pinceles.


Vll

Qué ruido.Sábado al fin,
ya termina la semana;
la noche es una campana 
que está tocando un delfín. 
Afino suave el violín 
que olvidé en el pensamiento. 
Se lanza un angel violento
contra el alma de un tatuaje,
y aquél soñador salvaje
escribe un libro en la lluvia
cuando el silencio diluvia
la cáscara del paisaje.



DESDE EL FONDO DEL ESPEJO

Tu risa se apagó en los celulares,
borracha de canciones de Sabina,
como una soledad que me camina
sin zapatos, ni remos por los mares.

Se gastaron de pronto los hogares,
y en un sueño de polvo y de neblina,
te sembraste, mujer, como una espina
en la noche pintada de collares.

Era el tiempo del ave y la tormenta,
de la carne cansada y cenicienta
que cautiva en el grito de un sol viejo

tu risa congeló en la estrella rota,
pero dime, mujer, ¿en qué gaviota
te me fugas del fondo del espejo?


A UNA MUJER SIN NOMBRE

Abro la ventana que va a los jardines
que apuntan al cielo.
Miro las voces de la distancia,
y una mujer con ojos que fusilan mis venas
se atreve a solfear un silencio.
La mañana le sacude el polvo a la memoria
y no puede adivinar
que soy un barco perdido en las aguas
que ondulan en sus pechos.
El mar no ha descubierto que la amo,
ni este aire que desafina
la pluma con la que escribo
detrás de esta puerta que se abre
para que entre con todos sus olores
y se desnude en el humo de un recuerdo
que invento sin vivirlo,
solo para hacerle el amor en sus labios de lluvia
en este momento único
en que los fantasmas de las paredes
nos dejaron esta soledad
para llenarla con nuestros aromas
cuando bailemos en la cal
y una nube choque contra la ventana
y se rompa en el grito de sus piernas.



JUEGO DE ARAÑA

Una noche solamente
la araña tejió en mi pecho
y las estrellas del techo
se anidaron en mi frente.
Como un barco en la corriente
navegué por tu figura
y fui por tu boca oscura
como buscando en el fondo
de tu paisaje redondo
emborrachar mi locura.


ll

Y fue en una noche loca
que el viento pasó cantando
cuando te estaba besando
como el mar besa a la roca.
Nadaron hasta tu boca
los suspiros de mi nave,
y sólo la araña sabe
que el tiempo dejó la bruma
en nuestro valle de espuma
donde ya no canta el ave.


lll

Y si la araña volviera
a enredarme en su tejido
el amor tendrá el latido
en la magia de la espera.
La soledad tal vez fuera
como un pájaro que pasa
y la sonrisa te abrasa.
Pero el amor con su fuga
ha derretido otra arruga
en el cielo de mi casa.


Del libro Yo sé que la piedra sueña. Edit. CARTA LIRICA. 2004.


MIENTRAS QUE DUERME UNA PALOMA

¿Escuchas amor?
Está cayendo otra vez sobre estas calles
la misma lluvia de siempre
en tus ojos transitados por los crepúsculos.
Ahora está amaneciendo,
no es nada nuevo que amanezca
grita una pared que hace años
durmió sobre los aires,
cuando éramos como esos adolecentes
que bailan encima de los recuerdos.
Sin embargo, para mí,
casi es noche, y truena más en la sangre
que en el cielo mismo que se cae,
que se rompe y te nombra despacio
mientras se apaga una lámpara
que cuelga de un celaje.
í Oh, cielo llorón!
Tanto tiempo mirando la tristeza,
y siempre los cuchillos cortando las miradas.
En este momento, un árbol se sacude el otoño,
quedan huérfanas las hojas,
el viento las recoge en su mano,
las sopla con sus labios de viento,
y las deja libres, hojas de los siglos-
-marchitadas hojas con sus árboles extraviados.
Estoy escribiendo estas palabras
sobre la tristeza mía,
que nadie compra, que nadie quiere como regalo.
Y es ya la hora final, suicídate tristeza,
suicídate ahora
que desafinan los gallos que cantan en la memoria.
í Oh, dios de la humareda!
ya no sé si me conoces.
Yo soy el otro Jesús,
el que resbala en la lluvia cada vez que amanece,
yo soy el otro Jesús,
el que piensa en ella
mientras que duerme una paloma.





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