martes, 27 de septiembre de 2016

PEDRO LUIS CANO [19.175]


PEDRO LUIS CANO MORENO

Nació en Jaén en 1955. Hijo de emigrantes, reside desde 1964 en Santa Coloma de Gramenet, en Cataluña.

Autodidacta y fiel observador de lo que le rodea, Pedro ha ejercido diversos oficios, destacando en los últimos años como productor musical y letrista.

Ha publicado los poemarios Cosas y casos que no cotizan en bolsa (plaquette que ganó el Premio Cuidad de Badalona en 2002), Viaje al estanque de los peces dorados (Premio PACSA 2000) en la colección l’Esguard de La Garúa, en 2003 y La sombra prestada (2006), El carnaval de los hombres grises (2008), Monegros (2012), Historias de Depoyas (2015) y la novela El sueño de Ángela (2009) en Paralelo Sur.



CRÓTALOS 1

Mis presentes:
un fuego.
El negro de la tinta.
Los caballos en desbandada y sus sombras.
Juan Rulfo, cacofonía... las moscas contra todo destino. La salvaje “soleá” de
Talegas emergiendo de las tripas. Mi ignorancia, que me ata a lo inesperado...
Beber algo de vino una vez más con los presentes y los ausentes.




CRÓTALOS 2

Mi túmulo:
unas piedras junto al lago salado. El sol y el viento nómada con sus gemidos.
Yo, echado a un lado sin flores y las olas en el espacio sin orilla...
Ahí mismo, rodeado de gaviotas enloquecidas, negras rocas que ciegan y mis
innumerables vidas... Aquí, todo lejos como si nada... Aquí, nada más.




CRÓTALOS 4

Mi ego:
Salir a tomar el aire como meta, ser árbol donde duermen los pájaros o el perro
ovejero con su perdón...y tú la lengua húmeda de un macho cabrío que lame
las fisuras de la roca desnuda.
Misterio de cualquier racimo de uvas, luz y sombras en mis bolsillos rotos o en
los pies que me invitan a andar...Vibraciones de manchas brillantes en los ojos
que miran el horizonte.
Así esa máscara extrañamente ajena... Recuerda, la luz no tiene dueño.





MONEGROS 69079

Cuando era niño ayudaba a matar corderos de madrugada.
La matanza empezaba a las cuatro del día, pero antes los operarios bebían coñac y cazalla.
Mientras, los aprendices afilábamos los cuchillos y los repasábamos de forma sensible para que ejecutaran con eficacia.
En aquel lugar siempre hacía frío, un frío terrible de callada verdad.
Un timbre anunciaba el comienzo. Autómatas y sumisas, las reses eran conducidas a las pilas de mármol donde se dejaban hacer.
Leves gemidos, aquella extraña luz en sus ojos y la calidez de la sangre.
La muerte cargaba sus alforjas con sed de siglos.
El suelo quedaba empapado de un rojo caliente y yo me leía en él, ignorante del por qué…
Después, bajo unas bombillas grisáceas recogíamos los restos, tibios aún, de la decrepitud final.
Cumplidos, nos íbamos al bar dejando parte de nuestra inocencia en cada desuello.
Yo también bebía coñac y cazalla, bebía por el frío y creo que por ese final que nunca se ve…
Una madrugada vomité y aquello fue mi grieta en el aire para gritar.




MONEGROS 28

Ella se hunde en mi respiración desde hace cuarenta años.
Ella es el centro que atraviesa la sangre, abatiendo la sal de mis ojos.
1964. Unas mujeres lloran arrodilladas en torno a una cama, sus lágrimas pudren sus rezos… Grita la noche invocando lo imposible.
Condenso imágenes que de pronto se funden… Siempre solo.
Ella se hunde en mi respiración, pues habité en sus entrañas.
Me embriago de recuerdos mientras entierro tu silencio lleno de cansancio…
De vez en cuando, cuando la casa está en penumbra y todos duermen, abro la ventana y dejo entrar a la luna.

(De Monegros, inédito)




Para todos

La vida:
a puerta gayola la luz.
Esa es la cara.
Un resplandor lleno de voces
que se dividen despertando el palpitar de los sueños.
(Narciso mira al agua pero qué ve)
Aunque para qué reflexionar cuando se pueden
barajar las cartas.
Es el recuerdo quien evoca la ilusión de la existencia.
(Hay que buscar el talismán)
Oíd:
un gallo canta en la madrugada.

De "Con ojos de perro" ( "La sombra prestada": Paralelo Sur Ed. 2006)





Tabaco, alcohol y líneas blancas
para el hijo de la grandísima.
Oscuridad atea.
Unos perros fornican mientras alguien sueña con su presa.

Soy feliz sin paredes y con mis amigos muertos.
Todos juntos
caminando descalzos sobre lagunas de luces.

Nunca estoy solo
pues soy el prisionero de un perro que lame mi sangre.

De "Perros" ( "La sombra prestada": Paralelo Sur Ed.2006)





A Georg Trakl

Tus pertenencias. Las alas de los insectos.
Aprender a hacer la guerra con una pluma en la mano.
Cuídate, te diría alguien...La vida sigue delante
de la palabra.
Cuídate. Todavía silba la hierba silvestre. El aire sigue
soleado. Se asignan espacios para los papeles
en los estantes ataviados de palabra,
donde están los gritos moribundos de los
hombres torturados.
Cada día los niños apedrean las estrellas ( pasa una
mariposa violeta) Todo se concierta en un vacío
lleno de voces perdidas. Hay ahogados antes de
nacer, pero qué importa el armazón de alambre.
El cielo sigue imperturbable en su juego de luz y
sombras, burlándose de los profetas.
Cuídate...

De "El carnaval de los hombres grises" (Paralelo Sur Ed.2008)




El gran carnaval

Harto ya de formar parte
del carnaval de los hombres grises
he decidido llenar mi boca de tierra.
No tengo pertenencias: anduve el tiempo y presté
mi voz.
Perdedor perpétuo. Parido en cuclillas un dia
cualquiera.
Elegí saltar sin mirar el abismo asido a la nada.
Amigo de muertos y vivos
me enemisté con los números
pues mi ropa siempre estuvo gastada.
Intenté atesorar palabras más nunca lo conseguí
aunque cincelé alguna.
A nadie dije que esperara ya que jamás me encontré.
Me interesó lo inútil
y así siempre cuesta arriba
dejé la canción de mis albarcas.
Una vez oí respirar un árbol
antes de unirse al fuego.

De "El carnaval de los hombres grises" (Paralelo Sur Ed.2008)










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