martes, 30 de agosto de 2016

LIZARDO CRUZADO [19.088]


LIZARDO CRUZADO

Lizardo Cruzado. Nació en Trujillo (Perú) en 1975. A pesar de su juventud se le considera uno de los poetas peruanos con más importancia en los últimos años. En 1990 y en 1993 ganó el premio liteario "Lundero" que convoca el diario de Trujillo La industria. 

Médico y poeta. Publicó a mediados de los noventa (siglo XX) un poemario sorprendente: Este es mi cuerpo. Tal fue el impacto que causó en el cotarro literario local (léase limeño), que algunos se aventuraron a afirmar que Cruzado había inventado un nuevo discurso poético denominado "realismo chistoso" (afirmación errada pues el creador del "realismo chistoso" es el poeta Jorge Pimentel). Poemas suyos han aparecido en hueso húmero nº 31 y la sección cultural del diario El Comercio. Se ignora si el vate continúa "sacándole punta" al lápiz.

Conocemos sus composiciones porque han aparecido en alguna antología de poesía hispanoamericana de los últimos años, en revistas literarias, y, sobre todo, en muchos blogs y páginas de Internet dedicadas a la poesía. Y es que ganarse la vida como poeta, en este mundo caracterizado por las prisas y la falta de reflexión sobre lo lque nos rodea, resulta casi imposible.

Os dejo con este poema que Cruzado dedica a M.M. , ¿su madre o Marilyn Monroe? En el que la desmitificación de un ídolo cinematográfico le sirve para plasmar la cruda realidad de la vida de su madre.



PARA M.M.

(O sea, para Marylin Monroe; para Mi Madre)

Decir que Marilyn Monroe no fue Mi Madre
no es lo mismo
que decir que Mi Madre no fue Marilyn Monroe.
Fijo que suena confuso como un sofisma;
pero viendo bien, viéndola bien,
viéndolas,
ambas tiene -aparte del esqueleto
lentísimo y el erizado pellejo celeste-
el mismo parque de atardecer quebrado,
unos cuantos sueños hechos mierda,
fotografías amarillentas
-cual marchitas magnolias-
olvidadas bajo el colchón o los párpados,
y unas ardientes ganas de ser amadas
mordidas lamidas y apretadas
como maduras chirimoyas o como higos.
Aunque fuera el viento neoyorquino el que
alzó a Marilyn las faldas
y a Mi Madre las ropas oprimiesen
las resacas
brisas del arenal,
ambas han llorado desnudas al menos una vez
extraviadas entre ortigas y sedas.
Y si Mi Madre no hubiera
abandonado el cine oscuro donde su juventud aullaba
con la última butaca clavada
en pleno pecho,
tal vez estaría ella ahora escribiendo sus memorias;
y por otro lado -o por el mismo-
se hallaría Marilyn pelando legumbres y patatas
o hirviendo sopa y calcetines
cuando muere la tarde.
Ambas
fueron desgarradamente felices
e infelices también -desgarradoramente-
La única
y pequeña diferencia es que Marilyn reventó
al tomarse cincuenta cápsulas de nembutal
y que Mi Madre
me parió a mí.
Lo cual
verdaderamente es casi lo mismo.

Lizardo Cruzado Hueso húmero, n. 31, diciembre de 1994.





Javier Sologuren escribe sobre Lizardo Cruzado

Nota aparecida por primera vez el 24 de mayo de 1991 en el diario El Peruano, cinco años antes de la publicación de Este es mi cuerpo (Camión Editores), único poemario de Lizardo Cruzado (1975). La referencia bibliográfica al final del texto.


SEÑAS DE UN POETA ADOLESCENTE


A un siglo de la muerte de Rimbaud, un adolescente (de quince años para ser exactos), en la provincia peruana, desata con extraña fuerza los negros, los furiosos vientos del desorden lujoso y de la libertad sin recortes. Su nombre: Lizardo Cruzado Díaz; sus libros —aún inéditos—: El hombligo del hombre (escrito así con caprichosa y conciente ortografía) y Retorno a la lejanía.

¿Cómo es que sabemos de él? Lo sé con Blanca Varela y Antonio Cisneros, pues fuimos miembros del jurado del Sexto Concurso Infantil, Juvenil y Mayores de Cuento y Poesía del Norte Peruano, convocado por el Suplemento Cultural Lundero del diario La Industria. Leímos, no hace mucho, las cien páginas largas (pues sus poemas discurren por el viejo formato de papel de oficio) y sembradas de singulares y felices sorpresas.

Pero Lizardo no era un desconocido para nosotros. En el concurso anterior, de 1990, obtuvo el primer premio de poesía. Ya desde entonces se destacaba notablemente. Ahora ya no se trata de un talento en ciernes; sus poemas últimos revelan a un poeta cuya madurez podrá llevarlo a creaciones difíciles de imaginar. Pero evitemos los ditirambos por más merecidos que sean, pues pueden ser más dañinos que provechosos.

Una sensibilidad muy alerta le permite tocar temas y maneras que la literatura posee en sus registros, los cuales, a través de su lenguaje suelto y desenfadado, reciben nuevas iluminaciones.

Las múltiples referencias poéticas, todas de primer orden (fáciles de advertir y explicables en un poeta en quien, dada su corta edad, pueden contar más las lecturas que su propia experiencia), no hacen sino, por contraste, acreditar la ascendente inspiración y el sesgo personal de su escritura, en la que obran los resortes oníricos y sexuales, el desajuste con una realidad deficitaria y un travieso humor que la subvierte. Todo lo cual dice a coro de su rara y precoz lucidez.

Transcribo estos versos de su poema «rastros de rostro»:

Ah vivir dentro de la ropa
sobre los zapatos
entre las estrellas y el cosmos
continúo
aún soñando

* SOLOGUREN, Javier. (2005). Obras completas. Vol. X. Hojas de herbolario. Lima: PUCP. pp. 202 - 203.




ANTIGUOS POEMAS DE LIZARDO CRUZADO

Las flores

Mi infancia tenía un florero
Lleno de flores de plástico
Que no tenían raíces
Ni daban fruto
Y cuya primavera era el día en
Que las limpiaban con un trapo
Todos los días florecían y
También todas las noches
Hasta que se agrietaron amarillas
Y sus almas de oxidado alambre
Asomaron por los tallos
Entonces mamá las mudó
Del florero al basurero
Donde por última vez florecieron
Y entonces me di cuenta que ellas
No eran flores de verdad
Pero tampoco eran de plástico
Simplemente 
Eran 
Flores. 

Publicado en El Men, 13.07.2006.



Un día

No veo desesperanza ni esperanza
En las moscas que cubrirán 
Mi cadáver
Cómo sentir soledad entre tantos
Seres alados que
No fingirán mi ascensión
Sólo atisbo una ternura grande
Que no cabe en mis ojos
Tan grande que ya
Ni a mi cadáver distingo
Sino únicamente miles de patitas
Y de alitas
Sobre mí
Cubriéndome con un manto más oscuro
Y dulce que la noche.

En diario Ajá, año 2008. 



Una rosa

Una rosa que sangra puede
diluir la poesía en el mar de una gota
o puede apagar el incendio
del mundo antes que llegue a encenderse
y hasta con infinita ternura
ahogar puede a la Muerte

Pero no puede dejar de sangrar.

Publicado en El Trome, año 2007.



La noche

Era mentira que uno enloqueciera 
Y terminase arrancando chispas sin pedernal 
Con la mano crispada 
O que el pecador se consumiera 
Acariciando soledades 
En su palma repleta de pelos 
Era mentira 
Pues tras tantas lunas 
La masturbación 
No ha agrandado ni 
Empequeñecido 
Mi tristeza 
Sólo a veces me 
Despierta en 
La oscuridad 
La certidumbre de unas 
Manchas azules 
Que dejé afuera 
Y aún resplandecen 
En la noche.



Los héroes

Declamo el heroísmo 
De los héroes
Que se dejaron matar
Hace siglos
Para que hoy sea feriado

Cuando bajo del proscenio
Ahogados aplausos y cae al olvido
Mi heroísmo de niño

Por la tarde mamá nos decía
Su papá segurito ya
Se quedó tomando

Pero yo sabía que no era cierto
Papá andaba enfrascado
En solitarias batallas
Y cuando volvía a casa
Tambaleándose por las noches
Desde mi lecho lo oía tropezar y
Arrojar cansado sus armas
Pero no me atreví nunca a saltar
A su encuentro
Y preguntarle si había ganado.

(En Umbral No. 15. Trujillo, Perú. 2003.)



Las estrellas

Hoy encontré varios retazos de papel plateado
Bien prensados en un libro viejo
De mi infancia

Con ese papel plateado que envolvía
Cigarrillos y los chocolates tipo cuzco
Podían recortarse estrellas y
Cometas
Estrellas fugaces

El placer consistía en guardarlo y nunca usarlo
Nunca supe porqué

(En: Metrópolis No. 16. México D.F. 2009)




VOY A escribir un poema

Por eso me marcho de esta
Hoja de papel endeble
Y quebradiza

Por eso arranco y
Me despojo
De esotras páginas que vendaban
Mis heridas
Y dejo que de éstas
Ríos de luminosa tinta
Broten
Salpicando el firmamento las paredes
Y el asfalto

Voy a dejar mi corazón
Como un pollito enfurecido picoteando
El maíz mezquino de la urbe
Voy a entregarme al viento
Y a los hombres
Como una prostituta buscando Amor
O sino tal vez algo más humilde
El semen de la Vida apenas
O la huella de la Vida
Entre miles de huellas de ciervos y de lobos
Confundida

Voy a comerme una nube
Para vomitar una lluvia
Voy a fornicar una orquídea
No añoraré más al otoño
Con su hojarasca de densos
Párpados cubriéndome
Ni soñaré con la Vida
Al final entregaré todo lo que tengo
Y quedaré totalmente
Desnudo
Vistiendo a un poema

Por eso me marcho de aquí
Alado cual rata mitológica
Sin importarme si en la mitología
Hay ratas voladoras
Pues aunque yo no sepa nada
Sé que estoy escribiendo
Si lo supiera todo
No sabría qué estoy escribiendo
Y a pesar de que todo yo lo ignore
Sé que he de vivir
Aunque decida escribir que
He muerto

Por eso he intentado
Escribir un poema hasta
Aquí.



Balada urbana

Salto al día cual escudo
De mi sombra
Y un matamoscas cual adarga entre los brazos
Caballero voy en osamentas arrugadas de automóviles
Jinete entristecido sobre perros apaleados
Gentil y gallardo canto
Bizarro adalid soy
Y altivo enamorado
Pues ciertamente defiendo y amo a ignota dama
De pezones pequeños como taxis
Que aferrada duerme a un rascacielos de peluche
Con una autopista introducida en su boca diminuta
Y en densa neblina envuelta cual enaguas humeante
Que yo arranco y arrojo desnudándola
Para entonces airado cabalgar en su abrupto pubis que
Cual oscuro trailer peludo escapa por la carretera
Al norte
Hacia sus senos

Soy un caballero azul oculto en verdes colectivos
Y mi corazón a la vista de todos
Es a no dudarlo convincente credencial
Que me hace anónimo
Y donde el sol puede encender su cigarrillo
Lame mi dama agora un helado de frambuesa
Que es mi corazón casi derretido en el pecho mío
Mi corazón omnipresente como afiche de
Concierto subterráneo de latiods y de sangre
En todas las paredes
Mi corazón tan rojo como foco de prostíbulo
Mi corazón digo tranquilo surtidor de sangre
Ignorado trivial en esquina de callejuela de mi cuerpo
Hasta que de vida estalla incendio
Y en mi corazón conectan todos mangueras y cuchillos

Mi dama es como tierno infante que aún se orina en cama
Y micciona el océano amarillo
Donde nado
Y donde canto su belleza lamentando sus desaires
Juglares homosexuales entonan
Himnos patrióticos y blues para su goce
Mientras yo masturbo a un poste que
Eyacula un chorro de luz bajo el cual
Me veo solo y vil y enamorado
Así a mi dama yo amo
Escupo en sus mejillas su piel con mis pisadas acaricio
Y poséola luego ferozmente
Penetrando al húmedo y lascivo sexo de una alcantarilla
A la muerte no le temo sino a su amor terrible
Atronador y pavoroso como un centro comercial
A su beso pesado como un pájaro muerto y
También a su oscuro veneno de luciérnaga
Aquí está sin embargo ardiendo
Mi corazón escudo de su honra
Y la heráldica de mis vísceras certifica la alcurnia de mis heces
Y mi alma
Extendida como un manto de basura a su paso majestuoso

Yo desfago entuertos venzo en lides reto
A la la Noche
Exijo el Santo Grial en las cantinas
Y dejo correr el amor como pus de mis feridas
Con el corazón manando baba contemplo a mi señora
La recuerdo feroz como un abismo
Ordeñando mi corazón con sus arteros besos
Y hasta el delirio adoro sus caderas de asfalto
Sus labios de flexiglás sus tiernos ojos de neón
Y su amada silueta que fantasmal aparece en los mapas
Con largo río de lágrimas surcan su su pecho
Pero a mi corazón le pertenece
Por completo
Entre estos endriagos y súper ofertas y quimeras
Yo soy su caballero
Y mi corazón es piedra en la honda de mi cuerpo
Para derribar a Goliat
Aquel agigantado rascacielo



Amor de familia

Papá
está en mamá

porque
Mamá
tiene
papada.



Poiesis

El
acto
de
magia
no es
tragar
filosos
y
afilados
sables
sin sufrir
herida
alguna
sino
que
el acto
de magia
consiste
en
tragar
delicadas
y
pálidas
florecillas
sufriendo
horribles
desgarraduras
y
desgarramientos.




Poiesis

La
Poesía
es
como aquellos actos que
hacemos de noche cuando yacemos
en el lecho profundamente
dormidos
-verbigracia:
esconder el aterido pie
bajo la sábana, sosegar un álgido escozor
ventral o
dar la espalda a una
impertinente luz-.

La
Poesía es
semejante a tales acciones, diferentes a
los sueños, pero
igualmente maravillosas,
realizadas
con toda exactitud y
precisión,
aún a ciegas,
como si estuviésemos despiertos
de algún misterioso modo en
medio de los sueños,
o dirigidos por alguien que
habita en nosotros
pero que es mucho más fuerte
y también más sabio.

Actos que
al despertar no recordaremos
ni podremos concebir,
mas
gracias a los cuales
dormimos plácidamente toda la noche
y podemos también
soñar...

Como esos actos,
la Poesía
es.



Una hormiga en la barriga

Sí,
verdaderamente quien ríe al último
ríe mejor.

Sí,
y esto aunque
la Muerte
no tenga dientes.



Copla

Tengo el corazón tan cerca del piso
que es una oscura piedra atravesada en mi camino
o un grillete atado a los tobillos
o un fruto podrido que ha caído

Tengo el corazón tan cerca del piso
que todos pueden pisotearlo
inadvertidamente mientras pasan
o llevarlo el cierzo hacia la nada
mezclado en la hojarasca
para nunca más verlo

Lo tengo tan abajo
que las cucarachas han llegado a considerarlo
de su tribu
y mis pies no sienten más el frío
al calor de su abrigo

Tengo el corazón tan cerca del piso
que se halla mas bien hundido
en el profundo pozo negro de mi cuerpo
cantando
tan cerca del piso
que mi corazón no es más
que este arrugado par de calcetines que
en mis pies tengo
agujereados
y apestando.




ai lov

Amo el tiempo que pasa
Amo el éter donde los ángeles
son pederastas y felices
Amo la manera como cacarean los perros
al amanecer
Amo tu cuerpo blindado y abierto
tus nalgas neumáticas y firmes
tus senos por los que asciendo a la luz de la ciudad
y de donde lo contemplo todo
como desde un edificio de veinte o veintidós pisos
Amo el odio con que me amas
Amo las suelas de tus zapatos ebrias
preñadas de polvo y sol urbanos
Amo a mi prójimo a mis testículos y al Complejo de Edipo
Amo la ONU la OEA la OTAN todas las sociedades
anónimas
Amo los hipogrifos y los tréboles de cuatro hojas
Y amo el sol
Amo la Vida
Amo el champú anticaspa que no irrita los ojos.


Poema a la paloma de la paz

Sólo quiero
que
la paloma de la paz
se haga el dos
sobre mi pecho.



Poema azul

Azul y solo
sin saber
cómo
ni para qué
tampoco.

Azul y solo
sin desnudez y sin
veste
sin olvido ni recuerdos
yo
el amargo el ajado el zarrapastroso
el mudo
azul siempre
y siempre solo.

Aquí
-solo y azul-
apagado y agrio
mirando lo más grandioso y lo más
libre
lo que no comienza
y no termina
lo que sólo
existe
cantando y siempre
redivive

el mar

el cielo

el mar 

también azules
también solos.




Reptil

Cual tiernísimo prepucio
el firmamento nos cubre.

Ha de velar abierta alguna exorbitante bragueta
entre los altos edificios y la noche.

Un enorme falo
que micciona los espacios siderales.

Chorro de astros
entre la flora de los hombres y la fauna.

La luna
desvaído testículo de naftalina que
le han puesto al cielo
para que no
se lo coman las polillas.

La luna
eclipses eyacula
y hombres-lobo
sobre todas mis escamas azules.

Libidinoso ha de ser el falo pues
enorme chancro estalla el ocaso fétidamente cercano.

En Lima
un eufórico salsero grita
¡SABOOOORRR...!
y yo
me muerdo la lengua
tristemente.



Las ciudades también lloran

Como
un insecto fatal y oscuro
La Ciudad posee millares de ojos.

Pero de igual modo
La Urbe
es ciega
como vieja decrépita
que trata de contemplar 
las estrellas
a la hora de la siesta.

Por 
la mañana
el insecto abre los ojos e
inicia su metamorfosis:
escupe en sus alas.
Al anochecer, adherido
con sus viscosas patas al cielo,
un siniestro brillo
entre sus párpados brota.

Pero La Ciudad sí puede llorar
pese a su altivo corazón
de chatarra y roca.

Son sus lágrimas, amargas, ácidas,
saladas; 
a la luz del sol refulgen
con descaro
y al final de su caída
ensucian los oídos
con su asqueroso eco.

Ciertamente 
son escasas...

Apenas desprendidas, 
los ojos de La Ciudad
se secan.

Entonces 
alguien vendrá a cubrir
con periódicos
las lágrimas.

Y después las confundirán
con los suicidas.



Poema

Hoy
alguien me llamó por la
espalda con una palmada:
mi mundo se agolpó de alegría,
sentí que mi vida
tomaba nuevo rumbo.
Después de años de vivir
arrinconado mirando pasar
a la gente,
alguien en
había reconocido a alguien.
En ese instante olvidé todo
lo malo que había sucedido,
la dicha subió de mis uñas
al corazón,
la felicidad me embriagó hasta
las orejas.
Cuando
volteé para abrazar al sin duda,
mi amigo
-cuando giré abrasado
de amor-
aquél balbuceó con rostro
extraño y
grave:
- Disculpe, lo confundí con un amigo.

Y se alejó.



Vosotros sois

Vosotros sois mis padres:

El hombre que con ávidas manos buscaba las nalgas
maternas en noches estrelladas.
La mujer que fascinada contempló las dimensiones
del paterno falo en una noche sin estrellas.

Ese hombre cuya mirada ante
la felicidad y la desdicha es como la mía: tiernísima y
estúpida.
Esa mujer cuyos pezones
no mordí inútilmente aferrándome a la vida.

Mis padres vosotros sois:

Aquel que me sacó de la boca todos los dientes
de leche, y cuya herencia es
el idéntico perfume en los calcetines y en los huesos.

Aquella a la que desgarraron el cordón umbilical que nos
unía
mientras lloraba yo
y despernancada ella sonreía.

Sois vosotros:

Un hombre y una mujer miserables, simples,
maravillosos y banales, a quienes
amo miserablemente, simplemente, maravillosa
y banalmente, 
y de quienes heredé la sangre oscura, la lengua
viperina,
la bilis abundante también, y esta mueca de sonrisa
bárbara y siniestra.
Un par de seres extraños entre sí,
extraños ante mí
y a quienes conozco y odio y quiero mucho más
que a un simple par de extraños.

Vosotros sois:
El hombre cuyo pubis se arrugará junto a los flácidos muslos
de mamá y pese a ello
seguirá buscando con manos ávidas aquellos paraísos
desolados.
La mujer que asombrada contemplará al paterno falo cuando
éste llegue a ser tan
tímido y ridículo como el de un niño.

Ese hombre.
Ese hombre de redondo vientre y calvicie dulce, al que
ebrio en el sofá yo vi dormir
y despierto vi soñar y entre sus sueños oí cantar,
balbucear
y eructar.

Esa mujer.
Esa mujer cuyos guisos hirvientes y amorosos han
construido
mi pecho, y cuyos
ojos arrugados, indestructibles quedan en mi recuerdo.

Papá
y mamá:
Dos espíritus que unieron sus ilusiones para formar
una sola gran desilusión.
Dos cuerpos amarillos y decrépitos, entrelazados como la
lejana noche en que se cruzaron
en mi camino para darme estos testículos y esta alma
y estos
recuerdos salobres que jamás podré olvidar.

Papi y mami:
dos seres que cenaron y defecaron y copularon como
cualquier
pareja de hermosos animales salvajes o domésticos.
Un hombre triste. Una mujer sin dientes.
Huérfanos. Quebradizos. Enamorados.
Aguafiestas.

Vosotros sois.



Poema

Amo
La Vida
Y
También
La Muerte:
Amo
Lo irremediable.

Amo
A la Vida
Y amo a
La Muerte:
Amo
Lo innecesario.

La Vida
Como la Muerte
Irremediablemente
Innecesarias
Innecesariamente
Irremediables.

Pero a veces...

No 
Es cierto:
Siempre las amo.



Elegía II

Con la punta del lápiz
acaricio tu imagen que
brota lentamente de mí
como después
de un punto acápite o
de un beso apasionado.

De un punto acápite
mejor,
pues yo nunca te besé,
ni te hablé tampoco nunca
a pesar de haberte creado.

Porque yo te
diseñé perfecta
-como a partir de un puñado de légamo-
en el sexto día de mi adolescencia, 
y te puse en el mundo impoluto de las ideas, 
hermosa como un celeste trozo
de carne abstracta tomada de mi propio costado
de animal prosaico, material y negro.

Y fuiste tan alta
y tan lejana y
pura,
que ni te fijaste en el árbol cuyo
fruto pudiste haber comido,
para así darme ocasión de entablar la cháchara o
al menos preguntarte tu teléfono,
y al final de la metáfora simplemente perdonarte
pues yo no era más que un hombre enamorado.

Pero de modo tal 
no sucedió,
y entonces hube de amarte cubriéndome con hojas,
escondido de tu presencia y
huyendo avergonzado
por los bosques,
expulsado del Edén donde te
había colocado,
dándome cuenta que estaba desnudo
y enamorado,
que de ahora en adelante el amor sería
parido con dolor
y que las mujeres amadas estarían hechas de polvo
y en polvo finalmente serían convertidas.

Y en el séptimo día de mi adolescencia
me puse a contemplar mi obra.

Y vi que era buena y perfecta
y agradable a mis ojos
pero también fútil, irreal e inútil.
Y santifiqué el sétimo día.
Y entonces me dio pereza corregir o destruir mi obra, 
como también el seguir amándola y recordándola
porque ese era el día de reposo y descanso de mi obra.

Y desde entonces han pasado los siglos de los siglos.

Hasta que ahora -habiéndote ya olvidado por completo-
no sé porqué me puse a escribir esto sobre ti.



Ars

No me gusta escribir.

Prefiero
tener
la palabra
en la
punta
de
la lengua
para así
descaradamente
poder
enseñársela
a
la
gente.




Arena

(para los lagartos del desierto de Paracas)


Se levanta la arena con el viento
No sucede nada

Ni un turista con una videocámara
para detener el torbellino en el espacio
ni siquiera
alguien con una polaroid
bajo el sol o una simple kodak

Pocos caminantes
se detienen en cada punto de arena
O los caminantes acaso son un espejismo

Pero bajo la arena
las momias buscan sus sexos resecos
y se unen
Cada día de marzo es una piedra

Mentí
Sucede algo
Las tormentas de arena ahora nacen de mis ojos.



El amor y la pértiga

Hacer el amor es hermoso
como un salto con pértiga.
Tan hermoso cual eterno primer salto
sin saber si al otro lado nos esperan
las piernas abiertas del vacío
o un titular efímero en la página deportiva
de algún vespertino diario de provincia.
Pues el amor es este salto y no
porque el órgano de mi deseo posea
exorbitantes dimensiones de garrocha es obvio
no presumo de tal cosa
Entiendo que en este salto no habrá varilla
que derribar amor mío
sino la soledad del atleta
y la garrocha tu vientre
el estadio vacío
y este fuego que hace de la pértiga una torre
por la que asciendo
y en la que despiertas
aferrando mi grito con los dedos.
Corro entonces por tu cuerpo pista de atletismo
ahora incrusto la garrocha
me elevo cinco metros seis
hexámetros
hasta rozar la dentadura de los ángeles y
batir la marca sin saber cuál marca
mientras la pista suspira victoriosa y derrotada
dormida cae la pértiga
y atleta ebrio rasguño por última vez
estas alturas descendiendo
hasta rebotar vencedor en la olímpica colchoneta 
de tus senos.

Por cierto
ningún representante de Guinness vendrá
por este asunto de los records.



Elegía I

Te recuerdo como eras en la última hamburguesa
tenueceleste y leve
como el humo de un cigarrillo sin nicotina
y tus cabellos enredados como tallarines
bajo la luz salada de al luna
preñada de mar y silencio
tu dedo tu hipo de sirena

bajo el sol
el ketchup y las nubes era tuyos
ah tus senos tornasoles como palomas radiactivas
suave perenne
extendida
como una enorme hoja de plátano
o temblando pálida y frágil
como gallina
antes del estofado

de entre los accidentes de tránsito
brotabas líquida
y eras el verde estornudo de un semáforo
o de un pájaro
tambien flotabas
sobre la infraestructura precaria del atardecer
pequeño girasol asísmico

-ah tan distante
como mujer desnuda en calendario de peluquería 
eras-

y recuerdo
que al abrir la refrigeradora te salpicaban los
escabeches
pequeña soltera y muda como una pequeña
fotografía muda

yo te recuerdo como eras en la última hamburguesa
porque a ti no te gustaba el hot-dog.




Bodegón

Todo igual sin respirar inmóvil:

El fosforescente perejil junto a las zanahorias tímidas.
Los asexuados tomates
brillando más quizá
que los racimos de uva semiebrios
no tanto como la antigua
panzuda
panzona garrafa
azul
armoniosamente desordenados todos al ojo
de algún pintor flamenco
del siglo XVII o XVI.

O una pulpería
feraz y roja:
El ventrudo melón dorándose
tibiamente
al lado de
las manzanas impúberes
y la luz
hiriendo suave
los senos
de las peras.

Entre dos o tres siglos o dos o tres horas o
dos o tres azules
humeantes y pletóricos
lenguados...

Pero esto es más que una naturaleza muerta.

Más que una pintura pulcra, limpia y congelada.

Todo diferente respirando móvil.

Un bodegón hermosamente salpicado por las moscas.



Canción del feo

Me 
Gustaría
Morir
Decapitado
Para así
Sentir
Aunque fuese por un instante
Fugaz
Que
Ni mi nariz
Ni mi sonrisa ni
Mi 
Rostro
Me pertenecen
Sino
Solamente
Mis manos
Mi
Corazón.



Papá

Hace 40 años
cada mañana mi padre despertaba
para cambiar el mundo.

Ahora,
mi padre se levanta todas las mañanas
para regar en su jardín las rosas.

Ahora él ya no tiene fuerzas
para golpearnos, y tampoco las tiene
para
amarnos.
Pero un tiempo él nos amó hasta
el hartazgo. También nos castigó.
Silenciosamente sonreía
-incluso hablaba algunas veces-
e hizo muchas cosas en vano
y por nosotros.

Por todo esto,
seguramente cree él que yo
alguna vez
llevaré hasta su tumba
las flores que ahora cuida.

Pero
se equivoca.

Esas rosas son un sueño de viejo
simplemente.
Un delirio senil de pétalos tiernos
e idiotas que
de maleza
inunda
la maceta rota
donde su
vida se marchita.

Si creo que hasta se
ha quedado ciego.
Porque lo he visto penetrar en los jardines de la Muerte
con una tijera de podar inútil
en la mano.

Y ya no espera casi nada;
sólo aguarda que el sueño de sus rosas
florezca antes de
que él
se muera.
Hace
cuarenta años
-ya casi
cincuenta-
cada mañana
mi padre despertaba para cambiar
al mundo.
Ahora
-en cambio- él todos los días se levanta
para regar en su jardín
las rosas.

Algo ha cambiado en el mundo, por lo tanto.

Aunque tal vez nunca en el jardín
lleguen a florecer las rosas.




Palmas para la Vida

El Maestro de Ceremonias
anunció que la ceremonia
sería sencilla
pero significativa

Y la ceremonia
sencillamente
no 
significó nada.




Indigestión contemplando el ocaso

Para Beto Ortiz

-de FM a AM repentinamente-

la tarde y
su asombrosa soledad de huevos fritos

mujeres robustas cuelgan calzoncillos rojos
embanderando la ciuddad
cualquiera imaginaría al viento
soplando
bajo la cola de los burros
despertando a los ángeles en lo profundo de las tabernas
pero es sólo quizá
un peatón desprevenido
a punto de ser arrollado por un chevrolet
viejísimo
una tenue ssensación de piojos
y cansancio
el día que se alarga
infinitamente mordido por los perros

claramente puedo ver el incendio de las rosas en
el laberinto
entre viejos poemas y
preservativos usados
pateando latas besando latas copulando
ratas
y aquellas campanas condenadas
a resonar en un olvidado campanario
y morirse siempre
tristemente
como el largo y
lancinante alarido de una bolsa vacía

Marilyn tropieza levemente en la penumbra
el viento deja ver sus muslos
mientras innumerables muchachos
se masturban
-y un suave olor a genitales inunda
el ambiente-
hastiados de lamer senos insípidos
o soñando mientras el tiempo transcurre
bajo peludas axilas sudorosas
la cosa es despertar de repente
con el cuepo torpemente deambulando
entre sábanas sangrantes
o bajo el retórico andamiaje de un firmamento desteñido
que se refleja en
el hedor de una negra alcantarilla

es el momento preciso
para ponerle cuernos al marido
patear un niño en La Parada
firmar el testamento legando todo
a una fundación de lagartijas
armarse caballero en cualquier kilómetro
de cualquier carretera
y velar las armas dignamente
en el miserable patio de un burdel barato

y mientras el mondongo se enfría
en una cacerola
y un empate cero a cero motiva el enésimo
vaso de cerveza
no hay nada qué hacer
sino quizá pellizcar
en el trasero a la mujer robusta
guiñar el ojo también a la cuñada
comentar el sarpullido de las monjas
soltar el humor negro de día domingo
mientras alrededor de los pies siempre mal lavados
el sol proyecta sus fantasmas y
entra en frenesí el aquelarre

-la tarde y su asombrosa soledad
de huevos fritos-

-de AM a FM nuevamente-



Poema

Morir
es
ponerse a dormir
y
empezar a podrirse.

Vivir
es
ponerse a despertar
y
empezar
a
podrirse.






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