martes, 5 de mayo de 2015

BARTOLOMÉ CAIRASCO DE FIGUEROA [15.861]



Bartolomé Cairasco de Figueroa

Bartolomé Cairasco de Figueroa (Las Palmas de Gran Canaria, 8 de octubre de 15381 - 1610) fue un poeta, dramaturgo y músico canario. Es el fundador de la literatura canaria, en el marco de la literatura hispánica de su tiempo, no sólo por ser el primer escritor de nombre conocido, sino por haber incorporado a su obra elementos característicos de la cultura canaria tras la conquista de este archipiélago por parte de la Corona de Castilla, a finales del siglo XV

Cairasco nació en Las Palmas de Gran Canaria, en cuya catedral fue bautizado el 8 de octubre de 1538 por el canónigo Alonso de Monleón. Era descendiente, por la vía paterna, de ítalo-nizardos, y por la vía materna, de canarios aborígenes.

En 1551 es enviado por su familia a la ciudad de Sevilla para formarse en letras y teología. Con tan sólo trece años toma posesión de una canonjía en la Catedral de Canarias. En 1555 amplía estudios en Portugal, posiblemente en Lisboa o Coímbra. Hacia 1570 comienza a cultivar el verso esdrújulo, del que llegó a ser su máximo representante, por lo que fue admirado por Cervantes y Góngora.


Durante más de veinte años desarrolló en su casa una tertulia humanística dedicada a Apolo Délfico. Asisten, entre otros, Leonardo Torriani, Abreu y Galindo, Antonio de Viana, Ambrosio López, Juan de la Cueva, Pacheco de Narváez, Gonzalo Argote de Molina y un largo etcétera. Mientras tanto, va ocupando diversos cargos eclesiásticos, llegando a ser, sucesivamente, secretario del Cabildo Catedral, desde 1572, Maestro de Ceremonias de la Catedral, así como Conyúdice del Cabildo y Obrero Mayor.


En 1595 defiende a Gran Canaria de los ataques del corsario Drake y en 1599 actúa como negociador en el ataque del corsario holandés Pieter van der Does, que arrasa la ciudad de Las Palmas.


En 1605 acepta la jubilación como prior de la Catedral de Canarias, que ya le había sido concedida años antes, en 1591. Tras haber otorgado testamento el 10 de octubre de 1610, fallece en su ciudad natal. Recibió sepultura en la capilla de Santa Catalina de la Catedral a la que sirvió tantos años.


Obra


Cairasco cultivó principalmente el verso, pero las primeras noticias sobre su obra se refieren al género de la comedia. En 1558 representó la que pudo ser su primera obra, un entremés para celebrar el día de la Asunción. El propio autor la destruyó tras delatarse al Santo Oficio, por considerar algunos pasajes de la obra blasfemos para la fe cristiana. Posteriormente, hacia 1576, representa una comedia en honor de la llegada a Gran Canaria del obispo Cristóbal Vela Tavera. Mientras tanto cultiva intensamente un tipo de verso que le dará la fama: el verso esdrújulo. Su maestría llegó a tal extremo que influyó decisivamente en la formación de Luis de Góngora, tal y como afirma uno de los más destacados críticos del autor cordobés, José María Micó (1990).

El 8 de mayo de 1582 representa la Comedia del Reçebimiento, encargada por el Cabildo Catedral un año antes para dar la bienvenida al nuevo obispo, don Fernando de Rueda. Se trata de una de sus obras fundamentales, en la que cimienta las bases de la literatura canaria posterior, al introducir el tema del aborigen canario, representado por la figura del insurrecto Doramas, o la mitificación de la Selva del mismo nombre, entre otros aspectos. En el texto, además, se insertan abundantes fragmentos escritos en la lengua aborigen canaria, lo que constituye un hecho singular en la literatura hispánica de su tiempo.

Otras obras teatrales suyas son: Tragedia y martirio de Santa Catalina de Alejandría, Comedia del Alma, y Tragedia de Santa Susana.


Hacia 1600 traduce la Jerusalem Libertada de Torcuato Tasso, en la que el autor añade, de su propia cosecha, más de cuarenta octavas reales para describir las grandezas del archipiélago canario.


Su obra cumbre, no obstante, será el Templo Militante, del que aparecieron cuatro tomos entre 1602 y 1614. Se trata de una especie de santoral cristiano escrito en verso y que conoció enorme popularidad a principios del siglo XVII. Aunque el cuarto volumen se editó póstumamente, esta obra gozó de múltiples ediciones, privilegio entonces reservado a unos pocos.


Una parte de la obra de Cairasco, sin embargo, todavía permanece inédita, como es el caso de la Esdrujúlea, colección de versos proparoxítonos que le dieron celebridad en vida.


Significado


Catedral de Canarias, templo donde se encuentran sus restos mortales y de donde fue canónigo y deán.

Como se ha señalado, la obra de Cairasco, desde la perspectiva actual, reúne un número considerable de los rasgos característicos de la literatura canaria y de la cultura en la que ésta se desarrolla. Uno de esos rasgos es la naturalidad con la que su obra hace de puente entre el pasado histórico de las Islas Canarias antes de la dominación castellana, representado por el mundo aborigen canario, y después de ésta. Entre los rasgos que Cairasco resalta en el antiguo canario, desde su perspectiva cristiana, están el sentimiento de humildad y la piedad religiosa.

De cualquier modo, las cualidades humanas que Cairasco otorga a sus antepasados están mediatizadas por una acusada tendencia hacia la magnificación y esencialización de los espacios de su experiencia de vida, que se pueden resumir en tres grandes iconos de dimensión psicogeográfica: la Selva de Doramas, el pico Teide y el Océano Atlántico. La personal perspectiva de Cairasco le hace cualificar esos espacios por contraste con los de la prestigiosa tradición mítica grecolatina. Sus atrevimientos verbales, cifrados por ejemplo en el uso del verso esdrújulo, son precursores del movimiento barroco posterior.


Toda la tradición literaria canaria de los siglos posteriores ha referenciado a este autor como un modelo por seguir, desde Antonio de Viana (siglo XVII), hasta José Viera y Clavijo (siglo XVIII), Graciliano Afonso o Rafael Bento y Travieso (siglo XIX).







Bartolomé Cairasco de Figueroa es, sin lugar a dudas, la figura más importante, la piedra fundamental de la literatura isleña. Un personaje cuya historia está poblada de ribetes novelescos, y un excepcional poeta admirado por sus contemporáneos, escritores de la talla de Cervantes, Lope de Vega y Góngora.

Introdujo la rima esdrújula en la poesía española, fundó el teatro canario basándose en autos de fe y también episodios de la conquista, como ocurre en Comedia de la Bienvenida del Obispo Rueda donde desarrolla diálogos en lengua tamasik.

Fue canónigo un tanto forzado por las circunstancias dadas en determinado momento de su vida, siendo así el primer Prior de la Catedral de Canarias. Y en los mismos jardines de dicha Catedral, fundó la tertulia literaria cuyo nombre pagano, ‘Apolo Délfico’, llama poderosamente la atención tratándose de un religios.

A dicha tertulia asiste también Antonio de Viana, que es considerado el otro autor fundacional de Canarias, así como también importantísimos historiadores y cronistas, sin cuya obra, buena parte de lo que ha llegado hasta nosotros de la antigüedad prehispánica, se hubiera perdido.

La obra de Cairasco, al igual que su personalidad, oscila entre la religiosidad y el erotismo, y nos sorprende con sus poemas eróticos. He aquí un fragmento:

Ábreme, casada, por tu fe,
Abreme, casada, por tu fe,
que llueve menudico, y mojomé.
Si duermes, señora mía,
despiertas aquel dolor
que causan tu desamor,
tu crueldad y mi porfía;
pues no te veo de día,
agora respondemé
que llueve menudico, y mojomé.
No pienses, desconocida,
que por estar en tu lecho
sanas el daño que has hecho
en mi alma y en mi vida:
la una tengo perdida,
la otra acabasemé
que llueve menudico, y mojomé.

Su obra cumbre, no obstante, será el Templo militante, del que aparecieron cuatro tomos entre 1602 y 1614. Se trata de una especie de santoral cristiano escrito en verso y que conoció enorme popularidad a principios del siglo XVII.

Muchos años antes, por 1582, representa la Comedia del reçebimiento, encargada por el Cabildo Catedral un año antes para dar la bienvenida al nuevo obispo, don Fernando de Rueda. Se trata de una de sus obras fundamentales, en la que cimienta las bases de la literatura canaria posterior, al introducir el tema del aborigen canario, representado por la figura del insurrecto Doramas, o la mitificación de la selva del mismo nombre, entre otros aspectos. En el texto, además, se insertan abundantes fragmentos escritos en la lengua aborigen canaria, lo que constituye un hecho singular en la literatura hispánica de su tiempo.

Una parte de la obra de Cairasco, sin embargo, todavía permanece inédita, como es el caso de la Esdrujúlea, colección de versos proparoxítonos que le dieron celebridad en vida.
La obra de Cairasco, desde la perspectiva actual, reúne un número considerable de los rasgos característicos de la literatura canaria y de la cultura en la que ésta se desarrolla. Uno de esos rasgos es la naturalidad con la que su obra hace de puente entre el pasado histórico de las Islas Canarias antes de la dominación castellana, representado por el mundo aborigen canario, y la historia posterior a ésta.

Por  Mari Carmen Martín Mendoza (Marcamar)





La obra literaria de Bartolomé Cairasco de Figueroa 

Por María Rosa ALONSO 




Al dar cuenta el poeta del acto de su primera misa en Agaete, enumera los enton­ces miembros de su familia: 

Con las cinco palabras a mis manos, 

aquí bajó el cierno Rey piadoso, 
alzar le vio con ojos soberanos de Mateo y María, 
el par famoso; y viéronle sus hijos, mis hermanos, 
Constantm, Serafín, Félix brioso, Constantino, 
Alejandra, damas bellas, 
que en virtud y en beldad han sido estrellas.-



Acaso su hermana Alejandra estuviera ciega (como apunta el bió­grafo Juan E. Doreste)'' y aluda a ella en una octava real, en la que canta los milagros de San Alejandro: 


¡Oh sagrado Alejandro! Si en el suelo 
pudiste dar a ciegos la luz bella, 
agora que triunfas en el cielo, 
¿por qué la de tu nombre está sin ella? 
No ves la devoción, el alto celo, 
paciencia y humildad con que atropello 
la discreta Alejandra sus enojos. 
¿Por qué no alcanzas luz para sus ojos?" 

Al final del Templo militante escribe el poeta, refiriéndose a su familia: 


Esta virtud contraria a las mudanzas 
trajeron a Canaria, en altas proas, 
los nobles Constantinos y Constanzas 
ellos Cairascos, ellas Figueroas; 
no bastan a decir muchas estarnas 
de solo un Constaniín las grandes loas. 
Dejo a la fama lo que aquí no toco, 
que más vale callar que decir poco. 
Y vos, oh generosa Constantina, 
vos, otra segunda sin segunda, 
que en ambas, como en basa diamantina, 
la discreción, virtud y honor se funda; 
y vos que estáis en la región latina, 
Constantino novel, bien claro inunda 
de abuelo, hijo y nieto en vos la alteza, 
que siempre se responde a la nobleza. 




Cairasco es un gran poeta de sentido arquitectónico. La ele­gancia de la primera octava está lograda a base de esa selección partitiva o de procedencia, en elegante anáfora que repetirá en el Templo militante con ligeras alteraciones: 

Del cielo puso aparte lo más noble, 
del aire lo más puro y regalado, 
del mar ¡o menos bravo y más tranquilo, 
y del terreno sitio lo más fértil; 
de selvas lo más verde y apacible, 
de flores lo más fresco y más suave, 
de fuentes lo más claro y cristalino, 
de frutos lo mejor y más granado; 
del canto de las aves lo más dulce, 
de la salud y vida la más larga, 
de los ingenios lo que más se acendra 
y de todos los templos el más sano.



Cairasco traía sus resonancias italianas a la doblemente herreriana etapa de Fer­nando el poeta (1534-1597) y de Juan el arquitecto (1530-1597), sus coetáneos casi, época greco-romana "en los linderos del ba­rroco, según apunta con acierto Valbuena Prat. Abandona a veces el tono grandilo­cuente para referirse al paisaje de su isla natal: 



Aquí los frescos aires, las mareas, 
el toldo de las nubes relevadas, 
de los floridos campos las libreas, 
los verdes bosques, aguas plateadas, 
el temple, sanidad, ricas preseas, 
los cantos de las aves variadas 
en sagrado silencio, en paz entera, 
conservan una eterna primavera. 

Aquí florece la admirable selva 
que el nombre ha de heredar del gran Doramos, 
do no entrará discreto que no vuelva 
con rico asombro, de su sombra y ramas; 
el que mejor escriba se resuelva 
que es digna de sus versos y epigramas, 
y aun el sagrado Apolo le parece 
que no ha de darle el punto que merece. 

Perdone el Helicón, Pindó y Parnaso, 
los celebrados bosques de Acidalia,
las fuentes donde Febo llena el vaso, 
y las frondosas selvas de Tesalia; 
perdone el Oriente y el Ocaso 
y cuando salga el Tivoli en Italia, 
Cintra en España, Aranjuez y El Pardo 
que opuesto al parangón, su verde es pardo.


El poeta ornamenta en seguida el natural paisaje con citas mi­tológicas trasuntas de la épica italiana y del tiempo renacentista que vive; su patriotismo exacerbado lo lleva a monumentalizar las excelencias de la famosa selva de Doramas, sin duda alguna de ex­traordinaria belleza en sus tiempos. Tras la cita mitológica, el re­curso estilístico de lo arquitectónico: 


Los altos tiles, verdes capiteles 
con mil diversos árboles... " 


Y luego el bosque es una inmensa bóveda vegetal: 


Si aquí se corta un árbol es notorio 
multiplicar el tronco muchedumbre 
que arriba en pocos años al cimborrio 
de todos los demás, con igual cumbre; 
no puede al Coliseo y Consistorio 
del apolíneo rayo entrar la lumbre, 
aunque parece ingratitud formada 
a quien el ser le dio negar la entrada.

Esta fecundidad prodigiosa de la tierra en este bosque le hace escribir un inciso en la vida de San Higinio, del Templo: 

Otra similitud más excelente 
del canario Doramas... 
donde cortando un árbol en contorno 
hacen de preste mucho nuevo adorno.

Después la maleza y la imagen de la yedra, tan garcilasiana: 

Por la robusta y áspera corteza 
la yedra el retorcido paso mueve, 
que no pueden mostrar tal extrañeza 
columnas entalladas de relieve

Y tras la exposición vegetal, la bella alusión del agua: 

Por más destete mil famosas fuentes, 
despide Gran Canaria cristal puro, 
sin otras infinitas, que a la gente 
su fama y nombre ha sido y es oscuro, 
pagan tributo al ser grandes corrientes, 
sin muchas, con que el fruto está seguro 
que en una isla, que aun no tiene en torno 
cien millas, es felice y raro adornoJ


La selva de Doramas, aparte incidentales referencias a lo lar­go del dilatado Templo militante, es cantada de nuevo al referirse el poeta a Gran Canaria en dicha obra, con motivo de San Pedro Mártir: 


En ella está la selva de Doramas, 
tan célebre en el mando, a quien rendido 
está el Pierio, el Pindó y el Parnaso, 
y todos los demás sagrados montes. 

En ella se destila ambrosía y néctar 
y respirando un céfiro suave 
conserva ana perpetua primavera, 
del cielo regalada eternamente, 
con mil particulares privilegios.



Cairasco y su amor por todas las Canarias 


Pero Cairasco no siente sólo amor por la princesa Gran Ca­naria, aunque sea ella su gran musa. Varias veces hace un canto a todas las islas: 


Pasando están de las columnas de Hércules, 
a veintisiete grados de la línea, 
cerca de la región de los alárabes, 
las Fortunadas ínsulas atlánticas 
a quien llamaran ya Campos Elíseos 
por su temperamento y ser tan fértiles. 

El cielo en ellas derramó sus dádivas 
siendo tan liberal, que ya era pródigo, 
como si autorizase allí su crédito; 
dioles el aire un temple salutífero 
con que gran tiempo se excusaron médicos 
y las mixturas del dorado fármaco 
ruibarbo, escamonea y cañafistola.


Después de afirmar que es Gran Canaria la primera, sigue enumerando:


Segunda Tenerife o la Nivaria, 
tercia La Palma; cuarta La Gomera 
la quinta Lanzarote; la Capraria 
la sexta, y El Hierro la postrera, 
donde destila hoy día el árbol santo 
que los antiguos celebraron tanto.



Refiriéndose a San Nicolás, escribe: 


Canaria: 

Salieron, pues, las siete deste modo: 
Una llevaba todo recamado 
de espadas y de palmas el vestido, 
con diadema real de lauro y oro. 


Tenerife: 

Otra el excelso Teida por divisa, 
coronada de pámpanos frondosos 
y esparciendo el metal que más estima. 


La Palma: 

Otra con una palma por trofeo, 
porque la lleva en discreción y gala, 
en trato cortesano y bizarría, 
a cinco de las bellas Fortunadas. 


La Gomera: 

Con bella laura de fragantes flores, 
salió la cuarta y ademán bizarro 
haciendo muy ligeras cabriolas 
con que suele rendir hombres armados. 


El Hierro: 

La quinta coronada de aquel árbol 
que destilando de sus hojas perlas 
se llena de cristal en gran estanque 
con que los moradores se sustentan. 


Lanzarote:

La sexta se mostró gallarda y bella 
de candidas espigas coronada, 
convidando con ella a las otras, 
ufana de haber sido la primera 
que a la cristiana enseña se redujo, 
y la que vio primero en su distrito 
la mitra pastoral de aqueste reino. 


Fuerteventura:

La séptima y postrera entró danzando 
con gran disposición y gentileza, 
que a todas las demás excede en esto, 
llevando por divisa una guirnalda 
de la estimable orchilla de que abunda.


No obstante su amor por Gran Canaria, tiene para Tenerife fi­nezas y atenciones, como quizás ni con su propia isla guarda. Las dos últimas partes de la Esdrujúlea ya advertí que se referían a la Virgen de Candelaria y cueva de San Blas donde apareció la ima­gen. En el Templo, al llegar a la Purificación, vuelve a referirse a la patrona de las Islas y narra los hechos según una varíente de la versión del encuentro de dos pastores con la Virgen, que en Cairasco se reducen a uno, porque sigue la relación de fray Martín Ig­nacio, del padre González de Mendoza y de fray Joáo dos Santos, según el malogrado investigador y diplomático tinerfeño Emilio Hardisson y Pizarroso.

Pero no es sólo esto. Al tratar de la festividad de las Nieves, el 5 de agosto, la aprovecha para exaltar a la Nivaria. El poeta alu­de nuevamente a la Virgen de Candelaria y a los guanches y sus costumbres: 

Un profeta tenían que afirmaba 
y les profetizaba grandes cosas, 
y una de las famosas y más graves. 
que de unas blancas aves salteada 
seria y conquistada aquella tierra, 
y vencidos en guerra tantos bríos, 
que fueron los navios que trajeron
las gentes que vencieron a Nivaria, 
de cuya extraordinaria antigua pompa, 
que la sonora pompa de la fama 
por el orbe derrama, aquí no puedo 
cantar, ni el santo enredo da licencia. 
Diré de la excelencia que ahora tiene 
la majestad solemne de los templos, 
soberanos ejemplos virtuosos 
del clero y religiosos los conventos. 
Los altos pensamientos monacales 
vislumbres celestiales de alta gloria; 
la gente senatoria generosa, 
discreta, valerosa, de alta fama.


Seguidamente, según su gusto de pompa alegórica, tan aficio­nado a monumentalizar la escena (porque Cairasco es un tempera­mento plástico y dramático), presenta a la Nivaria triunfante/- El poeta, también con rima al mezzo, nos describe la resplandecien­te dama entre las nubes apoteósicas de la alegoría: 


En figura de dama rica y bella, 
salió como una estrella rutilante 
la Nivaria triunfante; iba vestida 
de tela enriquecida de oro y plata, 
que como siembra y trata, coge y viste, 
alegre está y no triste su semblante: 
arandela y turbante, al nuevo estilo, 
todo de arabio hilo y finas perlas, 
que sabe merecerlas y buscarlas. 
A sus damas llevarlas este día 
quiso en su compañía, y todas ellas 
iban ricas y bellas; a su diestra 
salió con rica muestra La Laguna, 
que en próspera fortuna se extremaba, 
y la noble Orotava a la otro mano 
con talle cortesano; aquélla ufana 
de ser princesa llana, en firme asiento, 
con grato movimiento y rico adorno, 
de montes en contorno rodeada 
de mieses coronada y de parrales, 
lindas calles iguales y salidas, 
a su tiempo floridas, templos, casas; 
ésta, firme en sus basas la nobleza, 
aparato, riqueza y edificios, 
caballos, ejercicios, aguas frías, 
damas y cortesía, aunque desto 
en La Laguna el resto el cielo envida. 


Y a continuación los demás pueblos de Tenerife: 


Luego la esclarecida, en puerto, en trato 
y en bélico aparato de castillo, 
Santa Cruz, de amarillo y blanco traje; 
y luego en el ropaje extraordinaria 
se mostró Candelaria, alegre y bella 
por la divina estrella que atesora, 
que del cielo es señora y de la tierra, 
y porque tiene en guerra buena gente 
atrevida, valiente y muy ligera, 
y por la miel y cera, pan y caza 
de que abunda la plaza de ordinario. 
Al bélico adversario, Taganana 
con piedra y dardo gana los despojos, 
y así muestran sus ojos gran contento. 
El acompañamiento sigue Abona, 
con nevada corona, que en ganado, 
en caza, pan granado, linda fruta 
se muestra resoluta y sus membrillos 
son grandes, amarillos y de fama; 
y Vilaflor se llama, en otro nombre, 
por el alto renombre que de bella 
tuvo una guancha en ella celebrada. 
De parras coronada iba contenta 
La Rambla y libre, exenta. La Matanza, 
vestida de esperanza; Buenavista 
y Adeje en esta lista no se olvide, 
ni aquella que despide cristal puro 
Fuente Obispal, seguro alojamiento 
al que busca contento regalado, 
y Tejina a su lado ya postrera. 
Con famosa bandera, en la vanguarda
iba gente gallarda, antigua y nueva 
que la conduce y lleva un joven rico 
llamado Garachico, en cuyo puerto 
se ve siempre cubierto el mar de naves 
por los vinos suaves que produce; 
acá y allá reluce en plata y oro 
que es bien que a su tesoro se acomode. 
Tras él se muestra Icode rico en vinos 
y de sus teosos pinos coronado, 
junto al Teide nevado, cuyos hombres 
gallardos gentilhombres y mujeres 
de lindos pareceres siempre han sido; 
luego a cual más lucido. Los Realejos 
en pan, en vino, espejos; luego el monte 
Sauzal y Tacáronte con Centejo, 
Tegueste nuevo y viejo, albergue ameno, 
y luego Güimar, lleno de agua clara, 
y de arboleda clara y peregrina; 
San Juan a la marina, Arafo, Daute, 
que con mucho replante, como él dice, 
quiere que se autorice la gran fiesta.


La Laguna, La Orotava, Santa Cruz, Candelaria, Taganana, Abona-Vilaflor, La Rambla, La Matanza, Buenavista, Adeje, Fuente Obispal, Tejina, Garachico, Icod, Los Realejos, Sauzal, Tacoronte, Centejo (La Victoria, hoy), los Teguestes, Güímar, San Juan, Arafo y Daute, un acompañamiento de veinticinco lugares forman el vis­toso cortejo de la Nivaria y, por fin, la apoteosis que precede al canto: 


Mostróse, pues, con esta extraordinaria 
majestad la Nivaria, sobre carro 
de nieve, con bizarro y rico aseo; 
llevaba por trofeo, sobre el pecho 
la Imagen que la ha hecho tan dichosa, 
y con la majestad y gran capilla 
al senado se humilla y colocada 
en la silla dorada y prevenida 
cantó la esclarecida y alta gloria 
de la nevada historia al modo vario 
que la escribió el canónigo canario.


Relación parecida de los pueblos de su isla, Gran Canaria, no hemos de ver en la obra del «canónigo canario», cantor extenso de los pueblos tinerfeños, a los que no escatima adjetivos valiosos. Como una muestra última de su amor a su tierra, ahora a un motivo concreto de Gran Canaria, acompaño una composición de su Esdrujúlea, que me parece no ha sido impresa todavía; posee toda la pompa arquitectónica y grandilocuente de Cairasco, y acaso hubiese sido pieza correcta muy del tiempo, si la embriaguez es-drujulistica que lo dominaba no actuara en ella:


Al templo y cabildo de la Santa Iglesia 
de Canaria 

Yace del Mar Atlántico en el gremio 
de las seis amadriades la Reina, 
del árbol coronada más nubífero, 
y en torno della, entre peñascos, peina 
el cabello y la barba, el que sin premio 
la regala con ámbar odorífero, 
el aire salutífero, 
la regalada pluvia, 
las flores blanca y rubia 
azul, morada, verde, roja y pálida. 
La templanza ni frígida ni cálida, 
fuentes y cantos varios 
hacen un mayo en torno a los canarios. 

De peregrina fábrica coríntico 
aquí se levantó con gran principio 
la excelsa pesadumbre y sus pirfáculos, 
de grandes cantos y mecidos ripios, 
que no la vieron tal delio ni cíntico 
en Efeso y en Délo sus oráculos; 
altares, tabernáculos, 
pilares y cimborrios, 
capillas, oratorios, 
ventanas, claraboyas, santuarios, la música, 
el Jesu y los sagrarios, 
a pesar del herético, 
es todo imitación del templo bélico. 
A la abuela se dio del Rey pacífico 
este maravilloso alcázar célico, 
con soberano acuerdo y reverencia, 
y en él hay de su Madre un bulto angélico, 
que entre todos merece su heroglífico, 
por la beldad que tiene y la decencia, 
majestad y clemencia, 
cual madre de concordia 
y de misericordia; 
hay otro de Belén pobre edificio 
más rico en aparato y en servicio 
de pincel ilustrísimo, 
cual de Rodas español clarísimo. 
En este sacro templo está un capítulo 
de nobles prebendados y magníficos caudillos 
del estado eclesiástico, 
ilustres cortesanos y pacíficos, 
que en virtudes y letras tienen titulo. 
En modo positivo y escolástico 
es el coro monástico; 
soberano silencio 
y siempre reverencio 
mis sagrados pastores beneméritos, 
cuyas virtudes y crecidos méritos 
prometen gran victoria; 
a todos nos dé Dios su eterna gloria.



Al aludir el poeta a San Laurencio, escribe: 


Nereidas, amadríades, 
que en el profundo piélago tenéis 
de vidrio lúcido habitáculo, sirenas, 
y vos, dríades, que allá en el archipiélago 
de Proteo escucháis la voz y oráculo, 
y tú, que con el báculo tridente, 
el mar horrísono sueles volver pacífico; 
y tú, delfín magnifico, 
que de Orion oíste el son dulcísimo, 
¿por qué todos, solícitos, 
no me venís a dar favores lícitos? 

Mirad que en la marítima ribera del Atlántico 
estoy por no tener batel velígero. 
Mirad que no hay epítima, 
sino la de este cántico, 
que me conforte en trance tan armígero. 
Mirad que del alígero tiempo me quejo 
y tácito lamento melancólico 
y en término bucólico suspiro 
el dilatar mi beneplácito; 
romped las ondas frágiles y a España
me llevad en hombros ágiles.








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