martes, 3 de marzo de 2015

FRANCISCO LAZO MARTÍ [15.136] Poeta de Venezuela


Francisco Lazo Martí

Francisco Lazo Martí (Guárico, Venezuela  14 de marzo de 1869 - Maiquetía, 9 de agosto de 1909) fue un poeta y médico venezolano.

Francisco Lazo Martí es el máximo exponente venezolano de lo que en la literatura se conoce como el nativismo criollo. La exaltación del campo, el repudio a la ciudad como espacio maligno y la contemplación del paisaje, el agro y la flora, fueron temas inspiradores que marcaron durante años la narrativa y la poesía venezolana. Su obra cumbre, Silva Criolla A Un Bardo Amigo (1901), impulsó, sin duda, ese sentimiento convertido en movimiento literario, que contribuyó, entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, a hacer del llano un espacio simbólico en Venezuela, y en el que también se inscribieron autores como M.V. Romero García y Rómulo Gallegos.

Lazo Martí, además de poeta, fue médico, profesión que ejerció entre los pueblos de los llanos centrales, San Fernando de Apure, Puerto Nutrias, Zaraza, El Sombrero y su ciudad natal, Calabozo. Fue fundador del periódico El Legalista (1892), a través del cual apoyó la Revolución Legalista de Joaquín Crespo, y colaborador de El Cojo Ilustrado. Su poesía, más que regionalista, es nativista, y convierte, según la crítica literaria, o local en un valor histórico y universal.

Entre sus poemas más destacados, además de su Silva Criolla A Un Bardo Amigo, se encuentran poemas como Crepusculares, Veguera, Flor de Pascua y Consuelo.

Obras

Crepusculares

Sus Crepusculares las empieza a escribir entre 1893 y 1894 mientras ejerce la medicina en San Fernando. Ya para el año de 1895 publica en El Álbum, revista literaria dirigida por Emilio Machado, 33 de sus Crepusculares. El 12 de diciembre de 1896 en el periódico El Verbo Liberal, publica Invierno. Veguera aparece en el Cojo Ilustrado el 1 de septiembre de 1897, y Estival el 1 de diciembre. En 1905 publica en Fiat Lux, con otra enumeración las Crepusculares XXV (Hay tristezas…) y XXVI (A la mano impecable…) Posteriormente, en el mismo periódico reproduce para el 1 de febrero la Crepuscular XXVII (Por fuerza de atracción…) Para esa época sus Crepusculares llevan el nombre de Confidencias.

Francisco Lazo Martí dirá de sus Crepusculares en unos de sus viajes a Calabozo:

He querido llegar a la realización de una estructura dota de armoniosa apariencia estética. El soneto, con sus dos cuartetos colocados sobre la débil base de los tercetos, que aparecen delgados bajo la masa que los supera, ofrece un aspecto antiestético; es algo así como una mujer gorda con unas piernas flacas. En la Crepuscular se encuentra equilibrada la forma armónica: la apariencia esbelta y grácil sobre una base amplia y sólida. (...)Algo así como una mujer de busto estrecho pero gracioso, sobre unas magníficas piernas. Y eso, indudablemente, luce mejor.




Silva Criolla
de Francisco Lazo Martí

I

Torna a soplar del Este
el viento alegre y zumbador. Ondea
cual agitada veste
el sedoso follaje. El sol orea
la charca pantanosa,
y por el reino de la luz pasea
legión de garzas de plumaje rosa.
Florecer es amar… Sobre la falda
de las toscas malezas entreteje
la parásita en flor, áurea guirnalda;
cuelga blanco vellón, de su costado
el nido comenzado;
regio collar de abiertas campanillas
la trepadora mazadaza enreda,
y en dos porciones de oraza rota,
despide al aura leda,
del nevado cairel de su bellota
trenza brillante el orozul de seda.
Tras la menuda flor cuaja el uvero
su gajo tempranero;
sus nacarados frutos en el limo
el punzador curujujul engendra;
la maya erige colosal racimo
y desprende el merey sabrosa almendra;
señuelo de su copa en lozanía,
escondidos granates el orore
en mil estuches cría;
emulando la escarcha
el espinito su jazmín estera,
y del verde mogote en la cimera
abre su flor simbólica la parcha.
En el aire, en la luz, en cuanto vive,
amor su aliento exhala;
y su aliento febril –tras el espeso
ramaje que es baluarte y es escala—
estremece del pájaro travieso
el mullido pulmón bajo del ala.
Torrente luminoso
de cumbre cenital se precipita;
del árbol generoso
la regalada sombra al sueño invita;
por el margen del caño
espárcese el rebaño;
tiemblan reverberando los confines,
y borracha de sol y miel llanera,
celeste mariposa mensajera
batiendo va sus cuatro banderines.


II

Ya no viene bramando cual solía
al declinar el día,
por uno y otro rumbo la vacada;
ni plantado en mitad del paradero
escarba y muge fiero
el toro padre de cerviz cuajada.
Ya no turba el reposo de los hatos
madrugador lucero;
ni despiertan el eco adormecido
el amante reclamo del bramido
a la par de la copla del vaquero.
A más benigno suelo,
a más fértil región de aguas profundas
y de lucientes pastos regalados,
a las islas distantes y fecundas,
fuéronse al fin pastores y ganados.
¡Cantando una tonada clamorosa
y bajo el fiero sol de la sabana,
al paso lento de la res morosa
con rumbo al Sur cruzó la caravana!


III

Ya dos veces, monstruoso y despiadado
sobre la tierra pródiga, el incendio
su abanico flamante ha desplegado;
ya dos veces, por furias impelido,
las yerbas infecundas
su aliento abrasador ha consumido;
y de pie sin cejar, y frente a frente
con el río que impasible está delante,
humo y llamas lanzando su turbante
ha brillado en las noches del desierto
como si fuera un faro ignipotente
clavado en la ribera de un mar muerto.
En línea de combate, a campo raso,
pronta la garra, la mirada alerta,
hambrientos gavilanes, paso a paso,
asediaron del fuego la reyerta.
Consume aún su aliento las entrañas
de los troncos vetustos;
fluye sutil fermento de las cañas
y blanda mirra lloran los arbustos.
Coronando el pavés de la macolla
sangriento cardenal bate sus alas;
las consumidas galas
vertiginoso remolino arrolla;
y sobre el lienzo oscuro del quemado,
de perfiles grotescos,
la ceniza y el aura han dibujado
flores grises y rotos arabescos.
Cuando mengüe la Luna habrá verdores
en el fresco bajío;
y cerriles hatajos corredores
y venado bisoño,
en las tempranas horas del rocío
alegres pacerán tiernos retoños.


IV

La riente primavera,
Primavera fugaz, del sol amiga;
La que lluvia de flores le prodiga
Al monte y la pradera,
También como la hierba al pobre arbusto
la primorosa dádiva recibe,
y de su escasa floración primera
el botón más hermoso
prende sobre el cabello revoltoso
la inocente muchacha sabanera.

¡Oh florida estación! Haced que nunca
turbe dolor violento
la paz de mis nacientes alegrías…
Y cuando vuele al fin mi pensamiento,
cuando vuele hacia allá, cuando yo muera,
que sea su compañera
la más brillante aurora de tus días!.


V

En estas dulces tardes veraniegas,
cuando el sol, que se va, desde lejano
purpurino confín, luz moribunda
esparce por el llano,
y del boscaje todo rumoroso,
y de un amor desconocido en alas,
por el aire sutil suben serenas
la canción funeral de las chicharras
y la ronca canción de las colmenas;
cuando apaga el purpúreo sangriento
y brota el color gris al horizonte
baña de nuevo en rojo
la columna de fuego que calcina
la tostada maleza del rastrojo.


VI

Al tornar frescos hálitos del Norte,
del país de la nieve,
en junco silbador y hora leve
tendrá el estero florida corte.
Al pie de sus ganados,
y cuando caiga la primera bruma,
volverán los pastores emigrados;
volverán las vacadas
a repletar las cercas, y de espuma
a coronar los botes,
la linfa de las ubres ordeñadas.
Concertará de nuevo la alegría
el coro de las voces;
tras la recia labor –ya muerto el día—
caballeros veloces
partirán la amorosa romería;
y al calor del brasero,
cuando la noche pavorosa avance,
cantando irán de trovador llanero
la copla, el tono triste y el romance.


VII

Sin amor, sin deber ¿qué existencia?
¡Es tiempo aún de combatir! Procra,
Oh Bardo sin ventura,
Que cese al fin tu dilatada ausencia!
¡Es tiempo aún de combatir! Acude,
ven a luchar con juveniles bríos
por el bien de la raza cuyos lares
consagra el almo sol junto a los ríos
y cerca de los próvidos palmares.
Por el bien de la raza que abandona
El rincón sin azares…

Por amor a tu raza en desventura;
por esta pobre tierra,
que el maléfico genio de la guerra
convierte ya en enorme sepultura;
por estos seres buenos y sencillos;
por este pueblo amado,
que vive –noble víctima—entregado
a la ciega ambición de los caudillos.


VIII

Tus pasos vuelve hacia el hogar, ¡oh Bardo!
Yace por tierra el matizado velo
con el cual primavera engalanaba
los montes de tu suelo.
Cantando sin reposo la guacaba
pide lluvias al cielo,
conquistan con la fuerza y la osadía
nidos para el invierno los turpiales;
en los ralos matales
mueve el amor trinada algarabía;
y con tesón rayano en el enojo,
en la verde oquedad de la montaña
el carpintero de bonete rojo
cincela el tronco hasta la dura entraña.
Nueva decoración y nuevo encanto
lucen las atrayentes lejanías
que tu espíritu amó con amor santo.
Grises tapicerías
cubren el horizonte. La llanura
tiene otra vez reverdecido manto.
Como en aquellos días
del venturoso tiempo ya lejano,
en pos de mis pasadas alegrías,
vuelvo a tender la vista sobre el llano.
Caído en la remota lontananza
sin su manto de gloria,
el moribundo sol parece un cirio
que alumbrase honda cámara mortuoria.
El viento, sin rumor, apenas risa
la silente laguna en cuyo espejo
invisible dolor vertió ceniza;
y con vuelo despacio,
de la tarde a los pálidos reflejos,
las garzas que se irán, que se irán lejos,
pueblan de cruces blancas el espacio.
Hoy como ayer, andando a la ventura,
absorta la mirada, lento el paso,
trayendo margaritas del Ocaso,
miro bajar la noche a la llanura.
Mas de pronto pensando que fue triste,
pensando con dolor, pensando en ella,
me arrodillo en el polvo del camino
que en hora igual de gozo vespertino
recibió las caricias de su huella.
¡Oh destino de todos los que amaron!
¡Oh destino cruel! ¡Tú me condenas
a buscar en las móviles arenas
unas huellas que ha tiempo se borraron!
Llanura o cielo, cúspide o abismo;
¡santa Naturaleza!
para el dolor que vivo en tu grandeza
¿cuál palabra mejor que tu mutismo?
¡Oh Madre! El áureo broche de tus días,
y tus campos que amó la primavera,
retienen prisionera
el alma de mis muertas alegrías!
Hoy como ayer, y de la noche oscura
bajo la inmensa nave,
en tono triste, quejumbroso y grave
brota doliente canto en la llanura;
y trae breve silencio, cual sonoro
trueno de burlas el cantar vecino,
en son de fiesta, alcaravanes pardos,
abierta el ala de purpúreos dardos,
rompen a carcajadas en su trino.
De pavura o dolor, el grave canto
y la seguida estrepitosa burla,
de crueldad casi humana,
hieren mi corazón, lo hieren tanto
que anheloso y de prisa me levando
a mirar si está sola la sabana.


IX

¡A meditar no acude cual solía
dulce melancolía
en la tumba del sol! Es la tristeza
la que doliente se arrodilla y reza
cuando, para dormir, desmaya el día.
Ya las noches no son como eran ellas
propicias al amor. El cielo oscuro
a las almas no atrae. ¡Grietado muro,
por él se asoman pávidas estrellas!
Ya no brilla inclinada hacia el Oriente
la hermosa Cruz del Sur. Barre las hojas
la ráfaga bravía,
y siguiendo la negra lejanía,
serpean ligeras llamaradas rojas.


X

¡Es tiempo de que vuelvas!... ¡Sin mancilla
te aguarda el viejo amor! Viva te espera
del culto del hogar la fe sencilla.
¡Se fue la primavera!
Ruge amenazador trueno lejano
y de soles nublados, agorero,
la cenicienta garza del verano
tañe, al pasar su canto plañidero.




Veguera
de Francisco Lazo Martí


La encallecida mano ya no aporca
el tallo de falanges empinadas,
en cuyo seno abulta la mazorca.

De las últimas hojas, lanceoladas,
la vida en torno diligente riega
de polen volador nubes doradas.

Junto a la troje la esperanza ruega;
en el amor abrevan las fatigas,
y del seno oloroso de la vega
sube el himno triunfal de las espigas.

Huelga la luz en las tupidas frondas;
el viento canta en el manglar sombrío;
y tiembla el junco entre las claras ondas.

Junto al verde tablero del plantío
mueven el sol sus cálices rosados
las abiertas campánulas del río.

Y nunca por el hombre codiciados,
en el verde jaral de los rastrojos
exhiben sus colores sazonados
áureos racimos y mereces rojos.

En el declive de arenosa rampa,
que lentamente el batatal estrecha
yergue su torre y su paral la trampa;

tiene para atraer miga deshecha;
y desde el fondo oscuro del mogote
el ojo negro del gandul acecha.

Atenta al menor ruido, al menor frote,
como quien teme peligrar cercano,
con el ojo avizor y siempre al trote,
la tímida perdiz atisba el grano.

Cuelgan bajo la nave del sendero
parásitas de flores amarillas
y gajos de cristal que da el uvero.

Saltan sobre los troncos las ardillas:
domina el color verde en la feraces
costas en que maduran las patillas.

Sobre la greda corren las torcaces;
flota al viento la húmeda atarraya;
y cae formando láminas fugaces
el humo del hogar sobre la playa.

Humo del pobre hogar, que al separarte
dejas de bendición sagrada esencia:
humo del buen hogar, ¡vuelvo a mirarte!

Amargo el tiempo fue con que la ausencia
me alejaba de ti, que siempre fuiste
al ajeno dolor la providencia.

Tú que de su flaqueza redimiste
a la que siempre hirió dolor sañudo;
tú que a su alma los consuelos diste,
inolvidable hogar ¡yo te saludo!



El Poeta Lazo Martí y Apure

Por Argenis Méndez Echenique

Francisco Lazo Martí,  el gran médico y  bardo guariqueño, orgullo de  nuestro país no solamente por su poesía reconocida internacionalmente, sino por su sensibilidad social siempre demostrada, dejó su esencia también en Apure. Les ofrecemos fragmentos del trabajo realizado por el Profesor Argenis Méndez Echenique sobre las vinculaciones que tuvo el poeta a lo largo de su vida con los apureños.

EL POETA LAZO MARTÍ Y APURE

ORÍGENES FAMILIARES.

Según el Dr. Julio de Armas (1988: 12), el bardo calaboceño era nieto del general de caballería Florencio Jiménez Madrid, prócer de la Independencia Nacional (de los héroes del Paso del Diamante, de Queseras del Medio, del Paso de los Andes, Boyacá e infinidad de combates) y nativo de Guayabal, centro poblado guariqueño cercano a San Fernando de Apure (a 12 kilómetros de distancia).
El general Jiménez procreó un hijo, llamado Francisco, en la dama calaboceña Matías Lazo de la Vega. Y Francisco (“Pancho”) Martí de la Vega casa con su paisana Margarita Martí, de cuya unión nació el niño bautizado con el nombre de FRANCISCO FLORENCIO LAZO MARTÍ, nuestro admirado bardo llanero, según la autorizada opinión del doctor Julio de Armas. Sin embargo, tenemos la información de que el reputado intelectual calaboceño Rafael Loreto Loreto, quien localizó en 1947 la Fe de Bautismo del poeta, afirma que en este documento el nombre que aparece es el de Francisco de las Mercedes.

INICIO DE SU ACTIVIDAD PROFESIONAL 

Don Tito Sierra Santamaría, un tachirense radicado en San Juan de los Morros desde los tiempos de la administración gubernamental del general Emilio Arévalo Cedeño (1936), nos informa que el día 21 de Agosto de 1890 le fue otorgado, en Caracas, a Lazo Martí el título de médico cirujano, por la Universidad Central de Venezuela (según Adolfo Rodríguez, los estudios requeridos para ello los realizó en su propia ciudad natal); regresa inmediatamente a Calabozo, donde contrae matrimonio con la señorita Francisca Rodríguez, “Panchita”, la “novia triste”, “en quien el poeta hubo de simbolizar la luz primaveral y el aciago destino del amor”, según palabras de Torrealba Lossi.

La recién desposada tenía parientes en Apure, por lo que, a las pocas semanas, se trasladan a San Fernando, que vive el auge de la explotación y comercio de la pluma de garza,el “oro blanco” de la época. Allí Lazo Martí instala su consultorio médico. “A pesar de la estrechez monetaria, Lazo Martí ejerce con admirable desinterés. Sólo acepta honorarios a los pudientes, y esto con moderación. En muchos casos regala medicinas y provee el valor del récipe. Sus economías no prosperan. Pero algo vale mucho le va enriqueciendo el espíritu: la unánime gratitud de su pueblo, donde tan humanitaria conducta quedó grabada con caracteres de leyenda franciscana”, según comenta Oscar Sambrano Urdaneta (1953: 18).

 Luego realiza su humanitaria labor en diferentes lugares del Estado, en periplos que lo llevan a Arichuna, San Juan de Payara, Achaguas, Apurito, El Yagual y Guachara. En este último pueblo conoce a Teodoro Sánchez Osto, padre de los hermanos Sánchez Olivo, con quien hizo amistad y pasaba largas temporadas en el hato “Chaparralito”, propiedad de la familia de éste, entre El Yagual y Guachara, según referencia de don Julio César Sánchez Olivo (1909 – 1988), recordando los comentarios que le hacía su madre al respecto.

  ALGUNAS COMPOSICIONES POÉTICAS

 Lazo Martí escribió infinidad de poemas, todos vinculados al Llano, entre los que destacan la Silva Criolla y sus Crepusculares, que lo hacen descollar a nivel continental en el campo de las letras de todos los tiempos, debido a que su producción lírica se nutrió de diferentes fuentes literarias, desde Virgilio, Garcilaso, Góngora, Bello, Pérez Bonalde, Ganriel Muñoz, Rubén Darío, Baudelaire, entre otros grandes de las letras universales, sin ubicarse en un “ismo” determinado, como bien señala magistralmente Torrealba Lossi. Sin embargo, hay quienes opinan que en Lazo Martí se dio una verdadera integración nativista, debido fundamentalmente al sentido telúrico que se observa en su poesía.

Existe la certeza de que Lazo Martí escribió su “Loa a los Patriotas de la Revolución del 92”, con el pseudónimo anagramado de Tirso Lam, en la población apureña de Guachara, Municipio Achaguas, el 19 de Abril de 1892, que publicó en San Fernando, el 26 de Septiembre del mismo año en El Legalista, periódico del cual era uno de los redactores..

 ACTUACIÓN EN EL CAMPO DE LA POLÍTICA

Su inicio en la actividad política se dio en San Fernando de Apure, según información que recoge Sambrano Urdaneta. Este enjundioso autor señala que Lazo Martí era de temperamento reposado, enemigo de la violencia y poco partidario de la política, pero no era indiferente a los acontecimientos de su comunidad ni de su país. Su gran vocación democrática lo llevó a la defensa de sus ideales, con valentía y sincera convicción: “Lazo Martí comparte desde un principio los postulados de la revolución [Legalista], y en compañía de su viejo amigo, ex - profesor y cuñado, Dr. Filiberto Rodríguez, rige y redacta en San Fernando de Apure, un periódico llamado “El Legalista”.

El ilustre maestro Armas Chitty, citado por el no menos ilustre José Ramón Medina (1972: 145), dice que detrás del “gesto épico” del poeta había una intención más profunda: “Lazo Martí combate contra el desgobierno de Andueza Palacios, en el campo armado como en la prensa, porque le hería aquel desprecio a la ley envuelto en la amenaza continuista, y ello, sin que le interesase el triunfador en la contienda, el general Joaquín Crespo, cuya cruzada legalista no era para crear esperanzas. Y así mismo lo verán en aquella oleada humana que irónicamente llamaron la Libertadora. Legalismo y Libertadora: dos comentarios de ambiciones y sueños, dos estaciones en el (largo vía crucis de Venezuela”.

 Otro autor, ligado al Guárico y ya citado en líneas anteriores, dice: “…en su psiquis bullía también el malabarismo de la política, y junto con el doctor Filiberto Rodríguez saca a la luz pública el periódico El Legalista y con este vocero periodístico empieza a fustigar las aspiraciones continuistas del doctor Raimundo Andueza Palacios”, (Sierra Santamaría, 1975: 164). Según Crema, el primer número de este periódico sanfernandino está fechado el 20 de Agosto de 1892, pero Adolfo Rodríguez (1978: 52) dice existir boletines con fecha del mes de Julio. El primer editorial de este vocero explica las razones políticas que tenían sus redactores para surgir a protestar “contra el usurpador gobierno del Dr. Andueza Palacios, que obliga al país a aceptar las funestas consecuencias de la guerra… la actual revolución es la llamada a reconstruir el país, sobre la sólida base de las instituciones federales, tan arbitrariamente escarnecidas por infieles magistrados”. A continuación, insertamos algunos de los versos de la famosa Oda:

“Es el patriota labrador honrado
Que por ser el primero en el combate
Se olvida de la roza y del arado:
Es la valiente juventud que goza
Al acento sonoro de las dianas
Para alcanzar después una corona;
Es el humilde obrero, es el anciano 
Con el santo ascendiente de las canas 
Que toca con placer de puerta en puerta 
Buscando para el hijo algún hermano 
Que le enseñe a luchar como el más fuerte…”. 

Adolfo Rodríguez (1978: 52) reseña que dos días después de la entrada triunfal del general Crespo a Caracas (07 de Octubre), Lazo Martí es uno de los redactores del programa de actividades para la celebración en Apure, en su carácter de integrante de la Junta Directiva nombrada al efecto por el Comandante en Jefe del Ejército Nacional en Apure, general José Bonifacio Galíndez. Otros integrantes de la Junta fueron Ramón I. Mayol, Fernando Calzadilla, Juan Félix Carstens, Ramón Sifuentes, Juan Bautista Boggio, Aureliano Fernández, hijo, algunos de ellos viejas reliquias del liberalismo amarillo en Apure. En el `programa se contemplan bailes populares, banquetes populares y carreras de cintas. “La pureza de los actos de Lazo Martí como político y guerrillero y la nobleza con que se enrola en la lucha por una causa justa, quedan demostradas en la actitud que asume una vez asegurado el triunfo del General Joaquín Crespo” (Medina, 1972: 142), pues Lazo Martí recibe ofrecimientos burocráticos en la nueva administración, pero él prefirió quedarse en Apure cuidando sus enfermos.

 En 1898 está nuevamente en Calabozo, donde, acompañado del doctor Pablo E. Landaeta, saca otro periódico de índole política, El Voto Directo, en apoyo a Ignacio Andrade, continuador de la política del general Crespo. Se deduce que esta circunstancia lo enfrenta a Cipriano Castro y lo lleva a participar activamente en las filas de la llamada Revolución Libertadora, hasta la desastrosa batalla de La Victoria, en 1902. Como señala don Edoardo Crema ( Ibidem), su inicio en la política se dio en Apure, firmando manifiestos, cartas y proclamas; acompañado de su estimado paisano y cuñado Filiberto Rodríguez, quien en 1913, para el momento del traslado de sus restos mortales a la Catedral de Calabozo (según Decreto del general David Gimón Pérez, Presidente del Estado Guárico, de fecha 8 de Marzo de 1913) fue designado orador de orden, quien en un hermoso panegírico sobre la vida y obra del poeta hizo derramar muchas lágrimas a sus conterráneos. Los restos del poeta fueron a reposar en 1983 al Congreso Nacional, al lado de otras glorias nacionales, entre las que se cuenta el Padre de la Patria.


HONROSO TRIBUTO A LA MEMORIA DEL POETA EN APURE 

En el lapso 1946 - 1947, en el decir de Sánchez Olivo 1980: 7), el antiguo Colegio Miranda, de San Fernando de Apure y fundado en 1931, toma el nombre de Liceo Francisco Lazo Martí, bajo la dirección del Profesor Walter Michelangeli Soublette, nativo de San Rafael de Atamaica, La primera promoción del flamante liceo lazomartino estuvo integrada por personajes que años más tarde brillaron en el estrellado firmamento de la política y la intelectualidad venezolana: José Vicente Abreu, Humberto Guzmán Whindevoxel, Emilio José Santodomingo, Rafael Elías Pérez,, Pedro Laprea Sifontes, Emilio Porras Maica, Flor Farray, Rafael Enrique Solano, Humberto García Boffil y Ligia Rodríguez. Hacia 1964 le es construida sede propia, en los predios del antiguo fundo pecuario “Las Marías”, propiedad de la familia Mendible, detrás del antiguo cementerio de Jobalito. Allí, al año siguiente, don Ricardo Montilla, Gobernador del Estado Apure y nativo de la población guariqueña de El Sombrero, ordena la construcción de una plazoleta en honor del poeta, la cual es dotada con un busto del homenajeado. Además, una placa de mármol grabada con versos tomados de la inmortal composición poética: “Libra tu juventud!. El rumbo tuerce De la fastuosa vía En la que el vicio su atracción ejerce Y se tiñe de rosa la falsía”. 

Don Ricardo, en su discurso de inauguración se `preguntaba:”¿Pasaría por su mente, cuando recorrió estas tierras, o cuando recordaba sus encantos y tristezas en el proceso de creación del inmortal poema [la Silva Criolla], la idea de que algún día su vida y su nombre se tomarían como símbolo de un plantel de formación cultural para millares de jóvenes llaneros?.Dada su carcterística modestia, frecuente adorno de almas grandes y nobles como la suya, debió ser segura en ella la ausencia de tales envanecimientos” (1965:5). 



 EL COLEADOR 

Sobre el zaino trotón derecho estriba 
Y destella en sus ojos la esperanza 
Al ver que el encierro se abalanza 
Y pugna, y sale al fin, la res altiva 

Finge un trueno el tropel: y la flecha viva 
En pos del toro el coleador se lanza: 
Por instantes lo sigue, al fin lo alcanza 
Y la cauda le apresa, y lo derriba 

Mientras las res del polvo se endereza 
Como en tiempos de antiguos lidiadores 
La muchedumbre al triunfar aclama 

Y por premo obtendrá, de su proeza 
Vulgar corona de marchita flores, 
¡Oh Fabio!, en vez de inmarcesible rama. 





EL CANTADOR

Puesta el alma en su mísera bandola,
Este cantor, que habita entre palmares,
Va siguiendo con ritmo de pesares
El aire musical de una chipola

Hace vibrar su plectro esa manola
De labios cual la flor de los bucares
Rival de la tigana en los andares
Hermana, por la piel, de la amapola

Trovador y poeta, ni siquiera
Obtendrá como aquel ¡Oh noble Fabio! Corona de follaje y flor cualquiera

Bailarina deidad, en vaso pleno,
Para encender la fiebre de su labio
Le brindará sutil, verde veneno





CUAL ORORES MADUROS

He querido ser pájaro: he soñado
Volar sobre tus labios tentadores
Pues lucen el carmín de los orores
Que los besos del sol han sazonado

Mas tus ojos, señora, han humillado
Ese vuelo de amor: que así traidores,
Son tus ojos cual arcos flechadores
Que matan sin herir al que ha mirado

 Ensueño pudo ser de noche insana
Pero en esta de abril pura mañana
Algo que en mí suspira y aletea

Celos tiene del pájaro salvaje
Que hundida la cabeza en el follaje
Carmínea piel de orores picotea













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