viernes, 27 de marzo de 2015

AKRAM ALKATREB [15.309] Poeta de Siria


Akram Alkatreb 

(Salamiah, Siria, 1966)
Nació y creció en la ciudad de Salamiah, Siria; ciudad reconocida históricamente por sus poetas. Graduado en Leyes por la Universidad de Damasco. Reside en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos. Tiene cinco libros de poesía publicados. Escribe y publica artículos en la prensa literaria árabe desde principios de los años noventa. Alkatreb ha trabajado como crítico de arte y periodista desde 1996, como corresponsal en medios de prensa en Líbano, Londres y Siria. Es parte del movimiento conocido como generación joven de la poesía Siria.




Las versiones son de Rifaat Atfé.
http://circulodepoesia.com/2015/03/poesia-arabe-actual-akram-alkatreb/




Porque está cerca el mar

Siria es luna mojada sobre los tejados de las casas,
pero no es país de muertos.

La quiero porque está cerca del mar.
Tiene dos ríos al norte,
donde se bañaban los antiguos dioses
y en uno de sus lados duerme, para siempre,
mi amigo Abdulatyf Jattaab.





Tu país parece ser el último lugar sobre la faz de la tierra

Por ejemplo:
puedes enorgullecerte de tu dura vida,
mientras comes, con afligida alma, chorizos en la estación del tren.
Respiras en el desconocido lugar,
mientras tu país parece ser el último lugar sobre la faz de la tierra,
llevado sobre tus hombros como mercancías necesarias para la nostalgia.

Todos los lugares se cometen estúpidos crímenes,
y se cometen allá exagerados genocidios
contra gentes estupefactas, mayores o menores que tú,
y hay quien pide socorro sobre el escenario del teatro.

La muerte ya no significa nada,
mientras la artillería abate desde el monte Qasiun
en las afueras de Damasco.
Los caballos expiran su último aliento, a los pies de la virgen,
los caballos degollados desde hace medio siglo.

Los caballos que duermen sobre el trigal
ya no sienten dolor.






Casa del alba

En los lugares inundados por la lluvia voy a morir.
Miraré, como tú, al cielo,
alrededor de cuyo árbol lejano jugábamos,
cuando Dios era niño, como nosotros
y se acostaba cara al cielo en el banco,
en los lugares donde temblábamos de frío y miedo.
Al mediodía vimos tu cara,
eras una niña con cinta azul.
Y éramos semidioses, llevando sobre nuestros hombros harapos
y pan robado de la casa del alba,
allí en los lugares donde Dios bailaba desnudo y triste.






Mi buen pueblo

Por el dolor esta vez.
Por las preguntas de mi niño sobre las ciudades,
que duermen bajo las alas de las palomas.
Le hablaré de mi buen pueblo
que vive en un calabozo
y de noche habla con los fantasmas.
Por el dolor, esta vez,
y la sangre que cubre las calles donde jugábamos
el juego de Alí Babá y los cuarenta ladrones
y caíamos al final, muertos de risa y hambre.
Mi pueblo, aquel dios de brazos abiertos,
va solo por los trigales a los inolvidables lugares,
mientras cae todos los días
hablando de amores.
Mi pueblo que se baña en la sangre de sus hijos en abril
se va ahora al sol,
sin que nadie lo vea.

Por el dolor esta vez,
el amable guerrero no renuncia.
El guerrero, obsesionado por las liebres, flores y música clásica
teme a la oscuridad.







Es fácil llorar por los muertos a miles de millas de distancia
en tanto que las casas, detrás de cuyas paredes jugábamos
futbol y hacíamos columpios de madera, caen sobre todo,
hasta sobre nuestras sombras, que se quedaron allí
y nadie las saca, debajo de los escombros.





Porque el viento juega en la casa y no queda de ella ni
huella: no hay diferencia entre ventana cerrada y otra abierta.
Sólo hay gente en la intemperie que huele el olor puro de la
madera. La sangre derramada no es la raíz del árbol, de aquel
árbol debajo del cual reía, el árbol hacia el cual huían los
pájaros de la tierra: me desmayo. Pongo los cepos y los libros
escolares para secarse.

El árbol que fue mi casa en el campo de Dios lo vi desde lejos
llevado en un tractor.





***



Akram Al-Katreb, translated by Osama Esber



The War's Cries

Her mouth, which resembles war cries,
The men who fall while dawn in their mind
Is a bird with its two wings.




Damascus Road

I think, for example, of riding a taxi
and hiding in the mountain, near Ibn Arabi's shrine.

The photographer wants to take a photo for you on Damascus's road,
While your sons are waiting for you at John the Baptist's house:
Here, where a complete life happens for an angel from the Middle Ages.

At that hour,
wounds are higher than the ground
And people grow wings.





The City of the Blind

Barefoot, I want to walk towards you,
unable to pay for a ride.
Cut from a tree that bends in front of your house,
I want to escape to the age of 21
Because I am unable to forget the odor of your body
In the city of the blind.





This Syrian Face

All what you can do to this Syrian face is to return it
To Cezanne's water colors.
It is beautiful to be a bust, without doubt, immune to decay
And stars never leave the eyes,
To be a real inscription on an old Egyptian tablet.





A Lonely Tree

This man, who stands alive and resists submission,
Performs his historic dance and goes to weep with the fish.

What surrounds him:
Wounded people in front of houses,
a lonely tree.





Under the Sun of the Caucasus Mountains

I did not mean insult while you are dying for me
I wait for you, like a Circassian man, dreaming of a mat under the Caucasus sun;
Or an Armenian longing to Ararat Mountain from the window of a train at al-Hijaz station;
Or a Palestinian from Diaspora remembering his mother's face very well;
Or a Kurd playing on the Bouzuki all God's sad songs.





I Cannot Describe all this Blood

How can I become an adult while running towards you,
Drunk a little bit, unable to describe all this blood
Even in an evil life?
Your body, which is excessively written, has the strangeness of little tricks,
The aura of the Arabian nights.

The Fertile Crescent is a book whose cover is ripped.





A Spartan Wedding

Once, on the bridge of the Orontes River,
There, where horses bath as if they are going to a Spartan wedding,
many pieces of clothes hang on trees,
And boys swim in the green waters
With the pieces of bread, sweet, and laughter.

In the evening one of them will go on a sedan chair,
The color of his body reflects the river.





Each Day that passes

Each day that passes
Is a sigh in front of your closed door,
Your mouth, which trembles, fascinates the men,
who are going to war,
While all night I turn to your face
As if I were 17 years old.





The City of the Sun's God

In the city of the sun's god
Hands in the streets draw god, sad as the sons of villages,
who wait for clouds to come on the backs of the sheep.

The great mother sleeps bare-headed
Her body is the Eucharist
Her body, which suffers.





The Trees of God

The mobs have no sense of honor,
They do not know your name that the horses take to the wilderness,
While sons of violence captivate you, and spray perfume on you.
No one pays attention to the trees of God
that grow out of blood.

I want to dream of you slowly

Syria, I miss you a lot,
Put your long war in the shadow of a tree,
I want to dream of you slowly
Without shedding one tear.





The Odyssey

To Hazim al-Azmah

This summer
The polar star stumbles over mount Qassioun like pears.

The beautiful woman, who
Was sitting there on a chair, was unable
To make me forget the face of Damascus from
A distance, which is not so far,
While you read about invaders and Borges's labyrinth
And the wandering saints.





Freedom

The bird, which we lost
On the edges of the prairies and cliffs.





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