lunes, 15 de septiembre de 2014

IVÁN CRUZ OSORIO [13.314]


Iván Cruz Osorio

(Tlaxiaco, Oaxaca, México). 1980. Poeta, ensayista y traductor. Terminó la carrera de Lengua y Literaturas Modernas Inglesas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Es miembro del consejo editorial de la revista de literatura y gráfica Viento en vela. Es autor del poemario Tiempo de Guernica (Editorial Praxis, 2005). Poemas suyos aparecen en el libro colectivo Espacio en disidencia (Praxis, 2005); y en las antologías Un orbe más ancho. 40 poetas jóvenes. 1971-1983 (Punto de partida/UNAM, 2005); Los mejores poemas mexicanos. Ediciones 2005 y 2006 (Joaquín Mortiz/FLM, 2005, 2006); Anuario de poesía mexicana 2005 y 2006 (FCE, 2006, 2007); El rompimiento amoroso en la poesía (Alforja, arte y literatura, 2006); Vigencia del epigrama (Ediciones fósforo, 2006); La luz que va dando nombre [1965-1985]. Veinte años de la poesía última en México (Secretaría de Cultura del Estado de Puebla, 2007); Esas distancias de algo (IPN, 2009); y El oro ensortijado. Poesía viva de México (Ediciones Eón/Secretaría de Cultura de Puebla, 2009). En 2008 obtuvo el primer lugar en el 1er. Certamen Internacional de Poesía Bernardo Ruiz. Actualmente es becario del programa Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (2009-2010), en el área de poesía.



Andrés Bello

Navegué toda la noche
con la mirada fija en los días por delante,
con el miedo apretado en los puños.

Algo de la Tierra que dejé atrás
ha labrado mi sombra y mi abismo,
y aún no sé de qué patio,
de qué puerto sin brillo partí
con los sueños desvanecidos.

Pero sé que no habrá regreso,
porque nadie vuelve
para atizar los rescoldos
de su propia ceniza.



  

Manuela Sáenz

Si me besaras esta noche,
yo recorrería todas las barcazas
de La Guaira
para contar viejas historias de muertos,
para decir con palabras dulces
todo nuestro desamparo,
para derrocar un imperio
y hacer una revolución
con mi dolor desnudo.
Para cantar una cueca triste
de tus hazañas
a los ojos oscuros
de todos los navegantes
para que ellos
la lleven por el mundo.

Si me besas esta noche
no caería este inmenso vacío sobre mi alma,
y algo de lo que hemos perdido
quedaría intacto entre mis manos.
Porque ya no puedo reconstruir tus gestos,
tus palabras,
porque todo se ha vuelto el áspero sabor
de la demora.
Sólo tengo el pesimismo,
las ventanas sin sol,
y el temblor
de los que dejamos nuestra vejez
al olvido de la patria.

Si me besaras esta noche
entonces mi corazón seguiría despierto.





Francisco de Miranda

Cuando era joven,
yo quería recorrer los puertos,
andar entre los hombres
que ríen de películas mudas,
y escriben cartas de amor
a rostros que se esfumaron
con el corazón de aserrín en la mano.

Cuando era joven,
yo quería conocer las tabernas,
y las mujeres que dan apretones de mano,
y te aman sin miedo
entre acordeones y lámparas de alcohol.

Cuando era joven,
yo quería pelear por un país
con mi bicornio y mi fajín francés,
yo quería bombardear un continente,
hacer una revolución,
para que una mujer viniera a amarme.

Cuando era joven,
yo tomaba malbec,
mientras veía desde un balcón
cómo se amaban las mujeres y los hombres.

Cuando era joven,
yo quería recorrer todos los puertos,
caminar las ciudades,
detenerme en los farolitos de cada esquina
hasta encontrar a esa mujer
que me amara por amor.





Contracanto II

S. B.

Qué bien que estás ahí 
donde la muerte es pequeña
y tu alegría legítima,
yo, que te he visto partir 
y cambiar de nombre,
sé que me darás una noche 
para reír en tu cama de paso, 
donde inventé los escasos enigmas de mi vida,
donde la soledad es compacta,
y las mentiras son más grandes y divertidas.

Mañana conquistaremos tierras lejanas
para darles nuestro nombre,
y tendremos una casa oculta
para no hablar de esperanza,
de remordimientos 
ni de todas las cosas que no tenemos.
Estoy seguro que desde la pequeña casa
podrás ver a los últimos soldados de Napoleón:
salúdalos con tu pañuelo de despedidas,
tú que has estado más cerca de la muerte
y de los países de hielo.

Mañana te contaré una historia de piratas y de ángeles,
aunque quizá sólo te haya contado la misma historia,
y tu sonrisa sea la misma de siempre,
y nuestro amor sólo sea algo común.

Escucha: mañana cuando estemos fusilados,
el paredón amanecerá cubierto de agua,
y alguien llorará
por nuestros corazoncitos de fuego.
Alégrate,
después me hablarás
de los hombres que caben en tu cuarto de hotel,
de Franz Ferdinand vestido de mujer,
de la guerra del opio
donde Octavio Polichinela murió
sin encontrar una frase,
una palabra para él.

Toma mi mano de aventuras y retornos,
yo soy el extraño que amó tu cuerpo deforme,
y nuestra tristeza es un buen pretexto
para que me dejes tocar tus senos,
para reconciliarnos con nuestras pequeñas vidas
y hablar con los pulmones fatigados
como si la noche entera hubieras cantado
en un desierto de piedra.

Aquí estamos
y nada hay más engañoso que nosotros,
mírame:
estoy lleno de agua, 
fuego y desamores,
me gustaría tener un amor infiel
para entretener mi soledad,
me gustaría ser un gitano
y leerte en las cartas
que la guerra terminó,
que perdieron los buenos.

Escucha: no hay nada bueno,
abre las piernas y tus ojos maduros,
escucha lo que vengo a decir,
ahora todo depende de lo cerca que estés de mí. 
Toma mi mano que ayer empuñó una espada,
y hoy está llena de agujeros;
observa este boquete,
allí estabas tú,
pero ahora no hay nadie.
Ahora sólo tengo boquetes de carne y de miedo,
acércate a este cuerpo perdido,
dame esta noche,
vamos a reír y llorar
sobre la cama deshecha
para vivir una muerte
y no la vida.






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